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Archive for the ‘Feminismo’ Category

Los cambios económicos experimentados por los Estados Unidos en las últimas décadas de siglo XIX afectaron de una forma u otra a todos los sectores de la sociedad estadounidense. Lo que varió fue cómo estos sectores reaccionaron ante los nuevos retos y problemas que trajo la industrialización, la urbanización y la inmigración. Los granjeros vieron con espanto como aumentaba su dependencia en los mercados externos, los ferrocarriles y los bancos, y reaccionaron de forma vigorosa llegando, inclusive, a fundar un partido político. Los trabajadores industriales se organizaron en sindicatos y uniones obreras exigiendo mejores sueldos, reducir la jornada laboral y mayor seguridad en sus centros de trabajo. La clase media reaccionó buscando soluciones políticos y sociales para los problemas generados por la industrialización, especialmente, en las ciudades. Así nació el progresismo, uno de los movimientos reformistas más importantes y exitosos en la historia política de los Estados Unidos.

Una de las manifestaciones más vigorosas del progresismo provino de un grupo de periodistas conocidos como los “muckrackers”, quienes desarrollaron un nuevo tipo de periodismo, el reportaje investigativo. A través de investigaciones -muchas de ellas encubiertas-  de problemas como la corrupción, la pobreza, el hacinamiento y el trabajo infantil, estos periodistas denunciaron el impacto sociopolítico de los cambios que sufrió la sociedad estadounidense en el último cuarto del siglo XIX.

En esta nota, la periodista británica Imogen Lepere enfoca a una de las más famosas muckracker de la historia estadounidense: Nellie Bly. Con tan solo 23 años, Bly se hizo famosa por sus reportajes sobre los hospitales psiquiátricos de la ciudad de Nueva York a finales del siglo XIX. Lepere nos regala un interesante relato sobre la vida de esta impresionante mujer.


A hand colored portrait of Nellie Bly, circa 1890

Nellie Bly lo experimenta todo

 Imogen Lepere 

JSTOR  17 de junio de 2024

En septiembre de 1887, una joven menuda fue llevada ante los médicos del Hospital Bellevue de Nueva York.  Al observar la mirada vacía en sus ojos y escucharla murmurar repetidamente algo sobre un baúl perdido, la declararon histérica y la internaron en el Manicomio de la Ciudad de Nueva York en Blackwell‘s Island. Hoy en día, este nombre es sinónimo de condiciones abusivas, enfermeras sádicas y mujeres cuerdas retenidas contra su voluntad, a menudo porque no hablaban inglés. Lo sabemos porque la joven de rostro pálido en cuestión era en realidad Nellie Bly, una de las primeras reporteras encubiertas.

La denuncia de Bly, una serie de artículos publicados en el New York World titulados “Diez días en un manicomio”, provocó la indignación pública y, en última instancia, la reforma del asilo. También catapultó a la tenaz joven de veintitrés años a la cima de la escena periodística de Nueva York, todo un giro de 180 grados dado que había pasado los meses anteriores con puertas cerradas en su cara debido a su género.

Blackwell's Island (Roosevelt Island), New York City (U.S. National Park Service)

Como escribe David Randall en su libro de 2005, Great Reporters, “la vida de Nellie Bly no se parece en nada a la trama de una novela victoriana particularmente inverosímil”. Nacida como Elizabeth Jane Cochran el 5 de mayo de 1864 y apodada Pinky, Bly experimentó inicialmente una infancia feliz. Esa felicidad se vio truncada después de seis años cuando su padre, el juez Cochran, murió intestado. La situación habría sido bastante confusa dado que tenía quince hijos, pero se complicó aún más por el hecho de que tenía dos esposas, una de ellas en el derecho consuetudinario. El resultado fue la indigencia; la fortuna de la familia cayó aún más cuando la madre de Bly, Mary, se volvió a casar con un alcohólico violento. Limitada por la pobreza, así como por las expectativas de que se convertiría en madre y ama de casa, Bly comenzó a planear su escape.

En 1885, a la edad de veintiún años, Bly escribió una ardiente carta al Pittsburgh Dispatch sobre los derechos de género, firmándola como “Lonely Orphan Girl” (Niña huérfana solitaria) para añadir melodrama. El editor, George Madden, reconoció el talento cuando lo vio y le ofreció un trabajo en el acto, escribe Randall. Durante su tiempo en el Dispatch, escribió sus primeras denuncias sobre las condiciones de las prisiones y las fábricas; también emprendió una temporada de seis meses en México con su madre como chaperona, cubriendo los abusos de la dictadura de Porfirio Díaz. Su recompensa fue un aumento de sueldo y ser nombrada editora de las páginas de sociedad. Con su pasión por luchar contra la discriminación y la injusticia, Bly estaba consternada por el nombramiento. Poco después, sus colegas encontraron una nota garabateada a mano en su escritorio que decía: “Me he ido a Nueva York. Cuídenme”.

Una vez instalada en el New York World, Bly asumió una serie de papeles que le permitieron exponer problemas no reportados que perseguían la vida de las mujeres: una madre soltera con un hijo nacido fuera del matrimonio, una prostituta en un hogar para “mujeres caídas”, una vendedora de guantes para descubrir cómo las vendedoras eran tratadas por la élite de Nueva York. A pesar de que demostró ser una maestra del disfraz y una hábil artífice de las palabras muchas veces, sus editores se horrorizaron cuando sugirió la historia por la que es más conocida: una épica circunnavegación del mundo en solo setenta y cinco días. Inspirada en la novela de Julio Verne La vuelta al mundo en 80 días, la maniobra era particularmente ambiciosa en una época en la que una mujer que viajaba sola podía causar un escándalo.

A las 9:40 a.m. del 14 de noviembre de 1889, Bly zarpó en el Auguste Victoria con destino a Londres. Llevaba consigo poco más que un vestido, papel y bolígrafos y un gran frasco de crema fría. Más de 1 millón de lectores devoraron sus irregulares despachos, que incluían momentos destacados como la compra de un mono llamado McGinty, que lucía un poco de fez y una actitud tan irreverente como su dueño, en Singapur; pasar el día de Navidad en una  colonia de leprosos en las afueras de Guangzhou, China; y amenazó con degollarla cuando la tripulación del Oceanic le dijo que había un retraso burocrático que añadiría catorce días al viaje.

The boardgames Round the World with Nellie Bly (1890)

El juego de mesa La vuelta al mundo con Nellie Bly (1890). Wikimedia Commons

A pesar de los numerosos contratiempos y las condiciones climáticas adversas, Bly superó su objetivo, llegando a Estados Unidos setenta y dos días, seis horas, once minutos y catorce segundos después de su partida para encontrar multitudes entusiastas esperándola. Su estatus como la novia del mundo del periodismo de Estados Unidos parecía asegurado y su libro, La vuelta al mundo en 72 días, voló de los estantes. El 26 de enero de 1890, al día siguiente de su regreso a los Estados Unidos, el New York World publicó la primera versión del juego de mesa La vuelta al mundo con Nellie Bly, un juego novedoso y fascinante con mucha emoción por tierra y mar. Como describe la historiadora cultural y estudiosa de la ciencia ficción Marie-Hélène Huet, cada una de las setenta y dos plazas presentaba lugares o personas que había visto durante su viaje (una presentaba a Julio Verne, a quien había visitado en Amiens).

Al más puro estilo Bly, hizo algo totalmente inesperado después de su regreso victorioso: se fugó con el industrial Robert Livingston Seaman, que era más de cuarenta años mayor que ella y a quien conocía desde hacía un total de dos semanas. Como detalla Brooke Kroeger en su libro de 1994 Nellie Bly: Daredevil, Reporter, Feminist, Bly se retiró del periodismo y cuando su marido murió, heredó su fortuna y se convirtió en presidenta de su empresa. Poco después, sus socios la malversaron por más de 1,6 millones de dólares. Una vez más, se encontró en bancarrota.

Uno podría imaginar que esta desgracia, combinada con su avanzada edad, podría hacerla un poco más reacia al riesgo. Sin embargo, cuando se declaró la guerra en Europa, desempolvó su máquina de escribir y corrió al frente. En su reseña del libro de Kroeger, Emily Toth nos recuerda que Bly

“fue la primera mujer en hacerlo todo: arriesgarse a ser arrestada como espía británica; visitar la zona de guerra; se sube a una trinchera y casi se mata. Odiaba el frío y la suciedad, pero abandonó su abrigo de piel (pesaba cincuenta libras) cuando le impidió moverse rápidamente de un frente a otro. Tenía cincuenta y tantos años y estaba en su elemento”.

Nellie Bly Online – A Resource WebsiteQuedaba por llegar una hazaña de victoria, arrebatada a la desesperación. Cuando Bly regresó de Europa en 1919 y descubrió que su hermano se había apoderado de todo lo que poseía, incluso de su casa, comenzó a hacer campaña en las páginas del New York Evening Journal por derechos legales más equitativos para las mujeres trabajadoras. A la edad de cincuenta y siete años, adoptó un bebé expósito. Pero un año después, agotada por las aventuras de varias vidas, contrajo neumonía. Murió el 27 de enero de 1922.

Su trabajo allanó el camino para las generaciones de reporteras venideras. Pudo haber dado la vuelta al mundo en setenta y dos días, pero en sus demasiado breves cincuenta y siete años había recorrido casi toda la gama de la experiencia femenina.

Recursos

JSTOR es una biblioteca digital para académicos, investigadores y estudiantes. Los lectores de JSTOR Daily pueden acceder a la investigación original detrás de nuestros artículos de forma gratuita en JSTOR.

Reseña: The Amazing Nellie Bly by Mignon Rittenhouse

By:  Alban T. Smith

New York History, Vol. 38, No. 2 (April 1957), pp. 208–209

Cornell University Press

AROUND THE WORLD IN EIGHTY SPACES

By:  Marie-Hélène Huet

The Princeton University Library Chronicle, Vol. 74, No. 3 (Spring 2013), pp. 397–414

Princeton University Library

The Personification of Pluck [Review of Nellie Bly: Daredevil, Reporter, Feminist, by B. Kroeger]

By:  Emily Toth

The Women’s Review of Books, Vol. 11, No. 9 (June 1994), pp. 9–10

Old City Publishing, Inc.


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Comparto esta interesantísima nota anónima publicada en The Attick sobre el papel que jugaron las bicicletas  en la sociedad decimonónica estadounidense. Según su autor o autora, en la década de 1890 se registró un “boom de las bicicletas” en Estados Unidos que cambió mucho más que el transporte. Las principales beneficiadas de este boom fueron las estadounidenses, pues ganaron libertad.

Hasta 1890 las bicicletas eran artefactos peligrosos y costosos, lo que cambió gracias a la innovaciones de los franceses. La más importante de ellas fue el neumático de goma.

Otro factor que propició el boom fue la caída de los precios de las bicicletas a  menos de $100. También fueron creadas bicicletas más livianas.

Todo ello llevó a un aumento impresionante en el uso de la bicicleta. En 1890 había 80,000 bicicletas en Estados Unidos. Seis años más tarde habían llegado al millón. Los pilotos más revolucionarios fueron las mujeres, que constituían una tercera parte de sus usuarios.

La necesidad de comodidad y seguridad al pedalear también provocó un cambio en la moda femenina, haciendo aceptable una pieza antes rechazada: los bombachos (bloomers). Estos pantalones holgados ayudaron a las mujeres a superar la incomodidad que conllevaba viajar en bicicleta con la ropa que se usaba en los años 1890 y, junto con la bicicleta, dieron libertad a miles de mujeres estadounidenses.

El boom tuvo su fin a finales del siglo XIX con la motorización de las bicicletas.

Este breve ensayo viene acompañado de hermosas imágenes, de las cuales hemos compartido algunas.

The Attick  es una revista digital dedicada a una gran variedad de temas y géneros .


Una bicicleta hecha para ella

The Attick

WICHITA, KS, 1896 — ¡La noticia es impactante!  Charles Dennison ha solicitado el divorcio. Parece que hace un año Charles le regaló una bicicleta a su esposa, Elma.  Nada ha sido igual desde entonces.

“El Sr. Dennison dice que su esposa desarrolló la fiebre de la bicicleta a tal grado que descuidó todo: su hogar, sus hijos y su esposo.  Vivía sólo para su rueda, y sobre ella”.  Como prueba de que su esposa se ha convertido en una “fanática de las bicicletas”, el Sr. Dennison ofrece la siguiente carta: “Mi querido esposo: Encuéntrame en la esquina de la calle Tercera y la Séptima Avenida y trae contigo mis bombachos negros, mi lata de aceite y mi llave inglesa de bicicleta”.

Los inventos que cambiaron el mundo son pocos.  Los millennials hablan del teléfono inteligente, mientras que los boomers recuerdan la televisión o la PC.  Pero en la década de 1890, la vida estadounidense se vio sacudida, sobresaltada y empujada a una velocidad más alta por una maravilla que ahora damos por sentada: la bicicleta.

“Como fuerza revolucionaria en el mundo social, la bicicleta no ha tenido igual en los tiempos modernos”,  escribió Century Illustrated en 1896.  “Lo que está haciendo, de hecho, es poner a la raza humana sobre ruedas por primera vez en su historia”.

Los encantadores anuncios antiguos y las melodías nostálgicas sobre una “bicicleta construida para dos” idealizan el “boom de las bicicletas” de la década de 1890.  Pero junto con la diversión, la bicicleta cambió más que el transporte.  Les dio a las mujeres un raro sabor de libertad.  Ese sabor, por supuesto, no vino sin una reacción violenta.

Durante décadas antes de 1890, las bicicletas habían dado la vuelta a la manzana, pero eran peligrosas y decididamente solo para hombres.  Se necesitó la audacia de un macho para subirse a un “penique” y viajar a seis pies sobre el pavimento pedaleando una enorme rueda delantera.  ¿Neumáticos?  De madera o de acero, lo que les valió a estas bicicletas el apodo de “sacudehuesos”.  ¿Frenos?  Arrepentido.  Intenta dar marcha atrás.

Entonces, un mecánico parisino inventó la “bicicleta de seguridad”.  Este precursor de las bicicletas actuales tenía ruedas, pedales y una cadena modestos.  La mayor innovación, sin embargo, fueron los neumáticos de goma.  Se acabaron los temblores de huesos.

En 1887, la Overman Wheel Company en Chicopee Falls, Massachusetts, comenzó a fabricar los primeros modelos estadounidenses.  Llegada la nueva década, la locura estaba en marcha. New York Journal: “Hombre, mujer y niño —la población de la cristiandad— está en una rueda.  ¿La iglesia?  Está olvidado.  ¿El sábado?  Un día de ciclismo.  ¿El caballo?  Símbolo y compañero de caballerosidad.  El tabaco ha sido abandonado.  La política se ha convertido en una mera atención a los deseos de los hombres del timón”.

Todo el mundo, al parecer, quería una bicicleta.  Y a medida que los precios cayeron a menos de 100 dólares, a medida que las bicicletas más livianas reemplazaron a las chatarra de 50 libras, todos, todos los adultos de todos modos, obtuvieron uno.  La reina Victoria andaba en bicicleta.  Tolstoi aprendió a montar… ¡a su edad!  Los clubes de ruedas enviaban a cientos de jinetes a excursiones nocturnas, a veces al son de bandas de música.  Pero los pilotos más revolucionarios, un tercio del total, fueron mujeres.

“¿La Nueva Mujer surge del ciclista”, preguntó el Chicago Tribune , “o el ciclista surge de la Nueva Mujer?  Ciertamente son primos”.  La construcción básica de la bicicleta, sin embargo, planteó un problema básico para la América victoriana.

Las mujeres podían montar a caballo, a caballo de lado.  Pero andar en bicicleta requería sentarse a horcajadas sobre el asiento.  ¿Con una falda larga?  ¿Con enaguas?  “Unos amigos y yo estábamos un día cabalgando contra un viento muy fuerte”, escribió una mujer, “cuando me agarró la falda y la enrolló alrededor de mi pedal, lanzándome.  La rapidez con la que andaba hizo que la fuerza de la caída me rompiera el brazo.  Me dejó en reposo seis semanas”.

La respuesta fue una prenda de décadas de antigüedad, pero rechazada por (¡ejem!) mujeres adecuadas.  La sufragista Amelia Bloomer podría usar estos pantalones holgados, pero ninguna mujer que se respete a sí misma lo haría.  Hasta que aparecieron las bicicletas.

A medida que las ventas de bicicletas y bombachos se dispararon, ¡las mujeres viajaron libremente!  Libre de maridos, tareas domésticas, trabajo pesado.  Fue maravilloso, tan maravilloso que hubo que detenerlo. La Liga de Rescate de Mujeres de Nebraska se quejó de que las bicicletas llevaban a las mujeres “de cabeza al diablo”.  ¡El Congreso debería aprobar una ley!  Más de un divorcio se atribuyó a una esposa que “pasaba casi todo el tiempo montada en su rueda”.  Sin embargo, las mujeres se defendieron.

Los bombachos y las bicicletas, escribió uno, simplemente muestran “que las mujeres tienen piernas como cualquier otra persona, y que están hechas para usarlas”.  La bicicleta, agregó, “marca el comienzo de una nueva era”.

En 1896, Margaret DeLong viajó en bicicleta de Chicago a San Francisco, sola (con una pistola).  Pero siguieron otras jeremiadas: “¿No tenemos suficientes problemas sexuales en nuestras manos sin abrir la caja de Pandora y sacar una bicicleta?”

Aun así, la locura continuó.  En 1890, Estados Unidos tenía 80.000 bicicletas.  Seis años más tarde, el número superó el millón, “Todo es bicicleta”, señaló el autor Stephen Crane. A medida que las bicicletas florecían, el negocio se resentía.  Los fabricantes de cigarros, los salones, los vendedores de zapatos, todos vieron caer las ventas.  “Ya no hay nada en mi negocio”, se quejó un peluquero de Manhattan.  “La bicicleta lo ha arruinado”.

El boom finalmente se fue a pique a medida que se acercaba un nuevo siglo.  Alguien descubrió cómo motorizar una bicicleta, haciendo que 10 m.p.h. parezcan lentos.  Los automóviles estaban en ciernes.  Las empresas de bicicletas, después de haber producido en exceso, quebraron, pero el legado perduró.

No, las bicicletas no “condujeron a la esterilidad en el varón”.  No le dieron a las mujeres “cara de bicicleta”, ni “aniquilaron el hábito de la lectura”.  (Culpa a la televisión y a los teléfonos inteligentes por eso).  Pero habiendo abierto un nuevo mundo para las “chicas de la bicicleta”, el simple vehículo de dos ruedas sembró las semillas de la liberación.

La sufragista Susan B. Anthony dijo: “La bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo”.   ¡A pedalear!


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Gracias al amigo José A. Muñoz, accedí a esta nota periodística dedicada a las Pachucas. Publicada en el medio digital latino Luz Media, “Pachucas: un legado atemporal de moda, rebeldía e identidad mexicana”, examina la expresión femenina del movimiento contra cultura desarrollado por mexicano-americanos en la década de 1930. Me refiero a los Pachucos, que se hicieron famosos por sus “zoot suites”,  y que fueron víctima de discrimen y violencia racial.

El equipo de Luz Media autor de esta nota reflexiona sobre las Pachucas como un movimiento que combinó raza, género y clase. Estas mujeres no se limitaron a cuestionar las normas sociales con su vestimenta y comportamiento, sino que también promovieron la liberación femenina y de sus comunidades. De esta forma fomentaron  los movimientos chicano y feminista. Este artículo rescata y enfatiza la importancia de la rebeldía y de resiliencia de las Pachucas, que enfrentaron el racismo de los blancos y el prejuicio de los suyos.

Luz Media se describí a sí mismo como un medio que “encarna el potencial de las latinas”, desafiando las narrativas falsas e inexactas que abundan en los medios de comunicación. Para ello desarrollan “contenido digital de alta calidad, y construimos una comunidad a través de experiencias y oportunidades tangibles en la vida real y digitales”.


Three Latina women representing the Mexican cultural group Pachucas

Pachucas: un legado atemporal de moda, rebeldía e identidad mexicana

Luz Media

6 de Febrero de 2024

Vestidos de punta en blanco, desafiando las normas, bailando al ritmo del jazz y dando forma a una subcultura revolucionaria a mediados del siglo XX, este era el mundo de las pachucas. No solo entusiastas de la moda, sino activas defensoras del cambio, estas mujeres mexicanas se atrevieron a pisar el escenario de la historia cultural. Llevemos una máquina del tiempo a la década de 1940 hasta el nacimiento de este movimiento icónico y exploremos el legado de los Pachucas.

El nacimiento de un icono cultural

El término ‘Pachuca’ es sinónimo de mujeres jóvenes mexicoamericanas que pertenecían a la subcultura pachuca, vista predominantemente en las décadas de 1940 y 1950. Las pachucas se caracterizaban por su estilo distintivo de vestir y su desafío a las normas sociales convencionales.

La historia de Pachuca comienza en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, con los disturbios de “Zoot Suit” en Los Ángeles. El Zoot Suit, con su cintura alta, piernas anchas y abrigo largo, era el uniforme de la subcultura pachuca. El traje fue una rebelión contra el racionamiento de telas en tiempos de guerra, convirtiéndose en un símbolo de inconformidad y resistencia.

Three women, Dora Barrios, Frances Silva, and Lorena Encinas, standing together in a posed group portrait.

Dora Barrios, Frances Silva y Lorena Encinas, de pie juntas en un retrato grupal posado.

Las Pachucas adoptaron este estilo, agregando su propio toque femenino con faldas lápiz, medias de rejilla y tacones de plataforma. Aunque en muchos casos, optaron por usar los mismos atuendos que los hombres y usaron su cabello en copetes altos o peinados en un “Rollo de la Victoria”, desafiando aún más las expectativas sociales de la apariencia de una mujer en ese momento.

Pachucas no solo superó los límites con su estilo, sino que también lo hizo con su baile. Adoptaron bailes como el jitterbug y el swing, que se originaron en la cultura afroamericana. Esta fue una posición significativa contra la segregación racial y la discriminación que prevaleció en la década de 1940.

Las pachucas bailaban con confianza y control, a menudo liderando a sus parejas, un papel tradicionalmente reservado para los hombres. Este desafío directo a las normas de género de la época estableció aún más a la Pachuca como un símbolo de rebeldía.

El movimiento Pachuca fue más que solo moda y baile; era una lucha por la identidad. Como mexicoamericanos, las pachucas se encontraron en un espacio liminal, atrapados entre dos culturas. Se enfrentaban a la discriminación racial y a menudo eran condenadas al ostracismo por no encajar en los roles femeninos tradicionales mexicanos o estadounidenses.

Al adoptar el estilo de vida pachucano, estas mujeres se labraron un espacio cultural único para sí mismas. Se negaron a ser encasillados, y en su lugar crearon una identidad híbrida que celebraba tanto su herencia mexicana como su influencia estadounidense.

El legado de las Pachucas

El movimiento Pachuca dejó una huella duradera en el mundo. Fueron pioneros de su tiempo, haciendo olas en una sociedad que a menudo buscaba mantenerlos en su lugar. Su impacto continúa resonando vívidamente dentro de nuestra sociedad moderna. En algunas ciudades, como Los Ángeles y Ciudad Juárez, esta subcultura no es sólo una página de un libro de historia, sino una entidad viva que respira, que hace alarde de su continua vitalidad y fuerza.

El corazón de esta cultura se puede encontrar en áreas donde las poblaciones mexicoamericanas son sustanciales, especialmente en el suroeste de los Estados Unidos, como California y Texas, y en partes de México como Ciudad Juárez y Chihuahua.

1944 black and white photograph of Ramona Fonseca, a young Mexican-American woman, posing confidently in a stylish zoot suit, representing the fashion and women of that era. The image is part of the historic Shades of L.A. Collection, highlighting the diverse families and communities in Los Angeles.

Fotografía en blanco y negro de 1944 de Ramona Fonseca, una joven mexicoamericana, posando con confianza en un elegante zoot suit, representando la moda y las mujeres de esa época.

Los Ángeles sigue siendo un bastión de la cultura pachuca, evidente en su influencia duradera en la escena musical, de la moda y del arte de la ciudad. Eventos como el desfile de modas El Pachuco Zoot Suits  o el festival anual Zoot Suit celebran este estilo distintivo y su impacto cultural.

El resurgimiento del interés por la moda vintage y los estilos clásicos en los últimos años también ha llevado a un renovado aprecio por la estética pachuca y pachuco. Su estilo, una mezcla de influencias mexicanas y estadounidenses, continúa inspirando a los diseñadores de moda de hoy, haciendo eco en el glamour de las pasarelas de alta costura y el borde del estilo callejero.

Las pachucas también contribuyeron significativamente a los movimientos feministas  y chicanos, demostrando la interseccionalidad de las luchas de raza, género y clase. Al rebelarse contra las normas tradicionales de género y las expectativas raciales, allanaron el camino para futuros activistas. Su historia se ha convertido en un grito de guerra para quienes siguen luchando por la igualdad y la representación; un poderoso recordatorio del poder de la resiliencia y la resistencia.

El legado de Pachuca continúa danzando a través de los anales de la historia, sirviendo como un recordatorio atemporal del poder del desafío, la belleza de la individualidad y la fuerza duradera de la identidad cultural.


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Con esta entrada presentamos un tema que no había recibido atención de esta bitácora: el impacto social y cultural de la moda. La historiadora Oline Eaton analiza el debate que se desarrolló en los Estados Unidos en la década de 1970, sobre la gran popularidad  de los llamados hot pants entre millones de mujeres estadounidenses. Eaton argumenta que estos pantalones cortos no sólo le dieron comodidad a las estadounidenses, sino que también se convirtieron en un mecanismo para  dejar oír su voz.

La Dra. Oline Eaton es una estudiosa de la escritura biográfica. Posee un doctorado del King’s College de Londres, enseña escritura en la Universidad de Howard. Ha enseñado en  American University, Trinity Washington University, NYU (Nueva York, D.C. y Shanghái) y en la Universidad de Memphis.  Su libro sobre Jackie Onassis, titulado Finding Jackie: A Life Reinvented, fue publicado por Diversion Books en enero de 2023


¡El Gran Show de Piernas!

Oline Eaton|

Contingent Magazine   29 de enero de 2024

Este artículo es el cuarto de una serie, “Revive Your Darlings”, en  la que se animó a los escritores a traer ideas que fueron cortadas o abandonadas en el proceso de escritura de un proyecto anterior.

En el otoño de 1970, hubo una cosa llamada “Midi-Craze”, en la que todos los poderes fácticos de la moda les dijeron a las mujeres estadounidenses que, en medio de una crisis energética y económica, debían estar desembolsando más dinero por faldas más largas. Se acabó la minifalda; supuestamente, el midi, un dobladillo a la mitad de la pantorrilla que, como le dijo un joven de 22 años a Life, “te hace parecer una puta francesa”, estaba de moda.1

Los poderes fácticos dejaron claro su interés comercial. Como dijo a la prensa el vicepresidente de los grandes almacenes de Marshall Field, los minoristas buscaban a “esa extraña mujer […]  ¿Quién quiere ser el primero en salir del gallinero con la última rareza… Ganamos mucho dinero gracias a ella”. Pero el midi era un puente demasiado lejos incluso para “esa extraña mujer”, como detallo en Finding Jackie: A Life Reinvented, mi libro sobre la cultura estadounidense de mediados del siglo XX y Jacqueline Kennedy Onassis.Hot Pants 1971 - Memorable 1970's Fashion Trends - Glamour Daze

El primer borrador de Buscando a Jackie originalmente tenía 150 mil palabras. Con el tiempo, se dejaron ir muchas cosas, a medida que la historia y la escritura se endurecían, y descubrí cómo comunicar de la manera más concisa y contundente la historia que quería contar sobre la vida y la celebridad de la ex primera dama de los Estados Unidos. En ese momento, mientras preparaba el manuscrito para su publicación, la historia de sus pantalones cortos (solo 327 palabras) me pareció una historia de moda de más y finalmente la corté, tirando despiadadamente a los pantalones cortos a la basura en mi carrera hacia los 100 mil palabras.

Sin embargo, los pantalones cortos de Jackie me han perseguido desde que un asistente a un evento de libros en marzo de 2023 preguntó qué detalles me había dolido más cortar del libro. Me sorprendió mi propia respuesta: los Hot Pants. Ahora me parecen una secuela de la discusión anterior del libro sobre los vestidos midi como una conspiración capitalista.

A pesar de que los hombres de la industria de la moda (y en su mayoría eran hombres) trabajaron, en palabras de la columnista de moda del Boston Globe, Marian Christy, para “meter en la garganta de las mujeres la idea de que el dobladillo de la temporada es el midi”, esto simplemente no sucedió.2 Muchas, muchas mujeres no estaban de acuerdo, y rechararon de forma abierta esta tendencia.

Como dijo en octubre de 1970 la “señora Mary Bartos, ama de casa”, al fotógrafo inquisitivo del Hazelton Standard-Speaker de Pensilvania: “Para algunos de nosotros, usarlo nos haría parecer un bicho raro de la Edad Media. Y con el alto costo de la comida y todo lo demás, ¿quién puede darse el lujo de deshacerse de todo un guardarropa de ropa corta por un tipo de ropa que no es práctica ni atractiva?”3

En 1971, la moda de las faldas midi, si es que alguna vez hubo una, se había enfriado. Ahora era el turno de los pantalones calientes (hot pants). Nadie estaba muy seguro de dónde venían, pero se dice que los pantalones calientes estaban “a punto de estallar” en Europa ese invierno y luego en las pasarelas cuando llegó la primavera.4 Más tarde, se filtraron en casi todos los rincones de la vida estadounidense, hasta tal punto que mi propia madre los usaba casualmente para trabajar.

Azafata de vuelo de TWA en pantalones cortos. Wikimedia Commons.

¿Qué eran exactamente? En realidad, los pantalones cortos no eran nada nuevo, solo “pantalones cortos revisados, todos acelerados para la ropa casual y urbana en la década de 1970”.5 Los pantalones cortos, que venían en una variedad de materiales (poliéster, punto, terciopelo, etc.), se podían vestir de manera elegante o informal y representaban una alternativa a la minifalda. También, de manera crucial, sirvieron como una respuesta sartorial a la implacable campaña de la industria de la moda por el midi.

Si bien el duque de Windsor, el ex rey Eduardo VIII, pudo haber salido de su exilio para declarar que los pantalones calientes eran “ridículos”, la mayoría de los hombres estaban a su favor.6 La frase “muchachas vigilantes” aparece en la cobertura noticiosa, junto con el reconocimiento repetido del atractivo que esta prenda para las mujeres tenía para los hombres.7 Una encuesta realizada en una “ciudad conservadora del este [de EE.UU.] sin nombre” determinó que el 84% de las mujeres menores de 25 años aprobaban los pantalones cortos, el 56% de las mujeres mayores de 25 años y el 75% de los hombres (edad no especificada) “aprobaban calurosamente”.8

En abril de 1971, un anuncio especialmente vertiginoso se dirigía directamente a las “chicas” que eran su audiencia, al tiempo que centraba el argumento para comprar pantalones calientes por completo en el placer que proporcionaban a los hombres: “¡Los hombres del público aplauden! ¡Se levanta el telón de The Great Leg Show! Son piernas, piernas, piernas para el verano del 71. ¡Piernas largas, piernas hermosas, piernas devastadoras! Si las tienes, chicas, haz alarde de ellas”.9

La elección de Miss Hot Pants en Ámsterdam. Bert Verhoeff. Wikimedia Commons.

Las opiniones giraban en torno a si los pantalones cortos eran apropiados o no para los lugares de trabajo y las escuelas, y también sobre quién debería usarlos. La opinión popular sostenía que las prendas venían con una serie de complicaciones, en gran parte debido a su corta edad. Por un lado, “no son tan simples como los pantalones cortos del pasado”, advirtió una columnista a sus lectores, destacando, como lo hicieron, mucho más de la parte superior del muslo. Si las piernas no eran perfectas, advirtió, entonces las medias o las medias corporales eran imprescindibles para dar la ilusión de un bronceado.10

La fiebre de los pantalones calientes provocó una ola de respuestas arraigadas en la antigordura. En Maine, el periodista Bill Caldwell publicó una columna satírica de 750 palabras sobre “la espantosa noticia” de que los pantalones cortos se estaban produciendo en tallas grandes, argumentando en broma pero cruelmente a favor del establecimiento de una “Comisión de Insumos de la Epidermis para protegernos de las mujeres de talla 56”.11 En Nueva York, Halston, la estrella en ascenso de la moda, exclamó: “Mientras no estés realmente gorda, ¿por qué no te las pones, independientemente de tu edad?”.12

En Washington, D.C., durante una discusión sobre los programas respaldados por los republicanos, el vicepresidente Spiro Agnew bromeó: “Lo más importante es que tenemos que evitar que Bella Abzug se presente en el Congreso en pantalones cortos”.13 El congresista demócrata de Nueva York respondió con una respuesta tajante: “No tengo intención de usar pantalones cortos porque no son mi estilo, como tampoco lo es el Sr. Agnew”.

Una cosa a favor de los pantalones calientes: podían ser de alta gama con seguridad, pero también eran accesibles. Eran baratos y fáciles de hacer con recursos que quizás ya tuvieras. Esa primavera, el artículo “Crochet These Daring Hot Pants” proporcionó instrucciones para que los lectores produjeran por sí mismos “el look que le gusta a Ali MacGraw, que Liz [Taylor] se sometió a una dieta de choque para usar y que Jackie Onassis ya ha sido vista varias veces”.14

Una mujer en pantalones cortos. Wikimedia Commons.

Las minifaldas y los vestidos también se reutilizaron fácilmente, como reveló Joan Kennedy, esposa del senador Ted Kennedy. En un evento celebrado en su casa, Kennedy le confió a Women’s Wear Daily que  su elegante conjunto era en realidad “uno de esos minivestidos que causaron tanto escándalo en la Casa Blanca [de Nixon]”, ahora convertido en pantalones cortos.15

También estaba el método más fácil de todos, como observó Marian Christy en la  columna sindicada del Boston Globe: “Difícilmente hay un habitante del campus estadounidense que no se haya cortado sus viejos jeans andrajosos en el muslo”. Christy los llamó “Hot Pants in the rough” y, aunque las versiones de diseñador eran más estilizadas, esta improvisación popular fue un componente clave del éxito de la tendencia. “En lugar de que la moda se filtrara desde los salones de belleza, fue al revés”, señaló, y reflexionó: “Ahí es donde radica la verdadera revolución de la moda, en cambiar las tornas”.16

Hot Pants of the 1970s | Vintage News Daily

Después de todo el alboroto con el midi, observó Christy, los pantalones cortos “han satisfecho el deseo de las mujeres de rebelarse contra los dobladillos largos”. Porque, como argumentó el diseñador Geoffrey Beene, incluso si todas las mujeres no se sintieran cómodas luciendo el look, con la llegada de los pantalones cortos, aún podían estar seguras de que “su voz ha sido escuchada”.17

(Para Mary Lou Baker, que preguntó).

Notas:

  1. “The Midi Muscle In”, Life, 21 de agosto de 1970, p. 27, http://goo.gl/nKqSEY.
  2. Marian Christy, “¿A dónde nos llevará la moda de los pantalones calientes?” Boston Evening Globe, 17 de febrero de 1971, https://www.newspapers.com/image/435513483.
  3. Phil Sarno, “The Inquiring Photographer”, Hazleton Speaker-Standard, 10 de octubre de 1970, https://www.newspapers.com/image/65792422.
  4. Earl Wilson, The Daily Reporter (Dover, OH), 24 de febrero de 1971, http://goo.gl/FWKEPf.
  5. Janis Froelich, “Hottest Thing in Fashion”, Akron Beacon Journal, 1 de febrero de 1971, p. 10, https://www.newspapers.com/image/151579593.
  6. “Who Has (Hasn’t) Bought Hot Pants”, Robesonian (Lumberton, Carolina del Norte), 25 de abril de 1971, http://goo.gl/7dU0o3.
  7. Paula Bunnell, “Hot Pants Revolution: Pararse en la esquina vale la pena ahora”. Thousand Oaks Star, 27 de junio de 1971, pág. 4, https://www.newspapers.com/image/925130897/.
  8. Judy Love, “Crochet These Daring Hot Pants For Summer”, Daily Times-News (Burlington, Carolina del Norte), 27 de abril de 1971, http://goo.gl/mIAqpD.
  9. Anuncio de Freimans, Ottawa Journal, 15 de abril de 1971, http://goo.gl/IVLt6u.
  10. Sally Morgan, “The Short Story”, Kansas City Star, 2 de mayo de 1971, http://goo.gl/4bTida
  11. Bill Caldwell, “Hot Pants Called Threat To State’s Environment”, Portland Press Herald, 4 de abril de 1971, p. 71, https://www.newspapers.com/image/848779732.
  12. “Who Has (Hasn’t) Bought Hot Pants”, Robesonian (Lumberton, Carolina del Norte), 25 de abril de 1971, http://goo.gl/7dU0o3.
  13. “Bella Cools Agnew’s Fear of Hot Pants”, LA Times, 7 de marzo de 1971, p. 2, https://www.newspapers.com/image/384743954.
  14. Judy Love, “Crochet These Daring Hot Pants For Summer”, Daily Times-News (Burlington, Carolina del Norte), 27 de abril de 1971, http://goo.gl/mIAqpD.
  15. Sally Smith, “Sally dice, la pareja de Charlotte disfruta de una noche con Kennedys”, The Charlotte News, 23 de marzo de 1971, p. 8A, https://www.newspapers.com/image/621936024.
  16. Marian Christy, “¿A dónde nos llevará la moda de los pantalones calientes?” Boston Evening Globe, 17 de febrero de 1971, https://www.newspapers.com/image/435513483.
  17. Marian Christy, “Hot Pants A Reaction to the Midi”, San Bernardino County Sun, 13 de abril de 1971, https://www.newspapers.com/image/61949799.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Uno de los principales rasgos del llamado siglo americano es el predominio del automóvil como medio de transporte terrestre. Desde las primeras décadas del siglo XX los estadounidenses han vivido una intensa relación con sus automóviles.  La industria automotriz fue la actividad económica emblemática de ese periodo caracterizado por la de bonanza económica. En 1913, Henry Ford hizo posible la producción en masa de carros a través de la creación de la línea de ensamblaje. Con ello le fue posible bajar el precio de sus automóviles. Por ejemplo, el Ford Modelo T costaba $950 en 1909, $360 en 1916 y $290 en 1925. De esta forma los automóviles dejaron de ser un lujo y se convirtieron en una necesidad. Para 1923 había 23 millones de carros en los Estados Unidos.

Aunque el  automóvil tuvo un impacto directo en la sociedad estadounidense, se podría alegar que las mujeres fueron uno de los grupos más beneficiados. Como bien ilustra el siguiente trabajo de Bruce Watson, para las estadounidenses que podían poseer un carro, el automóvil significó libertad de movimiento y, por ende de acción. Los carros se convirtieron en uno de los medios usado por las estadounidenses para  retar el control que los hombres poseían de la sociedad.

Watson es un escritor e historiador estadounidense que se especializa en cultura e historia de Estados Unidos. Es autor de seis libros y de  artículos, ensayos y reseñas de libros publicados en revistas como el Smithsonian Magazine y  American Heritage. Posee una maestría en historia estadounidense de la University of Massachusetts Amherst. Ha enseñado en Deerfield Academy,  Bard College, University of Massachusetts Amherst y Hampshire College. Watson publica un blog llamado The Attic dedicado a  historia de Estados Unidos.


alice ramsey

Alicia en Autoland

Bruce Watson

American Heritage

Mayo 2023 Volumen 68 Número 3

Hackensack, New Jersey – 1908 – Duke era un caballo rudo, pero Alice podía manejarlo. “Tengo brazos fuertes”, le dijo a su esposo. Y, una tarde de verano, salió a caballo. El siglo XIX en sí parecía cabalgar con ella, lento y laborioso. Entonces el siglo XX vino desde atrás.

“Probablemente no había media docena de vehículos motorizados en Hackensack”, recordó Alice Ramsey. Pero, con una bocina y un rugido, un nuevo Pierce-Arrow “pasó volando a un ritmo de 30 millas”. Duke salió corriendo. Alice se aferró al cuello del caballo hasta que disminuyó la velocidad y se acomodó.

Esa noche, cuando Alice le sugirió que consiguiera un caballo más pequeño, su esposo, un banquero y futuro congresista, tuvo una idea más moderna: “El hombre de la agencia Maxwell cree que podrías conducir un automóvil sin ningún problema. ¿Cómo te gustaría tener uno de esos, en lugar de un caballo?”

Alice Ramsey tenía 22 años, era una madre recién casada. Pero ella había “crecido mecánica, algo que heredé de mi padre”. Entonces, cuando saltó al asiento del conductor, siguió adelante.

1909 Maxwell Roadster |

Maxwell Runabout, 1909

Ese verano, en su nuevo Maxwell Runabout, condujo por toda Nueva Jersey, unas 6,000 millas. Cuando terminó la carrera de resistencia Montauk Point, una caminata de 150 millas a través de Long Island, un concesionario de automóviles tenía una propuesta.

“Te he visto conducir todo el día”, dijo el hombre de Maxwell, “y creo que eres la mejor conductora natural que he visto. ¿Sabes lo que estoy a punto de profetizar?”

Para demostrar que las mujeres también podían manejar un automóvil, este hombre propuso un viaje “desde Hell Gate en el Atlántico hasta Golden Gate en el Pacífico”. ¿Estaba Alice a la altura?

El romance estadounidense con la carretera aún no había florecido. Solo una persona, un médico de San Francisco, había conducido por todo el país. Otras seis expediciones habían fracasado. Alice accedió a intentarlo, si su marido lo aprobaba. Cuando sus hermanas de mediana edad, Nettie y Margaret, pensaron que el viaje podría ser divertido, John Ramsey estuvo de acuerdo. Nunca “me limitó”, dijo Alice.

El 9 de junio de 1909, Alice, Nettie, Margaret y Hermine Jahns, de 19 años, se pararon bajo la lluvia torrencial fuera de la sala de exposición Maxwell en Broadway. Junto a ellos había un automóvil de turismo verde oscuro con techo de cuero, equipaje adicional y bastidores de neumáticos, y un tanque de gasolina de 20 galones. El automóvil también tenía una bombilla de goma “bocina de bocina”, un acelerador de chispa y una manivela en el frente.

ramsey car

Las reparaciones fueron frecuentes durante el viaje por carretera de Ramsey, que comenzó en el puente Hell Gate en la ciudad de Nueva York y terminó en el Golden Gate en San Francisco. Biblioteca del Congreso

Por delante había 3.800 millas de carreteras, menos de 200 pavimentadas. Sus únicas guías, de la nueva AAA, utilizaban puntos de referencia como “la casa amarilla” para la navegación. Pero los hombres de Maxwell tenían fe en Alice Ramsey. Otros no estaban tan seguros.

“¿Dónde están tus armas?”, Preguntó un hombre en la multitud.

“No llevamos ninguno”.

“¿Qué hay de protegerse?”

“No tenemos miedo”.

“¿Y no tienes almohadas?”

“Si uno de nosotros necesita una almohada”, dijo Alice, “supongo que tendrá que abordar un tren hasta la siguiente parada. Creo que deberíamos empezar”.

Entonces Alice saludó a un hombre listo para arrancar el auto, e hizo el trabajo ella misma. Con un chisporroteo el Maxwell se dirigió a Broadway, cruzó el Hudson en Yonkers y siguió traqueteando. Al atardecer, estaban en Poughkeepsie, un primer día de 76 millas.

En todo Estados Unidos, las mujeres “conducían”. En su auto sin ventanas, sobrevivieron al calor bochornoso, lluvias torrenciales y once neumáticos pinchados.

Maxwell" Model D A; 30 horsepower Touring car. - NYPL Digital Collections

En su viaje de más de 6,000 kilómetros, Alice Ramsey manejó un Maxwell 30 de color verde.

Mientras sus compañeras estaban sentadas, “bien arregladas y vestidas con el más delicado calzado de tacón francés”, Alice cambió todos los neumáticos, limpió las bujías, revisó el gas sumergiendo una regla en el tanque, reparó los frenos y condujo todo el camino. Hicieron solo cuatro millas en los días en que el camino estaba “pegajoso”, cerca de 200 cuando estaban gravados.

En las afueras de Chicago, otro automóvil se acercó demasiado, abolló un tapacubos y siguió conduciendo. “Nuestro primer golpe y fuga”, señaló Alice. Cruzando el Mississippi por un puente de tablones de madera, “ahora, por fin, estábamos en el oeste”.

Pero Iowa era “360 millas de gumbo”. Empantanadas, retrocediendo, ampolladas por el sol, las mujeres tardaron 13 días en llegar a Nebraska. Las guías AAA no cubrían los estados occidentales, por lo que Alice navegó siguiendo postes telefónicos cuyos cables se multiplicaban cuando una ciudad estaba cerca.

Cheyenne era algo salido de un western: vaqueros e indios en la calle. A través de las Montañas Rocosas en antiguos senderos comerciales, luego hacia el sur en Salt Lake y a través de Nevada. Una enorme zanja tardó seis horas en cruzarse, mientras el grupo avanzaba, se elevaba por encima del barro y avanzaba un poco más.

Se movieron sobre las Sierras en caminos de serpientes utilizados para dar servicio al Ferrocarril Transcontinental, luego hacia abajo, hacia el dorado Valle Central de California.

Alice Ramsay y sus tres compañeras de viaje. Detroit Public Library

Después de 59 días en la carretera, la tripulación del Maxwell tomó el ferry de Oakland a San Francisco, luego subió por Market Street mientras la multitud saludaba y vitoreaba. El periódico del día siguiente decía:

BEAUTIFUL WOMEN MOTORISTS ARRIVE AFTER A TRIP ACROSS THE CONTINENT

Alice Ramsey condujo largas distancias toda su vida. Cuando su esposo murió en 1933, ella siguió cruzando América, haciendo 30 viajes de costa a costa, el último a los 89 años. Cuando murió en 1983, el paisaje estadounidense que amaba (las llanuras, las montañas, el escarpado oeste) se había convertido en un “país elevado”. Pero cuando se convirtió en la primera mujer elegida para el Salón de la Fama del Automóvil, su espíritu prevaleció.

“Ha sido hecho por hombres”, dijo, “y, mientras ellos hayan podido lograrlo, ¿por qué no debería hacerlo yo?”

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Ya está disponible el número 22 de la revista digital Huellas de Estados Unidos. Para quienes no estén enterados, Huellas  de Estados Unidos es publicada desde el año 2011 como un proyecto de las Cátedras de Historia de Estados Unidos de América (Departamento de Historia) y de Literatura Norteamericana (Departamento de Letras) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). A lo largo de estos once años se ha convertido en el medio de difusión  más importante  de quienes nos dedicamos al estudio de Estados Unidos en América Latina y desde una perspectiva latinoamericana. Los veintidós  números que han publicado hasta el momento son el producto del trabajo y la dedicación de sus editores Flavio Nigra y Valeria Carbone, a quienes va mi agradecimiento. 

Este número, dedicado al neoliberalismo reaccionario y la resistencia popular, consiste de un editorial, nueve artículos y dos reseñas y ensayos bibliográficos. Entre los artículos encontramos el trabajo de Ana Bochicchio y Marisa Miranda sobre eugenesia y cine,  y el ensayo de Jorge Hernández Martínez sobre el fascismo en Estados Unidos. Márgara Averbach e Ivonne Calderón comparten sus artículos sobre feminismo y feminidad, respectivamente. Raphael Barreriros de Farias  comenta la relación de Bernie Sanders, las mujeres y el anti-capitalismo. Debo destacar dos trabajos sobre mi patria, Puerto Rico. El primero de ellos de Raúl Guadalupe de Jesús sobre el programa de esterilización del que fueron víctimas miles de puertorriqueñas, entre ellas mi abuela. Roberto Ferrero enfoca en su trabajo la figura del máximo líder independentista puertorriqueño del siglo XX,  Pedro Albizu Campos. No puedo terminar sin mencionar que este número incluye un trabajo de mi autoría sobre el presidente peruano Fernando Belaunde Terry y su relación con el Congreso estadounidense.

Nuevamente vaya mi agradecimiento a los editores de Huellas de Estados Unidos.


-> Huellas de Estados Unidos / #22 / Octubre 2022

Edicion 22

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Reseñas y Ensayos Bibliográficos



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Josephine Baker es, sin lugar a dudas, un personaje fascinante. Esta mujer negra estadounidense vivió como quiso, y en el camino rompió barreras y dejó clara la hipocrecia de la sociedad occidental. Luchó no sólo contra el racismo, sino también contra el fascismo. Arriesgo vida y hacienda defendiendo a su patria adoptiva, Francia; pero no olvidó a sus hermanos afroamericanos, víctimas de la violencia racial y el desdén de su sociedad.

Comparto esta reseña -escrita por Marisa Meltzer– del libro de Damien Lewis Agent Josephine: American Beauty, French Hero, British Spy. No he leído el libro, pero igual me parece que Meltzer hace un trabajo interesante rezaltando lo que considera los elementos valiosos del libro, sin dejar de criticarlo.

Marisa Meltzer es una escritora independiente radicada en Nueva York, cuyos trabajos han  aparecido en The Wall Street Journal, Slate, New York Magazine y el New York Times, entre otros. Es autora de Girl Power: The Nineties Revolution in Music (Faber and Faber, 2010).

Lewis es un autor y cineasta británico. Durante décadas trabajó como reportero de guerra y conflictos. Ha escrito más de quince libros, algunos de los cuales han sido publicados en más de treinta idiomas, entre los que destacan The Nazi Hunters (Quercus, 2015), Tears of the Desert: Surviving The Genocide – One Woman’s True Story (Hodder & Stoughton 2008) y  Slave (Public Affairs, 2004)


Josephine Baker: la extraordinaria vida de la bailarina y espía que Francia  honra en el Panteón de París - BBC News Mundo

Josephine Baker: Belleza americana, heroína francesa, espía británica

Por Marisa Meltzer

New York Times  12 de julio de 2022

En la primera mitad del siglo XX, Josephine Baker fue una de las mujeres más famosas del mundo. Nacida en la pobreza en St. Louis, se convirtió en una estrella del escenario de París en la década de 1920. Las historias de ella caminando por los Campos Elíseos con su mascota (y a veces coprotagonista), un guepardo llamado Chiquita, ya la habían convertido en leyenda. En su libro Agent Josephine: American beauty, French hero, British Spy (Publi Affairs, 2022), el prolífico historiador Damien Lewis va un paso más allá al pulir esta leyenda, argumentando que Baker era una espía para los británicos.

O, más o menos, una espía. Lewis emplea un lenguaje cuidadoso para cubrir la audaz afirmación del título. En la nota de su autor, escribe que Baker le dijo a su biógrafo, Marcel Sauvage, “muy poco sobre sus actividades en tiempos de guerra en nombre de los Aliados, y muy deliberadamente. Rara vez o nunca habló o escribió en detalle sobre cualquiera de sus trabajos en tiempos de guerra, y fue a su tumba en 1975 llevándose consigo muchos de sus secretos”. Unas páginas más tarde: “Baker también había desempeñado un papel poco conocido y clandestino durante la guerra, como combatiente de la Resistencia y muy posiblemente también como agente especial o espía”.

Agent JosephineBaker fue ciertamente un miembro activo de la Resistencia francesa. En su antigua casa, Château de Milande, hay un ala entera dedicada a su trabajo de guerra. Lewis es un escritor verborrágico que puede dedicar innumerables páginas a su propia biografía: “Mi padre y mi madrastra, Lesley, viven en Francia, en un hermoso castillo de la época medieval que compraron en una casi ruina con ganado que todavía vive en algunos de los edificios”. A veces, se hace sonar como el Indiana Jones de la investigación de archivos, impregnando el proceso de drama: “Sabía que los archivos que quería existían y supuestamente estaban abiertos al público, pero donde ningún funcionario parecía ser capaz de poner sus manos sobre ellos”.

En su narración cinematográfica, Baker tuvo una terrible gira por Alemania y Austria en 1928, donde experimentó de primera mano el ascenso del fascismo. Durante los primeros días de la guerra se ofreció como voluntaria en un banco de alimentos de París. Se volvió más activa una vez que los nazis comenzaron a ocupar su hogar adoptivo, firmando con el Servicio Secreto de Inteligencia de Gran Bretaña, una agencia similar a la CIA que trabajaba con el servicio de contraespionaje francés, la Oficina Deuxième. Convocó a un grupo en su castillo poco después de la caída de París en 1940 para escuchar un discurso de De Gaulle.

Maurice Chevalier se utiliza en el libro como una especie de lámina para el heroísmo y la valentía de Baker. Las dos estrellas compartieron un escenario en París, pero con enfoques diferentes. Mientras ella trabajaba para la Resistencia, él cantaba canciones populares ligeras y edificantes en la Radio París, controlada por alemania. Lewis cita la opinión con relación a Chevalier: “un gran artista pero un hombre muy pequeño”.

En el relato de Lewis, hay ecos deliberados de Mata Hari, la bailarina de cabaret de la Primera Guerra Mundial que fue declarada culpable de vender secretos a los alemanes y fusilada. Baker ciertamente negoció sus conexiones, incluido el uso de su amistad con Miki Sawada, la esposa del embajador japonés en Francia, para obtener acceso a la embajada. Y aprovechó su propio estatus como celebridad, y una persona que no encajaba en ninguna parte y en todas partes, como cobertura, empleando una gira por Lisboa y Marruecos para huir de Francia.

Joséphine Baker. Bailar hasta morir - Fundación BBVA PerúTrajo consigo una colección de mascotas exóticas, incluyendo su Gran Danés, Bonzo; Glouglou el mono; Mica el tamarino león dorado; Gugusse el tití; y dos ratones blancos llamados Bigoudi y Point d’Interrogation. La afirmación de Lewis, que para Baker, el amor incondicional por los animales era probablemente más fácil que las relaciones con los humanos, es simplista y probablemente precisa. De cualquier manera, pasa rápidamente de esta inusual incursión en el análisis psicológico para volver a sus fortalezas literarias, hechos y acción.

A veces se siente como si Lewis se contentara con aceptar la narrativa que Baker creó conscientemente para sí misma. El libro entra y sale de la biografía, desde la Segunda Guerra Mundial hasta su dura juventud como hija de una madre adolescente; fue criada en gran parte por su abuela, que había nacido en la esclavitud. Estados Unidos es retratado como un país donde el racismo es a la vez desenfrenado y abierto. Pero Francia está idealizada. Lewis cita al dueño de un club parisino que le dice a un cliente racista estadounidense que “estás en Francia … y aquí tratamos a todas las razas por igual”. Lewis acepta incuestionablemente la afirmación, una visión demasiado simplista y francamente inexacta de un país que lucha con la raza hasta el día de hoy. Pero entonces, este es después de todo un libro que comienza con la cita de Baker: “Se logra más por amor que por odio. / El odio es la caída de cualquier raza o nación”.

Se cumplen 110 años del nacimiento de Josephine Baker, la 'Venus Negra'Un tema fascinante en un momento crucial de su vida, Baker todavía no cobra vida en la página y sigue siendo inasequible. Tal vez su capacidad para ocultar y encantar son la razón por la que era tan buena en el espionaje, pero Lewis no se toma mucho tiempo para explorar la cuestión de cómo concibió su propia historia. “No miento. Mejoro en la vida”, dijo una vez a un periodista. Pero ella es una mujer compleja, una que poseía un libro de oraciones judío, llevaba una djellaba en Marrakech y tuvo un funeral católico romano cuando murió en 1975.

Un tema fascinante es el del grupo de personajes secundarios que la rodean en sus aventuras. Está el capitán Maurice Léonard Abtey, que viajó al trabajo en París en kayak en el Sena; el padre Dillard, un luchador jesuita de la resistencia nacido en un castillo; Hans Müssig, alias Thomas Lieven, “un equivalente teutónico a James Bond” cuya historia de vida se convirtió en un libro apenas velado con el título excepcional “No siempre puede ser caviar”.

Wilfred “Biffy” Dunderdale es particularmente memorable. Hijo de un magnate naviero (y supuesto modelo a seguir para 007), viaja en un Rolls-Royce con chofer, usa un portacigarrillos de ébano y usa eslabones dorados de Cartier. (El famoso joyero francés hace tantos cameos en el libro que Cartier debería considerar el patrocinio, o al menos vender réplicas del brazalete que Baker encargó a un amante, grabado con las letras PFQA, para “plus fort que l’amour”.)

Josephine Baker's 'induction' into France's Pantheon smacks of tokenismLewis señala que, en última instancia, los años de guerra fueron la mayoría de edad de Baker y un verdadero despertar. Baker regresó a los escenarios estadounidenses en 1951, donde se le negó una habitación en Nueva York, recibió llamadas telefónicas amenazantes del Ku Klux Klan y fue objeto de rumores de que era una simpatizante comunista. Y, sin embargo, estaba lista para enfrentarse a su país de origen y sus problemas; Baker habló en la Marcha sobre Washington en 1963 antes del discurso “Tengo un sueño” del Dr. Martin Luther King.

¿Realmente importa si Josephine Baker era un miembro particularmente activo de la Resistencia francesa, o un espía real? No al gobierno francés. Al final, obtuvo la Medaille de la Résistance Avec Palme, la Croix de Guerre y la Legion d’Honneur, y fue enterrada en el Panteón. Todos los accesorios, en definitiva, de una verdadera heroína francesa.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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El Progresismo es uno de los movimientos políticos y sociales más importantes de la historia estadounidense. Una reacción a los efectos de la industrialización, urbanización y  la emigración, el Progresismo conllevó cambios significativos en áreas como la educación, las elecciones, el trabajo infantil, la lucha contra la corrupción, la protección de los consumidores, el sufragismo y la regulación de los monopolios, entre otras. Las mujeres jugaron un papel fundamental en este movimiento.

Comparto este escrito de la Dra. Miriam Cohen con un excelente y detallado análisis de la participación femenina en el Progresismo. Cohen es profesora de Historia en Vassar College y autora de Julia Lathrop: Social Service and Progressive Government (2017 y de Workshop to Office: Two Generations of Italian Women in New York City (1993).


The Progressive Era | Causes & Effects | Britannica

Las mujeres y el movimiento progresista

Miriam Cohen

 The Gilder Lehrman Institute of American History AP Study Guide

A finales del siglo XIX, políticos, periodistas, profesionales y voluntarios estadounidenses se movilizaron en nombre de reformas destinadas a hacer frente a una variedad de problemas sociales asociados con la industrialización. Las mujeres activistas, principalmente de entornos sociales medianos y prósperos, hicieron hincapié en la contribución especial que las mujeres podían hacer para abordar estos problemas. Con los temas de salud y seguridad pública, el trabajo infantil y el trabajo de las mujeres en condiciones peligrosas tan prominentes, ¿quién mejor que éstas para abordarlos? Centrándose en cuestiones que atraían a las mujeres como esposas y madres, y promoviendo la noción de que las mujeres eran particularmente buenas para abordar tales preocupaciones, las activistas practicaron lo que los historiadores de las mujeres llaman política maternalista. Al enfatizar los rasgos tradicionales, las mujeres reformadoras sociales entre 1890 y la Primera Guerra Mundial crearon nuevos espacios para sí mismas en el gobierno local y luego nacional, incluso antes de que tuvieran derecho a votar. Crearon nuevas oportunidades para el trabajo remunerado en profesiones como el trabajo social y la salud pública. Los maternalistas también enfatizaron las necesidades especiales de las mujeres y los niños pobres con el fin de generar apoyo para el estado de bienestar temprano en Estados Unidos. [1]

Miriam Cohen 

Independientemente del sexo, los activistas no siempre valoraron las mismas reformas, ni siempre estuvieron de acuerdo en la naturaleza de los problemas, pero como parte del movimiento progresista, sus preocupaciones compartían algunas características básicas. El historiador Daniel Rodgers argumenta que los progresistas se basaron en tres “grupos distintos de ideas”. Una era la profunda desconfianza en el creciente monopolio corporativo, la segunda implicaba la creciente convicción de que para progresar como sociedad, el compromiso con el individualismo tenía que ser moderado con una apreciación de nuestros lazos sociales. Los progresistas también creían que las técnicas modernas de planificación social y eficiencia ofrecerían soluciones a los problemas sociales en cuestión. Sus ideas no se sumaban a una ideología coherente, pero, como señala Rodgers, “tendían a centrar el descontento en el poder individual no regulado”. [2] A medida que se cerraba el siglo XIX, las recesiones económicas periódicas sirvieron como llamadas de atención a los peligros de confiar únicamente en el funcionamiento del libre mercado para garantizar la prosperidad general.

Home | WCTULas preocupaciones sobre los problemas sociales no son nuevas para las mujeres. Desde la era anterior a la guerra, las mujeres blancas y negras de clase media participaron en diversas formas de actividad cívica relacionadas con el bienestar social y moral de los menos afortunados. La templanza, la abolición y las actividades de reforma moral dominaron la política de las mujeres antes de la Guerra Civil. En la década de 1870, las mujeres estaban ampliando su influencia, trabajando en organizaciones nacionales como la Women’s Christian Temperance Union (WCTU) y la Young Women’s Christian Association (YWCA), que ayudaban a las mujeres solteras en las ciudades de Estados Unidos. Durante la era progresista, una agenda de reforma moral motivó a muchas mujeres; organizaciones como la WCTU, por ejemplo, intensificaron sus actividades en favor de una prohibición nacional del alcohol y contra la prostitución.

Pero fue después de 1890 que los problemas relacionados con el bienestar social adquirieron su mayor urgencia. El pánico de 1893, junto con las crecientes preocupaciones sobre la industrialización, los crecientes barrios marginales en las ciudades estadounidenses, la afluencia de nuevos inmigrantes del sur y el este de Europa, el aumento de las luchas laborales— contribuyeron a ese sentido de urgencia.

En una década, vastas redes de mujeres de clase media y ricas abordaron enérgicamente cómo estos programas sociales afectaban a las mujeres y los niños. Alentados por la National General Federation of Women’s Clubs (GFWC), los clubes de mujeres locales se dedicaron a aprender y luego abordar las crisis de la sociedad en proceso de urbanización. Excluidos por la GFWC, cientos de clubes de mujeres afroamericanas afiliados a la (NACW) se centraron en el bienestar familiar entre los estadounidenses negros que lidiaban con la pobreza y el racismo. El National Council of Jewish Women (NCJW), dominado por prósperas judías alemanas, también entró en acción en la década de 1890, para trabajar con la recién llegada comunidad judía de Europa del este. El National Congress of Mothers (más tarde la Parent Teacher Association) surgió en 1897 para abordar las necesidades de la familia estadounidense y el papel crucial de la madre en el cumplimiento de esas necesidades. Las mujeres activistas en todo el país, desde Boston en el este, hasta Seattle en el oeste y Memphis en el sur, se centraron en mejorar las escuelas públicas, especialmente en los vecindarios pobres. [3]

A Grave Interest: 140 Years of The Women's Christian Temperance UnionEn respuesta a los problemas asociados con la vida industrial urbana, las reformadoras estadounidenses miraron a sus contrapartes en Europa que estaban luchando con problemas similares. Una de esas iniciativas, que se popularizó entre las mujeres estadounidenses que visitaron Inglaterra en la década de 1880, fue Toynbee Hall, una casa de asentamiento ubicada en el East End de Londres, azotado por la pobreza. Los esfuerzos de los hombres de Toynbee para llegar a través de la división de clases inspiraron a Jane Addams, quien fundó Hull House de Chicago en 1889, así como a un grupo de graduados de Smith College que fundaron College Settlement House en Nueva York casi al mismo tiempo. [4]

El movimiento de las settlement houses pronto se afianzó en todo el país. Ubicadas en comunidades urbanas, pobres, a menudo inmigrantes, las casas eran residencias para mujeres jóvenes de clase media y prósperas, y algunos hombres, que deseaban no solo ministrar a los pobres y luego irse a casa, sino vivir entre ellos, ser sus vecinos, participar con ellos en la mejora de sus comunidades. Sus vecinos más pobres no vivían en las settlement houses, sino que pasaban tiempo allí, participando en varios clubes y clases, incluyendo guarderías para niños. Las settlement houses también enviaron voluntarios a la comunidad. Verdaderamente pioneros en el área de la salud pública, sus enfermeras visitantes enseñaron higiene y atención médica a hogares inmigrantes pobres. Las trabajadoras de las settlement houses y otras mujeres reformadoras también hicieron campaña por estaciones públicas de leche en un esfuerzo por reducir la mortalidad infantil.

La mayoría de las settlement houses se identificaron con el cristianismo protestante y, de hecho, en respuesta, los activistas católicos y judíos fundaron sus propias instituciones. Sin embargo, tanto Lillian Wald, directora del famoso Henry Street Settlement en Nueva York, como Addams, entre otros, dirigían instituciones seculares.

Hull House - Wikipedia

Establecerse en settlement houses atrajo a mujeres que deseaban forjar estilos de vida no tradicionales, donde pudieran estar entre sus compañeros cercanos y dedicarse a lo que veían como vidas significativas. A mediados de la década de 1890, la comunidad central de Hull House consistía en Jane Addams, la reformadora social femenina más célebre de su época; Florence Kelley, la primera investigadora de fábricas estatales de Illinois, quien más tarde se mudaría a Nueva York para convertirse en la jefa de la National Consumer League (NCL); Alice Hamilton, fundadora de la medicina industrial en Estados Unidos; y Julia Lathrop, una pionera en el campo del bienestar infantil que se convertiría en la primera mujer en dirigir una agencia federal cuando se convirtió en directora de la recién fundada Oficina de Niños de los Estados Unidos en 1912. La historiadora Kathryn Sklar escribe de la comunidad de Hull House que las mujeres “encontraron lo que otros no podían proporcionarles, amistad, sustento, contacto con el mundo real y la oportunidad de cambiarlo”. [5] Solo un pequeño grupo de mujeres realmente se instaló en la settlement house, pero muchas mujeres en ciudades y pueblos de todo el país trabajaron como voluntarias para estos establecimientos, incluida la joven Eleanor Roosevelt, que trabajó en el asentamiento de Riverside en la ciudad de Nueva York antes de su matrimonio con Franklin.

Más allá de las casas de asentamiento, las mujeres trabajaron arduamente en una variedad de iniciativas sociales. Una de los más importantes involucró esfuerzos para mejorar las condiciones de trabajo en las fábricas de Estados Unidos, particularmente en aquellos oficios, como prendas de vestir y textiles, que empleaban tanta mano de obra inmigrante con salarios bajos. La National Consumer League y el National Committee on Child Labour (NCLC), ambos dominados por mujeres, lanzaron campañas en todo el país, pidiendo a los gobiernos estatales que instituyan leyes laborales protectoras que pongan fin a las largas horas de trabajo para las mujeres y el trabajo de niños y adolescentes. También exigieron que el gobierno estatal proporcione inspectores de fábrica para ver que se apliquen las nuevas leyes.

Algunas mujeres progresistas creían que, en lugar de hacer campaña en nombre de las mujeres pobres, podían ofrecer mejor ayuda alentando los esfuerzos de las mujeres trabajadoras para empoderarse a través de la negociación colectiva. La sindicalización de las mujeres es un desafío especialmente difícil porque la sociedad en general las veía como trabajadoras marginales, en lugar de como sostén de la familia crítica que necesita mantenerse a sí misma o ayudar a mantener a sus familias. La National Women’s Trade Union League (WTUL), con sucursales en varias ciudades, era una organización de mujeres ricas y de clase trabajadora que se unían para ayudar a los esfuerzos de las mujeres que ya estaban trabajando con sus compañeros de trabajo masculinos en los sindicatos de la confección y la industria  textil.

Women's Trade Union League | American organization | Britannica

Si bien muchas hicieron trabajo filantrópico en nombre de las familias pobres, en esta nueva era las mujeres también pidieron la participación del estado en la concesión de alivio financiero a los necesitados. Para ayudar a un grupo de familias pobres, madres solteras obligadas a criar hijos sin ingresos masculinos, hicieron campaña en nombre de la ayuda estatal a las madres viudas. Dada la elevada mortalidad masculina debida a los accidentes de trabajo y a las malas condiciones de trabajo, el creciente número de madres viudas jóvenes y muy pobres era un problema social importante. A principios del siglo XX, muchos expertos en bienestar familiar estaban convencidos de que, si era posible, los hijos pobres de madres viudas debían ser mantenidos en casa, en lugar de colocados en orfanatos, que había sido la costumbre en el siglo XIX. En la segunda década del siglo XX, las ligas de pensiones para las madres que hacían campaña en todo el país tuvieron un éxito notable. Para 1920, la gran mayoría de los estados habían promulgado algún tipo de programa de pensiones para madres. Estas iniciativas financiadas por el estado fueron las precursoras del Dependent Children Assistance Program, que se convirtió en ley federal durante el New Deal como parte de la Social Security Act.

Las campañas de pensiones de las madres ejemplifican cómo los defensores de la expansión del bienestar social apelaron a las sensibilidades maternalistas de las audiencias de clase media. Al escribir en 1916 sobre las actividades de su Comité de Propaganda, Sophia Loeb de la Allegheny County Mothers’ Pension League, haciendo campaña por las pensiones de las madres en el área metropolitana de Pittsburgh, informó sobre la primera celebración pública del Día de la Madre en los Estados Unidos, señalando que la reunión de 1,100 “fue única en el hecho de que no solo se rindió homenaje a la maternidad en el habla y la flor,  pero la Madre fue honrada de una manera más práctica al tratar de ayudar a las madres menos afortunadas, en su lucha por ayudar a sus hijos bajo su propio techo”. [6]

History of child labor in the United States—part 2: the reform movement :  Monthly Labor Review: U.S. Bureau of Labor Statistics

La reforma del sistema de justicia de menores es otra forma de limitar la institucionalización de los niños pobres. Antes de la era progresista, los niños arrestados por una gran cantidad de delitos, incluidos el absentismo escolar y el robo en tiendas, podían terminar siendo juzgados como adultos y colocados en cárceles para adultos. Sin embargo, cada vez más, los estadounidenses prósperos de clase media adoptaron la opinión de que los niños, incluidos los niños pobres, no deberían ser vistos como adultos en miniatura, sino como seres humanos que necesitaban una enseñanza y crianza adecuadas para convertirse en adultos responsables; dicha crianza sería preferiblemente realizada por los padres, no por instituciones externas. En 1899, reformadores de Hull House como Julia Lathrop y Louise DeKoven Bowen persuadieron a los legisladores de Illinois para que instituyeran el primer tribunal de menores; a diferencia de los tribunales de adultos, podría ejercer una mayor flexibilidad en la imposición de penas y podría concentrarse en la rehabilitación en lugar del castigo. Poco después, tales tribunales fueron instituidos en ciudades de todo Estados Unidos. [7]

Ya sea haciendo campaña por las pensiones de las madres, la legislación laboral protectora, los programas de salud pública o el establecimiento del sistema de justicia juvenil, los maternalistas progresistas enfatizaron que estas iniciativas ayudarían a las mujeres a convertirse en mejores madres. Abogaron por programas específicos debido a sus convicciones tradicionales con respecto a los roles de género y la vida familiar, con los hombres como sostén de la familia exitosos y las mujeres como cuidadoras domésticas adecuadas, pero su enfoque también fue estratégico. Las mujeres sabían que su participación en la arena política iba en contra de las normas convencionales; concentrarse en cuestiones ya asociadas con los roles tradicionales de las mujeres disminuyó el impacto de su desafío.

Archivo:Novelist Charlotte Perkins Gilman.jpg - Wikipedia, la enciclopedia  libre

Charlotte Perkins Gilman

Sin embargo, algunas mujeres activistas cuestionaron aspectos de las normas tradicionales de género. La escritora y reconocida conferencista Charlotte Perkins Gilman también creía en los atributos especiales de las mujeres, pero cuestionó la organización misma de la sociedad basada en el hogar privado, argumentando que tanto la limpieza como el cuidado de los niños podrían hacerse mejor en entornos colectivos, lo que liberaría a las mujeres para dedicarse a otras ocupaciones. Otros activistas, a diferencia de los progresistas sociales, promovieron un nuevo abrazo de la sexualidad de las mujeres, algunos abogando por el amor libre. Margaret Sanger hizo campaña por el acceso a métodos anticonceptivos seguros y baratos para que las mujeres pudieran ejercer un mayor control sobre su salud y la forma en que eligieron ser madres.

The Woman's Trade Union League, 1903, was formed ... ⋆ Mad4NMDebido a que Gilman, Sanger y los defensores del amor libre promovieron la autonomía de las mujeres, a menudo las asociamos con el movimiento feminista emergente que se volvería tan importante más adelante en el siglo XX. Pero los académicos han argumentado recientemente que las reformadoras sociales progresistas también pueden llamarse feministas, específicamente feministas sociales, porque estaban comprometidas a aumentar los derechos sociales y políticos de las mujeres, incluso cuando usaban argumentos sobre las necesidades y atributos especiales de las mujeres para lograr sus objetivos. Así, las mujeres progresistas promovieron el sufragio femenino; muchas trabajaron vigorosamente en nombre de la causa y pertenecieron a la National American Woman Suffrage Association (NAWSA), la organización pro-sufragio dominante de la época. Al argumentar a favor del sufragio femenino en el Ladies’ Home Journal en 1910, Jane Addams apeló a sus lectores de clase media señalando que las mujeres en la sociedad moderna ya no realizaban las funciones de producir para sus familias todos los bienes que consumirían en casa; si se preocupaban por la salud y la seguridad de sus propias familias, los alimentos que comían,  el agua que bebían, las enfermedades que podrían contraer, deberían preocuparse por las condiciones que los rodeaban, y deberían querer la capacidad de votar sobre estas preocupaciones públicas. [8] Además, las feministas sociales no siempre enfatizaron el papel especial de las mujeres como madres cuando argumentaban en nombre del voto. Como activistas pragmáticos, adoptaron más de una estrategia para lograr reformas. Al igual que los hombres, su política era multifacética y estaba formada por una variedad de preocupaciones. Para lograr sus fines, trabajaron con varias coaliciones de reforma y a menudo adaptaron su retórica para fortalecer esas coaliciones. Y aunque creían que las mujeres tenían una afinidad especial por el trabajo de bienestar social, las mujeres progresistas no confiaban en la noción de que las mujeres tenían una simpatía natural por los pobres. Abordar los problemas sociales de la época, creían, requería una investigación de cabeza dura. “Una colonia de mujeres eficientes e inteligentes”, escribió Florence Kelley sobre sus colegas en Hull House en 1892. [9]

Hull-House Maps and Papers: A Presentation of Nationalities and Wages in a  Congested District of Chicago, Together With Comments and Essays on ... of  the Social Conditions (Classic Reprint) : Hull-House, Residents

Tres años más tarde, las mujeres de Hull House publicaron el famoso estudio detallado de las condiciones sociales en Chicago, Hull House Maps and Papers, ahora considerado un trabajo importante en la historia temprana de las ciencias sociales estadounidenses. Las mujeres llevaron a cabo investigaciones sociales detalladas como parte de sus campañas en favor de la legislación laboral protectora. Y en la Children’s Office, Lathrop hizo campaña en nombre de las iniciativas de salud pública para la atención infantil y materna y contra el trabajo infantil al lanzar primero investigaciones importantes sobre las condiciones que quería que abordara el gobierno.

Social Security History

Julia Lathrop

La convicción de que el conocimiento sobre las condiciones sociales conduciría al cambio social, implementado a través de métodos “científicos” modernos, era un sello distintivo de los reformadores sociales progresistas, tanto hombres como mujeres, pero para las investigadoras, la determinación de estudiar los problemas sociales abrió nuevas oportunidades para forjar un lugar en las ciencias sociales emergentes. Las mujeres a menudo fundaron y desarrollaron las primeras escuelas de posgrado de trabajo social. A su vez, la profesionalización del trabajo social brindó a las mujeres una serie de oportunidades profesionales, no solo como maestras en programas de capacitación de posgrado. A medida que los nuevos campos del bienestar infantil y familiar fueron asumidos por el gobierno local, estatal y, en última instancia, el gobierno nacional, las feministas sociales argumentaron con éxito que las mujeres deberían realizar estos trabajos. En 1919, la Children’s Office bajo Lathrop empleaba a 150 mujeres y sólo 19 hombres. [10] Las mujeres también tomaron trabajos en la U.S. Office of Women, fundada después de la Primera Guerra Mundial para atender las necesidades de las mujeres trabajadoras. En 1914, el Congreso financió programas de extensión educativa en áreas rurales, que incluían economía doméstica. Trabajando para el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos como economistas domésticas, las mujeres proporcionaron información sobre las nuevas tecnologías domésticas y trabajaron para difundir la nueva educación en economía doméstica en el campo. [11]

Al prestar consejos “profesionales” a las madres pobres, abogar por el uso de la limpieza moderna y las prácticas nutricionales y médicas, y promover la supervisión de las familias en el tribunal de menores, las mujeres progresistas seguramente exhibieron sesgos de clase. Los reformadores progresistas a menudo estaban demasiado seguros de que sabían lo que era mejor para los pobres. Pero más que la mayoría de los reformadores de la época, mujeres como Lathrop, Kelley y Adams apreciaban los problemas reales que enfrentaban los pobres; Lathrop, específicamente, tenía un respeto especial por el arduo trabajo de las madres, especialmente las madres pobres. Convencida de que la pobreza y los servicios inadecuados, no los defectos de carácter, eran responsables de enfermedades, desnutrición, delincuencia y muerte prematura entre las familias pobres, Lathrop y su personal en la Children’s Office trabajaron incansablemente para demostrarlo a los demás.

Los esfuerzos genuinos de las feministas sociales para llegar a través de las líneas de clase nacieron de su creencia de que las experiencias compartidas entre las mujeres, y los ideales compartidos, podrían borrar las diferencias de clase. Sin embargo, las mujeres inmigrantes, que vivían con familias que a menudo luchaban solo para llegar a fin de mes, a menudo tenían prioridades que diferían de las mujeres más prósperas que buscaban ayudarlas. Como activista sindical de la clase trabajadora, Leonora O’Reilly trabajó con mujeres de élite en una variedad de organizaciones de reforma, formó amistades cercanas con mujeres ricas y fue fundadora de la WTUL de Nueva York, sin embargo, en varias ocasiones se quejó de la condescendencia de la clase alta. [12] La división de clases también existía entre las mujeres dentro de los grupos minoritarios. Las mujeres judías rusas recién llegadas a menudo resentían lo que percibían como condescendencia por parte de las mujeres del NCJW, a pesar de que las mujeres más ricas proporcionaban ayuda crítica a los inmigrantes. Del mismo modo, el compromiso de elevar por parte de las mujeres negras en el NACW significaba proporcionar servicios sociales esenciales a sus hermanas más pobres, pero las mujeres más prósperas a menudo tenían dificultades para comprender y apreciar algunas de las preocupaciones de las mujeres más pobres.

Lost Womyn's Space: White Rose Home for Colored Working Girls (White Rose  Mission)Si la clase impedía que las mujeres se unieran, llegar a través de las líneas raciales era aún más problemático. Si bien las mujeres blancas podrían ser condescendientes cuando se trata de inmigrantes, su actitud hacia las madres afroamericanas podría ser aún más preocupante e impregnada de suposiciones sobre la superioridad de todas las culturas europeas. Muchas mujeres progresistas asumieron que los inmigrantes europeos podían aprender los valores modernos con respecto a las buenas madres, pero la mayoría creía que los estadounidenses negros no podían. Dado que las settlement houses estaban en gran parte segregadas, las mujeres negras no podían y no dependían de las settlement houses blancas, fundando las suyas propias, como el Frederick Douglass Center en Chicago, desarrollado por las activistas Ida B. Wells-Barnett, Fannie Williams y la reformadora blanca Celia Parker Woolley. En 1897, Victoria Earl Matthews estableció la White Rose Mission de la ciudad de Nueva York, el primer asentamiento negro dirigido exclusivamente por afroamericanos. [13] Las mujeres negras, al igual que sus contrapartes blancas, también impulsaron el sufragio femenino, solo para descubrir que las organizaciones de sufragio como NAWSA eran, en el mejor de los casos, indiferentes con respecto al tema del acceso de los negros al sufragio y, en el peor, hostiles.

La mayoría de los reformadores blancos estaban limitados por los prejuicios de su época, pero algunos de los más prominentes se destacaron por su visión más amplia de la igualdad de derechos. Florence Kelley y Jane Addams eran firmes defensoras del sufragio afroamericano; aunque ambos habían sido miembros activos de NAWSA, protestaron públicamente por el respaldo de la organización a la posición de los derechos de los estados sobre la cuestión de si los estadounidenses negros deberían o no tener igual acceso a las urnas. Kelley, Adams y Lathrop fueron miembros tempranos y activos de la National Association for the Advancement of Colored People.

La década que siguió a la Primera Guerra Mundial vio la desmovilización de la mayoría de las iniciativas progresistas. Los esfuerzos para mejorar la responsabilidad del gobierno por el bienestar social pasaron a un segundo plano frente a las campañas nativistas y los movimientos para disminuir el poder de los sindicatos al tiempo que aumentaban la capacidad de las corporaciones estadounidenses para operar sin obstáculos por las regulaciones gubernamentales. A mediados de la década de 1920, la mayoría de las organizaciones de mujeres progresistas y sus miembros se enfrentaban a acusaciones bien publicitadas de que formaban parte de una vasta conspiración radical que estaba decidida a traer un gobierno comunista a los Estados Unidos, tal como lo habían hecho recientemente los bolcheviques en Rusia.

Frances Perkins, la principal impulsora del New Deal en el gobierno de  Roosevelt - Innovadoras

Frances Perkins

Sin embargo, los logros de las décadas anteriores tuvieron efectos a largo plazo que duraron más que la reacción violenta de la posguerra. Una generación más joven de mujeres seguía empleada en organismos gubernamentales como la Oficina de la Infancia y la Oficina de la Mujer. En 1933, tres años después de la mayor depresión económica de Estados Unidos, los temas de bienestar social se movieron al frente y al centro de la agenda nacional. Cuando Franklin Roosevelt asumió la presidencia en marzo, las mujeres progresistas que habían apoyado activamente su candidatura y trabajado duro para obtener el voto estaban en condiciones de exigir que se les dieran roles aún mayores en el gobierno federal. El nombramiento de Frances Perkins como Secretaria de Trabajo, la primera mujer en encabezar un departamento del gabinete federal, fue evidencia de su poder político. Una ex jefa de la Liga de Consumidores de Nueva York, ex comisionada industrial del estado de Nueva York y ex comisionada laboral estatal del gobernador de Nueva York Franklin Roosevelt, Perkins y las mujeres progresistas que la rodeaban y la primera dama Eleanor Roosevelt, ahora trabajarían con éxito para implementar la legislación nacional sobre el trabajo infantil, los apoyos a los ingresos para los estadounidenses necesitados y toda una serie de temas que durante mucho tiempo habían estado en el centro de su agenda política.

[1]  Véase Molly Ladd-Taylor, Mother Work: Women, Child Welfare, and the State, 1890–1933 (Urbana: University of Illinois Press, 1994); Robyn Muncy, Creating a Female Dominion in American Reform, 1890–1935 (Nueva York: Oxford University Press, 1991).

[2]  Daniel Rodgers, “En busca del progresismo”, Reviews in American History 10, no. 4 (diciembre de 1982), pág. 123.

[3]  Maureen A. Flanagan, America Reformed: Progressives and Progressivisms, 1890–1920s (Nueva York: Oxford University Press, 2007), pág. 46.

[4]  Nancy Woloch, Women and the American Experience, 5ª ed. (Nueva York: McGraw Hill, 2011), 257.

[5]  Kathryn Kish Sklar, Florence Kelley and the Nation’s Work: The Rise of Women’s Political Culture, 1830–1900 (New Haven: Yale University Press, 1995), pág. 186.

[6]  “Informe del Comité de Propaganda”, Informe de la Liga de Pensiones de las Madres del Condado de Allegheny, 1915–1916 (Pittsburgh, PA), n.p.

[7]  Maureen A. Flanagan, America Reformed, págs. 45–46; Michael Willrich, City of Courts: Socializing Justice in Progressive Era Chicago (Nueva York: Cambridge University Press, 2003).

[8]  “Por qué las mujeres deberían votar”, Ladies’ Home Journal 27 (enero de 1910), págs. 1–22.

[9]  Sklar, Florence Kelley y el trabajo de la nación, 194.

[10]  Muncy, Creando un dominio femenino, 51.

[11]  Woloch, Women and the American Experience, pág. 289.

[12]  Lara Vapnek, Breadwinners: Working Women and Economic Independence, 1865–1920 (Urbana: University of Illinois Press, 2009), pág. 75.

[13]  Cheryl D. Hicks, Talk with You Like a Woman: African American Women, Justice, and Reform in New York, 1890–1925 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2010), pág. 100.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Las Panteras Negras son, sin lugar a dudas, uno de los movimientos políticos más interesantes de la historia estadounidense.  Las imágenes de sus miembros vestidos en cuero negro, boina y portando armas largas se convirtió en el símbolo de un periodo, y en un medio para encajonarle como un movimiento violento. Sin embargo, como nos recuerda Suzzane Cope en este artículo, la verdadera amenaza de  las Panteras a la hegemonía de los blancos  estuvo en sus programas sociales. Entre éstos destaca el Free Breakfast Program for Kids, que proveía desayuno gratuito y abundante para niños pobres, blancos, hispanos y negros. Es necesario destacar tres cosas de este artículo. Primero, que la Dra. Cope es enfatica en el hecho de que las mujeres constituían la  mayoría de los integrantes del Partido de las Panteras Negras. Segundo, que  eran mujeres las principales responsables del programa de desayunos. Tercero, que el papel central de las mujeres en este movimiento fue invisibilizado tanto por los medios como por el aparato represivo del Estado.

Suzanne Cope posee un doctorado en aprendizaje adulto por Lesley University.  Cope trabaja como periodista  y es profesora en New York University. Es autora de Power Hungry: Women of the Black Panther Party y Freedom Summer and Their Fight to Feed a Movement (2021).


Black Panther's Free Breakfast Program | One Mic: Black History

Desayuno con las Panthers

Suzanne Cope

11 de mayo de 2022    AEON

A partir de 1969, y durante varios años más, en los sótanos de las iglesias y las cocinas de los centros comunitarios en ciudades y pueblos de todo Estados Unidos, miles de niños se sentaron alrededor de una mesa todos los días escolares para comer un desayuno caliente servido por los jóvenes adultos del Black Panther Party. Para cada niño había un plato y un utensilio, una taza y una servilleta. Los niños aprendieron a usar su tenedor y cuchillo correctamente, comiendo huevos, sémola, tocino y tostadas, regados con jugo, leche o chocolate caliente, que las empresas locales habían donado esa semana.

Las Panthers, la mayoría de ellas en sus últimos años de adolescencia y principios de los 20, y alrededor de dos tercios de ellas mujeres, habían llegado a estas cocinas comunitarias antes del amanecer para preparar esta comida caliente para los niños, servirles y luego revisar la tarea, y dar lecciones de educación física (y educación política).

“¿Quién inventó el semáforo?”, gritaba una Pantera.

“¡Un hombre negro!”, respondieron los niños.

También aprendieron que comer un desayuno abundante era un derecho, y que una barriga llena les ayudaba a prestar atención en la escuela. A los niños, la mayoría, pero no todos, eran negros e hispanos, se les enseñó sobre inventores, artistas y líderes negros e hispanos, las historias que a menudo se dejaron (y aún están) fuera de las historias principales. Para muchos niños, esta fue la primera vez que aprendieron que un negro u otra persona de color podría ser un ingeniero, un científico o un artista.

Las Panthers luego enseñaron a los niños a ayudar a limpiar sus platos y empacar sus maletas, y luego los llevaron a la escuela. En los lugares donde el Partido de las Panteras Negras ofreció su Free Breakfast Program for Kids, las tasas de asistencia y el rendimiento académico general aumentaron.

El programa de desayuno de las Panteras abordó una necesidad extrema en las comunidades de todo el país, pero éste y sus otros programas de justicia alimentaria siempre fueron más que alimentar a los hambrientos. Las Panteras vieron estos “programas de supervivencia” –lo que los fundadores de las Panthers, Bobby Seale y Huey P. Newton, llamaron “supervivencia pendiente de revolución” –  como modelos de los principios socialistas de su partido.

El Black Panther Party for Self-Defense fue fundado por Seale y Newton en Oakland, California, en 1966, con el objetivo inicial de abordar la brutalidad policial en los barrios negros de su ciudad. Su nombre se inspiró en un panfleto para la Lowndes County Freedom Organization (LCFO) en Alabama, que utilizó las imágenes de un gato negro grande y agazapado en sus papeletas como tercer partido político. El LCFO fue iniciado por Stokely Carmichael, un líder de la organización de derechos civiles Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC) en 1965 para apoyar a los candidatos negros, y fue apodado “The Black Panther Party” por los medios blancos. La Pantera había parecido un símbolo adecuado: un animal que no atacaba a menos que fuera provocado, pero que luego se defendería valientemente.

Inicialmente, Seale y Newton reclutaron a hombres jóvenes que patrullaban las calles con armas colgadas sobre sus hombros, a menudo adoptando un uniforme similar de una chaqueta de cuero negro y una boina. Si veían un arresto en curso, se paraban cerca como testigos de las acciones policiales e informaban al arrestado de sus derechos, a veces documentando la interacción con una cámara. Como era de esperar, la policía local se enfureció por la presencia de las Panthers y la tensión se fomentó.

Las Panthers rápidamente se movieron más allá de las patrullas callejeras, abordando otras necesidades de la comunidad. Un esfuerzo inicial envió a los miembros a dirigir el tráfico en una intersección notoriamente peligrosa, lo que llevó a la ciudad a instalar finalmente un semáforo.Feeding a Movement | Chapter 16

En la primavera de 1967, la adolescente Tarika Lewis llegó a la sede del Partido Pantera Negra en Oakland y pidió unirse. Señaló su propio lenguaje en su Programa de Diez Puntos que apoya la igualdad de género, y quería ver a las mujeres en sus filas. Más tarde reflexionó: “Cuando me uní al partido, estaba encantada de formar parte de una organización que cree en la igualdad de hombres y mujeres …”. Lewis abrió la puerta para que muchas más mujeres se unieran a la fiesta, tanto en Oakland como entre los capítulos en rápida expansión en todo el país. Lewis agregó: “Una de las ironías del Partido pantera negra es que las imágenes del hombre negro con la chaqueta de un arma se volvieron emblemáticas, pero la realidad es que la mayoría de los miembros de base a fines de los años 60 eran mujeres”.

A medida que crecían en número e influencia en el vecindario, las Panthers querían abordar mejor las necesidades locales. Se pusieron en contacto con el SNCC para obtener ayuda en la organización. El activista del SNCC Curtis (Hayes) Muhammad dijo que el SNCC envió miembros para enseñar a las Panthers el enfoque que aprendieron de su venerable líder Ella Baker: entrar en una comunidad y preguntar a la gente qué querían y cómo ayudar. En Oakland, encontraron aliados en el padre Earl Neil y su feligresa Ruth Beckford, quienes les dieron un espacio en la iglesia y otros recursos, y apoyo como conectarlos con los feligreses y ayudar a preparar el espacio. De Beckford y Neil, las Panthers aprendieron que los niños locales a menudo iban a la escuela con hambre. El siguiente paso parecía claro.

Las Panthers organizaron su primer Free Breakfast Program for Kids en la Iglesia Episcopal de San Agustín del Padre Neil en Oakland el 20 de enero de 1969. Ese primer día, atendieron a 11 niños. Al final de la semana, llegaron más de 100. Cada semana aparecían más, a pesar de la campaña de propaganda que comenzó la policía, diciéndoles a los padres que la comida estaba contaminada o amenazando con arrestar a los que asistieron.

A principios de 1969, había hasta 45 capítulos del Partido de las Panteras Negras en ciudades y pueblos de todo el país. Para la primavera de 1969, el partido ordenó que todos los capítulos locales organizaran su propio Free Breakfast Program for Kids , y que todos las Panteras trabajaran turnos apoyando el programa. Compartieron su protocolo, que incluía solicitar a las empresas locales donaciones de alimentos y dinero en efectivo para apoyar el programa. Muchas empresas dieron de buena gana. La ayuda a la comunidad fue fácil de ver. Otros necesitaban un poco de empujón, como boicots fuera de las puertas de las bodegas, informando a los clientes potenciales que los propietarios se negaban a ayudar a los niños hambrientos. Estas donaciones ayudaron a proporcionar un desayuno caliente cocinado diariamente por los equipos bien organizados. Muchos de los miembros del grupo llegaron antes del amanecer para preparar la comida y preparar la habitación. Otros llegaron un poco más tarde con un desfile de niños de edificios de apartamentos locales detrás de ellos. Los niños eran bienvenidos a comer tanto como quisieran.

El Programa de Free Breakfast for Children del Black Panther Party es probablemente su iniciativa más conocida, la prensa encuentra una historia intrigante que yuxtapone la imagen de tipo duro con chaqueta de cuero de la Pantera con el acto de servir platos de comida caliente para niños pequeños. Es importante destacar que fueron principalmente las mujeres las que dirigieron estos programas de supervivencia, y las mujeres constituyeron la mayoría de los miembros de las Panteras. Desempeñaron funciones de liderazgo desde el “Oficial del Día” (esencialmente el gerente de la oficina y las personas para cada sucursal), hasta la organización de los muchos detalles del programa de desayuno de una ubicación para iniciar y liderar programas de justicia alimentaria, atención médica y vivienda dentro de los vecindarios. Entonces, ¿por qué persiste la imagen de las Panteras como una organización masculinista y violenta? La respuesta radica en parte en la distorsión de los medios, influenciada tanto por el sexismo como por el racismo que tergiversó a las Panthers. También hubo una campaña de desinformación por parte del FBI, dirigida por J. Edgar Hoover, librada contra las cada vez más populares Panthers, que tuvo un impacto duradero en la forma en que la gente los veía.

El Partido de las Panteras Negras había aparecido por primera vez en los titulares de las noticias en 1966 y principios de 1967, con sus patrullas vecinales para contrarrestar los arrestos injustos y la brutalidad policial desenfrenada en Oakland. En estos primeros días, cuando las Panteras más visibles eran hombres armados, los medios de comunicación estaban ansiosos por compartir estas imágenes provocativas junto con informes que reforzaban los estereotipos de los hombres negros como agresivos y peligrosos. Pero desde el principio, Newton y Seale habían articulado los diversos objetivos del partido en su Programa de Diez Puntos, incluido un énfasis en la educación, el empleo y “tierra, pan, vivienda, educación, vestimenta, justicia y paz”. Después de un par de años de crecimiento en la membresía del partido, las Panteras habían comenzado a construir programas para abordar los problemas sociales. Luego, durante los siguientes años, fueron las mujeres las que tomaron las riendas de los programas que se convirtieron en el foco del Partido de las Panteras Negras a medida que crecía y evolucionaba.

Gran parte del enfoque de las Panthers estaba en los programas de justicia alimentaria, en parte porque esta era una forma de marcar la diferencia de inmediato: la gente tenía que comer todos los días. Pero también descubrieron rápidamente que la comida era parte integral de la creación de comunidad, el fomento de la agencia y el intercambio de cultura. Después de que las Panthers llevaran a cabo una colecta de alimentos o ayudaran a llevar paquetes a los ancianos por muchos tramos de escaleras, bajaba una olla de arroz y frijoles para compartir en la oficina de panther como agradecimiento. La Pantera Cleo Silvers llevaría a los jóvenes adolescentes del vecindario a comer en restaurantes indios, chinos e italianos de bajo costo en la ciudad de Nueva York, queriendo que estos jóvenes se sientan bienvenidos en estos espacios y experimenten diversas cocinas. “Compartir una comida era la mejor manera de entender lo que la gente estaba pensando”, dijo Silvers. “Es la mejor manera de entender realmente lo que es importante para ellos”.

En el pico de su programa de desayuno, las Panthers estaban alimentando a más niños en todo el país diariamente que el estado de California. Las comunidades los acogieron para este y sus otros programas de supervivencia, que incluyeron ayudar a asegurar una vivienda segura, instituir atención médica puerta a puerta, desarrollar tratamientos innovadores para la adicción, distribución gratuita de comestibles, regalos de ropa y zapatos, así como prestar apoyo a otros grupos activistas locales. Este importante trabajo de las Panteras sigue siendo poco reconocido.

Distribución gratuita de comestibles en la Conferencia de Supervivencia de la Comunidad Negra, 30 de marzo de 1972, Oakland, California. Foto © Bob Fitch Photography Archive/Biblioteca de la Universidad de Stanford

La historiadora Françoise N. Hamlin de la Universidad de Brown ha utilizado el término “maternidad activista” para ayudar a comprender tanto el trabajo que las mujeres Panteras estaban haciendo, como una razón por la cual su liderazgo y logros han escapado al debido reconocimiento. Hamlin explica que desarrollarían “estrategias particulares para sus comunidades al continuar (o expandir) el trabajo … [tales como] la crianza de la juventud…. a partir de lo cual podría maximizar el rendimiento de su posición social de género”. El trabajo feminizado a menudo se espera de las mujeres, y se encuentra entre los roles aceptables limitados que pueden habitar. Las mujeres Pantera asumieron roles de liderazgo en ámbitos donde ejercen autoridad y experiencia, y continuaron expandiendo el alcance y la influencia de su trabajo y voz dentro de su comunidad y más allá. Pero las mujeres que hacían “trabajo de mujeres” a menudo se daban por sentados, y sus legados no se celebraban.

Pruebas para la anemia de células falciformes en la Conferencia de Supervivencia de la Comunidad Negra, 30 de marzo de 1972, Oakland, California. Foto © Bob Fitch Photography Archive/Biblioteca de la Universidad de Stanford

Estas mujeres pueden haber sido reconocidas, hasta cierto punto, dentro de las comunidades en las que trabajaban, pero durante mucho tiempo han sido subestimadas. Para muchos, ver a una mujer alimentando a los niños o repartiendo ropa no vale la pena escribir o publicar fotos, pero un joven duro que hace lo mismo cambia las expectativas. Cuando el Programa de Desayuno Gratis para Niños de las Panteras llegó a las noticias principales, los reporteros (casi siempre hombres blancos) a menudo se centraron en lo que veían como esta yuxtaposición. Pero fue más que los propios prejuicios de los reporteros perpetuando esta percepción inexacta y duradera de las Panteras.

Para reforzar a las Panthers como jóvenes violentos y peligrosos, el FBI también plantó noticias difamatorias y falsas con los principales medios de comunicación. Con su creciente popularidad, las fuerzas del orden locales y nacionales vieron cada vez más al Black Panther Party como una amenaza. En un memorando clasificado interno escrito por Hoover, director del FBI y el cerebro del masivo e ilegal COINTELPRO (programa de contrainteligencia) que buscaba eliminar a los grupos de tendencia liberal y de derechos civiles, declaró que el Programa desayuno gratuito para niños “la mayor amenaza a los esfuerzos de las autoridades para neutralizar … el [Black Panther Party]’. ¿Por qué alimentar a los niños hambrientos era visto como tan peligroso?

En muchos sentidos, fue la comida lo que ayudó a las Panteras Negras a conectarse con las comunidades a las que buscaban ayudar. Si bien las Panthers comenzaron su trabajo social en las comunidades negras e hispanas, pronto llegaron a buscar unirse a las comunidades blancas pobres también, en lo que el carismático líder de los Chicago Panther, Fred Hampton, llamó la Coalición Rainbow. La mayoría de las veces, fueron las mujeres las que estuvieron a la vanguardia de estas iniciativas, donde también aprendieron: durante el desayuno, los niños les contaron sobre un padre adicto a las drogas o un hogar sin comida; al entregar bolsas de comestibles a ancianos o familias necesitadas, vieron por sí mismos edificios sin calefacción o con ratas vagando por pasillos poco iluminados. Informados por estas experiencias y conversaciones, las Panteras ampliaron sus programas de supervivencia y apoyo a la comunidad. Ayudaron a los inquilinos a organizar y reclamar edificios de apartamentos a los propietarios morosos, fundaron servicios efectivos de adicción basados en la comunidad y cooperaron con otros grupos que luchaban por almuerzos escolares más saludables o una mejor atención médica.

How the Black Panther Party Started Free Breakfast for Children - EaterAl alimentar a los pobres, las mujeres Panteras dieron un paso adelante para ser el cambio que querían y para avanzar en la revolución por la que lucharon. Por supuesto, las Panthers no fueron tímidos en educar a las comunidades sobre sus inclinaciones políticas mientras trabajaban. Tenía mucho sentido que los niños hambrientos merecieran comer; que el país más rico del mundo se asegure de que nadie se quede sin comida ni un hogar seguro. El futuro que imaginaron, uno en el que los líderes codiciosos existentes, como enseñaban y sobre los que escribían su periódico semanal Panther Paper, fueron reemplazados por aquellos que servían a la gente, se volvió no solo visible sino deseable para las comunidades oprimidas durante mucho tiempo a las que estaban ayudando con ayuda mutua aparentemente simple y soluciones basadas en la comunidad.

El FBI de Hoover y la policía local despreciaban a las Panthers, y las Panthers tampoco se andaban con rodeos, acuñando el término “cerdos” llamado así por los “fascistas” que veían como trayendo drogas y violencia a sus comunidades. A finales de 1969, Hoover estaba librando una guerra total contra las Panthers. Los agentes federales y locales encargados de hacer cumplir la ley estaban empeñados en destruir el programa de desayuno gratuito de las Panthers, y lo que representaba. Confiscaron alimentos destinados a niños pobres o los destruyeron empapándolos con agua u orinando sobre ellos; difundieron mentiras sobre los desayunos envenenados, o que las Panthers enseñaban odio y retórica “antiamericana”. Y aumentaron sus esfuerzos, como escribió el propio Hoover, para “neutralizar … y destruir’ a los propios Panteras, a través de arrestos infundados y, a veces, asesinatos sancionados por el Estado. Entre las víctimas estaba Hampton, asesinado a tiros mientras dormía en su cama por policías de Chicago que habían inventado una historia de un tiroteo nocturno. Si bien la verdad ahora es más ampliamente conocida, y ya era conocida por los lugareños que fueron llevados a recorrer el apartamento de Hampton, su colchón empapado de sangre en exhibición, no ha habido una disculpa oficial.

A principios de la década de 1970, la influencia nacional de las Panteras y, poco después, los propios programas de desayuno, comenzaron a disminuir. Una influencia fue el éxito de la campaña del FBI contra ellos, creando divisiones entre los miembros y disminuyendo la membresía. También hubo cierta tensión interna sobre si las Panthers debían continuar trabajando hacia un desmantelamiento completo del sistema político y económico existente, como Newton y Seale habían previsto originalmente, o comenzar a crear un cambio a través de cargos electos e influencia política. Pero incluso cuando estas batallas internas cerraron los capítulos locales, algunos todavía encontraron que los beneficios del programa de desayuno eran lo suficientemente importantes como para continuar: en todo el país, algunos capítulos de las Panthers, como el de Seattle, incluso continuaron sirviendo a los niños a fines de la década de 1970.

En 1975, el gobierno federal amplió sus propios programas de desayuno gratuito para niños en edad escolar. Las Panteras han sido reconocidas recientemente por demostrar la necesidad y el beneficio de un programa federal de desayuno gratuito, y todavía hay muchos programas e iniciativas que ayudaron a crear y que han sido ampliamente adoptados, pero por los que rara vez se les da crédito. Utilizando la misma investigación centrada en la comunidad que inspiró el programa de desayuno, las Panteras pudieron identificar los problemas de salud que veían que afligían a estas comunidades. Las Panthers lideraron el camino en la atención médica puerta a puerta, la legislación y la remediación de la pintura con plomo, la investigación y el tratamiento de la anemia de células falciformes, el protocolo de acupuntura para el tratamiento de la adicción e incluso escribieron la Declaración de Derechos del Paciente. Esto ha dado lugar a una conciencia nacional sobre los efectos negativos de la pintura con plomo que ha ayudado a muchos, en su mayoría niños de familias de bajos ingresos; y el protocolo de adicción que ayudaron a popularizar se utiliza en todo el mundo. Muchas de estas iniciativas todavía se consideran efectivas y progresivas, pero pocos conocen el papel que desempeñaron las Panteras en su desarrollo.

Comenzó con la comida. Como señala la Pantera y activista de la salud Cleo Silvers, gran parte de la atención comunitaria está relacionada con la comida. La comida saludable es necesaria para “tener un cuerpo sano”, dice Silvers, pero también “una actitud saludable … Y todo eso viene de las relaciones con las personas y del compartir”. Las Panthers sabían que la comida era el conducto a la comunidad, una línea directa a la salud pública y un medio para modelar una comunidad más justa. Imagínese lo que podrían haber logrado si sus esfuerzos fueran apoyados y no destruidos.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Comparto este recuento histórico de la evolución del aborto en Estados Unidos, escrito por la Dra. Treva B. Lindsey.  La profesora Lindsey enseña en el Departamento de Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad de  la Universidad Estatal de Ohio. Es autora de Colored No More: Reinventing Black Womanhood in Washington D.C.(University of Illinois Press,  2017). Actualmente está trabajando en un libro titulado tentativamente, Hear Our Screams: Black Women, Violence, and The Struggle for Justice.


Pro-abortion march, 1973 | NZHistory, New Zealand history online

El aborto ha sido común en los Estados Unidos desde el siglo 18 

Treva B.  Lindsey

The Conversation  5 de mayo 2021

Las batallas estado por estado   se están calentando  a raíz de las noticias de  que la Corte Suprema  de Estados Unidos parece estar a punto  de anular fallos históricos – Roe v.   Wade y Planned Parenthood v.  Casey -y eliminar así la protección  constitucional  del derecho a abortar  .

Ahora, los  defensores a favor y en contra del aborto se están preparando  para una nueva fase del conflicto  del aborto.

Si bien muchas personas pueden pensar que los argumentos políticos sobre el aborto ahora son frescos y nuevos, los estudiosos de la historia de las mujeres, la medicina y la ley  señalan que este debate tiene una larga historia en los Estados Unidos.

Comenzó más de un siglo antes de  Roe v.  Wade, el fallo de 1973 que estableció que la Constitución protege el derecho de  una persona  a un aborto.

La era de ‘La píldora’ 

El día 14 de noviembre de 1972, se emitió un controvertido  episodio de dos partes del innovador programa de  televisión, “Maude”.

Titulado “Maude’s Dilemma”, los episodios narraron la decisión  del personaje principal de abortar.

How Bea Arthur and 'Maude' Changed the Way Women Were Portrayed on  Television - Biography

Escena de uno de los episodios de Maude’s Dilemma

Roe v. Wade fue emitido dos meses después de estos episodios. El fallo afirmó el derecho a abortar  durante las primeras 12 semanas de embarazo.  “El dilema de Maude” llevó la batalla por el  aborto de las calles y los  tribunales a la televisión en horario estelar.

Las respuestas a los episodios variaron desde la  celebración hasta la furia, que reflejaban las actitudes contemporáneas sobre el aborto.

Menos de 10 años antes de que  se emitiera “Maude’s Dilemma”, la Food and Drug Administration (FDA) aprobó la primera píldora  anticonceptiva producida comercialmente , Enovid-10.

Aunque varias formas de control de  la   natalidad son anteriores a la píldora anticonceptiva, la aprobación de Enovid-10 por parte de la  FDA fue un hito en el debate nacional sobre la  planificación familiar y la   elección  reproductiva.

Comúnmente conocida como “la píldora”, la accesibilidad más amplia del control de la   natalidad  se ve como una victoria temprana del naciente movimiento de  liberación de las mujeres.

El aborto también surgió como un tema prominente dentro de este  floreciente movimiento.  Para muchas activistas feministas de las décadas de 1960 y 1970, el  derecho de las mujeres a controlar sus propias vidas  reproductivas se convirtió en inextricable de la plataforma más amplia de  la igualdad de género.

Anuncios del siglo 19 para artículos que inducen el aborto y servicios  de aborto.  La Compañía bibliotecaria de

De no regulado a criminalizado

Desde la fundación de la nación hasta principios del siglo XIX, los abortos previos a la aceleración,  es decir,  los abortos antes  de que una persona embarazada sienta movimiento fetal, eran bastante comunes e incluso se anunciaban.

A concise history of the US abortion debate

Anuncios del siglo 19 para artículos que inducen el aborto y servicios de aborto. The Library Company of PhiladelphiaCC BY-NC

Mujeres de diversos orígenes buscaron poner fin a los embarazos no deseadas  antes y durante este período, tanto en los Estados Unidos como en todo el mundo. Por ejemplo, las mujeres negras esclavizadas en los Estados Unidos desarrollaron abortivos (medicamentos que inducen abortos) y prácticas de aborto como medios para detener los embarazos después de violaciones y encuentros   sexuales forzados  con propietarios  de esclavos blancos.

A mediados y finales del siglo XIX, un número creciente de estados aprobaron leyes contra el aborto provocadas por  preocupaciones morales y de seguridad.  Motivados principalmente  por los temores sobre los  altos riesgos de lesiones o muerte, los médicos en particular lideraron la acusación de leyes contra el aborto durante esta época.

En 1860, la Asociación Médica Americana trató de  poner fin al aborto legal.  La Ley Comstock de 1873 criminalizó la obtención, producción o publicación de información sobre anticoncepción, sexualmente infecciones y enfermedades transmitidas,  y cómo procurar  un aborto.

Un aumento en los temores sobre los  nuevos inmigrantes y las  personas negras recién emancipadas  que  se reproducen a tasas más altas que la población blanca también provocó una mayor oposición al aborto  legal.

What we talk about when we talk about abortion | by Nina Renata Aron |  Timeline

Un anuncio del siglo XIX para las píldoras de raíz de algodón, a “powerful female regulator.”

Hay una disputa  en curso sobre si famosas activistas de mujeres  famosas del siglo XIX como Elizabeth Cady Stanton y Susan B.  Anthony se opusieron al aborto.

El movimiento antiaborto hace referencia a las declaraciones hechas por Anthony que parecen denunciar el aborto. Los defensores del derecho al aborto rechazan esta interpretación de las  opiniones de Stanton, Anthony y otros activistas estadounidenses por  los derechos  de las mujeres sobre el aborto.  Afirman  que las declaraciones sobre el infanticidio y la maternidad han sido tergiversadas y atribuidas incorrectamente a estas activistas.

Estas  diferentes interpretaciones históricas ofrecen dos  marcos distintos para el aborto histórico y contemporáneo y el activismo antiaborto.

Aborto en los años sesenta

A  principios del siglo XX, todos los estados  clasificaron el aborto como un delito grave, y algunos estados  incluyeron excepciones limitadas para emergencias médicas y casos de violación e incesto.

A pesar de la criminalización, en la década de 1930, los médicos realizaban casi un millón de abortos cada año.  Esta cifra no tiene en cuenta los abortos realizados por profesionales no médicos o a través de canales y métodos  no documentados.

Sin embargo, el aborto no se convirtió en un tema político muy disputado hasta el movimiento de  liberación de las mujeres y la revolución sexual de las décadas de 1960 y 1970.  Estos movimientos renovaron el interés en las discusiones públicas sobre los derechos reproductivos, la planificación familiar y el acceso a  servicios de  aborto legal y seguro.

Sherri Finkbine - Newspapers.com

En 1962, la historia de Sherri Finkbine, la presentadora del programa infantil , “Romper Room” en Phoenix, Arizona, se convirtió en noticia  nacional. Finkbine tenía cuatro hijos y había tomado un medicamento, la talidomida, antes de darse cuenta de que estaba embarazada de su quinto hijo.  Preocupada de que el medicamento pudiera causar defectos congénitos graves,  intentó abortar  en su estado natal, Arizona, pero no pudo. Viajó a Suecia para un aborto legal. A la historia de Finkbine  se le atribuye  haber ayudado a  cambiar la opinión pública sobre el aborto y fue fundamental para un crecimiento, llamado nacional  a leyes de reforma del aborto.

Dos años después de que la historia de Finkbine llegara  a los titulares, la muerte de Gerri Santoro, una mujer que murió por un aborto ilegal en Connecticut, encendió un renovado fervor entre aquellos que buscaban legalizar el aborto.

La muerte de Santoro, junto con muchos otros decesos y lesiones reportadas, también provocó la fundación de redes  clandestinas como The Jane Collective para ofrecer servicios de  aborto a quienes buscan  interrumpir embarazos.

Ampliación del  aborto legal

En 1967, Colorado se convirtió en  el primer estado  en  legalizar el aborto en casos de violación, incesto o si el embarazo pudiera  causar discapacidad física permanente a la madre.

Para cuando  se emitió  “Maude’s Dilemma”, el aborto era legal bajo circunstancias específicas en 20 estados. Un rápido crecimiento en el número de organizaciones a favor y en  contra del aborto ocurrió en las décadas de 1960 y 1970.

El 22 de enero de 1973 , el fallo de la Corte Suprema  en Roe v. Wade anuló las leyes estatales existentes que prohibían los abortos y proporcionó pautas para la disponibilidad del aborto basadas en los trimestres y la viabilidad fetal.  El posterior fallo de 1992 conocido como Casey reafirmó a Roe, al tiempo que permitió a los estados imponer ciertos límites al derecho al aborto. Roe sigue siendo el estatuto legal más importante para el acceso al aborto  en los Estados Unidos modernos.   historia.

Desde Roe, la batalla legal sobre el  aborto se  ha desatado, centrada en la Corte Suprema.  Si el proyecto de opinión que anula a Roe y Casey se mantiene, la batalla terminará allí y se trasladará a los estados, que tendrán el poder de prohibir el aborto sin temor a entrar en conflicto con la Corte de Supreme. Y la larga historia de conflicto sobre el aborto en los Estados Unidos sugiere que este no será el último capítulo en la lucha política sobre el aborto  legal.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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