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Archive for the ‘Cuba’ Category

USS Maine (ACR 1)

Rickover y el hundimiento del USS Maine

16 de febrero de 2023

Una de las ventajas de administrar un blog es que no estás limitado por los parámetros de publicación que caracterizan a otros tipos de medios. Básicamente, puedo hacer lo que quiera, como reseñar un libro “viejo”. En setiembre de 1974, el Almirante H. G. Rickover leyó un artículo publicado en el diario Washington Star-News titulado “Returning to the Riddle of the Explosion that Sunk the Maine”. Su autor, John M. Taylor, planteaba la necesidad de resolver el misterio del hundimiento del USS Maine. Enviado a la Habana para presionar a los españoles a lograr la pacificación de Cuba, el Maine explotó el 15 de febrero de 1898, matando a 266 marinos estadounidenses. Esta tragedia llevó a una corta, pero muy importante guerra que cambió la historia de Estados Unidos, España, Cuba, las Filipinas, Guam y Puerto Rico. Desde entonces el porqué de la destrucción del acorazado ha generado intensas discusiones, colocando la explosión del Maine junto al asesinato de Kennedy, el ataque a Pearl Harbor y  9/11 como uno de los grandes “misterios” de la historia estadounidense. De ahí que se hayan desarrollado teorías conspiratorias que acusan a los estadounidenses de la voladura del acorazado y que alegan que la mayoría de los marinos de eran negros, entre otras cosas.[1]

How the Battleship Maine Was Destroyed : Rickover, Hyman George: Amazon.de:  BücherIntrigado por el artículo de Taylor, Rickover inició su propia investigación que culminó en 1976 con la publicación del libro How the Battleship Maine was Destroyed (Washington: Naval History Division, U.S. Govertment Printing Office, 1976). Gracias a un trabajo de Dana Wegner[2] conocía de la existencia de este escrito, pero no había podido acceder al libro. Esto cambió el año pasado, pues pude comprar una copia de la reimpresión del libro de Rickover publicada por la Naval Institute Press (Annapolis: 1995). Tras disfrutar de su lectura lo voy a reseñar.

Hay que comenzar con una pregunta básica: ¿quién fue el Almirante H. G. Rickover? La respuesta más sencilla es que es el padre del programa de submarinos nucleares de la Marina estadounidense, pero me quedaría corto. Rickover fue un marino de carrera que nació en Polonia, pero emigró a Estados Unidos a muy corta edad. Graduado de la Naval Academy en 1918, Rickover se incorporó a la Marina como oficial. En 1930 obtuvo una Maestría en ingeniería eléctrica de la Universidad de Columbia. Durante gran parte de la segunda guerra mundial, Rickover trabajó en el Bureau of Engineering en Washington, D.C como jefe adjunto de la sección eléctrica del Bureau of Engineering. Después de la guerra se convirtió en un promotor del uso de la energía nuclear para propulsión marítima. Sus esfuerzos culminaron con la botadura del USS Nautilius, el primer submarino propulsado por energía atómica, cuyo diseño y construcción dirigió. Admirado y respetado, Rickover se retiró de la Marina en 1982 con el rango de Contralmirante de cuatro estrellas, después de 63 años servicio.

Para indagar las causas del hundimiento del Maine, Rickover contó con la ayuda de un equipo de investigadores. Dos de ellos eran historiadores: el Dr. Francis Duncan y Dana Wegner, ambos empleados del US Navy. Duncan trabajó en la Atomic Energy Commission y en 1991 publicó un libro titulado Rickover and the Nuclear Navy: The Discipline of Techonology (Annapolis: Naval Institute Press). Este trabajo ganó el Theodore and Franklin D. Roosevelt Naval History Prize de 1991. Wegner era Curador de Maquetas de Buques para la Armada de Estados Unidos y autor de Fouled Anchors: The “Constellation” Question Answered (Bethesda: David Taylor Research Center, 1991). Ambos trabajaban para Rickover y se encargaron de la parte histórica de la investigación.

Para atender los temas técnicos, el almirante contó con la ayuda de  dos ingenieros: Ib Hansen y Robert Price. Hansen era ingeniero civil y estructural, especializado en el análisis de estructuras de barcos expuestas por explosiones. Price era un ingeniero químico y experto en la fotografía de explosiones submarinas.

Hyman Rickover Interview Techniques

Almirante H. G. Rickover

Tras la explosión del Maine se llevaron a cabo dos investigaciones: una por la Marina estadounidense y otra por las autoridades españolas. Ambas se realizaron en medio de un periodo muy tenso que presagiaba una guerra. La comisión investigadora española llegó a la conclusión que la destrucción del Maine había sido provocada por un accidente. La comisión estadounidense contó con los dibujos y testimonios de los busos que examinaron los restos del acorazado. También testificaron los sobrevivientes de la tripulación del barco, incluyendo a su capitán Charles D. Sigsbee. Los estadounidenses concluyeron que el Maine había sido hundido por una mina. Aunque su informe no identificaba a los perpetradores del atentado, su conclusión hizo inevitable la guerra hispano-cubano-estadounidenses.

En 1911 el Congreso aprobó fondos para reflotar y remover los restos del Maine de la bahía de la Habana.  Rickover describe con gran precisión los detalles técnicos de este proceso. También fue nombrada una comisión investigadora para que examinara los restos de barco y determinara las causas de su destrucción. Aunque fueron invitados, los españoles se negaron a participar de esta segunda investigación. La comisión investigadora de 1911 contó con la ventaja de que pudo ver los restos del barco, que además fueron fotografiados antes de ser removidos de la Habana y hundidos a cuatro millas de la costa cubana el 16 de marzo de 1912. En su informe final esta comisión confirmó las conclusiones de su homóloga de 1898: el Maine fue hundido por una mina.

The USS Maine And The Real Story Behind Its Explosion

USS Maine

Rickover rechaza las conclusiones de ambas investigaciones, señalando que “there is no evidence that a mine destroyed the Maine”. (91) Para ello se fundamenta en un informe técnico preparado por Hansen y Price – incluido como una apéndice del libro– basado en el análisis de las fotos tomadas en 1911 y de la documentación recopilada por las dos comisiones estadounidenses. Para Hansen y Price, la destrucción del Maine fue causada por una explosión interna en los polvorines del barco. En otras palabras, una accidente y no un ataque premeditado.

Para Rickover, la principal falla de las dos investigaciones estadounidenses estuvo en la ausencia de asesoría técnica. Tanto la comisión investigadora de 1898 como la de 1911 estuvieron integradas por marinos de carrera, con amplia experiencia naval, pero sin el conocimiento técnico necesario para examinar los restos del Maine y llegar una conclusión acertada de las causas de su destrucción. ¿Cómo explica el almirante esta seria falla? Según él, en la investigación de 1898 privó la prisa de llegar a un dictamen, pues la presencia de técnicos hubiera atrasado el desarrollo de la investigación en un contexto de urgencia nacional por determinar qué le había ocurrido al Maine. Rickover señala, además, que “the court´s verdict of an external explosion was on that could be expected” por tres razones: la tensión existente en las relaciones españolas-estadounidenses, la actitud patriótica y guerrerista de gran parte de la opinión pública, la prensa y el Congreso estadounidenses, y que se quería evitar que la culpa de la destrucción del Maine cayera sobre la Marina. Según el almirante,

“Had the ship blown up in an American or friendly foreign port, and had the same type of damage occurred, it is doubtful that an inquiry would have laid the blame on a mine. The finding of the court of 1898 appears to have been guided less by technical consideration and more by the awareness that war was now inevitable”. (95)

USS Maine Disaster

Reflotando el Maine, 1911

Aunque la comisión de 1911 no estaba bajo la presión de una guerra inminente, confirmó las conclusiones de la investigación de 1898. Tampoco contó con la asesoría de expertos. Según Rickover, solo habían transcurrido 13 años desde que el hundimiento del Maine había llevado a Estados Unidos a una guerra con España y “it would have been difficult for the Board to raise the issue whether the nation and its constitued authorities had made a grave error in 1898”. (97) En otras palabras, cuestionar que el Maine había sido destruido por una mina era políticamente incorrecto.

Podríamos entonces concluir, que el trabajo, tanto de la comisión de 1898 como la de 1911, estuvo determinado, no por factores técnicos, sino políticos.

Para terminar, debo señalar que el libro está acompañado de fotos, gráficos, dibujos, diagramas, planos y una sección de apéndices, que enriquecen esta obra. A pesar de la seriedad y profundidad de este estudio, su publicación no acabó con el debate en torno a qué ocurrió la noche que el Maine explotó en la Habana. Las teorías de conspiración no han desaparecido, sobre todo, aquellas que buscan por razones ideológicas, culpar al gobierno de Estados Unidos de la destrucción del Maine

Dr. Norberto Barreto Velázquez

Lima, 16 de febrero de 2023

[1] Para un examen de las diversas explicaciones dadas a la tragedia del Maine pueden consultar la entrada del 23 de octubre de 2021 titulada El acorazado norteamericano Maine: ¿qué sucedió?.

[2] Wegner, Dana, “New Interpretations of How the Maine was Lost”,  en Edward J. Marolda. Theodore Roosevelt, the U.S. Navy, and the Spanish-American War. New York: Palgrave, 2001, 7-17.

 

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La Operación Pedro Pan fue una de las más crueles de la guerra fría porque conllevó la separación de miles niños cubanos de sus familias. En pleno incremento de las tensiones que llevaron al rompimiento de las relaciones cubano-estadounidenses, a la invasión de bahía de Cochinos y a la crisis de los misiles, el gobierno norteamericano puso en marcha un programa de evacuación de niños cubanos basado en una mentira fabricada por sus organismos de inteligencia. Preocupados por un rumor de que el gobierno revolucionario cubano le iba a quitar la patria potestad de sus hijos por medio de una ley, miles de padres y madres cubanas enviaron sus hijos a Estados Unidos, en donde luego les debían darles alcance.  Sin embargo, por diversos factores que analiza la historiadora Deborah Shnookal, miles de estos niños quedaron varados en territorio estadounidense. Demasiados de ellos no volvieron a tener contacto con su familia.

La Dra. Shnookal es una historiadora australiana dedicada al estudio de la historia cubana. Es investigadora en el Institute of Latin American Studies en La Trobe University y autora  de Operation Pedro Pan and the Exodus of Children from Cuba (University Press of Florida, 2020).

Los interesados en este tema pueden consultar el libro de Yvonne M. Conde, Operation Pedro Pan. The Untold Exodus of 14,048 Cuban Children (Routledge, 1999) y el artículo de Susan Maret y Lea Aschkenas, “Operation Pedro Pan: The Hidden History of 14,000 Cuban Children” (Research in Social Problems and Public Policy, 19, 171–184).


Operación Peter Pan: los 14.000 niños que huyeron del comunismo

Las víctimas olvidadas de la Crisis de los Misiles

Deborah Shnookal

NACLA   18 de octubre de 2022

Hace sesenta años, cuando Moscú y Washington llegaron a un acuerdo que resolvió la crisis de los misiles cubanos en octubre de 1962, el mundo respiró aliviado. Pero para 4,100 de los 14,000 niños cubanos no acompañados que habían llegado a Miami en los 22 meses previos, y que todavía estaban dispersos por todo Estados Unidos, el futuro parecía sombrío. La perspectiva de reunirse con sus familias era más incierta que nunca.

Curiosamente apodada Operación Pedro (o Peter) Pan, el  plan de evacuación de niños cubanos se había iniciado en el período previo a la fatídica invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961. Washington había esperado que al ofrecer refugio a los hijos de activistas anticastristas, más cubanos permanecerían en la isla y participarían en lo que se esperaba que fuera el derrocamiento exitoso de Fidel Castro y detuviera el proceso revolucionario que se aceleraba rápidamente.

Lo que estaba detrás de este éxodo masivo sin precedentes de niños cubanos sigue siendo muy controvertido. En Cuba, a pesar de que nadie fue arrestado o acusado por haber organizado el plan de evacuación, la historia a menudo se relata como un secuestro masivo de los ciudadanos más pequeños de la nación. Por otro lado, la historia de la Operación Pedro Pan ha ayudado a reforzar la política beligerante de Washington hacia la Cuba revolucionaria durante más de medio siglo.

El engaño de “Patria Potestad”

Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció en junio de 2017 que estaba  “cancelando” la política hacia Cuba de su predecesor Barack Obama, hizo mención especial del éxodo como evidencia de lo que enfatizó era la “naturaleza brutal del régimen de Castro”.  Al hacerlo, simplemente estaba reiterando lo que se ha convertido  en la visión ortodoxa en los Estados Unidos: que la operación era una misión humanitaria urgente para salvar a los niños cubanos del “adoctrinamiento comunista”.

Deborah Shnookal - Historian, writer, editor - Melbourne, Victoria,  Australia | LinkedInEl puente aéreo fue impulsado por un rumor generalizado de que el gobierno estaba a punto de promulgar una nueva ley que eliminaría la patria potestad. Este engaño sin duda aprovechó los temores, prejuicios e inseguridades entre los cubanos en gran parte blancos y más privilegiados en un clima político altamente volátil. La introducción de guarderías para alentar a las mujeres a participar en la fuerza laboral y el proceso revolucionario, junto con la desegregación, nacionalización y secularización de un sistema educativo previamente altamente discriminatorio y corrupto, también alarmó a los sectores más conservadores de la sociedad cubana.

Los agentes de guerra psicológica de la CIA en Cuba llegaron a imprimir y hacer circular un falso “decreto” del gobierno que describía los planes del gobierno para asumir la custodia de sus ciudadanos más jóvenes. Solo décadas más tarde algunos ex agentes como Antonio Veciana expresaron su sincero pesar por su participación en la perpetración de este fraude.

En la atmósfera de la Guerra Fría, la publicidad sobre la difícil situación de los pequeños exiliados cubanos alimentó la propaganda estadounidense contra la revolución en el país y en el extranjero. Un documental desgarrador con un niño triste y solitario fue hecho y distribuido por la United States Information Agency, y los llamamientos para las familias de acogida publicados en los periódicos estadounidenses declararon sin rodeos: “Podemos pensar en pocas maneras mejores de ‘luchar contra el comunismo’ que cuidar a los niños que huyen de él”.

Los Pedro Pan fueron exhibidos como celebridades anticomunistas junior en las funciones de la Legión Americana y la Iglesia Católica para contar sus historias de horror de la Cuba de Castro, y sus “salvadores“ fueron aclamados como héroes.

Del “rescate” al aislamiento

El puente aéreo fue facilitado por una política de inmigración extraordinaria, políticamente motivada y sin precedentes. Durante los años de Trump, los hijos de familias centroamericanas y otras familias migrantes fueron brutalmente arrancados de los brazos de sus padres en nombre de una política de “tolerancia cero” hacia los indocumentados que ingresan. En contraste, después de la Revolución Cubana, el padre (más tarde monseñor) Bryan Walsh, un joven sacerdote que dirigía un pequeño personal en la Oficina Católica de Bienestar en Miami, recibió el visto bueno del Departamento de Estado para firmar exenciones de visa para tantos niños cubanos como sus padres quisieran despachar.

Se estableció un programa de cuidado de crianza financiado con fondos federales  (el Cuban Children’s Programs), y en pocos años se había convertido en una parte importante del presupuesto de refugiados del gobierno federal. Lejos de ser superados por el pánico por la supuesta amenaza a las mentes de los niños y los derechos de los padres, algunas familias cubanas vieron esto como una oportunidad para una muy codiciada “beca” (o beca) para que sus hijos estudien y aprendan inglés en el Norte, un factor que con frecuencia se pasa por alto en los relatos de la operación.

Para octubre de 1962, el plan de evacuación de niños había cumplido en gran medida su propósito en las guerras encubiertas y de propaganda de Washington  contra la Revolución Cubana. Las redes anticastristas en Cuba en las que se había basado la operación se debilitaron significativamente. Más importante aún, sin embargo, el puente aéreo ya no era viable después de la cancelación de vuelos directos entre los Estados Unidos y Cuba.

En este punto, la política de Estados Unidos hacia Cuba se volvió aislacionista, haciendo que la emigración de la isla fuera más difícil y costosa ya que los cubanos tenían que viajar a través de terceros países. Esto obstaculizó significativamente la posibilidad de reunir a los niños varados con sus familias. Además, el número de niños que requerían colocación era abrumador para las agencias de cuidado de crianza en Florida y en otros lugares, y los jóvenes cubanos que llegaban a Miami durante 1962 a menudo tenían más probabilidades de ser enviados a orfanatos y otras colocaciones inapropiadas si no podían ser reclamados por familiares o amigos.

Estos cambios de política resaltaron las justificaciones defectuosas para el programa: ¿las mentes de los niños que permanecen en Cuba ya no estaban en peligro? ¿Por qué detener el esfuerzo de evacuación, incluso si era más difícil en este momento?

Como reconoció el ex diplomático estadounidense en La Habana Wayne Smith, “ahora sabemos que los rumores [sobre la ley ‘patria potestad’] eran falsos. Los niños [que se quedaron en Cuba] no fueron separados de sus familias, por lo que la dolorosa experiencia no fue realmente necesaria”.

La generación Pedro Pan crece

¿Qué pasó con esos miles de jóvenes cubanos que se encontraron varados por los trascendentales acontecimientos de octubre de 1962? La mayoría, pero no todos, se reunieron con sus familias cuando comenzaron los llamados Vuelos de la Libertad de Cuba a los Estados Unidos en diciembre de 1965. Sin embargo, varios meses después, entre el 5 y el 10 por ciento de los Pedro Pan aún no se habían reunido con al menos uno de los padres. Alrededor del 3 por ciento nunca volvió a conectarse con sus familias, y solo un puñado de ellos regresó a vivir en Cuba.

Operación Peter Pan: así la CIA trasladó secretamente a EE.UU. y España más  de 14 mil niños cubanos sin acompañantes › Hoy en la Historia › Granma -  Órgano oficial del PCC

Cuando las familias finalmente se reunieron, en ciudades y pueblos de todo el país donde los niños habían sido enviados, a muchos les resultó imposible continuar donde lo habían dejado, especialmente aquellos que habían estado separados durante años. Por lo tanto, aunque los Pedro Pan eran de hecho “niños que podían volar como Peter Pan” en el “juego de hadas” original de J.M. Barrie, la metáfora del éxodo resultó trágicamente irónica. A diferencia del personaje de cuento que nunca creció, muchos de los jóvenes cubanos pronto se encontraron solos en una tierra extranjera y obligados a crecer demasiado rápido.

Con los años, la historia de la huida desesperada de los niños cubanos se convirtió en clave para la base ideológica de la comunidad de exiliados cubanos. Continúa justificando el poder político y los privilegios especiales que los inmigrantes cubanos aún esperan y disfrutan como refugiados “políticos” y no “económicos”. De hecho, algunos cubanoamericanos se enfurecieron recientemente cuando el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, se atrevió a comparar a los niños no acompañados de América Central que intentan cruzar la frontera hoy con la huida de los Pedro Pan de la “Cuba comunista”.

Recordemos a Carlos Muñiz VarelaUn final trágico es la paradójica historia de Carlos Muñiz Varela, quien fue asesinado a la edad de 26 años por los mismos exiliados anticastristas que supuestamente lo habían rescatado como un Pedro Pan. Junto con su madre y su hermana, Carlos se estableció en Puerto Rico, donde fue influenciado por el movimiento independentista de la isla. Como estudiante, se unió a un grupo de jóvenes cubanoamericanos que buscaban un diálogo y reconciliación con su tierra natal. Las visitas de estos jóvenes emigrados a Cuba, sin embargo, provocaron una reacción violenta de la comunidad de exiliados. Aunque la organización terrorista en el exilio Omega 7 se atribuyó la responsabilidad del crimen, nadie fue acusado por el asesinato a sangre fría de Carlos.

“Mi madre tomó la decisión de enviarme [fuera del país]”, comentó Silvia Wilhelm, ex Pedro Pan, “pero la decisión de regresar fue mía”.  Sintió la necesidad de regresar “para cerrar el círculo y hacer las paces con nosotros mismos, nuestra historia y nuestro país”. Para muchos padres, sin embargo, tales visitas de retorno desafiaron no solo su dolorosa decisión de enviar a sus hijos fuera del país solos, sino su propia identidad como comunidad de exiliados.

Un ex Pedro Pan reflexionó enojado: “Comencé a sentirme parte de un gran engaño de una enorme máquina manipuladora … Lo que había sucedido es que los estadounidenses estaban utilizando a los cubanos: la salida de los niños había sido una herramienta de propaganda. Y lo que salió de los campamentos [de niños de Miami] fue una generación herida”.

Muchas familias cubanas permanecen divididas hoy, política y geográficamente. Sesenta años después, recordar la trágica historia de la Operación Pedro Pan arroja luz sobre cuán efectivamente los sentimientos familiares naturales fueron manipulados por la propaganda de la Guerra Fría y cómo los niños cubanos quedaron atrapados en un juego de poder político internacional. Aunque poco conocido entre la población en general en los Estados Unidos, el episodio sigue siendo una piedra de toque en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y todavía se recuerda con gran amargura en ambos lados del Estrecho de Florida.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

 

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En este ensayo, el historiador Geraldo Cadava contrapone el libro de Ada Ferrer Cuba: An American History y el ya famoso texto de Nikole Hannah-Jones The 1619 Project: A New Origin Story. Los objetivos de Cadava son dos. El primero es subrayar el efecto espejo que según él -siguiendo a Ferrer- existe entre la historia cubana y estadounidense. El segundo, criticar a Hannah-Jones por no tomar en cuenta que en la historia de Estados Unidos existen otras minorías además de los afroamericanos. Citando al historiador Frank Guridy(Columbia University), Cadava es muy claro en su crítica a Hannah-Jones: “Leer El Proyecto 1619 oscurece el hecho de que la lucha por la libertad de los negros, por sustancial que sea, no es más que una parte de las luchas más amplias por la libertad libradas por los pueblos indígenas, los asiático-americanos, los latinos de tonos más claros y oscuros,  y otras personas marginadas en este país”.

Geraldo Cadava es profesor de historia en Northwestern University. Sus investigaciones enfocan dos temas principales: la historia de los latinos en los Estados Unidos y el análisis de la frontera mexicano-estadounidense como fenómeno histórico. Es autor de dos libros: The Hispanic Republican: The Shaping of An American Political Identity, from Nixon to Trump (Ecco / HarperCollins, 2020) y Standing on Common Ground: The Making of a Sunbelt Borderland (Harvard University Press 2013).


Book Review: “Cuba: An American History” - Inextricably Linked, for Better  and Worse - The Arts Fuse

CUBA Y EE.UU.: ESPEJOS NECESARIOS

GERALDO CADAVA

Public Books  13 de abril de 2022

En noviembre de 1898, un grupo de hombres blancos en Wilmington, Carolina del Norte, anularon la elección de funcionarios negros para el gobierno local, lo que provocó un motín que llevó a la quema del distrito comercial negro de la ciudad y al asesinato de al menos 60 personas negras. Al mismo tiempo, los congresistas en los Estados Unidos estaban debatiendo cómo tratar a los ciudadanos indígenas, negros y mestizos de sus nuevas posesiones caribeñas después de la Guerra Hispanoamericana: Cuba y Puerto Rico. Para demostrar su capacidad para gobernarse a sí mismos, es decir, para aplacar al gobierno de los Estados Unidos, los líderes blancos del movimiento de independencia de Cuba dejaron de lado algunas de las ideas de los ciudadanos negros de la isla sobre la democracia racial y la igualdad.

Así fue como en1898, como tantos otros momentos en la historia de Estados Unidos y Cuba, es imposible entender completamente la historia de una nación sin la otra.

“Compartimos la misma sangre”, dijo Barack Obama a los cubanos, cuando visitó Cuba en marzo de 2016, el primer presidente de Estados Unidos en casi 100 años en hacerlo. “Ambos vivimos en un mundo nuevo, colonizado por europeos. Cuba, al igual que los Estados Unidos, fue construida en parte por esclavos traídos aquí desde África. Al igual que los Estados Unidos, el pueblo cubano puede rastrear su herencia tanto a los esclavos como a los propietarios de esclavos”.

Cuba: An American History: Ada Ferrer: 9781501154553: Amazon.com: BooksLa historia del discurso de Obama es contada por Ada Ferrer en las páginas finales de su nuevo libro, Cuba: An American History. Para Ferrer, la visita de Obama a Cuba y sus comentarios fueron un ejemplo perfecto de una dinámica que describe a lo largo del libro: Cuba y Estados Unidos se sostienen un espejo el uno al otro. La historia de los dos países ha estado entrelazada. Cubanos y estadounidenses se ven a sí mismos a través de los ojos del otro.

Mirarse en este espejo, explicó Ferrer en un reciente webinar sobre su libro, nos permite ver la historia “torcida”. En otras palabras, tiene el efecto de desafiar las historias familiares que los cubanos y los estadounidenses creen sobre sus países, permitiéndoles ver lo familiar desde nuevos ángulos. El discurso de Obama, y el espejo sobre el que escribe Ferrer, subrayan la profunda conexión entre naciones que, durante las últimas décadas, se han visto a sí mismas, y han sido vistas por otros, como antagonistas.

Ver la historia torcida es también el objetivo de Nikole Hannah-Jones en The 1619 Project: A New Origin Story. Comprender el papel fundamental, de hecho, central, que la esclavitud africana ha desempeñado en la creación de los Estados Unidos necesariamente transforma la forma en que consideramos los mitos preciados de la fundación de nuestro país en 1776.

A diferencia de Ferrer, Hannah-Jones no utiliza explícitamente la metáfora del espejo; aún así, sospecho que a ella le gustaría. En su prefacio a The 1619 Project, sugiere que las experiencias de los negros siempre han sido una especie de espejo que Estados Unidos podría sostenerse a sí mismo, para revelar una unión mucho menos perfecta. A los ciudadanos no negros de este país podría no gustarles lo que verían si pudieran mirar a los Estados Unidos a través de los ojos de los estadounidenses negros.

Los negros, escribe Hannah-Jones, “son los crudos recordatorios de algunas de las verdades más condenatorias [de los Estados Unidos]”. Una de estas verdades es que “ocho de cada diez personas negras no estarían en los Estados Unidos si no fuera por la institución de la esclavitud en una sociedad fundada en ideales de libertad”. Los estadounidenses tratan de ocultar historias de esclavitud porque “nos avergüenza”. Cuando los negros han utilizado la retórica de la libertad y los derechos que aparece en los documentos fundacionales de los Estados Unidos, ha sido, al menos en parte, “para revelar las graves hipocresías de esta nación”.

The 1619 Project Resource page - NEA EdJustice

Si las naciones y sus pueblos se sostienen espejos el uno al otro, también lo hacen Cuba y el Proyecto 1619. Más concretamente, Cuba ofrece otro reflejo de lo importante  que es el Proyecto 1619; específicamente, al demostrar la centralidad de la esclavitud en la evolución de las Américas. También en Cuba, la esclavitud de los africanos hizo posible la riqueza de los imperios europeos, disparó los deseos de los estadounidenses de anexar Cuba y mantener la esclavitud de las plantaciones en la isla, cuando les preocupaba que esta institución fuera abolida en su propio país  y animó los movimientos de independencia contra España en el siglo 19. La vida después de la muerte de la esclavitud es un debate urgente en Cuba hoy, al igual que en los Estados Unidos.

Y, sin embargo, Cuba también refleja cuánto más  el Proyecto 1619 podría haber sido, y debería haber sido. Esto es especialmente cierto si vamos a tomar en serio la afirmación histórica central del libro: que debemos ver 1619 como una nueva historia de origen para los Estados Unidos, una historia de origen que reconoce el papel que la esclavitud ha desempeñado en la creación de todo desde esa fecha. Si bien Obama conectó a Cuba y los Estados Unidos a través de su historia compartida de colonización y esclavitud, Hannah-Jones, a juzgar por lo que escribe en este libro, no está preocupada por tales vínculos.

Cuba y El Proyecto 1619 son libros esenciales. Aun así, el Proyecto 1619 es simultáneamente amplio y estrecho. Su objetivo es ofrecer un relato fundamental de la historia de los Estados Unidos, pero se centra exclusivamente en la introducción de la esclavitud africana por parte del imperio británico. Al hacerlo, empuja miopemente a un lado a los esclavos españoles e indígenas que también dieron forma al país en el que vivimos hoy. Por el contrario, Cuba es amplia, expansiva e inclusiva, contando una historia hemisférica de colonialismo, esclavitud e imperios, naciones y pueblos enredados, cuyos legados todavía están con nosotros.

Agence France-Presse 在 Twitter: "#INFOGRAFÍA Mapa del mundo con los flujos  de trata de esclavos registrados entre 1519 y 1867 entre África y América  #AFP @AFPgraphics https://t.co/aGlhDhOzKC" / Twitter

En el transcurso de la era del comercio transatlántico de esclavos, como muestra Ferrer, se trajeron exponencialmente más africanos esclavizados a las tierras que ahora conforman América Latina que los que fueron llevados a las colonias británicas y los Estados Unidos. Estas personas se vieron obligadas a participar en los patrones de explotación capitalista que desde entonces se han convertido en un sello distintivo de las Américas; se “mezclaron” (una palabra altamente saneada, sin duda) con poblaciones indígenas y europeas; e introdujeron prácticas lingüísticas, musicales y religiosas que perduran hoy en día, incluso en los Estados Unidos. Las historias de los latinoamericanos, los latinos y los negros, y, por supuesto, los afrolatinoamericanos y los afrolatinos se identifican con más de una de estas etiquetas, se han entrelazado de maneras que uno no entendería al leer The 1619 Project.

La historia narrativa de Ferrer de los últimos 500 años de Cuba es épica, autoritaria y profundamente perspicaz. Nuestra comprensión popular de la isla ha sido dominada por la Revolución Cubana de 1959; por lo tanto, es refrescante que, al menos cronológicamente hablando, los años transcurridos desde ese evento histórico innegablemente importante solo representen alrededor del 10 por ciento de la historia de Ferrer.

La isla es mucho más que Fidel Castro y el Che Guevara. De hecho, es imposible entender la revolución sin entender sus profundas raíces en el colonialismo español y la esclavitud, así como los movimientos del siglo 19 para derrocar esas instituciones por parte del líder militar afrocubano Antonio Maceo o el editor de periódicos, intelectual y líder independentista José Martí. Los cubanos siguen invocando los nombres de ambas figuras como luces guía en sus luchas por la justicia en la actualidad.

A lo largo de su libro, Ferrer no nos deja perder de vista lo importante que han sido la raza y la esclavitud en la creación de Cuba. Tampoco nos permite dejar de lado como intrascendente la relación entre Cuba y Estados Unidos.

La centralidad de la raza y el racismo en la historia de la nación es exactamente lo que Hannah-Jones parece querer que entendamos sobre los Estados Unidos también. Desde 1619, el deseo, o la necesidad sentida, de salvaguardar la esclavitud en los Estados Unidos motivó la construcción de instituciones, el establecimiento de leyes y el desarrollo de hábitos y tradiciones diseñados para lograr este objetivo. La esclavitud puede haber sido abolida en la década de 1860, pero eso no puso fin a las afirmaciones de la supremacía blanca a través de instituciones, leyes, hábitos y tradiciones.

Además, los esfuerzos de los “esclavizados y sus descendientes” para combatir la supremacía blanca, escribe Hannah-Jones, también “jugaron un papel central en la configuración de nuestras instituciones, tradiciones intelectuales, cultura, nuestra propia democracia”. Esta es, entonces, la historia contada por Hannah-Jones en sus tres ensayos (así como por muchos de los principales pensadores, académicos, periodistas y escritores de la nación en los otros ensayos, poemas y cuentos reunidos en The 1619 Project): las raíces racistas de los Estados Unidos, los esfuerzos liderados por negros para combatir la discriminación derivada de esta historia, y los legados perdurables de ambos.

El Proyecto 1619 hace una intervención política crítica. Necesitamos entender cómo la raza y la esclavitud se situaron en el centro de la historia de nuestra nación, y debemos recordar que este legado no terminó con la Guerra Civil, la Reconstrucción, la desegregación o el movimiento por los derechos civiles. En cambio, la raza y la esclavitud se han filtrado continuamente en todos los rincones de la vida estadounidense: movilidad económica, resultados de salud, temores blancos, violencia policial, encarcelamiento masivo, la infraestructura de las ciudades y una letanía de injusticias legales (a pesar de las afirmaciones, hoy, en cualquier caso, de que nuestras leyes son neutrales en cuanto a la raza). Esta es solo una lista parcial de los temas  que toca el Proyecto 1619.

Por supuesto, debemos derribar a los padres fundadores de los pedestales que hemos construido para ellos. Cuando los tallamos en piedra como partidarios infalibles de la democracia, la libertad y la igualdad, no estamos diciendo toda la verdad sobre ellos ni sobre ningún otro ser humano. Pero lo peor de todo es que cuando lionizamos estas cifras del pasado, como han argumentado todos los críticos de “Founders chic“, también erosionamos nuestra propia capacidad de decidir qué es correcto y justo en el presente. Además, como sugiere Hannah-Jones, los africanos esclavizados también fueron fundadores de este país, al igual que, yo diría, los pueblos nativos, los españoles y muchos otros.

The 1776 Report - Kindle edition by Arnn, Larry P.. Politics & Social  Sciences Kindle eBooks @ Amazon.com.Por lo tanto, sostener a Cuba y the 1619 Project como espejos el uno del otro no es ofrecer la misma crítica de The 1619 Project que la articulada por los autores de The 1776 Report. Tampoco pretende repetir los argumentos de los historiadores, principalmente más antiguos, principalmente blancos, cuyos preciados hechos sobre la Revolución Americana Hannah-Jones ha reformulado.

No, las preguntas que siguen persistiendo para mí son diferentes. Leer Cuba y The 1619 Project juntos me hizo preguntarme qué habría sido este último si Hannah-Jones hubiera integrado en su análisis de la raza y la esclavitud en los Estados Unidos la perspectiva ofrecida por Ferrer de la raza y la esclavitud en Cuba y en todas las Américas. ¿Qué pasaría si Hannah-Jones hubiera integrado la historia de la esclavitud en otras partes de las Américas antes de 1619 no simplemente como “más información”, como escribe en su prefacio, sino como una parte central del argumento del libro? ¿Y cuánto le habría costado  al Proyecto 1619 luchar e incorporar historias fuera de su marco actual?

Haber expandido la incisiva exposición del Proyecto 1619 de los Estados Unidos a las Américas solo habría fortalecido el caso que Hannah-Jones hace. Entonces, ¿por qué no habría contado esta historia ampliada? la historia que Barack Obama contó en La Habana en 2016, que las Américas, Cuba y Estados Unidos, en particular, tienen una historia compartida de raza y esclavitud, y que estas historias están vinculadas?

UNC ha ensombrecido el "Esquema 1619" de Nikole-Hannah Jones al negarle el  mandato | de Allison Gaines | Mayo de 2021 - Peace Music and Love

Nikole Hannah-Jones

Por un lado, Hannah-Jones podría haber tenido que titular su libro “The 1492 Project” en su lugar, incluso si eso se hubiera involucrado en la misma creación de mitos narrativos involucrados en la elección de cualquier momento como original. La historia de la esclavitud africana en las Américas, después de todo, no comenzó en lo que se convertiría en los Estados Unidos. En cambio, comenzó con la colonización española y portuguesa.

Los africanos esclavizados, nos dice Ferrer, llegaron por primera vez a Cuba a mediados del siglo 16. Las comunidades indígenas fueron diezmadas por la violencia y la enfermedad, incluso cuando los españoles, solo después de un debate serio, concluyeron que eran humanos que tenían almas que eran dignas de conversión. La destrucción de las poblaciones indígenas y la nueva letra de la ley que ordena que los indios sean tratados más humanamente fue, en parte, lo que llevó a los españoles a traer africanos esclavizados a las Américas.

Durante los siglos 16 y 17, el número de africanos en Cuba palideció en comparación con lo que se convirtieron durante el auge industrial de siglos posteriores. Sin embargo, por muy pocos que fueran, su presencia instigó e incrustó patrones de explotación capitalista, desigualdad racial y violencia, y mezcla y borrado cultural, y lo hizo décadas antes de la llegada, en 1619, de más de 20 africanos frente a la costa de Virginia, en un barco llamado The White Lion. Y no solo estaban en Cuba. Los africanos esclavizados también fueron llevados a territorios españoles que más tarde se convirtieron en México, Panamá, Perú, etc.

Tal vez, solo tal vez, los estadounidenses están empezando a entender, en gran parte a través del trabajo de académicos y activistas indígenas, así como historiadores de la América Latina colonial, que Cristóbal Colón no “descubrió” “América”. Como señala Ferrer, ni siquiera puso un pie en la tierra que se convirtió en los Estados Unidos.

Sin embargo, muchos estadounidenses todavía consideran que la llegada de Colón al “Nuevo Mundo” hizo posible el asentamiento posterior de las Américas por parte de los europeos, incluidos los colonos británicos que están en el centro del Proyecto 1619. Nuestra arraigada comprensión de Colón como un presagio de los Estados Unidos es la razón por la que muchas personas en este país continúan observando el Día de Colón, en lugar del Día de los Pueblos Indígenas, el 12 de octubre. Es el homónimo de una versión temprana de nuestro himno nacional, nuestro distrito federal, una prestigiosa universidad y tantas otras Columbias. Ferrer argumenta que al menos parte de por qué vemos el desembarco de Colón en las Américas como uno de los primeros episodios de la historia de Estados Unidos tiene que ver con las ambiciones imperialistas de nuestra nación desde el principio.

Colón no descubrió tanto un mundo nuevo como tropezó con uno muy antiguo. Aún así, es su llegada la que lanzó siglos de daño a las sociedades indígenas, a través de la enfermedad, la aculturación forzada, el trabajo forzado, el pillaje, la violación y el asesinato.

Los africanos del Nuevo Mundo incluyen al marroquí Estevanico, que acompañó a Alvar Núñez Cabeza de Vaca en su viaje a través del continente norteamericano en las décadas de 1520 y 1530, y que puso un pie en las tierras que se convirtieron en Florida, Texas y Nuevo México. El número de africanos del Nuevo Mundo creció, especialmente después de que los escritos del sacerdote español Bartolomé de Las Casas, el primer obispo de Chiapas, llamaran la atención sobre el maltrato de los pueblos indígenas.

A medida que los africanos cautivos eran comercializados dentro de las Américas, algunos que hablaban español y portugués fueron llevados a las colonias británicas, donde se encontraron con hablantes de inglés. Son los antepasados de los afrolatinoamericanos y afrolatinos que viven en todo el continente americano de hoy, que continúan siendo empujados a los márgenes de los discursos sobre la negritud y la latinidad, o la latinoidad. Un par de los ensayos en The 1619 Project, sobre todo los de Khalil Gibran Muhammad y Tiya Miles, abordan estas historias más amplias, pero la propia Hannah-Jones no lo hace.

Después del período colonial, el Proyecto 1619 continúa centrándose claramente en los africanos traídos a los Estados Unidos por el imperio británico. Pero una perspectiva panamericana considerablemente más amplia se ofrece en la Cuba de Ferrer. Ferrer demuestra cómo Thomas Jefferson siempre tuvo la intención de que su “imperio por la libertad” incluyera las islas del Caribe. Después de que el imperio español comenzó a caer, quiso reclamar sus antiguas posesiones “pieza por pieza [sic]”. Aquí, una vez más, uno no puede entender completamente a los Estados Unidos sin entender a Cuba, y viceversa.

Ada Ferrer

Ada Ferrer

Los Estados Unidos, escribe Ferrer, intentaron anexar Cuba a principios del siglo 19. Pero no fue para extender la libertad. En cambio, los propietarios de esclavos querían extender el imperio de Jefferson porque les preocupaba el futuro de la esclavitud en los Estados Unidos. Trataron de proteger la institución trasladándola a otro lugar. Poner la esclavitud fuera del alcance de los abolicionistas era su objetivo en Texas, los antiguos territorios mexicanos y Nicaragua también. Algunos cubanos, mexicanos y nicaragüenses apoyaron la esclavitud, o al menos hicieron la vista gorda ante ella, porque pensaron que podrían beneficiarse financieramente.

Los acontecimientos en los Estados Unidos también resonaron más allá de sus fronteras de otras maneras. Cuando se ratificó la 14ª Enmienda, en 1868, convirtió a los negros en ciudadanos de los Estados Unidos y les dio la misma protección ante la ley. Poco después, los africanos esclavizados en Puerto Rico y Cuba iniciaron levantamientos contra España que con el tiempo condujeron a la abolición de la esclavitud en esas islas. Al igual que con la violencia contra los negros en 1898 que afectó a los líderes negros en la recién anexionada Cuba, ver más allá del estado nos ayuda a entender lo que sucedió dentro de él.

Sin duda, no correspondía a Hannah-Jones y a los otros colaboradores de The 1619 Project incluir todo lo que Ferrer aborda en Cuba. Todos los libros tienen un enfoque, y ningún libro puede hacer todo.

Pero, ¿no debería un libro que nos pide que adoptemos “una nueva historia de origen” para nuestro país ayudar a tantos de nosotros como sea posible a sentirnos incluidos en esa historia, especialmente en un país tan diverso como el nuestro? ¿No debería un libro como ese tener un enfoque más riguroso y amplio de lo que se incluye y lo que se deja de lado, reconstituir los Estados Unidos como un todo, en lugar de dejarlo en partes atomizadas? ¿No debería ser ese el objetivo de una democracia verdaderamente multirracial?

La mutualidad y la solidaridad deben fluir en múltiples direcciones. Como me dijo el historiador Frank Guridy, quien enseña y escribe sobre las conexiones entre los afrocubanos y los afroamericanos y los movimientos sociales estadounidenses: “Leer El Proyecto 1619 oscurece el hecho de que la lucha por la libertad de los negros, por sustancial que sea, no es más que una parte de las luchas más amplias por la libertad libradas por los pueblos indígenas, los asiático-americanos, los latinos de tonos más claros y oscuros,  y otras personas marginadas en este país”.

Comprender las experiencias de diferentes grupos en relación entre sí, y, de hecho, cómo las líneas entre los diferentes grupos podrían ser más borrosas de lo que a menudo suponemos, ciertamente amplía y profundiza la forma en que pensamos sobre las injusticias a lo largo de la historia estadounidense. Pero también amplía las posibilidades para la lucha contra la injusticia.

Considere el caso Méndez v. Westminster de 1947, un caso de desegregación escolar que involucra a estudiantes mexicoamericanos en California que sentó un precedente para Brown v. Board of Education (1954). El abogado jefe de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP), Thurgood Marshall, presentó un escrito de amicus en Méndez v. Westminster; luego argumentó el  caso Brown v. Board antes de convertirse en juez de la Corte Suprema, en 1967.

Dizzy Gillespie And His Orchestra Featuring Chano Pozo | DiscogsO, consideremos el caso del baterista de jazz negro Chico Hamilton, de Los Ángeles, quien en 1965 grabó un álbum llamado El Chico, que incluía canciones tituladas “Conquistadores” y “Los Moros”.  Este álbum de un músico negro fue influenciado por el jazz latino y la bossa nova brasileña; a su vez, pasó a influir en la estrella de rock chicana Carlos Santana, quien lo cubrió en sus famosos conciertos de 1968 en el Fillmore de San Francisco. Asimismo, el músico afrocubano Chano Pozo escribió canciones para Dizzie Gillespie y fue percusionista en la banda de Gillespie. Pozo practicaba la religión afrocubana Santería, que tiene muchos miles de devotos en Estados Unidos.

En el capítulo final de su libro, titulado “Justicia”, Hannah-Jones escribe sobre cómo el “nacionalista negro” Marcus Garvey apoyó las reparaciones a principios del siglo 20. Sin embargo, no menciona que uno de los barcos de la flota Black Star Line de Garvey, que estableció para que las naciones lideradas por negros pudieran comerciar entre sí, se llamó SS Antonio Maceo, en honor al héroe afrocubano que ayudó a ganar la independencia de Cuba de España. Un capítulo cubano de la organización de Garvey, la Universal Negro Improvement Association, se refirió a Maceo como uno de los más grandes líderes de la raza negra. Hoy en día hay una escuela en Jamaica llamada Garvey Maceo High, que destaca la estrecha asociación entre estos dos líderes.

Hacia el final de Cuba, Ferrer escribe sobre un busto de Maceo que, al menos durante la década de 1940, se exhibió en la Universidad de Howard, donde Hannah-Jones trabaja hoy. No sé si el busto del feroz defensor antiesclavista todavía está en exhibición, o si está guardado en algún lugar, aunque he tratado de averiguarlo. Aún así, es tentador preguntarse si Hannah-Jones sabe sobre la estatua y lo que piensa sobre cómo alguien como Maceo podría encajar dentro de su narrativa de la historia de los Estados Unidos, y la historia de los Estados Unidos en general.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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El Instituto Franklin de la Universidad del Alcalá de Henares (IF-UAH)  es la única institución universitarias española dedicada a la investigación y docencia graduada de temas relacionados con  Estados Unidos.  Fundado en 1987, el IF-UHA posee un programa de Maestría en estudios norteamericanos, grupos de investigación, una editorial y programas de becas de estudio e investigación. Además, de una colección de libros, publica varias revistas (Tribuna Norteamericana, Revista Española de Estudios Norteamericanos (REDEN) y Camino Real Estudios de las Hispanidades Norteamericanas) y posee una bitácora (Diálogo Atlántico). Envidiable para quienes, desde el subdesarrollo económico y mental, buscamos desarrollar la investigación y el estudio de Estados Unidos con un óptica latinoamericana.

En esta corta nota publicada en Diálogo Atlántico, el Dr. Ignacio Uría comenta el proceso que llevó a la creación e imposición al pueblo cubano de la enmienda Platt. Uría recoge muy bien el juego de intereses económicos, ideológicos, estratégicos  y raciales   que determinaron el desarrollo de las relaciones cubano-estadounidenses en un momento crucial de la historia de Cuba.

Este análisis les sirve de base para introducir su libro Viento norte. La primera ocupación militar norteamericana de Cuba (1899-1902), co-editado por la editorial  Los Libros de la Catarata y el Instituto Franklin-UAH como parte de la Colección de Estudios Norteamericanos. Esta obra será presentada mañana miércoles 19 de enero a las 7:30PM (hora de Madrid)  en el Congreso de Diputados de España. Desafortunadamente no habrá transmisión en línea de esta actividad.

Ignacio Uría es profesor contratado  de la Universidad de Alcalá y  Doctor por la Universidad de Navarra. Ha sido Visiting Researcher en Georgetown University  y Senior Associate Researcher en el Cuban Studies Institute.


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Estados Unidos en Cuba: ¿anexión o independencia?

Ignacio Uría

Diálogo Atlántico     18 de enero de  2022

España perdió Cuba en 1898 y, partir de ese momento, la Isla dejó de interesarle a la gran mayoría de los españoles. Por eso, el periodo posterior a la derrota apenas se conoce en nuestro país. Sin embargo, se trató de una etapa clave para los cubanos, para Estados Unidos y para los doscientos mil españoles (el 10 % de la población) que se quedaron allí.

Entre 1899 y 1902, EE. UU. ocupó militarmente Cuba. Este hecho es capital en la historia norteamericana, ya que se trató su primera intervención en América y su ascenso a potencia regional llamada a empresas mayores. Gracias a esa intervención, Cuba se convirtió en un semiprotectorado estadounidense, situación imprevista cuando Washington declaró la guerra a España «por motivos humanitarios y solo el tiempo estrictamente necesario». Al menos, esa fue su declaración.

Sin embargo, EE. UU. permaneció en la Isla durante casi cuatro años e inició una renovación estructural que afectó a la educación y la judicatura, el ejército, la economía o las relaciones con la Iglesia católica. Incluso permitió la redacción de una nueva Constitución. Cuba se convirtió entonces en un laboratorio político con inmensas posibilidades económicas, sociales y estratégicas. Tan grandes que, desde el primer momento, se planteó convertirla en un nuevo estado de la Unión. El número 46, antes que Oklahoma, Nuevo México, Arizona, Alaska o Hawái, que aún no pertenecían a EE. UU.

En contra de la anexión estaban, por supuesto, los mambises cubanos, que llevaban cuatro décadas luchado contra España. A favor, se encontraba la colonia española, un próspero grupo compuesto por decenas de miles de personas que habían decidido permanecer en la Isla. ¿Motivos? Lazos familiares, propiedades y negocios, empleos… o la incapacidad de comprar un pasaje a España. Para ellos, Norteamérica suponía estabilidad política y el acceso a un mercado inmenso de 76 millones de consumidores que necesitaba el azúcar de Cuba.

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En EE. UU., entre tanto, había disparidad de opiniones acerca de la anexión. Se oponían a ella los estados productores de tabaco (Virginia, Kentucky, Carolina del Norte o Tennessee) o de azúcar (ya fuera de caña, como Luisiana, o de remolacha, como California), amenazados todos por la producción cubana, más amplia y de mejor calidad. Tampoco la querían aquellos estados de mayoría blanca, opuestos a la integración de un territorio donde el 40 % de la población era negra. Y, finalmente, un grupo de legisladores —tanto republicanos como demócratas— para los que anexionarse a Cuba contradecía el ideario democrático estadounidense y traicionaba las promesas hechas a los independentistas.

Sin embargo, la Isla era clave desde el punto de vista militar por su situación a la entrada al Caribe, un mar que EE. UU. quería controlar a cualquier precio. También, por las grandes oportunidades económicas (el ferrocarril, las minas de cobre, la construcción…) y su privilegiada posición cercana al canal de Panamá, que pronto comenzaría a operar controlado por los norteamericanos una vez que los panameños se independizaran de Colombia.

Por todos estos motivos, la amenaza de la anexión sobrevoló durante toda la ocupación de Cuba, pero fue neutralizada porque los cubanos maniobraron con habilidad. ¿Cómo lo consiguieron? Convenciendo a Estados Unidos de que no hacía falta perturbar su política interna si podían conseguir lo mismo por medios más sencillos y baratos (como tener una base naval en Guantánamo, situación que pervive hoy). En síntesis, si alcanzaban la independencia, serían un aliado fiable.

A cambio, ciertamente, Cuba pagó un alto precio: la entrega de su política exterior a EE. UU. mediante la Enmienda Platt, una cláusula constitucional impuesta de Washington y que dividió a la clase política en dos bandos, los reformistas y los rupturistas. Sin embargo, gracias a esta concesión, Cuba alcanzó la libertad y un tratado de reciprocidad comercial que les garantizó el acceso al mercado estadounidense. La soberanía nació mediatizada, sin duda, pero suponía el primer paso hacia la verdadera independencia, alcanzada en 1902.

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Todas estas cuestiones son analizadas en el libro Viento norte. La primera ocupación militar norteamericana de Cuba (1899-1902), co-editado recientemente por Los Libros de la Catarata y el Instituto Franklin-UAH dentro de la Colección de Estudios Norteamericanos. Esta monografía incorpora documentación inédita de archivos estadounidenses (Library of Congress, National Archives and Records Administration, Harvard University…), cubanos (Archivo Nacional de Cuba) y españoles (Archivo Histórico Nacional), así como monografías y artículos académicos hasta 2021.

El miércoles 19 de enero a las 19:30 horas se celebrará la presentación del libro en la Sala Ernest Lluch del Congreso de los Diputados (Madrid).


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Smedley Darlington Butler es una  de las figuras más interesantes en el desarrollo del imperialismo estadounidense. Como oficial del Cuerpo de Infantes de Marina, participó en las principales intervenciones militares estadounidenses en las primersas décadas del siglo XX: Cuba, Nicaragua, Panamá, Haití, China y México. Sin embargo, también se convirtió en un duro crítico del uso de la fuerza para adelantar y promover los grandes intereses económicos de los Estados Unidos.

En en este trabajo el Dr. Patrick Iber reseña el libro del periodista Jonathan M. Katz titulado  Gangsters of Capitalism: Smedley Butler, the Marines, and the Making and Breaking of America’s Empire (MacMillan, 2022). Iber es profesor asociado de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison y autor de Neither Peace nor Freedom: The Cultural Cold War in Latin America.


The Drinks of the Marine Corps: Smedley Butler and the Origin of “Old  Gimlet Eye” - National Museum of the Marine Corps

El marine que se volvió contra el imperio estadounidense

Patrick Iber

The New Republic    11 de enero de 2022

Hay algunas figuras cuyo lugar en la historia del pasado estadounidense es tan central que los escolares no pueden evitar conocerlas: George Washington, o Abraham Lincoln, o Rosa Parks. Pero también hay un grupo de personas que no han pasado a la leyenda nacional, y tal vez cuyas vidas no se consideran aptas para explicar a los niños. Es más probable que se hallen, si es que se encuentran, en las instituciones que a menudo atraen la atención de los jóvenes entre las edades de 18 y 22 años. Entre ellos, probablemente solo haya una sola persona que será descubierta casi exclusivamente por dos grupos generalmente no superpuestos: ávidos lectores del corpus de Noam Chomsky y miembros del Cuerpo de Marines. Ese hombre, de pie solitario a horcajadas sobre el centro en forma de lente de un peculiar diagrama de Venn, tiene el improbable nombre de Smedley Darlington Butler. El nombre refleja la herencia cuáquera de Pensilvania de Butler: su padre, Thomas Butler, fue congresista en el escaño que una vez ocupó el padre de su esposa, Smedley Darlington. Ambos eran familias prominentes, pero el joven Mayor Butler no seguiría una carrera en la política. Tenía 16 años cuando estalló la guerra hispano-cubano-estadounidense. Estados Unidos prometió que estaba entrando en la lucha para liberar a las colonias españolas de ultramar restantes de la tiranía. A pesar de la tradición cuáquera de pacifismo, Butler creía en la misión. “Apreté los puños cuando pensé en esos pobres demonios cubanos que estaban hambrientos y siendo asesinados por los bestiales tiranos españoles”, escribió más tarde. Cuando leyó sobre la explosión  del USS  Maine en el puerto de La Habana en 1898, que el “periodismo amarillo” de la época  pintó como un ataque español, decidió alistarse en los Marines. Su carrera militar lo llevaría de Cuba a China a Centroamérica, donde se convirtió en una leyenda en el Cuerpo de Marines, representando el valor marcial y la virtud. Famoso en su día, tema de ficción y cine, se retiró con  dos  Medallas de Honor y un mayor número de apodos —Old Gimlet Eye, the Leatherneck’s Friend, the Fighting Quaker— que atestiguaban su lugar en la cultura.

En los países que ayudó a ocupar, un recuerdo diferente de Smedley Butler persiste. En Haití, simplemente era conocido como “El Diablo”. En Nicaragua, las madres solían callar a sus hijos con el reclamo: “¡Silencio! El Mayor Butler te atrapará”. El tiempo de Butler en los Marines coincidió con su transformación de un auxiliar de la Marina a tener su propia identidad y propósito como infantería colonial. Esto podría ser suficiente para explicar por qué Butler haría una aparición en los escritos antiimperialistas de Noam Chomsky. Pero no es la razón. En su retiro en la década de 1930, Butler tuvo una segunda carrera exitosa como orador público. Contó historias de su servicio militar. Y lo hizo desde un punto de vista notablemente crítico, incluso confesional.

Escribiendo en la revista socialista Common Sense  en 1935, lo expresó de esta manera:

Pasé 33 años y 4 meses en servicio activo como miembro de la fuerza militar más ágil de nuestro país: el Cuerpo de Marines. Y durante ese período pasé la mayor parte de mi tiempo de bandido altamente calificado al servicio de las grandes, para Wall Street y para los banqueros. En resumen, yo era un extorsionador del capitalismo.

Estas son las citas que enviarán al entusiasta de Chomsky corriendo a las pilas de la biblioteca de la universidad. Mientras tanto, en la Biblioteca del Cuerpo de Marines en Quantico, los escritos contra la guerra de Butler están aislados de sus memorias y otros textos sobre él, en una estantería separada para el pensamiento radical que incluye las obras de Marx.

Imagen 1Si perdió su ventana juvenil para Butleriana, ya sea por no ser miembro del Cuerpo de Marines o por no dedicar un estante en su dormitorio a las obras recopiladas de Chomsky, el nuevo y atractivo libro de Jonathan M. Katz es una oportunidad para corregir la omisión. En Gangsters of Capitalism, Katz sigue a Butler a través de los archivos y a pie, recorriendo el camino de Butler en todo el mundo: desde Cuba hasta Filipinas, Nicaragua y Haití. A veces, las visitas de Katz a los terrenos de Butler revelan las formas en que el imperio apenas ha relajado su comprensión. A veces revelan cuán dramáticamente ha cambiado el mundo. Juntos, muestran la fuerza de la crítica de Butler y algunas de sus limitaciones.

Cuando Butler aterrizó en Cuba, llegó a la Bahía de Guantánamo. La corta campaña de combate terrestre del Ejército de los Estados Unidos ya había terminado esencialmente, y España se vio obligada a renunciar a sus reclamos sobre Cuba. Con fines propagandísticos, Estados Unidos atribuyó la victoria a sus propias tropas e ignoró la lucha mucho más larga de los cubanos por su propia independencia. La intervención de Estados Unidos pronto se dirigió a reducir los cambios sociales por los que los cubanos habían estado luchando junto con su independencia. El presidente McKinley, que había tratado de comprar Cuba a España en 1897, interpretó que la “estabilidad” en Cuba significaba que las relaciones de propiedad permanecerían en gran parte intactas. El poeta y mártir cubano  José Martí, quien murió en combate en 1895, había previsto tales imposiciones, preguntando: “Una vez que Estados Unidos esté en Cuba, ¿quién lo expulsará?”

Sin embargo, la autorización para la guerra del Congreso prohibió a los Estados Unidos adquirir el territorio directamente (como lo haría el país con Puerto Rico y las Islas Vírgenes). En cambio, los Estados Unidos esencialmente hicieron de Cuba un protectorado, insistiendo  en la inclusión de la “Enmienda Platt” en la constitución de Cuba. Esa enmienda otorgó a los Estados Unidos el derecho de intervenir con el propósito de “mantener un gobierno adecuado para la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual”. Y además requería el arrendamiento de tierras que pudieran servir como una estación de carbón o naval: la Bahía de Guantánamo. Fue precisamente esta cualidad legalmente ambigua de ser controlado por los Estados Unidos pero no ser parte de él lo que, 100 años después, hizo que Guantánamo fuera atractivo como la prisión y el sitio negro más notorios de la guerra contra el terrorismo.

El siguiente destino de Butler fue Filipinas. Al igual que los cubanos, los filipinos habían estado luchando por la independencia de España y por el cambio social. Pero a diferencia del caso de Cuba, ninguna ley estadounidense prohibió a las islas la incorporación territorial directa. McKinley razonó  que los filipinos no eran aptos para el autogobierno, y que las islas podrían perderse fácilmente ante otra potencia. En su mente, Estados Unidos no tuvo más remedio que tomar las islas y “civilizar” a sus residentes. Pero el ejército estadounidense terminó en una prolongada guerra de guerrillas. Atrapadas en un atolladero aterrador, las tropas estadounidenses emplearon abusos que volverían a ocurrir en prácticamente todos los conflictos con dinámicas similares en los años posteriores. Temerosas y sin distinguir entre insurgentes (que también eran, en este caso, combatientes de la independencia) y civiles, las fuerzas estadounidenses atacaron aldeas, creando nuevos enemigos. Y emplearon la tortura, como la “cura de agua” aprendida de los españoles, que implicaba forzar la apertura de la boca y verter cubos de agua por las gargantas de las víctimas supinas hasta que se “hincharan como sapos”.

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Parte del entusiasmo por mantener el territorio filipino provino de la creencia de que abriría el acceso al gran mercado chino, y China demostró ser el próximo destino de Butler. Allí, Estados Unidos estaba interviniendo en la Rebelión de los Bóxers como parte de una alianza de ocho naciones  para sofocar el movimiento anti-extranjero. Butler recibió dos disparos, uno en el muslo y otro en un botón que salvó sus pulmones. Ascendido a capitán, todavía tenía solo 19 años cuando representó a los Primeros Marines mientras marchaban hacia la Ciudad Prohibida. Las tropas saquearon y mataron a residentes chinos de Beijing indiscriminadamente. “Supongo que no deberíamos haber tomado nada, pero la guerra es un infierno de todos modos y ninguno de nosotros estaba en el estado de ánimo para mejorarla”, escribió Butler más tarde.

El imperialismo de esta era fue alimentado por un sentido de superioridad civilizatoria y racial. En el extremo más suave del espectro, esto justificó el control condescendiente, y en el extremo brutal, justificó el asesinato y la deshumanización. Pero los costos de la ocupación generaron descontento: los informes de la conducta de Estados Unidos en Filipinas y en China horrorizaron a algunos en los Estados Unidos. Mark Twain, por ejemplo, se agrió con el imperio estadounidense y escribió  en 1901 sobre el satírico “Blessings-of-Civilization Trust” que los Estados Unidos ofrecieron. Imaginó al sujeto colonial, descrito como la “Persona sentada en la oscuridad”, pensando: “Debe haber dos Américas: una que libera al cautivo, y otra que le quita la nueva libertad de un otrora cautivo, y escoge una pelea con él sin nada en lo que fundarlo; luego lo mata para conseguir su tierra”. O, como escribió un soldado afroamericano simplemente sobre la Guerra de Filipinas: “Todo esto nunca habría ocurrido si el ejército de ocupación hubiera tratado [a los filipinos] como personas”.

La versión particular de Estados Unidos de “elevación” fue en gran parte comercial. Los marines se encontraron construyendo infraestructura y emprendiendo iniciativas de salud pública que permitirían el buen funcionamiento del comercio internacional. Pero el “comercio” estaba frecuentemente representado por intereses comerciales concretos. En las décadas siguientes, Butler se encontraría en Panamá, que Estados Unidos ayudó a  separarse de Colombia para que pudiera construir un canal allí. Intervino en conflictos civiles en Nicaragua y Haití, lo que llevó a largas ocupaciones estadounidenses de ambos países. Se suponía que la “diplomacia del dólar” de la época, una política de tratar de atraer a los bancos privados de Estados Unidos a la gestión de las finanzas de los países más pobres, reemplazaría las guerras de ocupación al estilo filipino por “sustituir dólares por balas”. Pero también requirió muchas balas, ya que a menudo eran los marines los que terminaban defendiendo la propiedad y las inversiones de los Estados Unidos. Los Estados Unidos se apoderaron de las aduanas sin aumentar los ingresos y dirigieron el reembolso a los bancos estadounidenses, privando a los gobiernos de fondos para el desarrollo.

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Soldados estadounidenses a la entrada Palacio de Gobierno de Haití .

Butler con frecuencia se encontraba lidiando con intereses financieros y corporativos que estaban presionando al gobierno de los Estados Unidos para que actuara. Le molestaba. Las cartas de Butler a casa en la década de 1910 contienen los comienzos de los sentimientos antiimperialistas que expresaría en la década de 1930. En Nicaragua, donde la intervención de los marines ayudó a establecer un gobierno conservador que aceptaría la gestión financiera de Estados Unidos, escribió: “Lo que me enoja es que toda la revolución está inspirada y financiada por estadounidenses que tienen “wild-cat business” aquí abajo y quieren hacerlas buenas poniendo un gobierno que declare un monopolio a su favor”. A veces, estos sentimientos estaban sazonados con un racismo manifiesto hacia la gente de los países a los que fue enviado. “Es terrible que perdamos a tantos hombres luchando en las batallas de estos d—d spigs, todo porque [el banco de Wall Street] Brown Bros. tiene algo de dinero aquí”. En Haití, el propio Butler fue responsable de la institución del trabajo de corvée para la construcción de carreteras, que era un reclutamiento de trabajo no remunerado que se aplicaba con violencia, incluido el asesinato de aquellos que intentaban escapar. “¿No es eso esclavitud?”, preguntó un sobreviviente.

Gangsters of Capitalism no es solo una biografía de Butler. El marine muerto hace mucho tiempo también sirve como Virgilio de Katz, guiándolo en un viaje alrededor del mundo y a través del infierno de la vida después de la muerte del imperio. El propio Katz se enteró de Butler como reportero de Associated Press en Haití. Con sede en la capital haitiana de Puerto Príncipe durante el terremoto de 2010, Katz informó sobre el desastre, que  mató al menos a 100.000 personas; escapó de la casa que servía como oficina de AP poco antes de que colapsara. La pobreza de Haití, la  más cruda del hemisferio, indudablemente agravó el desastre natural del terremoto en una tragedia humana. (Chile tuvo un terremoto de mayor magnitud el mismo año, y las muertes numerados en  cientos.)

Y la pobreza de Haití es inextricable de su trato castigador por parte del resto del mundo, incluido Estados Unidos. En el siglo XVIII, había sido la colonia más rica de Francia, con una economía que dependía de la mano de obra esclava para producir azúcar, café y otros productos tropicales. Su revolución de 1791 a 1804, que tomó la forma de una revuelta de esclavos, la convirtió en la primera república negra del mundo. Su abolición de la esclavitud aterrorizó a los propietarios de esclavos en todo el continente americano. El país recién independizado enfrentó décadas de represalias imperiales. A través de la diplomacia de las cañoneras, Francia obligó a Haití a aceptar una enorme indemnización a cambio de reconocimiento. Años más tarde, Estados Unidos también intervino, con el argumento de que su objetivo era evitar que las potencias europeas ocuparan países del hemisferio occidental para cobrar deudas. Más de la mitad de las reservas de oro de Haití fueron llevadas a Nueva York en 1914, y la ocupación siguió de 1915 a 1934. El pago final de la indemnización de Haití se hizo en 1947, no a Francia, sino al National City Bank de Nueva York, el actual Citibank.

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Oficiales estadounidenses, Haití, 1915.

Como la mayoría de las potencias imperiales, Estados Unidos describió su ocupación como altruista. Pero su idea de altruismo colocó los intereses comerciales estadounidenses y la “estabilidad” política en primer lugar. Aquellos que se levantaron en rebelión fueron brutalmente reprimidos. Estados Unidos insistió en cambios a la constitución para permitir la propiedad extranjera de la tierra, lo que requirió la disolución de la legislatura de Haití a punta de pistola. Las fuerzas de ocupación estadounidenses trabajaron con las élites locales para imponer su visión del orden social, bloqueando las desigualdades existentes y desmantelando los mecanismos a través de los cuales podrían abordarse. Mucho después de que las tropas estadounidenses se hayan ido, estos legados permanecen.

Mientras Katz sigue a Butler por todo el mundo, descubre que los recuerdos de las intervenciones estadounidenses son complejos. En Panamá, los grafitis que piden la expulsión de Estados Unidos de América Latina son pintados por pandillas callejeras que usan los nombres de “Irak” o “Pentágono”. El alcalde de Balangiga en Filipinas, el sitio de un ataque mortal contra las tropas estadounidenses que llevó a represalias generalizadas y brutales, le cuenta a Katz sobre el servicio de su propio hermano en los Marines de los Estados Unidos. Cuando Katz trata de resumir los puntos de vista del alcalde como “Tienes que recordar y olvidar al mismo tiempo”, el alcalde acepta instantáneamente.

Algunas de las visitas de Katz producen evidencia más convincente de legados en curso que otras. Butler fue parte de una ocupación de la ciudad mexicana de Veracruz en 1914, que las compañías petroleras estadounidenses habían alentado a proteger sus inversiones durante la Revolución Mexicana. Pero conectar esa ocupación con la política energética nacionalista del actual presidente mexicano requiere muchos puntos. En otros lugares, la dinámica de la represión se ha invertido. En Nicaragua, el gobierno de Daniel Ortega utiliza la historia del imperialismo estadounidense para  justificar un gobierno autoritario. Y en China, un grupo de académicos que hablaron con Katz no están ansiosos por responder a sus preguntas sobre si China, cuyo comportamiento hacia las islas cercanas y su presión financiera sobre los gobiernos aliados sería reconocible para Butler, también podría actuar como una potencia imperial.

El retiro formal de Butler del Cuerpo de Marines se produjo en 1931. Había pasado algunos años en la década de 1920 como director de seguridad pública de Filadelfia, cuando tomó una línea dura contra el vicio mientras intentaba interrumpir las redes de protección operadas por oficiales de policía corruptos. Lo vio todo como parte de una lucha más amplia contra el “gangsterismo”. A finales de la década de 1920, sus hijos estaban en la universidad, y él necesitaba ingresos suplementarios. Pronto se dio cuenta de que había una audiencia para sus historias. A veces lo metían en problemas: lo pusieron bajo arresto domiciliario después de contar una historia sobre Mussolini atropellando a un niño. Pero sus observaciones privadas pronto se convirtieron en parte de la conversación pública en un país que experimenta la Gran Depresión y observa el desarrollo del fascismo y el militarismo en Europa.

51d8aZNSksL._SX355_BO1,204,203,200_En los Estados Unidos, Butler se opuso a su propagación. En 1934, testificó  ante el Congreso que había sido abordado por banqueros de Wall Street para organizar un golpe fascista contra Franklin Roosevelt. Si este “complot comercial” había avanzado hasta el punto de ser una amenaza seria sigue sin resolverse, pero Butler ciertamente había sido testigo de cómo las empresas cambiaban un gobierno que encontraban desagradable muchas veces en su carrera. “Mi interés”, dijo, “es mantener una democracia”. En 1935, algunos de sus discursos más populares fueron compilados en un panfleto llamado  War Is a Racket, que  caracteriza el conflicto militar como algo “llevado a cabo para el beneficio de unos pocos, a expensas de muchos”. Era, como dice Katz, “una jeremiada para una audiencia masiva” que esperaba que detuviera la próxima guerra.

Butler murió en 1940 y se desvaneció de la prominencia pública. Pero Katz argumenta que la vida de Smedley Butler es una que debemos recordar. Como para reforzar el punto, mientras Gangsters of Capitalism  estaba en prensa, los EE.UU. Los militares  se retiraron de Afganistán, poniendo fin a una guerra de 20 años que trajo más prosperidad al norte de Virginia que al propio Afganistán. En septiembre, la Patrulla Fronteriza hizo retroceder a un grupo de haitianos  que buscaban refugio en la frontera con Estados Unidos. Al mismo tiempo, la administración Biden buscó encontrar un contratista privado para contratar guardias de habla criolla para  operar un centro de detención de migrantes en la Bahía de Guantánamo, probablemente para haitianos detenidos en el mar. Todo esto hace que Butler sea tan relevante como si estuviera escribiendo ayer.

Parte del desafío de evaluar el legado de Butler es que ha sido recordado de maneras muy diferentes por diferentes personas. Un joven infante de marina podría aprender del Mayor Butler que se mantuvo como un valiente militar y que fue uno de los primeros teóricos de la contrainsurgencia. A este infante de marina en entrenamiento le gustaría tener la seguridad de que si son llamados a arriesgar su vida, lo harán por la defensa nacional, y que podrán estar orgullosos de lo que han hecho. Podrían estar inclinados a descartar al Mayor Butler antibélico como una manivela amarga.

Al mismo tiempo, deben saber que muchos veteranos se sienten atraídos por los textos ocultos de Butler mientras intentan comprender sus experiencias de despliegue. Podrían reconocer en Butler una advertencia sobre las limitaciones inherentes de poner las tareas de la violencia estatal en manos de jóvenes asustados, por valientes que sean. Que, incluso con la mejor de las intenciones, la principal preocupación del gobierno de los Estados Unidos nunca será el bienestar de las personas ocupadas, siempre será el de los estadounidenses, y esto producirá resentimiento. Podrían reconocer que la presencia de Estados Unidos cambia el equilibrio interno de poder en las sociedades, a menudo hacia el autoritarismo. Los estadounidenses a menudo dan por sentadas sus propias buenas intenciones, que luchan por comprender la resistencia a sus intentos de controlar y cambiar el mundo.

La explicación de Butler para esto, por supuesto, es que los intereses comerciales están moviendo los hilos, manipulando la política exterior en su beneficio. Estas son las líneas de “extorsionador para el capitalismo” a menudo citadas por el antiimperialista Chomsky, quien admira tanto a Butler el disidente que una vez colocó una pegatina de las palabras de Butler en la puerta de su oficina. Según esta forma de pensar, el ejército estadounidense proporciona las tropas de choque del capital global, en una conspiración para garantizar la rentabilidad de las corporaciones estadounidenses. Trate de encontrar la mentira, si lo desea, en la declaración de Butler: “Ayudé a que México, y especialmente Tampico, fuera seguro para los intereses petroleros estadounidenses en 1914. Ayudé a hacer de Haití y Cuba un lugar decente para que los chicos del National City Bank recaudaran ingresos en…. Ayudé a purificar Nicaragua para la casa bancaria internacional de Brown Brothers en 1909-1912”. No hay ninguno.

Pero también hay limitaciones para esa visión del mundo, y Butler, por muy bien posicionado que estuviera, no lo vio todo. Tenía razón en que el bienestar de la economía de los Estados Unidos, y de las corporaciones estadounidenses, tiene un lugar importante en el pensamiento estratégico de los Estados Unidos. Pero el gobierno de los Estados Unidos consiste en muchos departamentos superpuestos, y cuando se toman medidas en el extranjero, no solo obedecen a una sola lógica. La geopolítica, la ideología y las consideraciones domésticas a menudo se cruzan: Woodrow Wilson, al ordenar la ocupación de Veracruz, fue presionado  por las compañías petroleras estadounidenses; también actuó para detener la llegada de un cargamento de armas alemanas a Victoriano Huerta, el gobernante que representó la restauración de la dictadura en México. En eventos fuera del tiempo de Butler, está el ejemplo de la United Fruit Company  presionando  a la CIA para derrocar al gobierno de Guatemala en 1954 cuando se enfrentó a la nacionalización de su tierra. Pero por lo que vale, el ex jefe del Partido Comunista de Guatemala  pensó que  “nos habrían derrocado incluso si no hubiéramos cultivado plátanos”. A medida que Estados Unidos profundizaba su guerra en Vietnam, no había negocios estadounidenses de importancia.

El problema no es solo que la política exterior de Estados Unidos es codiciosa y que sus intenciones son malas; es que incluso cuando sus intenciones son buenas, también puede producir desastres.

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El Mayor General Smedley D. Butler con las mascotas de los Infantes de Marina, Quantico, Virginia, 1931. Fue Butler quien introdujo a los bulldogs ingleses como mascotas de los Marines en la década de 1920.

El modelo de Butler produce ideas. Las empresas estadounidenses presionan para que la política exterior de los Estados Unidos satisfaga sus necesidades, y el destino de la propiedad de los Estados Unidos recibe una deferencia desproporcionada. Pero reducir la política exterior de Estados Unidos a un “complot empresarial” puede producir una especie de antiimperialismo barato, en el que el mal comportamiento es simplemente el resultado de grupos de presión o intereses ocultos. Su simplicidad a veces desplaza las situaciones más complejas que también surgen. Una historia de la ocupación de Nicaragua de 1912 a 1933, escrita por  el erudito Michel Gobat, reveló que benefició a los pequeños agricultores y a las élites frustradas. Mostró cuán seriamente los Estados Unidos tomaron la tarea, a fines de la década de 1920, de supervisar el voto justo en el campo. Entrenó a una fuerza militar de élite, que pretendía supervisar las elecciones y luchar contra la rebelión izquierdista de Augusto Sandino. Y, sin embargo, después de que el ejército estadounidense abandonara Nicaragua, el jefe de la fuerza de élite que había entrenado tomó el poder en el país. Su familia lo mantuvo durante la mayor parte de las siguientes cuatro décadas en una dictadura brutal. No fue el resultado deseado; fue, como dice Gobat, uno de los “efectos iliberales del imperialismo liberal”. Esta es una crítica más profunda y desafiante que la que ofrece Butler. El problema no es solo que la política exterior de Estados Unidos es codiciosa y que sus intenciones son malas; es que incluso cuando sus intenciones son buenas, la naturaleza de su presencia también puede producir desastres.

Pero si hay momentos que requieren más sofisticación, es notable lo lejos que te llevará un poco de Mayor Butler vulgar. A Butler se le pagaba por sus discursos, después de todo, no por una disertación. En uno de sus viajes por el sendero Butler, en Haití, Katz está hablando con trabajadores de la construcción cerca de un parque industrial, que a su vez está cerca de la tumba de un hombre asesinado por los marines en 1919. Cuando Katz explica su proyecto de libro y que la mayoría de los estadounidenses no tienen idea de que su país alguna vez ocupó Haití, la mayoría de los trabajadores se ríen. Uno está incrédulo. “¡No creo que los estadounidenses no sepan de eso!”, grita. “¿Cómo es eso posible?” A veces el mundo es un lugar vulgar, donde otros pagan el precio de la ignorancia estadounidense.

 

Traducción de Norberto Barreto Velázquez

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Comparto com mis lectores este interesante escrito del periodista y cineasta español Maurico Vicent sobre uno de los episodios más interesantes de la historia de la mafia estadounidense: la llamada conferencia de la Habana de 1946. Convocados por el famoso cappo de tutti capi Charlie «Lucky» Luciano, en diciembre de ese año se reunieron en el Hotel Nacional los jefes de las principales familias mafiosas estadounidense.

El artículo de Vicent, que parece ser la primera de varias entregas, retrata muy bien el contexto y el significado de dicha reunión.


Cónclave en La Habana

Mauricio Vicent

El  País 16 de junio de 2021

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El Nacional siempre fue un hotel de estrellas y cineastas. Figuras de Hollywood como Buster Keaton, John Wayne, Marlon Brando, Rita Hayworth, Fred Astaire, Walt Disney o Gary Cooper se hospedaron en el establecimiento antes de la revolución de Fidel Castro, y después, a partir de 1979, cuando se creó el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y el Nacional se convirtió en su sede principal, de nuevo empezaron a desfilar por su gran vestíbulo nombres famosos de la profesión, Rober Redford, Francis Ford Coppola, Spielberg, Harry Belafonte, Kevin Costner, entre otros, además de lo mejor del cine latinoamericano y europeo. Cada mes de diciembre, llegado el Festival, al caer la noche los bares y terrazas del hotel se llenaban de tertulias, tragos, besos, bromas y proyectos, y en una de aquellas mesas de madrugada un famoso productor habló de la idea de hacer un documental sobre la mafia en Cuba. Todo el mundo se entusiasmó, y los que sabían algo del asunto le cayeron arriba al hombre: el Nacional tenía que estar en esa historia.

En octubre de 1946, uno o dos meses después de haberse esfumado de Italia, adonde había sido deportado por el gobierno de Estados Unidos, Charles Lucky Luciano apareció en La Habana y se alojó en una suite del Nacional, que la administración del hotel todavía conserva más o menos como estaba para disfrute de curiosos y fans de los cuentos de gánsteres. Era la 211.

Charles Lucky Luciano, tras salir de la cárcel en 1946.

Charles Lucky Luciano, tras salir de la cárcel en 1946.

En sus memorias, dictadas antes de morir de un infarto en 1962, el capo describe así su sensación al entrar al Nacional: “Cuando llegué a la habitación, el botones corrió las cortinas de las grandes ventanas y eché una mirada. Casi podía ver toda la ciudad. Las palmeras me llamaron la atención. Donde dirigieras la mirada había palmeras y sentí como si estuviera en Miami. De súbito, me di cuenta por primera vez en más de diez años que no estaba esposado y que nadie estaba a mi lado, algo que sentía hasta cuando paseaba por Italia”.

Luciano había sido detenido en 1936 y condenado a 30 años de cárcel, pero gracias a su apoyo a los servicios de inteligencia norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial –por contribuir a evitar sabotajes enemigos en los muelles de Nueva York y facilitar el desembarco aliado en Sicilia-, le fue conmutada la pena a cambio de su deportación. En febrero de 1946 Luciano llegó a Italia desterrado, pero desde allí no podía dirigir sus negocios, lo supo de inmediato. De ahí su fascinación por lo que vio desde la habitación: “Cuando miré el Caribe desde la ventana, me di cuenta de algo más; el agua era tan hermosa como la de la bahía de Nápoles, pero estaba solo a 90 millas de Estados Unidos. Eso significaba que prácticamente estaba de nuevo en América”.

Aquel viaje clandestino a La Habana lo había montado su hombre de confianza, Meyer Lansky, que por su condición de judío y no siciliano tenía voz pero no voto en las reuniones de La Comisión, el sindicato del crimen que creó Luciano en 1932 para pacificar las broncas entre las familias y repartirse el pastel de forma más democrática. Lansky, que llevaba tiempo instalado en la capital cubana, había conseguido los derechos del juego en el casino del Nacional además de acotejar sus negocios con otros miembros del hampa asentados en la isla, entre ellos los importantes Santo Trafficante Jr., de Miami, y Amleto Battisti, dueño del hotel Sevilla y de su casino desde 1939. Todos tenían grandes intereses en el turismo y en los juegos de azar, además de buenas conexiones políticas en Cuba, aunque Lansky era el mejor conectado con el hombre clave, Fulgencio Batista, que en 1952 daría un golpe de Estado.

Fulgencio Batista (izquierda) con Meyer Lansky y su esposa, en La Habana en los años cincuenta.

Fulgencio Batista (izquierda) con Meyer Lansky y su esposa, en La Habana en los años cincuenta.CORTESÍA DEL HOTEL NACIONAL.er a caption

 En el bar Vista al Golfo, situado en el ala oeste del hotel, con grandes ventanales abiertos al mar, se conserva todavía una de las ruletas del antiguo casino y algunos carnés de los dealers y croupiers que trabajaron en él en los años cincuenta. También hay fotos de Luciano, Lansky, Anastasia y otros legendarios hombres de honor, y uno imagina cómo debió ser aquello en aquellos días.

A Lansky le llamaban el Pequeño -por su estatura, que era inversamente proporcional a su inteligencia-, y fue él quien preparó meticulosamente el viaje del jefe, que tras pasar una semana alojado en el Nacional se mudó a una lujosa casa con jardín en el barrio de Miramar. A iniciativa del Luciano, Lansky convocó a los principales representantes de las bandas el 22 de diciembre en el Nacional, una conferencia que dejaría chiquita a la última gran reunión de la mafia, realizada en Atlantic City en 1929. El día 20 empezaron a llegar los delegados. De Nueva York y Nueva Jersey asistieron Joe Adonis, Albert Anastasia, Joe Bananas, Frank Costello, Tommy Lucchese, Joe Profaci y Willie Moretti, entre otros. De Buffalo, Steve Magaddino, y de Chicago su principal consejero, Tony Accardo y los hermanos Fischetti, Charlie y Rocco, primos y herederos de Al Capone, que ya había salido de la cárcel pero agonizaba en su casa de Palm Beach de una sífilis cerebral. De Nueva Orleans vino Carlos Marcello y de Florida Santo Trafficante, un hombre “serio y duro, y una de las pocas personas con quien Meyer jamás se metería”, al decir de Luciano.

Detalle de la habitación del Hotel Nacional de Cuba que ocupó Charles Lucky Luciano en 1946. En la fotografía, su hombre de confianza, Meyer Lansky.

Detalle de la habitación del Hotel Nacional de Cuba que ocupó Charles Lucky Luciano en 1946. En la fotografía, su hombre de confianza, Meyer Lansky.YANDER ZAMORA.nter a caption

Por supuesto, también voló a La Habana Vito Genovese, recién salido de prisión y que empezaba a tramar el modo de suceder a Luciano. Por una cuestión de respeto al hombre que renunció a ser el capo de tutti capi para crear La Comisión en beneficio de la organización, todos los delegados llegaron de Estados Unidos con sobres. Fueron 150.000 dólares, que Luciano empleó en adquirir una pequeña participación del casino del Nacional, operación que a la vez servía para justificar su presencia en Cuba si se presentaba algún problema con la ley. Con los muchachos ya instalados en los cuatro pisos superiores del Nacional, Luciano regresó a la suite 211, y la planta del hotel donde se celebraron las reuniones fue cerrada a los demás huéspedes.

Primera grabación de Frank Sinatra | Stereo Cien 100.1 FM

Frank Sinatra

Ni una sola noticia salió en la prensa, pero si alguien hubiera preguntado, había una razón para semejante reunión: se celebraba para honrar a Frank Sinatra. “Frank era un buen chico y todos estábamos orgullosos de él, del modo en que había llegado al estrellato”, contaría Luciano. “Cantaba en los bares de por ahí y a todos los muchachos les gustaba. Cuando llegó el momento en que se necesitó algo de pasta para poner a Frank frente al público, ellos la pusieron. Tenía un puesto trabajando para la banda de Tommy Dorsey y ganaba unos 150 a la semana, pero necesitaba publicidad, ropa, diferentes aparatos de música y todo eso costaba bastante dinero; pienso que fueron unos cincuenta o sesenta mil dólares. Di el visto bueno para lo del dinero y salió del fondo… Todo eso le ayudó a convertirse en una gran estrella y solo mostraba el agradecimiento al venir a La Habana a saludarme”. Luciano siempre defendió que Sinatra no hizo para ellos ningún trabajo sucio. “Solo daba unos regalos a gente diferente, como una pitillera de oro, un reloj, ese tipo de cosas, pero eso era todo. Por lo que sé, siempre fue número uno y honrado”.
Detalles del hotel Nacional en los años cincuenta.

Detalles del hotel Nacional en los años cincuenta.CORTESÍA DEL HOTEL NACIONAL. caption

En la conferencia del Nacional había varios temas relevantes. Uno era si entrar de lleno en el negocio de las drogas, como quería Genovese y a lo que Luciano se oponía. Estaba también el asunto de la expansión en Cuba y el problema con Bugsy Siegel y su hotel Flamingo, a punto de inaugurarse en Las Vegas, donde la organización había gastado millones y se anticipaban grandes pérdidas. La mayor parte de los delegados eran partidarios de liquidar a Bugsy por haberles estafado, pero se decidió dar un margen para ver qué pasaba con la apertura (finalmente, Siegel fue asesinado seis meses después en Beverly Hills). Sin embargo, lo que en realidad se estaba dirimiendo en el cónclave de La Habana era algo mucho más importante: el liderazgo de la organización.

“Abrí la reunión expresando mi agradecimiento de que todos hubieran aceptado mi invitación. Y también les agradecí los sobres. Entonces expliqué que ahora estaba de vuelta de este lado del Atlántico y que dirigiría las cosas con mi nombre verdadero de Salvatore Lucania. Les recordé que me llamaran de ese modo y que no usaran el nombre de Luciano ni Charlie Lucky, porque era importante hacer el menor ruido posible”. En sus memorias, afirma que durante aquel encuentro miró a los ojos a Genovese al comentar que él no quería el título de Jefe de Jefes, pues para algo había creado La Comisión. “Anastasia se puso de pie y me dijo: ‘Charlie, perdona si interrumpo. Quiero decir esto delante de todos. Para mi eres el Jefe de Jefes, te guste o no, y me gustaría que si alguien no piensa de la misma manera, lo dijera”.

Vito Genovese - Wikipedia, la enciclopedia libre

Vitto Genovese

Genovese le pidió después a Luciano reunirse a solas en la habitación, y allí le soltó que los tipos de Washington ya sabían que él estaba en Cuba y podía haber problemas para todos, por lo que le aconsejaba retirarse y cederle el mando. Pero además, dijo, quería la mitad de las ganancias de Italia. Luciano se volvió loco y se abalanzó sobre él: “Le di en el estómago y en los riñones y cuando cayó al suelo le empecé a patear en la panza. Con cada golpe, le decía que solo era un mierda y una podrida rata napolitana y traidora… Lo golpeé tanto que no pudo salir de su habitación durante tres días”. Terminada la conferencia, en las siguientes semanas Luciano cometió un grave error. Había empezado a salir con una belleza neoyorquina llamada Beverly Paterno, y ambos se exhibieron en el hipódromo, en clubes y restaurantes, hasta que la prensa norteamericana publicó la noticia de la presencia de Luciano en La Habana. En marzo, por presiones de EE UU, fue deportado a Italia.

El último testamento de lucky luciano - martin - Vendido en Venta Directa -  68032634Lansky, Trafficante y Battisti siguieron en La Habana como si nada, y al Nacional continuaron llegando estrellas de Hollywood. En las paredes de sus pasillos están las fotos, Errol Flynn, Ava Gardner o Spencer Tracy durante el rodaje de El viejo y el mar, también las de Sarita Montiel, María Félix, Jorge Negrete Y Cantinflas. Hasta que murió de un infarto en Nápoles, Luciano soñó con que su vida fuera llevada al cine por el guionista y productor norteamericano Martin A. Gosch. El proyecto al final se frustró porque el Pequeño y otros jefes creyeron que la publicidad les podría perjudicar. Gosch llamó a Luciano y se lo contó, y fue entonces cuando Salvatore Lucania, nacido en el pequeño pueblo siciliano de Lercara Friddi el 24 de noviembre de 1897 y llegado a Nueva York a los nueve años de edad, le pidió a Martin dictarle sus recuerdos, que aparecieron en el libro El último testamento de Lucky Luciano. Tres años antes de su muerte, triunfó la revolución de Fidel Castro y las ruletas de los casinos habaneros dejaron de girar. Un trovador llamado Carlos Puebla dio a conocer por entonces uno de sus grandes éxitos, el estribillo decía: “se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar”.

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Me acabo de leer un libro fascinante, Ten Days in Harlem. Fidel Castro and the Making of the 1960s (Faber and Faber, 2020). Su autor, Simon Hall, enfoca la visita de Fidel Castro a Nueva York en setiembre de 1960 para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas de ese año. Durante los diez días que el jefe supremo de la Revolución Cubana estuvo en la Gran Manzana, hospedado en un hotel en Harlem,  provocó más de un dolor de cabeza a las autoridades estadounidenses.

Hall, quien es profesor en la School of History de la University of Leeds, hace un trabajo excelente en este libro, que además está muy bien escrito. Citando a la historiadora afroestadounidense Brenda Gayle Plummer, Hall cataloga la visita de Castro como «a Cold War watershed» (un momento decisivo de la guerra fría). Su viaje colocó al cubano en la escena mundial, convirtiéndole en líder y símbolo del  antimperialismo. En los díez días que estuvo en Nueva York, Castro se reunió con Nehru, Nkrumah, Nasser, Kruschev y Malcom X, y recibió, además,  las simpatías de miles de niuyorquinos. Su visita fue un éxito de relaciones públicas. Su estadía sirvió también para consolidar una relación más estrecha con la Unión Soviética. Fue claro para todos los que lo observaron la camaradería y respeto mutuo  entre Castro y Khruschev.  Su estadía en un hotel de Harlem, barrio de población mayoritariamente negra y pobre, expusó el problema del racismo en Estados Unidos. Según Hall, la visita de Castro «inspiró la adulación de una Nueva Izquierda emergente y ayudó a iniciar una nueva década de tumulto político, social y cultural de una manera apropiadamente irreverente, rebelde y anárquica.» (Mi traducción.) 

49639352. sy475 Para las autoridades estadounidenses, quienes hubieran preferido no tener de visita a Castro, la estadía del líder cubano acabó de convencerles de que era necesaria su remoción, lo que aceitó la maquinaria burocrática que llevaría al fiasco de Bahía de Cochinos en abril de 1961.

Para quienes analicen los años 1960,  el llamado Global South, la revolución cubana y las relaciones de Estados Unidos y América Latina, este libro debe ser lectura obligada. El trabajo de Hall sirve también de llamada de atención a una interesante historiografía sobre Estados Unidos desarrollada por académico británicos.

Comparto con mis lectores este ensayo escrito por el historiador Francisco Martínez Hoyos analizando las visitas que realizó Castro a Estados Unidos en 1959 y 1960.

Quienes estén interesado en el libro de Hall pueden escuchar una entrevista suya publicada en la New Books Network en setiembre de 2020.


Desde su independencia de España en 1898, Cuba vivió sometida a una humillante dependencia de los “gringos”, hasta el punto de ser considerada su patio trasero. La película El Padrino II refleja bien cómo, en la década de 1950, los gángsters estadounidenses tenían en la isla su propio paraíso. Gracias a sus conexiones con el poder, la mafia realizaba suculentos negocios en la hostelería, el juego y la prostitución. Miles de turistas llegaban dispuestos a vaciar sus bolsillos a cambio de sol, sexo y otras emociones fuertes en los casinos y los clubes que se multiplicaban sin control por La Habana.

El historiador Arthur M. Schlesinger Jr., futuro asesor del gobierno de Kennedy, se llevó una penosa impresión de la capital caribeña durante una estancia en 1950. Los hombres de negocios habían transformado la ciudad en un inmenso burdel, humillando a los cubanos con sus fajos de billetes y su actitud prepotente.

Cuba estaba por entonces en manos del dictador Fulgencio Batista, un hombre de escasos escrúpulos al que no le importaba robar ni dejar robar. Una compañía de telecomunicaciones estadounidense, la AT&T, le sobornó con un teléfono de plata bañado en oro. A cambio obtuvo el monopolio de las llamadas a larga distancia.

Barrio marginal de La Habana en 1954, junto al estadio de béisbol y a un cartel de un casino de juego.

Barrio marginal de La Habana en 1954, junto al estadio de béisbol y a un cartel de un casino de juego.
 Dominio público

Para acabar con la corrupción generalizada y el autoritarismo, el Movimiento 26 de Julio protagonizó una rebelión que el régimen, pese a la brutalidad de su política represiva, fue incapaz de sofocar. Tenía en su contra a los sectores progresistas de las ciudades, en alianza con los guerrilleros de Sierra Maestra, dirigidos por líderes como Fidel Castro o el argentino Ernesto “Che” Guevara.

Se ha tendido en muchas ocasiones a presentar la revolución antibatistiana como el fruto de una intolerable opresión económica. En realidad, el país era uno de los más avanzados de América Latina en términos de renta per cápita o nivel educativo, aunque los indicadores globales ocultaban las fuertes desigualdades entre la ciudad y el campo o entre blancos y negros. Las verdaderas causas del descontento hay que buscarlas más bien en el orden político. Entre los guerrilleros predominaba una clase media que aspiraba a un gobierno democrático, modernizador y nacionalista.

Entre la opinión pública norteamericana, Fidel disfrutó en un principio del estatus de héroe, en gran parte gracias a Herbert Matthews, antiguo corresponsal en la Guerra Civil española, que en 1957 consiguió entrevistarle. Matthews, según el historiador Hugh Thomas, transformó al jefe de los “barbudos” en una figura mítica, al presentarlo como un hombre generoso que luchaba por la democracia. De sus textos se desprendía una clara conclusión: Batista era el pasado y Fidel, el futuro.

Happy New Year

A principios de 1959, la multitud que celebraba la llegada del año nuevo en Times Square, Nueva York, acogió con alegría la victoria de los guerrilleros cubanos. El periodista televisivo Ed Sullivan se apresuró a viajar a La Habana, donde consiguió entrevistar al nuevo hombre fuerte. Había comenzado el breve idilio entre la opinión pública norteamericana y el castrismo.

Poco después, en abril, el líder revolucionario realizó una visita a Estados Unidos, invitado por la Asociación Americana de Editores de Periódicos. Ello creó un problema protocolario, ya que la Casa Blanca daba por sentado que ningún jefe de gobierno extranjero iba a visitar el país sin invitación oficial. Molesto, el presidente Eisenhower se negó a efectuar ningún recibimiento y se marchó a jugar al golf.

Fidel Castro firma como primer ministro de Cuba el 16 de febrero de 1959.

Fidel Castro firma su nombramiento como primer ministro de Cuba el 16 de febrero de 1959. Dominio público

En esos momentos, sus consejeros estaban divididos respecto a la política a seguir con Cuba. Unos defendían el reconocimiento del nuevo gobierno; otros preferían aguardar a que se definiese la situación. ¿Qué intenciones tenía Castro? ¿No sería, tal vez, un comunista infiltrado?

Parte de la opinión pública norteamericana, sin embargo, permanecía ajena a esos temores. Algunos periódicos trataron con cordialidad al recién llegado, lo mismo que las principales revistas. Look y Reader’s Digest, por ejemplo, le presentaron como un moderno Robin Hood.

El senador demócrata John F. Kennedy, futuro presidente, le consideraba el continuador de Simón Bolívar por encarnar un movimiento antiimperialista, reconociendo así que su país se había equivocado con los cubanos al apoyar la sangrienta dictadura batistiana. Entre los intelectuales existía un sentimiento de fascinación similar.

Muchos norteamericanos supusieron que el líder latinoamericano buscaba ayuda económica. Fidel, sin embargo, proclamó en público su voluntad de no mendigar a la superpotencia capitalista: “Estamos orgullosos de ser independientes y no tenemos la intención de pedir nada a nadie”. Sus declaraciones no podían interpretarse al pie de la letra. Sabía sencillamente que no era el momento de hablar de dinero, pero había previsto que un enviado suyo, quince días después, presentara a la Casa Blanca su demanda de inversiones.

En su opinión, ese era el camino para promover el desarrollo industrial, algo totalmente imposible sin el entendimiento con el coloso norteamericano. De ahí que insistiera, una y otra vez, en que no era partidario de las soluciones extremas: “He dicho de forma clara y definitiva que no somos comunistas”.

Ofensiva de encanto

Allí donde iba, Fidel generaba la máxima expectación. En las universidades de Princeton y Harvard sus discursos le permitieron meterse en el bolsillo a los estudiantes. En el Central Park de Nueva York, cerca de cuarenta mil personas siguieron atentamente sus palabras. No hablaba un buen inglés, pero supo ganarse al público con algunas bromas en ese idioma. De hecho, todo su viaje puede ser entendido como una “ofensiva de encanto”, en palabras de Jim Rasenberger, autor de un estudio sobre las relaciones cubano-estadounidenses. Castro, a lo largo de su visita, no dejó de repartir abrazos entre hombres, mujeres y niños.

Fidel Castro en la asamblea de la ONU en 1960.

Fidel Castro en la asamblea de la ONU en 1960.
 Dominio público

El entonces vicepresidente, Richard Nixon, se encargó de sondear sus intenciones en una entrevista de dos horas y media, en la que predicó al jefe guerrillero sobre las virtudes de la democracia y le urgió a que convocara pronto elecciones. Fidel escuchó con receptividad, disimulando el malestar que le producía la insistencia en si era o no comunista. ¿No era libre Cuba de escoger su camino? Parecía que a los norteamericanos solo les importara una cosa de la isla, que se mantuviera alejada del radicalismo de izquierdas.

Según el informe de Nixon acerca del encuentro, justificó su negativa a convocar comicios con el argumento de que su pueblo no los deseaba, desengañado por los malos gobernantes que en el pasado habían salido de las urnas. A Nixon Castro le pareció sincero, pero increíblemente ingenuo acerca del comunismo, si es que no estaba ya bajo su égida. Creía, además, que no tenía ni idea de economía. No obstante, estaba seguro de que iba a ser una figura importante en Cuba y posiblemente en el conjunto de América Latina. A la Casa Blanca solo le quedaba una vía: intentar orientarle “en la buena dirección”.

Desde entonces se ha discutido mucho sobre quién provocó el desencuentro entre Washington y La Habana. ¿Los norteamericanos, con su política de acoso a la revolución? ¿Los cubanos, al implantar un régimen comunista, intolerable para la Casa Blanca en plena Guerra Fría?

El envenenamiento

La “perla de las Antillas” constituía un desafío ideológico para Estados Unidos, pero también una amenaza económica. Al gobierno cubano no le había temblado el pulso a la hora de intervenir empresas como Shell, Esso y Texaco, tras la negativa de estas a refinar petróleo soviético. Los norteamericanos acabarían despojados de todos sus intereses agrícolas, industriales y financieros. Las pérdidas fueron especialmente graves en el caso de los jefes del crimen organizado, que vieron desaparecer propiedades por un valor de cien millones de dólares.

Como represalia, Eisenhower canceló la cuota de azúcar cubano que adquiría Estados Unidos. Fue una medida inútil, porque enseguida los soviéticos acordaron comprar un millón de toneladas en los siguientes cuatro años, además de apoyar a la revolución con créditos y suministros de petróleo y otras materias primas.

En septiembre de 1960, Fidel Castro regresó a Estados Unidos para intervenir en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Fue otra visita memorable. Tras marcharse de su hotel por el aumento astronómico de las tarifas, decidió alojarse en el barrio negro de Harlem, donde disfrutó de un recibimiento entusiasta.

Fidel Castro y el revolucionario Camilo Cienfuegos antes de disputar un partido de béisbol.

Fidel Castro y el revolucionario Camilo Cienfuegos antes de disputar un partido de béisbol. Dominio público.

Los periódicos norteamericanos aseguraban que los cubanos utilizaban su alojamiento para realizar orgías sexuales, pero Castro aprovechaba para recibir visitas importantes, como la del líder negro Malcolm X, el primer ministro indio Jawaharlal Nehru o Nikita Jruschov, mandatario de la Unión Soviética.

Desde la perspectiva del gobierno norteamericano, estaba claro que la isla había ido a peor. Batista podía ser un tirano, pero al menos era un aliado. Castro, en cambio, se había convertido en un enemigo peligroso. Lo cierto es que la Casa Blanca alentó desde el mismo triunfo de la revolución operaciones clandestinas para forzar un cambio de gobierno en La Habana, sin dar oportunidad a que fructificara la vía diplomática.

Por orden de Eisenhower, la CIA se encargó de organizar y entrenar militarmente a los exiliados cubanos. Era el primer paso que conduciría, en 1961, al desastroso episodio de Bahía de Cochinos, ya bajo mandato de Kennedy, en el que un contingente anticastrista fracasó estrepitosamente en su intento de invasión de la isla. Alejado entonces de cualquier simpatía por Fidel Castro, JFK le acusaba de traicionar los nobles principios democráticos de la revolución para instaurar una dictadura.

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La Smithsonian National Postal Museum’s Maynard Sundman Lecture Series invita a su próximo webinair titulado «Under Three Flags, the Postal History of the Spanish-Cuban/American War» por Yamil Kouri Jr. Ganador del 2020 Luff Award for Exceptional Contributions to Philately, el Sr. Kouri dialogará sobre su más reciente libro analizando el impacto de la guerra hispano-cubano-estadounidense sobre el servicio postal de los países involucrados en tal conflicto.

La conferencia será el día 9 de diciembre a las 4:00PM EST. Los interesados pueden registrarse aquí.

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La explosión y hundimiento del acorazado USS Maine el 15 de febrero de 1898 llevó a Estados Unidos a una guerra desigual contra España. Fondeado en la Bahía de la Habana, en el Maine murieron 266 marinos. El contexto de tensión en que se dio esta explosión, unido al  uso político que se le dio para justificar tal guerra, han llevado a más de uno a elaborar teorías conspiratorias para explicar este evento que cambió la historia no sólo de Cuba, sino también de Puerto Rico y las Filipinas. Comparto con mis lectores este trabajo del Profesor Edmundo Fayanas Escuer con la que, debo reconocer, es la explicación más detallada de las múltiples investigaciones y teorías sobre el hundimiento del Maine que haya leído.


El acorazado norteamericano Maine: ¿qué sucedió?

Edmundo Fayanas Escuer

Nueva Tribuna   22 de octubre de 2020

La guerra hispano-estadounidense fue un conflicto bélico, que enfrentó a España y a los Estados Unidos en el año 1898. Fue el resultado de la intervención norteamericana en la guerra de Independencia cubana.

El siglo XIX representó para el Imperio español un claro declive, mientras que los Estados Unidos pasaron de convertirse en un país recién fundado, a ser una potencia regional media. En el caso español, la decadencia venía de siglos anteriores, pero se aceleró primero con la invasión napoleónica, que a su vez provocaría la independencia f1de gran parte de las colonias americanas, y posteriormente la inestabilidad política, que desangró al país social y económicamente.

Las tensiones por Cuba entre España y Estados Unidos se llevaban teniendo desde los años 1870, cuando empiezan los movimientos nacionalistas cubanos ocasión aprovechada por los norteamericanos para potenciarla.

España se encontraba en una hipotética guerra contra EEUU en clara desventaja:

  • El aspecto militar era de una gran desigualdad para España, que disponía de una armada obsoleta y anticuada.
  • EEUU tenía más de 62 millones de habitantes en el año 1890, por unos 18 millones en España,
  • EEUU luchaba cerca de su territorio, mientras que España tenía que mandar tropas al otro lado del planeta, a Cuba o Filipinas.
  • EUU tenía grandes zonas industrializadas, mientras que España era principalmente agrícola.

España tenía un gobierno débil, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, y sacudido por el malestar social, la corrupción política y económica y las sucesivas guerras de independencia que, desde 1865, se venían librando en Cuba y Filipinas. Mantener las últimas colonias era vital para la estabilidad del país.

Sin embargo, la agitación nacionalista española, en la que la prensa escrita tuvo una influencia clave, provocó que el gobierno español no pudiera ceder y vender Cuba a EEUU, como por ejemplo antes había vendido Florida a ese país, en el año 1821.

Si el gobierno español vendía Cuba, sería visto como una traición por una parte de la sociedad española. El gobierno prefirió librar una guerra perdida de antemano, antes que arriesgarse a una nueva revolución, es decir, optó por una demolición controlada para preservar el Régimen de la Restauración.

La guerra fue relativamente breve. La explosión del acorazado Maine el quince de febrero del año 1898 fue el casus belli de esta guerra. Aún hoy se sigue discutiendo si fue un accidente, un ataque intencionado español o un ataque de bandera falsa de los propios norteamericanos.

Como veremos posteriormente, no fue provocado por los españoles. Simplemente se discute si fue un terrible accidente o provocado por los propios norteamericanos, cosa que a lo largo de la historia veremos que ha sido una práctica bastante habitual.

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Entonces la opinión pública estadounidense, convenientemente agitada por sus medios de comunicación, clamaban venganza. La guerra se declaró oficialmente un mes después. Aunque para las tropas norteamericanas la lucha en territorio cubano no fue tan favorable como se esperaban, como sucedió en las batallas terrestres de El Caney y de las Colinas de San Juan.

Sin embargo, las dos incontestables victorias navales norteamericanas con la batalla naval de Cavite en Filipinas del uno de mayo, y la batalla naval de Santiago de Cuba del tres de julio, donde fue destrozada la armada española, decantó la guerra a favor de los Estados Unidos.

La toma de Santiago de Cuba y la superioridad militar de las tropas norteamericanas, apoyadas en todo momento por las fuerzas cubanas al mando del general Calixto García, obligaron a los españoles, que ya estaban virtualmente acabados, a rendirse en el año 1898. El suceso abrió paso a la ocupación norteamericana de Cuba hasta el año 1902.

Estas derrotas provocaron, que el gobierno español pidiera en el verano de 1898 negociar la paz, que por intermediación de Francia, se plasmaría en el Tratado de París del diez de diciembre.

Los resultados del Tratado de París fueron la pérdida de la isla de Cuba, que se proclamó república independiente, pero quedó bajo tutela de Estados Unidos, así como de Puerto Rico, Filipinas y Guam, que pasaron a ser dependencias coloniales de Estados Unidos. En Filipinas, la ocupación estadounidense degeneró en la guerra filipino-estadounidense entre los años 1899-1902.

El resto de posesiones españolas del Pacífico fueron vendidas al Imperio alemán, mediante el Tratado hispano-alemán, del doce de febrero del año 1899, por el cual, España cedió al Imperio alemán sus últimos archipiélagos, las Marianas con la excepción de la isla de Guam, que pasaron a manos de los Estados Unidos, las Palaos y las Carolinas, a cambio de 25 millones de pesetas, ya que eran indefendibles por España.

¿Cómo fue el hundimiento del acorazado norteamericano Maine?

La tripulación del buque, constaba de 355 personas, estando formado por 26 oficiales, 290 marineros, y 39 infantes de marina. De estos, 261 perecieron en su hundimiento:

  • Dos oficiales y 251 marineros/infantes de marina, murieron en la explosión o en el hundimiento.
  • Siete más, fueron rescatados, pero murieron por las heridas recibidas.
  • Un oficial, murió posteriormente por una afección cerebral, causada por la explosión del barco…
  • De los 94 supervivientes, únicamente 19 resultaron heridos.

En enero del año 1898, el Maine fue enviado desde Cayo Hueso en el estado de Florida, a La Habana, para así proteger los intereses norteamericanos durante la guerra de la independencia cubana.

Tres semanas después, a las 21:40 del quince de febrero de 1898, hubo una explosión a bordo del acorazado Maine en el puerto de La Habana. Investigaciones posteriores revelaron que más de 5t de las cargas de pólvora de los cañones de 203 y 152 mm habían detonado, destruyendo un tercio de la parte delantera del buque.

Los restos del buque se hundieron rápidamente y quedaron en el fondo del puerto. La mayor parte de la tripulación se encontraba descansando en los dormitorios de tropa en la parte delantera del buque. Como hemos visto, 266 hombres perdieron la vida en la explosión o poco después, y otros ocho a consecuencia de sus heridas.

El capitán Sigsbee y la mayoría de los oficiales sobrevivieron a la explosión, ya que sus dormitorios estaban en la parte trasera del buque. En conjunto, hubo solo 89 supervivientes, de los que 18 eran oficiales. El veintiuno de marzo, un consejo de guerra naval en Cayo Hueso declaró que la causa de la explosión había sido una mina.

Los periódicos New York Journal y el New York World, que eran propiedad respectivamente de William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, dieron al hundimiento del acorazado Maine una intensa cobertura informativa, pero usaron tácticas de prensa amarilla.

Ambos periódicos exageraron y distorsionaron la información, alcanzando a veces la fabricación de noticias cuando no había disponible ninguna, que se ajustara a su línea editorial. Durante la semana siguiente al hundimiento, el Journal dedicaba ocho páginas y media a noticias, editoriales e imágenes sobre la tragedia.

Sus editores enviaron un equipo de reporteros y artistas a la Habana, incluido Frederic Remington y Hearst anunció una recompensa de 50.000 dólares para la captura de los culpables y para la condena de los criminales, que enviaron a 266 marinos americanos a la muerte.

El New York World, aunque sin llegar a los estridentes niveles y tono del Journal, entró sin embargo, en una teatralidad similar, insistiendo continuamente en que el Maine había sido bombardeado o minado.

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Pulitzer decía en privado, que nadie fuera de un manicomio podía realmente creer que España había decidido destruir el Maine. Sin embargo, esto no detuvo al New York World en su insistencia de que la única expiación que España podía ofrecer a los Estados Unidos por la pérdida del buque y de la vida de sus marinos era la completa independencia de Cuba.

Se achacó a las autoridades españolas, que no hubieran garantizado la seguridad del puerto de La Habana. Los norteamericanos manipulados por las noticias que llegaban de la guerra en Cuba, fueron conducidos a un auténtico estado de histeria.

La destrucción del Maine no provocó la inmediata declaración de guerra a España. Sin embargo, creó una atmósfera, que prácticamente impedía una solución pacífica. La guerra comenzó en abril de 1898, dos meses después del hundimiento. Los defensores de la guerra comenzaron a utilizar el grito “¡Recordad el Maine, al infierno con España!”.

LAS DISTINTAS INVESTIGACIONES

Hubo una investigación encargada por el Gobierno de España a los oficiales navales Del Peral y De Salas. Además, se encargó investigaciones al respecto a dos tribunales de la Armada estadounidense, el presidido por Sampson en el año1898 y el presidido por Vreeland en el año 1911.

El almirante Hyman G. Rickover encargó una investigación privada en el año 1976 acerca de la explosión. Posteriormente, la National Geographic Society realizó una investigación en el año 1999, utilizando simulaciones por ordenador. Todas las investigaciones llegaron a la conclusión de que fue la explosión de los almacenes de munición de proa la causante de la explosión del buque, pero tuvieron conclusiones diferentes sobre la causa de dicha explosión.

USS Maine (ACR 1)

El Maine hundido en la bahía de la Habana

Investigación española del año 1898

La investigación estaba encabezada por Del Peral y De Salas, reunió pruebas por mediación de los oficiales de artillería naval, que examinaron los restos del Maine. Del Peral y De Salas identificaron la combustión espontánea del carbón almacenado en las carboneras, localizadas junto a los almacenes de munición del Maine, como la causa de la explosión, aunque no se descartaba la posibilidad de que otros combustibles, como pinturas o productos secantes ocasionaran la explosión.

También, se incluían las siguientes observaciones:

  • Si hubiera sido una mina la causa de la explosión, se habría observado una columna de agua.
  • El viento y las aguas se encontraban en calma, por lo cual una mina de la época no podría haber sido detonada por contacto. Solo hubiera sido posible por electricidad, pero no se encontraron cables de ningún tipo.
  • No se encontraron peces muertos en el agua, como hubiera sido de esperar tras una explosión subacuática.
  • Los almacenes de munición normalmente no explotan cuando un buque se hunde tras impactar con una mina.

La prensa estadounidense de la época no informó de las conclusiones de esta investigación.

La Investigación de Sampson del año 1898

f10El gobierno de los Estados Unidos poco después del hundimiento ordenó la constitución de una comisión de investigación de la Armada, encabezada por el capitán William T Sampson. El gobernador español de Cuba, Ramón Blanco y Erenas había propuesto en su lugar una comisión conjunta hispano-estadounidense, Esta fue rechazada por el cónsul estadounidense en la isla.

El capitán Sigsbee había escrito que: “Muchos oficiales españoles, incluidos los representantes del General Blanco, están ahora con nosotros para expresarnos sus condolencias”.

En un telegrama, el ministro de Ultramar, Segismundo Moret, había aconsejado al gobernador Ramón Blanco “recoger todos los datos posibles que puedan probar que la tragedia del Maine no puede sernos atribuida.”

La armada norteamericana siguió el protocolo y se nombró al comandante en jefe de la escuadra del Atlántico Norte para hacerlo. El comandante, elaboró una lista de oficiales jóvenes para la Comisión.

Con el tiempo, se impusieron las regulaciones de la Armada y su presidencia recayó sobre el Capitán Sampson, que tenía un rango mayor que el de Sigsbee. La comisión empezó el veintiuno de febrero del año 1998 y tomó testimonio a los supervivientes, testigos y buzos enviados a investigar el pecio.

La comisión de Sampson concluyó sus resultados con dos partes:

  • El procedimiento, que consistía principalmente de testimonios, y las conclusiones, que fueron los hechos, según lo determinado por el tribunal.
  • La conclusión, el tribunal no dejó registros de cómo había llegado a las conclusiones basadas en los testigos, que eran frecuentemente incoherentes.

f9Otra inconsistencia fue que solo hubo un testigo técnico, el comandante George Converse, de la base de torpederos de Newport en Rhode Island. El Capitán Sampson leyó al comandante Converse una situación hipotética, en la que un fuego en una carbonera hiciera entrar en ignición los almacenes de proyectiles de 152 mm, con el resultado de una explosión que hundiera el buque.

Tras efectuar la lectura, preguntó al Comandante Converse sobre la factibilidad de tal escenario. Este simplemente afirmó, sin entrar en detalles, que no podía imaginarse cómo algo así podía suceder.

La Comisión concluyó que el Maine había sido volado por una mina, la cual había causado la explosión de los almacenes de munición de proa. Llegaron a esta conclusión basándose en el hecho, de que la mayoría de los testigos declararon, que habían oído dos explosiones y que esa parte de la quilla estaba doblada hacia adentro.

El informe oficial de la comisión, que se presentó al Departamento de la Armada en Washington, Distrito de Columbia, el 21 de marzo, especificaba lo siguiente:

“En la cuaderna 18 la quilla está partida en dos, y el doble fondo está roto en un ángulo similar al formado por las planchas del fondo exterior… En opinión del Tribunal, este efecto podría tener su origen en una única explosión de una mina situada bajo el fondo en torno a la cuaderna 18, y un poco a babor del buque” (parte del 5º hallazgo de la corte).

f8“En opinión del Tribunal, el Maine fue destruido por la explosión de una mina submarina que causó la explosión parcial de dos o más de sus almacenes de munición delanteros”. (7º hallazgo de la corte).

“El Tribunal no ha podido obtener evidencia de la fijación de la responsabilidad de la destrucción del Maine a cualquier persona o personas” (8º hallazgo de la corte).

La investigación de Vreeland del año 1911

Se tomó la decisión de hacer un segundo tribunal de investigación en el año 1910. Las razones fueron la recuperación de los cuerpos de las víctimas, que podrían ser enterradas en los Estados Unidos y también un deseo de realizar una investigación más a fondo.

El hecho de que el gobierno cubano quisiera que el pecio fuera retirado del puerto de La Habana, podría haber desempeñado un papel, por lo menos la oportunidad de examinar los restos del naufragio con mayor detalle, de lo que había sido posible en el año1898, al mismo tiempo que se llevaba a cabo el requerimiento cubano.

El hecho de que esta investigación pudiera celebrarse sin el riesgo de la guerra, como había sucedido en el año 1898, hizo que hubiera una mayor objetividad de la que había sido posible anteriormente. Además, se daba el caso de que varios de los miembros de la junta del año 1910 serían ingenieros certificados, y estarían más capacitados para evaluar los resultados, que los oficiales de la Armada en el año 1898.

f7A partir de diciembre del año 1910 se construyó una ataguía alrededor de los restos del naufragio y el agua fue bombeada fuera, dejando al descubierto los restos del naufragio a finales del año 1911.

Entre el veinte de noviembre y el dos de diciembre de 1911, un tribunal de investigación encabezada por el Almirante Charles Vreeland inspeccionó los restos. Llegaron a la conclusión de que una explosión externa había provocado la explosión de los almacenes de munición.

Sin embargo, esta explosión fue más hacia la popa y de menor potencia, que la indicada por la comisión de Sampson. La comisión de Vreeland también encontró, que la flexión de la cuaderna 18 fue causado por la explosión de los almacenes de munición, no por la explosión externa.

Después de la investigación, los restos humanos localizados fueron enterrados en el Cementerio Nacional de Arlington y la parte intacta del casco del Maine fue puesta a flote y hundida ceremonialmente en alta mar el dieciséis de marzo del año 1912.

Investigación del año 1974 de Rickover

f6El almirante Hyman Richover intrigado por el desastre, comenzó una investigación privada en el año 1974. Utilizando información de las dos comisiones oficiales, periódicos, documentación oficial e información sobre la construcción y municiones del Maine, llegó a la conclusión de que la explosión no estuvo causada por una mina.

En su lugar, se especuló con la entrada en autocombustión del carbón, que se encontraba en las carboneras cercanas a los pañoles de munición como la causa más probable. Rickover publicó en el año 1976, un libro acerca de esta especulación, titulado “How the Battleship Maine Was Destroyed”.

Dana Wegner escribió “Theodore Roosevelt, the U.S. Navy and the Spanish–American War” en el año 2001, donde revisó la investigación de Rickover, ofreciendo detalles adicionales.

Según Wegner, Rickover preguntó a historiadores navales de la Agencia para el Desarrollo e Investigación de la Energía acerca del Maine tras leer un artículo del Washington Star News en el cual su autor, John M. Taylor, afirmaba que la Armada de los Estados Unidos, “hizo uso de oficiales poco capacitados técnicamente durante la investigación de la tragedia”.

Los historiadores, que entonces trabajaban con el almirante en el estudio del programa de propulsión nuclear de la US Navy, respondieron al almirante que no tenían detalles acerca del hundimiento del Maine. Rickover preguntó a los historiadores si podían investigar el hundimiento, estos, ahora intrigados por el suceso, estuvieron de acuerdo.

Se estudiaron todos los documentos pertinentes al tema. Estos, incluían los planos del buque y los informes de riesgo semanales del Maine, del año 1912, del ingeniero jefe del proyecto, William Furgueson.

Estos informes incluían numerosas fotos y anotaciones de Furgueson con los números de cuadernas y tracas de las partes correspondientes del pecio. Dos expertos en demoliciones navales y explosiones, fueron incluidos en el equipo. A partir de lo que mostraban las fotos, estos indicaron que “no había ninguna evidencia plausible de penetración desde el exterior”, y que la explosión tuvo lugar en el interior del buque.

Dana Wegner sugería, que según el estudio de Rickover, la combinación del diseño del buque, y el cambio del tipo de carbón utilizado, pudo haber facilitado la explosión del buque. Explicó que hasta la época de la construcción del Maine, se usaban mamparos comunes para separar las carboneras de los almacenes de munición, y que los buques norteamericanos, utilizaban antracita para alimentar sus calderas.

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Con el incremento de la construcción de buques de acero, la Armada de los Estados Unidos, comenzó a utilizar carbón bituminoso, que arde a una mayor temperatura, permitiendo por tanto alcanzar una mayor velocidad. Sin embargo, explicaba Wegner, mientras que la antracita no está sujeta a la autocombustión, el carbón bituminoso es considerablemente más volátil.

Ya se había informado de incendios en las carboneras de buques de la Armada antes del hundimiento del Maine, varios de los cuales estuvieron a punto de provocar explosiones. Wegner también citó, en el año 1997, el estudio de transferencia de calor, el cual concluía que un fuego en las carboneras del tipo sugerido por Rickover podría haber tenido lugar, detonando las municiones del buque.

La investigación del año 1998 por National Geographic

La National Geographic Magazine encargó, en el año 1998, un análisis a Advanced Marine Enterprises (AME). Esta investigación se realizó para conmemorar el centenario del hundimiento del Maine y se basó en modelos computerizados, una técnica que no estaba disponible en investigaciones anteriores.

Las conclusiones alcanzadas fueron que “aunque la autocombustión del carbón podría haber creado el nivel de temperatura de ignición para detonar los pañoles de munición adyacentes, esto no es probable que ocurriera en el Maine, ya que las planchas del fondo identificadas como sección 1 se habrían doblado hacia afuera, y no hacia adentro y que la suma de estos resultados, no es definitiva para probar que una mina fue la causa del hundimiento, pero sí para reforzar los argumentos a favor de esta teoría”.

Algunos expertos y varios analistas del AME, no estaban de acuerdo con esta conclusión. Wegner afirmaba que la opinión entre los integrantes del equipo de National Geographic estaba dividida entre los miembros más jóvenes que se centraban en los modelos computarizados, y los de más edad, que se basaron en su inspección de las fotos del pecio y su experiencia.

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Añadían que los datos utilizados por AME concernientes al diseño y almacenamiento de munición del Maine eran defectuosos.

Investigación del año 2002 de History Channel

The History Channel produjo un episodio en el año 2002, un documental titulado “Death of The USS Maine” que utilizaba fotografías, expertos navales e información de archivos para determinar las causas de la explosión.

La conclusión a la que llegaron fue que el carbón de las carboneras causó la explosión, y se identificó un punto débil en el mamparo, que separaba las carboneras de los pañoles de munición, que podría haber permitido que el fuego pasara de las carboneras a los almacenes de munición.

EL REFLOTE Y POSTERIOR HUNDIMIENTO

Durante varios años, el Maine permaneció hundido en el puerto de la Habana, aunque era evidente que en algún momento debería ser retirado. El Maine ocupaba un valioso espacio y la acumulación de sedimento en torno a su casco amenazaba con crear un banco de arena.

El nueve de mayo del año 1910, el Congreso autorizó fondos para la retirada del Maine, para el traslado de los cadáveres de su interior, se calculaba que había unos ochenta muertos y para así enterrarlos en el Cementerio Nacional de Arlington, así como para la retirada y transporte a Arlington del mástil principal. En ese momento, el Congreso no solicitó una nueva investigación.

f3El Maine entrando en La Habana

El cuerpo de ingenieros de la Armada construyó ataguías alrededor del Maine y, una vez completadas, se bombeó el agua hacia el exterior. Desde el treinta de junio del año 1911, el pecio del Maine quedó a la vista. Por delante de la cuaderna 41, el buque estaba totalmente destruido, siendo una masa de acero retorcido y corroído que no se parecía en nada a un barco. El resto del buque estaba gravemente corroído.

Los ingenieros de la Armada desmantelaron las dañadas superestructuras y cubiertas, que se echaron al mar. A mitad de camino entre la proa y la popa se construyó un tabique de hormigón y madera para sellar la parte trasera del buque. Se abrieron orificios en el fondo de la sección posterior para extraer el agua y se sellaron posteriormente con válvulas de fondo, a través de las cuales se hundiría posteriormente el buque.

El trece de febrero del año 1912, los ingenieros comenzaron a bombear agua en el interior de las ataguías. Tres días más tarde, el interior del Maine estaba a flote. Dos días después, el Maine fue remolcado. Los cadáveres hallados en su interior fueron trasladados al acorazado USS North Carolina para su repatriación.

El dieciséis de marzo, el Maine fue remolcado a cuatro millas de Cuba. Se abrieron las válvulas de fondo y fue hundido a 1.150 m de profundidad mientras el Birmingham y el North Carolina disparaban salvas de saludo.

Durante el rescate, se encontraron 66 cadáveres, de los cuales solo uno pudo ser identificado y devuelto a su pueblo natal, los otros fueron enterrados en el Cementerio Nacional de Arlington, donde permanecen enterrados 229 de sus tripulantes.

f2El tratado de paz de París obligaba a España a renunciar a sus colonias americanas y Filipinas

Monumento al Maine de Nueva York

El monumento al Maine diseñado, en el año 1913, por Harold Van Buren Magonigle fue realizado en la ciudad de Nueva York. Localizado en la esquina suroeste de Central Park en la puerta comercial del parque. El monumento consiste en una torre central con una fuente en su base y esculturas de Attilio Piccirilli a su alrededor.

Un grupo escultórico de figuras de bronce doradas encima de la torre representan a Columbia Triunfante, su carro, está formado por una concha tirado por tres hipocampos. El bronce utilizado en este grupo presuntamente provenía del metal recuperado de los cañones del Maine.

Todo demuestra que fue un accidente y nunca participaron los españoles. Sin embargo, los norteamericanos no realizaron un estudio adecuado y tenían ya la resolución prefabricada de antemano para así acusar a los españoles y ser la excusa perfecta para declarar una guerra que sabían que ganarían fácilmente y se harían dueños prácticamente de todo el Caribe.

El modelo de Cuba fue posteriormente usado por los norteamericanos en otros conflictos para así intervenir desde una posición de superioridad.


BIBLIOGRAFIA

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semanario Claridad Archives - LVDSEl semanario Claridad es una publicación que este año cumple sesenta años defendiendo y promoviendo la independencia de Puerto Rico, la colonia más atigua del planeta. Durante este periodo ha enfrentado persecución política, ataques terroristas y los vaivanes socio-económicos y políticos de la sociedad puertorriqueña. La  entrega de quienes durante todos estos años han luchado por la supervivencia de este vocero de la nacionalidad puertorriqueña es encomiable.

En estos sensenta años Claridad ha sido mucho más que el vocero de una lucha política. Este semanario ha sido también un medio cultural, en donde academicos de diversas disciplinas  han  disfrutado de un espacio para compartir sus ideas. Comparto con mis lectores una corta nota titulada «1898, del otro lado«, escrita por la Dra. Dolores Aponte Ramos,  sobre el uso de la música «como recurso publicitario» durante la guerra hispano-cubano-estadounidense en 1898.


1898, del otro lado

Lola Aponte, de oficio hilandera.

Claridad

24 de julio de 2020

Nos propone Sun Tzu:  cuando se conduce a los hombres a la batalla con astucia, el impulso es como rocas redondas que se precipitan montaña abajo: ésta es la fuerza que produce la victoria.” ¿Cómo lograr el discurso que lograr mover las rocas?  ¿Quienes eran los soldados que en el 1897 fueron movidos a la guerra hispanoamericana? ¿Cómo hacerles partícipes de una ideología dominante en la cual se percibieran como salvadores en la lucha del bien versus el mal?  ¿Qué nociones del otro, del enemigo y de sí mismos los alentaba?

Esta guerra recurre a la prensa y a la música para crear el espíritu entre los soldados y ciudadanía de la necesidad de la guerra   Aquí propongo algunos textos visuales y musicales para darnos un sabor de la Guerra Hispanoamericana, conocida en los libros de historia militar de USA como “la guerra breve,”  Primero la representación de España como enemigo irracional y degradado.  Estas caricaturas ampliamente difundidas, crean “al otro” en cuanto  animalizado y brutal, asesino de los soldados el Maine, violador de la libertad.

Article Images | Origins: Current Events in Historical PerspectiveComo sabemos hacía ya décadas que latifundistas norteamericanos habían comprado enormes fincas en el Caribe hispano.  El interés por Cuba y Puerto Rico se había expresado incluso en la colaboración con los Partido Revolucionarios de ambas islas si bien fundados en New York.  Se había  materializado en el apoyo en armas a los mamvíses, ejército de guerrilla cubano organizado contra el estado español y asilo a figuras cimeras en la búsqueda de la independencia.  La imagen, sin embargo, no está dirigida hacia la intelligentsia militar, que conoce los intereses comerciales y expansionistas de esta guerra.  Esta imagen amarillista y metafórica está enfocada al lector promedio del periódico.  La auspicia el cuerpo militar, liderado por Teddy Roosevelt, para crear opinión pública.  Buscan y logran apoyo masivo a la primera guerra claramente imperialista de Estado Unidos.  Los cuerpos sangrientos, la ferocidad de contrincante, de proporciones corporales gigantescas son elocuentes en sí mismas.  Un importante grupo de jóvenes voluntariará para hacerse soldados a favor de tan justa causa. Formarán varios regimientos, voluntarios que servirán de linea de frontal de infantería.    En la imagen, Tio Sam protector de la Cuba feminina, presuntamente a punto de ser violada, mira con miedo a españoles de tez oscura que detiene su ataque mas no su gesto violento   Así la guerra se torna en una de protección de valores domésticos, un desarrollo contra la infamia antes que una búsqueda expansionista .  Los habitantes de las islas no parecen tener historia, y se nos muestran incapaces de  buscar redención propia, no parecen conocer la posibilidad siquiera de reclamar derechos, tampoco se les adjudica valores propios   Damiselas asustadizas, subyugadas ellas mismas ante su salvador  Sin duda la fantasía de dominación perfecta.  Es este la misma ideología que expresa su música.

Song sheet cover featuring Eugene Stratton in All Coons Look Alike ...

La música, como recurso publicitario,  mayormente producida alrededor de la casa de publicación Tin Pan Alley.  Entre los grandes éxitos del 1898 produjeron Yankee Doddle Dewey,  y Ma Fillipino Babe.  Esta compañía es responsable de otros top ten en el billboard de la época, tales como ˆ  All the Coons Look Alike to Me—(Todos los putos negros me parecen idénticos, traduzco temblándome el corazón)   Mientras Mark Twain se oponía a la intrusión militar como contraria al espíritu de la república, su país que había salido de su primera gran recesión estaba listo para adelantar la propuesta de intervención militar en el Caribe y cantaba a coro estas melodías.  Aquí tres fragmentos de canciones a las que siguen traducciones :  

A CALL FROM CUBA – J. R. Martin

 Rouse! Sons of Columbia, hear the cry of despair, Wrung from skeleton forms in the dreary night air;

Human forma herded there by a mandate from Spain, Without help, food or shelter, from sun, cold or rain; Age and infancy blend, no strong arm to defend, They wait in dull anguish the sorrowful end;

They’re our neighbors in Cuba; oh, hear their sad cry: “Save us, sons of Columbia, or haste, ere we die.”

Have we forfeited life because longing to be

Like your glorious union, in full liberty?

Our hearts are like lead ‘neath this load of despair,

You are brave, you are generous, hear this our prayer; By your own love of liberty, grant us the same,

Shield our homes and loved ones from the fury of Spain; Then the star spangled banner in triumph shall wave, O’er the land of the free, and the home of the brave.

We have suffered for years every outrage which Spain Could invent to insult us and fill lie with pain;

The music they love is the shriek of desviar

And the moan of lost innocence in the night air;

Oh God! hear our cry, from Thy throne up on high, Send deliverance from Spain, or permit us to die;

May the star spangled banner o’er Cuba soon wave, Blessed emblem of peace for the home of the brave.

AS WE GO MARCHING THROUGH CUBA – Wilbur Eastlake

Hark, ye freemen, to the drums that call yon to the fray. Liberty now needs her sons, the fight is on to-day; Truth and Justice will prevail and Tyranny decay

As we go marching through Cuba.

Ignorance of human rights, contempt for human kind

And neglect of Freedom’s growth hath made Earth’s rulers blind. Fling Old Glory to the breeze, ‘twill closer brave hearts bind

As we go marching through Cuba.

“REMEMBER THE MAINE” – Lilith V. Pinchbeck Hark! don’t you hear the trumpets?

The beating of the drum

And measured tread of marching feet Proclaim that war has come.

The battle cry rolls onward

As they thin the ranks from Spain— ‘T is no more “Remember the Alamo But “Remember, boys, the Maine!”


A CALL FROM CUBA – J. R. MartinDe pie, Hijos de Columbia, escuchen el grito de dolor, 

de retorcidos esqueletos en el triste aire de la noche

Manada de formas humanas reducidas por mandato de España:

sin ayuda, comida; ni cobijo del sol, el frío o la lluvia,

 infancia y vejez sufren, sin brazo que les defienda,

 esperan en angustia el triste final. 

Son nuestros vecinos, Cubanos; 

Escucha sus tristes gritos: “Sálvennos, hijos de Columbia,

aprisa,  o moriremos 

¿Débemos sacrificar nuestra vida por querer tener,

 una nación como la suya, gloriosa, llena de libertad? 

nuestros corazones son como plomo bajo esta carga de dolor

son ustedes bravos, generosos, escuchan nuestra 

!Qué su amor por la libertad nos ampare a nosotros por igual 

protejan nuestras casas y a nuestros amados de la furia de España!

Entonces, la bandera de estrellas y rayas, triunfante ondeará  

sobre la tierra del libre y el hogar del valiente. (fragmento, traducción nuestra)

AS WE GO MARCHING THROUGH CUBA – Wilbur Eastlake

Atención!!, hombre libres al tambor.  les llama al servicio de libertad que necesita de sus hijos

en la lucha de hoy, Verdad y Justicia vencerán; t tiranía caerá

Según marchamos por Cuba

huirán los gobernantes con su ignorancia por los derechos humanos, 

 su desprecio por la vida y el olvido de desarrollar la Libertad humana.

Su gloria se desvanecerá en el aire

cuando nuestros bravos corazones 

Marchen por Cuba

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