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Archive for the ‘Prejuicio racial’ Category

Para cerrar febrero, mes en el que los estadounidenses celebran la herencia afroamericana, comparto esta nota de Julia Métraux analizando el papel del rap como medio para enseñar la historia de los negros norteamericanos. Basada en el trabajo del historiador  Pero G. Dagabovie, Métraux señala que existe una brecha entre los afroamericanos nacidos entre 1965 y mediados de la década de 1970 y los nacidos a finales de la década de 1970 y principios de los años 1980. Los primeros estuvieron en contacto con lo que la autora denomina como “raperos analíticos” (Public Enemy, KRS-One, X-Clan, Queen Latifah y otros). Estos raperos transmitieron su conciencia histórica a quienes los escuchaban. El segundo grupo no tuvo esa experiencia lo que explica la existencia de una “brecha en la conciencia histórica” de ambos grupos. La nota de Métraux nos recuerda de forma muy clara la importancia, no sólo de la música, sino también del cine, en la formación de conciencia histórica y racial.

Julia Métraux es ecritora y “fellow”de la revista Mother Jones. Tiene una Maestría de la Graduate School of Journalism de UC Berkeley.

El Dr. Dagabovie es Profesor Distinguido de Historia de la  Michigan State University y Decano Asociado de la Escuela de Posgrado.  Sus intereses de investigación incluyen la historia intelectual negra, la historia de la empresa histórica negra, la historia de las mujeres negras, el movimiento por los derechos civiles y el Black Power, y la cultura hip hop. Es autor de  “Old School” Black Historians and the Hip Hop Generation (Bedford Publishers, Inc., 2006), The Early Black History Movement, Carter G. Woodson, and Lorenzo Johnston Greene (University of Illinois Press, 2007), African American History Reconsidered (University of Illinois Press, 2010), Carter G. Woodson in Washington, D.C.:  The Father of Black History (The History Press, 2014), What is African American History? (Polity Press:  Cambridge, UK,  2015), y Reclaiming the Black Past:  The Use and Misuse of African American History in the Twenty-First Century (Verso Books, 2018).


(Clockwise from bottom left) Flavor Flav, Professor Griff, Terminator X, S1W and Chuck D of the rap group Public Enemy pose for a portrait in a studio, 1988

Cómo el rap enseñó (parte de) la historia negra de la generación del hip hop

Julia Métraux 

JSTOR Daily 26 de febrero de 2023

La historia ha sido durante mucho tiempo una inspiración para el arte, incluida la música rap. Grupos como Public Enemy no solo irrumpieron en la corriente principal y entretuvieron a las multitudes, sino que, como  dijo un artículo reciente  de Rolling Stone  , “enseñaron a una generación la historia negra”. Pero según el historiador Pero G. Dagbovie, algunos han afirmado que la llamada generación del Hip Hop —afroamericanos nacidos aproximadamente entre 1965 y 1984— “parece ser autoconsumida, individualista y no está dispuesta a sacrificarse por el avance de ‘la tradición de la protesta’. La búsqueda de la riqueza parece ser la mayor preocupación de sus miembros.

Escribiendo a mediados de la década de 2000, Dagbovie argumenta que esto es algo así como una generalización excesiva. Explica que existen dos generaciones de Hip Hop, con “una diferencia significativa entre las ideologías de los nacidos entre 1965 y mediados de la década de 1970 y los nacidos a finales de la década de 1970 y la de 1980”.

Los afroamericanos nacidos entre 1965 y mediados de la década de 1970, en el apogeo de la era del Poder Negro (BP), fueron moldeados por fuerzas sociales y culturales más propicias para el nacionalismo cultural negro que los nacidos a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, lo que él denomina la era posterior al Poder Negro (PBP). Los adolescentes del grupo anterior estaban rodeados de raperos analíticos “conscientes de la nación” (Public Enemy, KRS-One, X-Clan, Queen Latifah y otros). Los jóvenes del último grupo no fueron expuestos tan directamente al “rap de realidad”. Existe una notable “brecha en la conciencia histórica” entre los dos grupos.

“Los jóvenes afroamericanos podrían recurrir fácilmente a la música no underground para discusiones perspicaces sobre el estado de los africanos, el pasado, el presente y el futuro”, escribe Dagbovie sobre la generación de BP Hip Hop. El rap analítico era más común a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990 que a mediados de la década de 2000.

30 Facts about Spike Lee - Facts.net

Spike Lee

El cine negro, desde las películas de “blaxploitation” de la década de 1970 hasta el trabajo de Spike Lee, “también desempeñó un papel importante en la socialización de los jóvenes afroamericanos al abordar temas importantes y a menudo controvertidos en sus vidas y en la historia de la pobreza”.

Tales películas fueron paralelas a la popularización de Malcolm X, el activista de derechos humanos y portavoz de la Nación del Islam que fue asesinado en 1965, observa Dagbovie. Al mismo tiempo, la vida y obra de Malcolm X fomentó “una conciencia histórica negra dentro de la generación del Hip Hop de BP”.

Por ejemplo, el nombre del álbum de Boogie Down Production, By All Mean’s Necessary,  era un juego de palabras con la famosa frase de Malcolm X “by any mean’s necessary”. En 1992, la película Malcolm X, protagonizada por Denzel Washington y dirigida por Spike Lee, introdujo a más miembros de la Generación BP Hip Hop al activismo de Malcolm X. A su vez, los jóvenes estudiantes negros se sintieron inspirados a tomar medidas contra el racismo contra los negros en instituciones predominantemente blancas.

Malcolm X - Where to Watch and Stream - TV Guide“Usando a Malcolm X como consejero espiritual y construyendo sobre el movimiento estudiantil negro de la era del Black Power, a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, miles de estudiantes negros en varios colegios y universidades predominantemente blancos participaron en muchas protestas y sentadas significativas y bien organizadas”, escribe Dagbovie.

La confluencia de películas y música significó que los jóvenes negros podían acceder fácilmente a la historia a través de letras y diálogos que les enseñaban sobre los líderes de los derechos civiles y el racismo que los negros enfrentaban, y seguían enfrentando, en Estados Unidos. Dagbovie contrasta esto con la experiencia de la Generación Hip Hop del PBP.

“Ha habido algunas películas negras hacia las que la generación del Hip Hop de PBP podría haber gravitado”, señala, pero eso no sucedió. En lugar de

Four Little Girls (1997) y Bamboozled (2000) de Spike Lee no lograron atraer a una gran audiencia negra joven. Bamboozled… podría haberse convertido en una experiencia cinematográfica de ritos de iniciación para la generación PBP Hip Hop. En cambio, en 2002 la generación del Hip Hop de PBP fue testigo de cómo Halle Berry y Denzel Washington recibieron los Oscar a la Mejor Actriz y al Mejor Actor por sus papeles estereotipados en Monster’s Ball (2003) y Training Day (2003) respectivamente.

Dagbovie argumenta que, aunque la generación más joven no respondió colectivamente a la opresión negra, podría deberse a que tanto los segmentos de BP como los de BPB vivían “en un momento en el que es demasiado fácil infravalorar o no apreciar el valor de la historia afroamericana”. Observa que

Los jóvenes negros se distraen con una multitud de imágenes y mensajes generados por los medios de comunicación con los que ninguna generación anterior de jóvenes ha tenido que lidiar. Mientras que las generaciones anteriores… han extraído un gran conocimiento e inspiración de la historia de los negros y los diálogos intergeneracionales, la generación del Hip Hop ha fallado en gran medida en reconocer el valor potencial de emplear la historia de negra.

Un obstáculo adicional para la adopción de la historia negra como herramienta política ha sido la creciente comercialización del Mes de la Historia Negra, cuyas críticas fueron planteadas en la década de 1990 por historiadores negros, incluidos John Hope Franklin, Earl Ofari Hutchinson y Robert L. Harris.

NOCCCD | News & Announcements | It's Black History Month

“Hoy en día, el Mes de la Historia Negra es una tradición establecida”, señaló Hutchinson en 1999. “Los políticos designan días especiales, emiten proclamas y patrocinan homenajes a notables afroamericanos. […] Luego termina febrero y vuelve a la normalidad”.

El Mes de la Historia Negra no es suficiente, concluye Dagbovie. “Los historiadores negros, especialmente los de la generación del Hip Hop, deben considerar la creación de medios efectivos, innovadores y atractivos con los que popularizar y transmitir la historia negra a través de las comunidades negras, especialmente entre la generación del Hip Hop y los jóvenes”.

Nota del editor: Este artículo fue modificado para atribuir la cita en el primer párrafo a Pero G. Dagbovie e incluir un enlace a su trabajo académico.


Recursos

JSTOR es una biblioteca digital para académicos, investigadores y estudiantes. Los lectores de JSTOR Daily pueden acceder a la investigación original detrás de nuestros artículos de forma gratuita en JSTOR.

The Hip-Hop Generation: Young Blacks and the Crisis in African- American Culture by Bakari Kitwana

Daniella Ann Cook

Journal of Thought, Vol. 39, No. 4 (Winter 2004), pp. 103–105

Caddo Gap Press

“Of All Our Studies, History Is Best Qualified to Reward Our Research”: Black History’s Relevance to the Hip Hop Generation

Pero Gaglo Dagbovie

The Journal of African American History, Vol. 90, No. 3, The History of Hip Hop (Summer, 2005), pp. 299–323

Association for the Study of African American Life and History


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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El racismo contra los emigrantes no es nuevo en Estados Unidos. Por el contrario, es tan viejo como la nación misma. Históricamente, ese racismo se ha intensificado en momentos de crisis. Uno de esos periodos fue la Gran Depresión. El aumento en el desempleo y la miseria llevaron a muchos a estadounidenses a buscar chivos expiatorios a quien acusar de sus problemas.  Fue así como los mexicano americanos se convirtieron en blanco de las autoridades federales y estatales, que comenzaron a perseguirles acusándoles falsamente de robar empleos,  de abrumar a las oficinas de asistencia social y de agotar los recursos de las organizaciones benéficas. La solución fue la deportación de cerca de 1.8 millones de mexicanos, de los cuales el 60% había  nacido en Estados Unidos y, por ende, eran ciudadanos estadounidenses.

En esta nota del Washington Post, la periodista Diane Bernard, analiza este triste periodo de la historia estadounidense. Para ello recurre al trabajo del historiador Francisco Balderrama y de la investigación realizada por el exsenador estatal Joseph Dunn.

En un año electoral en el que la migración se ha convertido en uno de los principales temas de campaña, resulta particularmente útil ver el pasado para entender que el fascismo anti-inmigrante de Trump no es algo nuevo, sino un fenómeno recurrente en la historia estadounidense.


Expulsion of Mexicans and Mexican Americans During the Great Depression - Re-imagining Migration

El presidente que deportó a 1 millón de mexicano americanos hace casi un siglo

Diane Bernard

The Washington Post  21 de febrero de 2024

El 26 de febrero de 1931, un domingo soleado en Los Ángeles, cientos de personas se reunieron para una tarde de relajación en el parque La Placita, en el corazón de la comunidad mexicana de la ciudad.

De repente, un gran grupo de agentes vestidos de civil armados con pistolas y porras entró en el parque. Se apostaron dos agentes en cada entrada de La Placita para que nadie pudiera salir. Decenas de camiones de plataforma rodeaban el perímetro del parque.

Los agentes detuvieron a todas las personas de piel más oscura, dijo Joseph Dunn, un ex senador estatal demócrata de California, que investigó este episodio olvidado de la historia de Estados Unidos.

El pánico se apoderó de la multitud. Alrededor de 400 clientes del parque se alinearon y se les pidió que mostraran prueba de entrada legal y ciudadanía de los Estados Unidos.

Los inmigrantes mexicanos y los mexicano americanos que no pudieron presentar la documentación adecuada fueron detenidos. Luego, algunos fueron colocados en los camiones y enviados a la principal estación de ferrocarril de la ciudad, dijo Dunn. Una vez allí, se les ordenó que subieran a trenes previamente fletados y se adentraran en México, según Dunn.

La redada se produjo en el apogeo de la Gran Depresión y poco después del anuncio del presidente Herbert Hoover de un programa nacional de “empleos estadounidenses para estadounidenses reales”, palabras clave para “deshacerse de los mexicanos”, que no eran considerados estadounidenses ´reales´”, dijo Dunn, cuyo personal pasó tres años indagando en los registros federales, estatales y locales en Estados Unidos y México para documentar esta tragedia poco conocida de la experiencia latina en Estados Unidos.

El programa, implementado por el secretario de Trabajo de Hoover, William Doak, incluyó la aprobación de leyes locales que prohibían el empleo en el gobierno a cualquier persona de ascendencia mexicana, incluso a los  residentes permanentes legales y a los ciudadanos estadounidenses. Grandes compañías, entre ellas Ford, U.S. Steel y Southern Pacific Railroad, se confabularon con el gobierno diciéndoles a los mexicanos que estarían mejor con su propia gente, despidiendo a miles de personas.

La administración Hoover comenzó a reembolsar a las localidades por promulgar su programa.

Las autoridades de Los Ángeles habían planeado la redada en La Placita como una táctica de miedo para motivar a la población a regresar a su patria, a pesar de que muchos de ellos habían nacido en Estados Unidos.

El Concejo Municipal de Los Ángeles envió memorandos a la junta de supervisores del condado aconsejándole que detuviera las deportaciones ilegales, dijo Dunn. “La junta se cansó de los memorandos y le escribió al consejo de la ciudad: “Esto no se trata de validez constitucional. Se trata del color de su piel” dijo Dunn, quien tiene cajas de documentos que detallan tales eventos.

The president who deported 1 million Mexican Americans nearly a century ago - The Washington Post

Familiares y amigos se despiden de un tren que transportaba a 1.500 personas que fueron deportadas de Los Ángeles a México el 20 de agosto de 1931. (Archivo de noticias diarias de Nueva York/Getty Images)

El miedo se extendió por las comunidades mexicanas de todo el país a principios de la década de 1930 cuando las fuerzas del orden locales detuvieron a las personas en parques, hospitales, mercados y clubes sociales, las metieron en trenes fletados y las depositaron al otro lado de la frontera.

“En todo el país, los mexicanos fueron utilizados como chivos expiatorios de la mala economía y se convirtieron en víctimas de crueles dilemas”, dijo Francisco Balderrama, profesor emérito de historia y estudios chicanos en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles y coautor de Decade of Betrayal: Mexican Repatriation in the 1930s, un libro basado en historias orales e investigación de archivos.

Además de afirmar que las deportaciones mexicanas crearían más empleos, los funcionarios también dijeron que los mexicanos estaban abrumando las oficinas de asistencia social y agotando las organizaciones benéficas establecidas para los necesitados durante un momento de calamidad económica. Sin embargo, durante los primeros años de la Depresión, los mexicanos “constituían menos del 10 por ciento de los receptores de ayuda en todo el país”, según Decade of Betrayal.

Casi un siglo después, el expresidente Donald Trump y sus aliados están discutiendo la posibilidad de deportaciones masivas militarizadas si es elegido nuevamente en noviembre.

Dunn dijo que el enfoque de Hoover se repitió en la política de inmigración de tolerancia cero de Trump y en las redadas del Immigration and Customs Enforcement (ICE) durante su presidencia, que tenían “tensiones de lo que les ocurrió a los mexicanos en la década de 1930”.

Una familia de migrantes mexicanos, en la carretera en California, 1936 (Dorothea Lange/Biblioteca del Congreso)

Pero la diferencia entre los enfoques de los dos presidentes sobre las deportaciones radica en el uso que Hoover hace del término “repatriación”, dijo Balderrama. La palabra sugiere un regreso voluntario a su lugar de nacimiento, y la repatriación mexicana fue vista como un gesto humanitario por la administración y el público, dijo Dunn.

“En mi investigación, encontré que lo que se llamó repatriación era en realidad un encubrimiento y un caso de deportación inconstitucional porque la mayoría de los mexicanos que fueron deportados nacieron y crecieron en Estados Unidos”, dijo Dunn.

La investigación de Dunn muestra que alrededor de 1.8 millones de mexicanos fueron deportados durante la década de 1930. De ese número, alrededor del 60 por ciento eran ciudadanos estadounidenses.

Elena Herrada, una activista que ha recopilado historias orales de mexicanos que fueron deportados, dijo que su padre era un niño pequeño cuando él y su familia se vieron obligados a ir a México en 1930.

La tía de Herrada dijo que el viaje a México era peligroso. “Todo el mundo sabía que los mexicanos se estaban yendo, por lo que los robos en las carreteras eran comunes”, dijo Herrada.

Como fue el caso de muchos mexicanos que fueron obligados a irse, el gobierno le dio a la familia Herrada provisiones de alimentos para tres días. Pero el viaje duró 30 días porque no podían conducir de noche. Escondían su coche, que estaba cargado de pertenencias, después de la puesta del sol para evitar que les robaran.

Para los niños, la mayoría de los cuales nacieron en Estados Unidos, el viaje y la reubicación en México fueron especialmente traumáticos. Dejar el único país que conocían para ir a un lugar desconocido, rural y pobre donde nadie hablaba inglés dejó una huella en la madre de Christine Valenciana, Emilia Castañeda.

Emilia Castañeda, de 89 años de edad sostiene el libro “Década de la traición”, que habla de la repatriación de mexicanos en la década de 1930.

Emilia Castañeda

Valenciana, profesora asociada emérita de la Universidad Estatal de California en Fullerton, dijo que su madre no estaba acostumbrada a no tener plomería interior, fue condenada al ostracismo en la escuela en México por no hablar español y sufría de falta de atención médica y dental.

“Mi madre nunca recibió una educación adecuada”, dijo Valenciana. “Vivió en México durante nueve miserables años”.

Finalmente, cuando Emilia cumplió 17 años, su madrina encontró su acta de nacimiento, que era necesaria para volver a entrar a Estados Unidos, y le envió dinero para que regresara. Emilia siempre había considerado a Los Ángeles como su hogar y estaba ansiosa por volver. Pero no pudo reanudar sus estudios porque su inglés se había desvanecido con el paso de los años.

Con tantos mexicanos y mexicoamericanos obligados a abandonar el país, no hubo voces en ese momento que protestaran contra esta remoción masiva, dijo Balderrama. Los sindicatos y otros grupos estaban a favor de salvar los empleos para los blancos en Estados Unidos.

El famoso artista mexicano Diego Rivera, quien estuvo en Estados Unidos pintando sus “Frescos de la industria de Detroit” a principios de la década de 1930, ayudó a recaudar dinero para los deportados y trabajó para obtener un trato humano para sus compatriotas por parte de las autoridades de bienestar, según Decade of Betrayal. Pero, como a muchos, le convenció la idea de que la repatriación era una acción positiva en lugar de una interrupción violenta con efectos de por vida.

“Al menos hoy podemos decir que las cosas han mejorado en términos de oposición a las políticas de inmigración”, dijo Balderrama.

“Pero puedo ver que nos deslizamos por el mismo camino con el enfoque de Trump”, dijo Dunn. “La democracia es frágil”.

Donald Trump Plans Largest Deportation In "History of America" If Reelected | Trump Speech In Reno - YouTubeLas deportaciones continuaron hasta bien entrada la década de 1930, incluso después de que el demócrata Franklin D. Roosevelt asumiera el cargo en enero de 1933. Roosevelt nunca revocó oficialmente la campaña “Empleos estadounidenses para estadounidenses reales”, pero en 1933 estaba siendo llevada a cabo únicamente por gobiernos locales que actuaban por su cuenta y su administración no hizo nada para detenerlos.

“Simplemente se desvaneció a finales de la década de 1930 y luego la Segunda Guerra Mundial trajo de vuelta los empleos”, por lo que la búsqueda de chivos expiatorios de los mexicanos disminuyó, dijo Dunn.

En 2005, Dunn presentó una legislación en el Capitolio de California para disculparse por el trato del gobierno a los mexicanos durante la Depresión. La Ley de Disculpas se hizo oficial el 1 de enero de 2006, expresando su pesar por las deportaciones ilegales. La ley también incluyó la instalación de un monumento conmemorativo en el lugar donde se llevó a cabo el allanamiento a La Placita en Los Ángeles. En 2013, California también aprobó una ley que exige que esta historia perdida se enseñe en las escuelas públicas del estado.

“Todos sabemos sobre el internamiento de 145.000 japoneses durante la Segunda Guerra Mundial”, dijo Dunn. “Pero 1.8 millones de deportados mexicanos empequeñece ese tamaño, y la mayoría de la gente no sabe nada sobre este tema”.

Dunn dijo que la Ley de Disculpas era principalmente simbólica. “Pero sigue siendo algo”, dijo. “Ahora nadie puede decir que nunca sucedió”.

Una versión de esta historia fue publicada el 13 de agosto de 2018.

 


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

 

 

 

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Para seguir con el tema cinematográfico, comparto este ensayo del Dr. W. D. Erhart sobre otro clásico del cine estadounidense: King Kong (1933). Erhart comparte sus experiencias personales y profesionales con este largometrage y, en especial, con su protagonista femenina, la actriz Fay Wray.

Para Erhart, King Kong es algo más que una película de acción, pues como bien señala, quienes la crearon “no tenían idea de que lo estaban haciendo, lo que nos han dejado es una ventana histórica a las actitudes prevalecientes de la corriente principal de los blancos estadounidenses tanto de las mujeres como de los negros. La película es, en el siglo 21, casi un documental”.

Ehrhart es veterano de la guerra de Vietnam, poeta, educador y editor. Además, posee un doctorado de la Universidad de Gales en Swansea. Su libro más reciente es Wolves in Winter: Poems 2019-2021, (Between Shadows Press, 2021).


King Kong (1933) - Series - Where To Watch

 King Kong y Fay Wray

D. Ehrhart

Hollywood Progressive   2 de marzo de 2023

Estaba haciendo un crucigrama hace unas semanas, y una de las pistas era: “autor de On the Other Hand”. La respuesta fue Fay Wray. No sabía que había escrito una autobiografía. Simplemente tuve que leerlo porque Fay Wray está indeleblemente grabada en mi corazón. Y cuando lo leí, descubrí que ella había vivido en el siglo 21,  y había estado en algo así como cien películas, protagonizando muchas de ellas. No tenía ni idea. La única película en la que podría haberte dicho que estaba es la original King Kong de 1933.

Vi por primera vez esa película cuando era un adolescente que acababa de tomar conciencia de mi propia sexualidad, pero todavía era demasiado joven para hacer mucho al respecto más allá de mi propia imaginación e ingenio. Y cuando vi a Fay Wray, como Anne Darrow, con ese elegante vestido medieval haciendo la prueba de pantalla para Carl Denham (interpretado por Robert Armstrong), me quedé instantánea y totalmente enamorado. Estaba enamorado. O al menos en la lujuria. Y sesenta años después, todavía tengo un lugar cálido en mi memoria para Fay Wray.

Además, he tenido múltiples oportunidades de compartir mi interés, afecto, obsesión con, como quieras llamarlo, Fay Wray como maestra de chicos de secundaria. Enseñé historia de los Estados Unidos durante varias décadas en la Haverford School for Boys, retirándome en 2019, y cada año les mostraba a mis alumnos la King Kong original  en clase.

Pero a mis estudiantes no se les permitía simplemente sentarse allí y babear sobre Fay Wray como lo hice cuando solía ver la película cuando tenía su edad. Tienen hojas de trabajo, y tienen que tomar notas y responder tres preguntas:

  • ¿Qué evidencia ves que localiza la película en el momento de la Gran Depresión?
  • ¿Qué evidencia ves del sexismo?
  • ¿Qué evidencia ve de racismo?

Algunos de los chicos, por supuesto, son más observadores que otros. La primera pregunta se responde al principio de la película cuando vemos una fila de mujeres esperando un plato de sopa y un lugar para dormir por la noche con, como dice una mujer, “café y plomos por la mañana”. Y cuando vemos por primera vez a Wray (como Darrow) es atrapada tratando de robar una manzana porque no tiene dinero para comer.

Fay Wray - Wikipedia, la enciclopedia libre

Fay Wray

En cuanto al sexismo, aparte de algunos extras, solo hay una mujer en la película. Ella es indefensa, totalmente dependiente de los hombres, y aunque Denham la presenta a su audiencia de Nueva York como la mujer más valiente que ha conocido, todo lo que hace de principio a fin de la película es gritar. Ella en realidad no hace mucho de otra cosa. (Para su crédito, en su autobiografía, incluso comenta que todos los gritos fueron demasiado).

Cuando se trata de racismo, la mayoría de los chicos siempre tienen la parte en la que el jefe nativo intenta intercambiar a seis mujeres negras por Darrow rubia pequeña (Wray llevaba una peluca, aprendí en su libro, no siendo una rubia natural). Muchos de ellos recogen los extravagantes trajes usados por los negros en Skull Island (supongo que se supone que son africanos), y su adoración supersticiosa de Kong, completa con un baile increíblemente estúpido en el que caminan en círculos, gritando periódicamente: “¡Kong!”

Algunos de los chicos notarán que el único asiático en la película, el cocinero chino en el barco que los lleva a todos a la Isla Calavera, se muestra pelando papas y solo habla inglés roto. Cuando Ann es secuestrada por los isleños, corre frenéticamente gritando: “¡Todos han en cubierta! ¡Todos han ‘en cubierta!” Y cuando se ofrece como voluntario para unirse al rescate de Ann, le dicen: “Este no es un trabajo para un chino”.

Algunos incluso notan que cuando una mujer elegantemente vestida que ha venido a ver “la Octava Maravilla del Mundo” pregunta qué verá y le dicen: “Escuché que es una especie de gorila”, responde: “¿No tenemos suficiente de ellos en Nueva York?”

Pero en una docena de años de mostrar esta película a mis estudiantes, ninguno de ellos ha identificado el elemento más racista de todos: el gran simio negro que codicia a la mujer blanca rubia. Siempre tengo que señalarlo yo mismo.

King Kong (1933) (Ultimate Edition) (2 Dvd) [Italia]: Amazon.es: Robert  Armstrong, Max Steiner, Fay Wray, Merian C. Cooper, Robert Armstrong, Max  Steiner: Películas y TVHonestamente, no tengo idea de por qué se lo pierden, pero siempre conduce a algunas discusiones sorprendentes, provocativas y productivas porque el tropo central de la película es una inversión completa de la realidad: históricamente hablando, no son las mujeres blancas las que han tenido que temer ser violadas por hombres negros, sino más bien las mujeres negras que han sido violadas repetidamente durante siglos por hombres blancos.

En algunas ocasiones, algunos de mis estudiantes negros incluso se sentían lo suficientemente cómodos y seguros como para compartir algunas de sus propias experiencias con sus compañeros de clase blancos.

¿Quién hubiera pensado que una película clásica de ciencia ficción de la década de 1930 sería una herramienta tan poderosa de educación? Y volvería a ver a Fay Wray al menos una vez al año durante más de una década. ¿Sexista? ¡Vamos! Vi esa película en, como, 1963. Yo tenía sólo, como, catorce años. Dame un descanso. He aprendido mucho desde entonces.

Les pido a los niños que miren alrededor de la habitación y noten la gama de tonos de piel que consideramos negros o afroamericanos. Les pregunto a los chicos cómo surgió esta gama de colores de piel. Año tras año, las discusiones que hemos tenido después de ver King Kong han estado entre mis clases favoritas, y las más significativas y productivas.

Aunque los cineastas no tenían idea de que lo estaban haciendo, lo que nos han dejado es una ventana histórica a las actitudes prevalecientes de la corriente principal de los blancos estadounidenses tanto de las mujeres como de los negros. La película es, en el siglo 21, casi un documental.

Pero es más que eso porque siempre me permitió traer a la discusión casos más recientes de racismo en los Estados Unidos. La muerte por asfixia de Eric Garner por la policía de Nueva York por el delito de venta de cigarrillos individuales. El tiroteo de Tamir Rice, de 12 años, por un policía de Cleveland que confundió su pistola de juguete con una real. El tiroteo de Michael Brown, de 18 años, por parte de la policía de Ferguson, Missouri, quien dejó su cuerpo tirado en la calle descubierto durante horas.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

 

 

 

 

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Josephine Baker es, sin lugar a dudas, un personaje fascinante. Esta mujer negra estadounidense vivió como quiso, y en el camino rompió barreras y dejó clara la hipocrecia de la sociedad occidental. Luchó no sólo contra el racismo, sino también contra el fascismo. Arriesgo vida y hacienda defendiendo a su patria adoptiva, Francia; pero no olvidó a sus hermanos afroamericanos, víctimas de la violencia racial y el desdén de su sociedad.

Comparto esta reseña -escrita por Marisa Meltzer– del libro de Damien Lewis Agent Josephine: American Beauty, French Hero, British Spy. No he leído el libro, pero igual me parece que Meltzer hace un trabajo interesante rezaltando lo que considera los elementos valiosos del libro, sin dejar de criticarlo.

Marisa Meltzer es una escritora independiente radicada en Nueva York, cuyos trabajos han  aparecido en The Wall Street Journal, Slate, New York Magazine y el New York Times, entre otros. Es autora de Girl Power: The Nineties Revolution in Music (Faber and Faber, 2010).

Lewis es un autor y cineasta británico. Durante décadas trabajó como reportero de guerra y conflictos. Ha escrito más de quince libros, algunos de los cuales han sido publicados en más de treinta idiomas, entre los que destacan The Nazi Hunters (Quercus, 2015), Tears of the Desert: Surviving The Genocide – One Woman’s True Story (Hodder & Stoughton 2008) y  Slave (Public Affairs, 2004)


Josephine Baker: la extraordinaria vida de la bailarina y espía que Francia  honra en el Panteón de París - BBC News Mundo

Josephine Baker: Belleza americana, heroína francesa, espía británica

Por Marisa Meltzer

New York Times  12 de julio de 2022

En la primera mitad del siglo XX, Josephine Baker fue una de las mujeres más famosas del mundo. Nacida en la pobreza en St. Louis, se convirtió en una estrella del escenario de París en la década de 1920. Las historias de ella caminando por los Campos Elíseos con su mascota (y a veces coprotagonista), un guepardo llamado Chiquita, ya la habían convertido en leyenda. En su libro Agent Josephine: American beauty, French hero, British Spy (Publi Affairs, 2022), el prolífico historiador Damien Lewis va un paso más allá al pulir esta leyenda, argumentando que Baker era una espía para los británicos.

O, más o menos, una espía. Lewis emplea un lenguaje cuidadoso para cubrir la audaz afirmación del título. En la nota de su autor, escribe que Baker le dijo a su biógrafo, Marcel Sauvage, “muy poco sobre sus actividades en tiempos de guerra en nombre de los Aliados, y muy deliberadamente. Rara vez o nunca habló o escribió en detalle sobre cualquiera de sus trabajos en tiempos de guerra, y fue a su tumba en 1975 llevándose consigo muchos de sus secretos”. Unas páginas más tarde: “Baker también había desempeñado un papel poco conocido y clandestino durante la guerra, como combatiente de la Resistencia y muy posiblemente también como agente especial o espía”.

Agent JosephineBaker fue ciertamente un miembro activo de la Resistencia francesa. En su antigua casa, Château de Milande, hay un ala entera dedicada a su trabajo de guerra. Lewis es un escritor verborrágico que puede dedicar innumerables páginas a su propia biografía: “Mi padre y mi madrastra, Lesley, viven en Francia, en un hermoso castillo de la época medieval que compraron en una casi ruina con ganado que todavía vive en algunos de los edificios”. A veces, se hace sonar como el Indiana Jones de la investigación de archivos, impregnando el proceso de drama: “Sabía que los archivos que quería existían y supuestamente estaban abiertos al público, pero donde ningún funcionario parecía ser capaz de poner sus manos sobre ellos”.

En su narración cinematográfica, Baker tuvo una terrible gira por Alemania y Austria en 1928, donde experimentó de primera mano el ascenso del fascismo. Durante los primeros días de la guerra se ofreció como voluntaria en un banco de alimentos de París. Se volvió más activa una vez que los nazis comenzaron a ocupar su hogar adoptivo, firmando con el Servicio Secreto de Inteligencia de Gran Bretaña, una agencia similar a la CIA que trabajaba con el servicio de contraespionaje francés, la Oficina Deuxième. Convocó a un grupo en su castillo poco después de la caída de París en 1940 para escuchar un discurso de De Gaulle.

Maurice Chevalier se utiliza en el libro como una especie de lámina para el heroísmo y la valentía de Baker. Las dos estrellas compartieron un escenario en París, pero con enfoques diferentes. Mientras ella trabajaba para la Resistencia, él cantaba canciones populares ligeras y edificantes en la Radio París, controlada por alemania. Lewis cita la opinión con relación a Chevalier: “un gran artista pero un hombre muy pequeño”.

En el relato de Lewis, hay ecos deliberados de Mata Hari, la bailarina de cabaret de la Primera Guerra Mundial que fue declarada culpable de vender secretos a los alemanes y fusilada. Baker ciertamente negoció sus conexiones, incluido el uso de su amistad con Miki Sawada, la esposa del embajador japonés en Francia, para obtener acceso a la embajada. Y aprovechó su propio estatus como celebridad, y una persona que no encajaba en ninguna parte y en todas partes, como cobertura, empleando una gira por Lisboa y Marruecos para huir de Francia.

Joséphine Baker. Bailar hasta morir - Fundación BBVA PerúTrajo consigo una colección de mascotas exóticas, incluyendo su Gran Danés, Bonzo; Glouglou el mono; Mica el tamarino león dorado; Gugusse el tití; y dos ratones blancos llamados Bigoudi y Point d’Interrogation. La afirmación de Lewis, que para Baker, el amor incondicional por los animales era probablemente más fácil que las relaciones con los humanos, es simplista y probablemente precisa. De cualquier manera, pasa rápidamente de esta inusual incursión en el análisis psicológico para volver a sus fortalezas literarias, hechos y acción.

A veces se siente como si Lewis se contentara con aceptar la narrativa que Baker creó conscientemente para sí misma. El libro entra y sale de la biografía, desde la Segunda Guerra Mundial hasta su dura juventud como hija de una madre adolescente; fue criada en gran parte por su abuela, que había nacido en la esclavitud. Estados Unidos es retratado como un país donde el racismo es a la vez desenfrenado y abierto. Pero Francia está idealizada. Lewis cita al dueño de un club parisino que le dice a un cliente racista estadounidense que “estás en Francia … y aquí tratamos a todas las razas por igual”. Lewis acepta incuestionablemente la afirmación, una visión demasiado simplista y francamente inexacta de un país que lucha con la raza hasta el día de hoy. Pero entonces, este es después de todo un libro que comienza con la cita de Baker: “Se logra más por amor que por odio. / El odio es la caída de cualquier raza o nación”.

Se cumplen 110 años del nacimiento de Josephine Baker, la 'Venus Negra'Un tema fascinante en un momento crucial de su vida, Baker todavía no cobra vida en la página y sigue siendo inasequible. Tal vez su capacidad para ocultar y encantar son la razón por la que era tan buena en el espionaje, pero Lewis no se toma mucho tiempo para explorar la cuestión de cómo concibió su propia historia. “No miento. Mejoro en la vida”, dijo una vez a un periodista. Pero ella es una mujer compleja, una que poseía un libro de oraciones judío, llevaba una djellaba en Marrakech y tuvo un funeral católico romano cuando murió en 1975.

Un tema fascinante es el del grupo de personajes secundarios que la rodean en sus aventuras. Está el capitán Maurice Léonard Abtey, que viajó al trabajo en París en kayak en el Sena; el padre Dillard, un luchador jesuita de la resistencia nacido en un castillo; Hans Müssig, alias Thomas Lieven, “un equivalente teutónico a James Bond” cuya historia de vida se convirtió en un libro apenas velado con el título excepcional “No siempre puede ser caviar”.

Wilfred “Biffy” Dunderdale es particularmente memorable. Hijo de un magnate naviero (y supuesto modelo a seguir para 007), viaja en un Rolls-Royce con chofer, usa un portacigarrillos de ébano y usa eslabones dorados de Cartier. (El famoso joyero francés hace tantos cameos en el libro que Cartier debería considerar el patrocinio, o al menos vender réplicas del brazalete que Baker encargó a un amante, grabado con las letras PFQA, para “plus fort que l’amour”.)

Josephine Baker's 'induction' into France's Pantheon smacks of tokenismLewis señala que, en última instancia, los años de guerra fueron la mayoría de edad de Baker y un verdadero despertar. Baker regresó a los escenarios estadounidenses en 1951, donde se le negó una habitación en Nueva York, recibió llamadas telefónicas amenazantes del Ku Klux Klan y fue objeto de rumores de que era una simpatizante comunista. Y, sin embargo, estaba lista para enfrentarse a su país de origen y sus problemas; Baker habló en la Marcha sobre Washington en 1963 antes del discurso “Tengo un sueño” del Dr. Martin Luther King.

¿Realmente importa si Josephine Baker era un miembro particularmente activo de la Resistencia francesa, o un espía real? No al gobierno francés. Al final, obtuvo la Medaille de la Résistance Avec Palme, la Croix de Guerre y la Legion d’Honneur, y fue enterrada en el Panteón. Todos los accesorios, en definitiva, de una verdadera heroína francesa.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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En esta corta nota la escritora Ashawnta Jackson analiza el impacto que tuvo en la industria radial, como tambien en la sociedad afroamericana, la aparición de estaciones de radio orientadas exclusivamente a la población negra. De esta forma nos brinda un gran ejemplo de como el racismo y la segregación racial afectaban todos los ´órdenes de la sociedad estadounidense.


WDIA March Of Dimes Fundraiser

B.B. King se para en la parte trasera de un camión para recaudar dinero para la organización benéfica Wheelin’ On Beale March of Dimes de WDIA para promover la salud en el embarazo yde los bebés, c. 1955, Memphis, Getty.

Cómo la Black Radio cambió la sintonización radial en Estados Unidos 

Ashawnta Jackson 

JSTOR Daily. May 30, 2022

“Entre los muchos cambios sociales y económicos que se están produciendo en este país como resultado del movimiento de derechos civiles uno de ellos ha sido el desarrollo, dentro de la industria de la radiodifusión, de la radio negra”, escribió el historiador de medios Richard S. Kahlenberg en 1966. El desarrollo fue de interés periodístico, explicó Kahlenberg, porque solo veinte años antes, no había estaciones de interés para la población negra. Algunas estaciones transmitían programación específicamente enfocada en oyentes negros, pero ninguna dedicaba el 75% o más de su tiempo de emisión a esa audiencia. Para cuando Kahlenberg estaba escribiendo su artículo, había más de 100 estaciones de interés para la población negra en el aire. Este aumento de la radio negra señaló un gran cambio en los medios, la publicidad y el alcance comunitario.

La radio de interés negro surgió de los primeros espacios de programación reservados para los oyentes negros de las estaciones de propiedad blanca. Como escribe el estudioso de las comunicaciones de masas Bala Baptiste: “A fines de la década de 1940 y principios de la década de 1950, algunas estaciones en los Estados Unidos vendieron franjas horarias a los negros, quienes crearon programas de radio de forma independiente y, a su vez, vendieron tiempo comercial a empresas negras”. Aquellos que querían llegar a los votantes negros compraban 15 ó 30 minutos y se los daban a “un afroamericano para que condujera un programa de entrevistas”, explica Baptiste. Algunos pueden comprar el tiempo para tocar música, pero también promocionan productos junto con las melodías.

Pero el verdadero cambio ocurrió con WDIA en Memphis, Tennessee.

WDIA estaba operando como una estación de país, pero, después de un cambio de propiedad en 1947, cambió a toda la programación de interés negro, la primera en la nación en hacerlo. Fue un movimiento audaz, no porque los negros no estuvieran escuchando la radio, sino porque el alma de todas las estaciones era la publicidad. Y como escribe la historiadora Tanya Teglo, los nuevos propietarios “se dieron cuenta de que sería difícil mantener la estación en funcionamiento debido a las actitudes raciales de los patrocinadores”.

WDIA Historical MarkerLos minoristas dudaron en anunciar sus productos en programas negros porque “tenían miedo de que sus productos fueran estereotipados y una audiencia blanca no quisiera comprarlos”, explica Teglo. Sin embargo, los propietarios blancos de WDIA pronto entendieron que si se centraban en los oyentes negros, el anuncio también podría ser dirigido de manera única. Los propietarios esperaban que “los disk jockeys (DJ) supieran cómo hacer que sus audiencias quieran comprar ciertos productos”. Sin embargo, antes de que cualquier estación pudiera obtener patrocinadores, tenía que tener oyentes. La radio negra también había descubierto formas de atraer a los oyentes, marcando el comienzo de la era de los disc jockeys negros.

Aunque había habido artistas negros en la radio antes, los DJ negros eran un mundo nuevo y en expansión. Al final de la Primera Guerra Mundial, explicó Kahlenberg, “apenas había un puñado” de DJs negros. Una estación de Nueva Orleans, por ejemplo, contrató a DJs blancos y los entrenó para “imitar la charla de cadera negra de la época”, escribe Baptiste. Esto se produjo después de que Vernon Winslow, un DJ negro de piel muy clara, solicitara un trabajo en la radio. Al dueño de la estación le gustó su trabajo, pero cuando le preguntó a Winslow si era negro, el interés disminuyó de inmediato: “Derribaría mi estación antes de ponerte detrás del micrófono”, anunció el propietario.

WDIA was programmed by and for Blacks

Como señaló Kahlenberg, una vez que las estaciones hicieron la transición a la programación mayoritaria de interés negro, la mayoría del talento y la gestión en el aire también eran negros. Sin embargo, la propiedad era un tema completamente diferente, ya que solo existían cinco estaciones de propiedad negra en los Estados Unidos en 1966. Pero todas las estaciones de apelación negra, ya sean blancas o de propiedad negra, fueron fundamentales para impulsar el R&B en la corriente principal y transmitir noticias del creciente movimiento de derechos civiles. Las estaciones mejor financiadas en los mercados más grandes “transmiten consistentemente la cobertura remota en vivo de los desarrollos de noticias de derechos civiles”, escribió Kahlenberg. Pero esto no era exclusivo de las estaciones de radio que transmitían para los estadounidenses negros, explicó. Varias “estaciones estándar” compraron y transmitieron cobertura en vivo de las protestas por los derechos civiles que se originaron con las estaciones de propiedad negra.

Sin embargo, la radio negra funcionó como la base de la comunidad afroamericana. Como señala Teglo, estaciones como WDIA dieron a los negros “una voz y acceso a recursos que de otro modo podrían haber sido inalcanzables”.

Recursos

JSTOR es una biblioteca digital para académicos, investigadores y estudiantes. Los lectores de JSTOR Daily pueden acceder a la investigación original detrás de nuestros artículos de forma gratuita en JSTOR.

Negro Radio

Por: Richard S. Kahlenberg, Negro History Bulletin, Vol. 29, No. 6 (March 1966), pp. 127–128, 142–143

How Disc Jockey Vernon Winslow, aka Dr. Daddy-O, Racially Integrated Radio in New Orleans and Changed the Culture of the Medium

Bala Baptist, Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association, Vol. 54, No. 2 (Spring 2013), pp. 200–214

WDIA and the Black Press

Por: Tanya Teglo, Tennessee Historical Quarterly, Vol. 77, No. 4 (Winter 2018), pp. 338–353

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

 

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Las Panteras Negras son, sin lugar a dudas, uno de los movimientos políticos más interesantes de la historia estadounidense.  Las imágenes de sus miembros vestidos en cuero negro, boina y portando armas largas se convirtió en el símbolo de un periodo, y en un medio para encajonarle como un movimiento violento. Sin embargo, como nos recuerda Suzzane Cope en este artículo, la verdadera amenaza de  las Panteras a la hegemonía de los blancos  estuvo en sus programas sociales. Entre éstos destaca el Free Breakfast Program for Kids, que proveía desayuno gratuito y abundante para niños pobres, blancos, hispanos y negros. Es necesario destacar tres cosas de este artículo. Primero, que la Dra. Cope es enfatica en el hecho de que las mujeres constituían la  mayoría de los integrantes del Partido de las Panteras Negras. Segundo, que  eran mujeres las principales responsables del programa de desayunos. Tercero, que el papel central de las mujeres en este movimiento fue invisibilizado tanto por los medios como por el aparato represivo del Estado.

Suzanne Cope posee un doctorado en aprendizaje adulto por Lesley University.  Cope trabaja como periodista  y es profesora en New York University. Es autora de Power Hungry: Women of the Black Panther Party y Freedom Summer and Their Fight to Feed a Movement (2021).


Black Panther's Free Breakfast Program | One Mic: Black History

Desayuno con las Panthers

Suzanne Cope

11 de mayo de 2022    AEON

A partir de 1969, y durante varios años más, en los sótanos de las iglesias y las cocinas de los centros comunitarios en ciudades y pueblos de todo Estados Unidos, miles de niños se sentaron alrededor de una mesa todos los días escolares para comer un desayuno caliente servido por los jóvenes adultos del Black Panther Party. Para cada niño había un plato y un utensilio, una taza y una servilleta. Los niños aprendieron a usar su tenedor y cuchillo correctamente, comiendo huevos, sémola, tocino y tostadas, regados con jugo, leche o chocolate caliente, que las empresas locales habían donado esa semana.

Las Panthers, la mayoría de ellas en sus últimos años de adolescencia y principios de los 20, y alrededor de dos tercios de ellas mujeres, habían llegado a estas cocinas comunitarias antes del amanecer para preparar esta comida caliente para los niños, servirles y luego revisar la tarea, y dar lecciones de educación física (y educación política).

“¿Quién inventó el semáforo?”, gritaba una Pantera.

“¡Un hombre negro!”, respondieron los niños.

También aprendieron que comer un desayuno abundante era un derecho, y que una barriga llena les ayudaba a prestar atención en la escuela. A los niños, la mayoría, pero no todos, eran negros e hispanos, se les enseñó sobre inventores, artistas y líderes negros e hispanos, las historias que a menudo se dejaron (y aún están) fuera de las historias principales. Para muchos niños, esta fue la primera vez que aprendieron que un negro u otra persona de color podría ser un ingeniero, un científico o un artista.

Las Panthers luego enseñaron a los niños a ayudar a limpiar sus platos y empacar sus maletas, y luego los llevaron a la escuela. En los lugares donde el Partido de las Panteras Negras ofreció su Free Breakfast Program for Kids, las tasas de asistencia y el rendimiento académico general aumentaron.

El programa de desayuno de las Panteras abordó una necesidad extrema en las comunidades de todo el país, pero éste y sus otros programas de justicia alimentaria siempre fueron más que alimentar a los hambrientos. Las Panteras vieron estos “programas de supervivencia” –lo que los fundadores de las Panthers, Bobby Seale y Huey P. Newton, llamaron “supervivencia pendiente de revolución” –  como modelos de los principios socialistas de su partido.

El Black Panther Party for Self-Defense fue fundado por Seale y Newton en Oakland, California, en 1966, con el objetivo inicial de abordar la brutalidad policial en los barrios negros de su ciudad. Su nombre se inspiró en un panfleto para la Lowndes County Freedom Organization (LCFO) en Alabama, que utilizó las imágenes de un gato negro grande y agazapado en sus papeletas como tercer partido político. El LCFO fue iniciado por Stokely Carmichael, un líder de la organización de derechos civiles Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC) en 1965 para apoyar a los candidatos negros, y fue apodado “The Black Panther Party” por los medios blancos. La Pantera había parecido un símbolo adecuado: un animal que no atacaba a menos que fuera provocado, pero que luego se defendería valientemente.

Inicialmente, Seale y Newton reclutaron a hombres jóvenes que patrullaban las calles con armas colgadas sobre sus hombros, a menudo adoptando un uniforme similar de una chaqueta de cuero negro y una boina. Si veían un arresto en curso, se paraban cerca como testigos de las acciones policiales e informaban al arrestado de sus derechos, a veces documentando la interacción con una cámara. Como era de esperar, la policía local se enfureció por la presencia de las Panthers y la tensión se fomentó.

Las Panthers rápidamente se movieron más allá de las patrullas callejeras, abordando otras necesidades de la comunidad. Un esfuerzo inicial envió a los miembros a dirigir el tráfico en una intersección notoriamente peligrosa, lo que llevó a la ciudad a instalar finalmente un semáforo.Feeding a Movement | Chapter 16

En la primavera de 1967, la adolescente Tarika Lewis llegó a la sede del Partido Pantera Negra en Oakland y pidió unirse. Señaló su propio lenguaje en su Programa de Diez Puntos que apoya la igualdad de género, y quería ver a las mujeres en sus filas. Más tarde reflexionó: “Cuando me uní al partido, estaba encantada de formar parte de una organización que cree en la igualdad de hombres y mujeres …”. Lewis abrió la puerta para que muchas más mujeres se unieran a la fiesta, tanto en Oakland como entre los capítulos en rápida expansión en todo el país. Lewis agregó: “Una de las ironías del Partido pantera negra es que las imágenes del hombre negro con la chaqueta de un arma se volvieron emblemáticas, pero la realidad es que la mayoría de los miembros de base a fines de los años 60 eran mujeres”.

A medida que crecían en número e influencia en el vecindario, las Panthers querían abordar mejor las necesidades locales. Se pusieron en contacto con el SNCC para obtener ayuda en la organización. El activista del SNCC Curtis (Hayes) Muhammad dijo que el SNCC envió miembros para enseñar a las Panthers el enfoque que aprendieron de su venerable líder Ella Baker: entrar en una comunidad y preguntar a la gente qué querían y cómo ayudar. En Oakland, encontraron aliados en el padre Earl Neil y su feligresa Ruth Beckford, quienes les dieron un espacio en la iglesia y otros recursos, y apoyo como conectarlos con los feligreses y ayudar a preparar el espacio. De Beckford y Neil, las Panthers aprendieron que los niños locales a menudo iban a la escuela con hambre. El siguiente paso parecía claro.

Las Panthers organizaron su primer Free Breakfast Program for Kids en la Iglesia Episcopal de San Agustín del Padre Neil en Oakland el 20 de enero de 1969. Ese primer día, atendieron a 11 niños. Al final de la semana, llegaron más de 100. Cada semana aparecían más, a pesar de la campaña de propaganda que comenzó la policía, diciéndoles a los padres que la comida estaba contaminada o amenazando con arrestar a los que asistieron.

A principios de 1969, había hasta 45 capítulos del Partido de las Panteras Negras en ciudades y pueblos de todo el país. Para la primavera de 1969, el partido ordenó que todos los capítulos locales organizaran su propio Free Breakfast Program for Kids , y que todos las Panteras trabajaran turnos apoyando el programa. Compartieron su protocolo, que incluía solicitar a las empresas locales donaciones de alimentos y dinero en efectivo para apoyar el programa. Muchas empresas dieron de buena gana. La ayuda a la comunidad fue fácil de ver. Otros necesitaban un poco de empujón, como boicots fuera de las puertas de las bodegas, informando a los clientes potenciales que los propietarios se negaban a ayudar a los niños hambrientos. Estas donaciones ayudaron a proporcionar un desayuno caliente cocinado diariamente por los equipos bien organizados. Muchos de los miembros del grupo llegaron antes del amanecer para preparar la comida y preparar la habitación. Otros llegaron un poco más tarde con un desfile de niños de edificios de apartamentos locales detrás de ellos. Los niños eran bienvenidos a comer tanto como quisieran.

El Programa de Free Breakfast for Children del Black Panther Party es probablemente su iniciativa más conocida, la prensa encuentra una historia intrigante que yuxtapone la imagen de tipo duro con chaqueta de cuero de la Pantera con el acto de servir platos de comida caliente para niños pequeños. Es importante destacar que fueron principalmente las mujeres las que dirigieron estos programas de supervivencia, y las mujeres constituyeron la mayoría de los miembros de las Panteras. Desempeñaron funciones de liderazgo desde el “Oficial del Día” (esencialmente el gerente de la oficina y las personas para cada sucursal), hasta la organización de los muchos detalles del programa de desayuno de una ubicación para iniciar y liderar programas de justicia alimentaria, atención médica y vivienda dentro de los vecindarios. Entonces, ¿por qué persiste la imagen de las Panteras como una organización masculinista y violenta? La respuesta radica en parte en la distorsión de los medios, influenciada tanto por el sexismo como por el racismo que tergiversó a las Panthers. También hubo una campaña de desinformación por parte del FBI, dirigida por J. Edgar Hoover, librada contra las cada vez más populares Panthers, que tuvo un impacto duradero en la forma en que la gente los veía.

El Partido de las Panteras Negras había aparecido por primera vez en los titulares de las noticias en 1966 y principios de 1967, con sus patrullas vecinales para contrarrestar los arrestos injustos y la brutalidad policial desenfrenada en Oakland. En estos primeros días, cuando las Panteras más visibles eran hombres armados, los medios de comunicación estaban ansiosos por compartir estas imágenes provocativas junto con informes que reforzaban los estereotipos de los hombres negros como agresivos y peligrosos. Pero desde el principio, Newton y Seale habían articulado los diversos objetivos del partido en su Programa de Diez Puntos, incluido un énfasis en la educación, el empleo y “tierra, pan, vivienda, educación, vestimenta, justicia y paz”. Después de un par de años de crecimiento en la membresía del partido, las Panteras habían comenzado a construir programas para abordar los problemas sociales. Luego, durante los siguientes años, fueron las mujeres las que tomaron las riendas de los programas que se convirtieron en el foco del Partido de las Panteras Negras a medida que crecía y evolucionaba.

Gran parte del enfoque de las Panthers estaba en los programas de justicia alimentaria, en parte porque esta era una forma de marcar la diferencia de inmediato: la gente tenía que comer todos los días. Pero también descubrieron rápidamente que la comida era parte integral de la creación de comunidad, el fomento de la agencia y el intercambio de cultura. Después de que las Panthers llevaran a cabo una colecta de alimentos o ayudaran a llevar paquetes a los ancianos por muchos tramos de escaleras, bajaba una olla de arroz y frijoles para compartir en la oficina de panther como agradecimiento. La Pantera Cleo Silvers llevaría a los jóvenes adolescentes del vecindario a comer en restaurantes indios, chinos e italianos de bajo costo en la ciudad de Nueva York, queriendo que estos jóvenes se sientan bienvenidos en estos espacios y experimenten diversas cocinas. “Compartir una comida era la mejor manera de entender lo que la gente estaba pensando”, dijo Silvers. “Es la mejor manera de entender realmente lo que es importante para ellos”.

En el pico de su programa de desayuno, las Panthers estaban alimentando a más niños en todo el país diariamente que el estado de California. Las comunidades los acogieron para este y sus otros programas de supervivencia, que incluyeron ayudar a asegurar una vivienda segura, instituir atención médica puerta a puerta, desarrollar tratamientos innovadores para la adicción, distribución gratuita de comestibles, regalos de ropa y zapatos, así como prestar apoyo a otros grupos activistas locales. Este importante trabajo de las Panteras sigue siendo poco reconocido.

Distribución gratuita de comestibles en la Conferencia de Supervivencia de la Comunidad Negra, 30 de marzo de 1972, Oakland, California. Foto © Bob Fitch Photography Archive/Biblioteca de la Universidad de Stanford

La historiadora Françoise N. Hamlin de la Universidad de Brown ha utilizado el término “maternidad activista” para ayudar a comprender tanto el trabajo que las mujeres Panteras estaban haciendo, como una razón por la cual su liderazgo y logros han escapado al debido reconocimiento. Hamlin explica que desarrollarían “estrategias particulares para sus comunidades al continuar (o expandir) el trabajo … [tales como] la crianza de la juventud…. a partir de lo cual podría maximizar el rendimiento de su posición social de género”. El trabajo feminizado a menudo se espera de las mujeres, y se encuentra entre los roles aceptables limitados que pueden habitar. Las mujeres Pantera asumieron roles de liderazgo en ámbitos donde ejercen autoridad y experiencia, y continuaron expandiendo el alcance y la influencia de su trabajo y voz dentro de su comunidad y más allá. Pero las mujeres que hacían “trabajo de mujeres” a menudo se daban por sentados, y sus legados no se celebraban.

Pruebas para la anemia de células falciformes en la Conferencia de Supervivencia de la Comunidad Negra, 30 de marzo de 1972, Oakland, California. Foto © Bob Fitch Photography Archive/Biblioteca de la Universidad de Stanford

Estas mujeres pueden haber sido reconocidas, hasta cierto punto, dentro de las comunidades en las que trabajaban, pero durante mucho tiempo han sido subestimadas. Para muchos, ver a una mujer alimentando a los niños o repartiendo ropa no vale la pena escribir o publicar fotos, pero un joven duro que hace lo mismo cambia las expectativas. Cuando el Programa de Desayuno Gratis para Niños de las Panteras llegó a las noticias principales, los reporteros (casi siempre hombres blancos) a menudo se centraron en lo que veían como esta yuxtaposición. Pero fue más que los propios prejuicios de los reporteros perpetuando esta percepción inexacta y duradera de las Panteras.

Para reforzar a las Panthers como jóvenes violentos y peligrosos, el FBI también plantó noticias difamatorias y falsas con los principales medios de comunicación. Con su creciente popularidad, las fuerzas del orden locales y nacionales vieron cada vez más al Black Panther Party como una amenaza. En un memorando clasificado interno escrito por Hoover, director del FBI y el cerebro del masivo e ilegal COINTELPRO (programa de contrainteligencia) que buscaba eliminar a los grupos de tendencia liberal y de derechos civiles, declaró que el Programa desayuno gratuito para niños “la mayor amenaza a los esfuerzos de las autoridades para neutralizar … el [Black Panther Party]’. ¿Por qué alimentar a los niños hambrientos era visto como tan peligroso?

En muchos sentidos, fue la comida lo que ayudó a las Panteras Negras a conectarse con las comunidades a las que buscaban ayudar. Si bien las Panthers comenzaron su trabajo social en las comunidades negras e hispanas, pronto llegaron a buscar unirse a las comunidades blancas pobres también, en lo que el carismático líder de los Chicago Panther, Fred Hampton, llamó la Coalición Rainbow. La mayoría de las veces, fueron las mujeres las que estuvieron a la vanguardia de estas iniciativas, donde también aprendieron: durante el desayuno, los niños les contaron sobre un padre adicto a las drogas o un hogar sin comida; al entregar bolsas de comestibles a ancianos o familias necesitadas, vieron por sí mismos edificios sin calefacción o con ratas vagando por pasillos poco iluminados. Informados por estas experiencias y conversaciones, las Panteras ampliaron sus programas de supervivencia y apoyo a la comunidad. Ayudaron a los inquilinos a organizar y reclamar edificios de apartamentos a los propietarios morosos, fundaron servicios efectivos de adicción basados en la comunidad y cooperaron con otros grupos que luchaban por almuerzos escolares más saludables o una mejor atención médica.

How the Black Panther Party Started Free Breakfast for Children - EaterAl alimentar a los pobres, las mujeres Panteras dieron un paso adelante para ser el cambio que querían y para avanzar en la revolución por la que lucharon. Por supuesto, las Panthers no fueron tímidos en educar a las comunidades sobre sus inclinaciones políticas mientras trabajaban. Tenía mucho sentido que los niños hambrientos merecieran comer; que el país más rico del mundo se asegure de que nadie se quede sin comida ni un hogar seguro. El futuro que imaginaron, uno en el que los líderes codiciosos existentes, como enseñaban y sobre los que escribían su periódico semanal Panther Paper, fueron reemplazados por aquellos que servían a la gente, se volvió no solo visible sino deseable para las comunidades oprimidas durante mucho tiempo a las que estaban ayudando con ayuda mutua aparentemente simple y soluciones basadas en la comunidad.

El FBI de Hoover y la policía local despreciaban a las Panthers, y las Panthers tampoco se andaban con rodeos, acuñando el término “cerdos” llamado así por los “fascistas” que veían como trayendo drogas y violencia a sus comunidades. A finales de 1969, Hoover estaba librando una guerra total contra las Panthers. Los agentes federales y locales encargados de hacer cumplir la ley estaban empeñados en destruir el programa de desayuno gratuito de las Panthers, y lo que representaba. Confiscaron alimentos destinados a niños pobres o los destruyeron empapándolos con agua u orinando sobre ellos; difundieron mentiras sobre los desayunos envenenados, o que las Panthers enseñaban odio y retórica “antiamericana”. Y aumentaron sus esfuerzos, como escribió el propio Hoover, para “neutralizar … y destruir’ a los propios Panteras, a través de arrestos infundados y, a veces, asesinatos sancionados por el Estado. Entre las víctimas estaba Hampton, asesinado a tiros mientras dormía en su cama por policías de Chicago que habían inventado una historia de un tiroteo nocturno. Si bien la verdad ahora es más ampliamente conocida, y ya era conocida por los lugareños que fueron llevados a recorrer el apartamento de Hampton, su colchón empapado de sangre en exhibición, no ha habido una disculpa oficial.

A principios de la década de 1970, la influencia nacional de las Panteras y, poco después, los propios programas de desayuno, comenzaron a disminuir. Una influencia fue el éxito de la campaña del FBI contra ellos, creando divisiones entre los miembros y disminuyendo la membresía. También hubo cierta tensión interna sobre si las Panthers debían continuar trabajando hacia un desmantelamiento completo del sistema político y económico existente, como Newton y Seale habían previsto originalmente, o comenzar a crear un cambio a través de cargos electos e influencia política. Pero incluso cuando estas batallas internas cerraron los capítulos locales, algunos todavía encontraron que los beneficios del programa de desayuno eran lo suficientemente importantes como para continuar: en todo el país, algunos capítulos de las Panthers, como el de Seattle, incluso continuaron sirviendo a los niños a fines de la década de 1970.

En 1975, el gobierno federal amplió sus propios programas de desayuno gratuito para niños en edad escolar. Las Panteras han sido reconocidas recientemente por demostrar la necesidad y el beneficio de un programa federal de desayuno gratuito, y todavía hay muchos programas e iniciativas que ayudaron a crear y que han sido ampliamente adoptados, pero por los que rara vez se les da crédito. Utilizando la misma investigación centrada en la comunidad que inspiró el programa de desayuno, las Panteras pudieron identificar los problemas de salud que veían que afligían a estas comunidades. Las Panthers lideraron el camino en la atención médica puerta a puerta, la legislación y la remediación de la pintura con plomo, la investigación y el tratamiento de la anemia de células falciformes, el protocolo de acupuntura para el tratamiento de la adicción e incluso escribieron la Declaración de Derechos del Paciente. Esto ha dado lugar a una conciencia nacional sobre los efectos negativos de la pintura con plomo que ha ayudado a muchos, en su mayoría niños de familias de bajos ingresos; y el protocolo de adicción que ayudaron a popularizar se utiliza en todo el mundo. Muchas de estas iniciativas todavía se consideran efectivas y progresivas, pero pocos conocen el papel que desempeñaron las Panteras en su desarrollo.

Comenzó con la comida. Como señala la Pantera y activista de la salud Cleo Silvers, gran parte de la atención comunitaria está relacionada con la comida. La comida saludable es necesaria para “tener un cuerpo sano”, dice Silvers, pero también “una actitud saludable … Y todo eso viene de las relaciones con las personas y del compartir”. Las Panthers sabían que la comida era el conducto a la comunidad, una línea directa a la salud pública y un medio para modelar una comunidad más justa. Imagínese lo que podrían haber logrado si sus esfuerzos fueran apoyados y no destruidos.

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Comparto este interesante artículo de la colega Valeria L. Carbone sobre los eventos del 6 de enero de 2021. La Dra. Carbone analiza si lo ocurrido ese día en el Capitolio puede ser considerado un golpe de estado o no. Adem´ás, recuerda un episodio ocurrido en 1898 en la ciudad de Wilmington (Carolina del Sur) cuando un grupo de  exconfederados supremacistas blancos, derrocaron violentamente al gobierno local porque estaba compuesto mayoritariamente por negros.

Carbone es historiadora, especialista en Estados Unidos, doctorada en la Universidad de Buenos Aires. Es autora de  Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988) (Universidad de Valencia, 2020) y coeditora de la Revista Huellas de Estados Unidos.

Este artículo es la primera publicación de  Valeria’s Newsletter, a newsletter about A vantage point of the US of A. Esperemos que a esta le sigan más.

@Val_Carbone


El golpe fascista del 6 de enero - World Socialist Web Site

¿Golpe de estado?… Not so fast. But don’t calm down (Ni tanto, ni tan poco)

 

Valeria L. Carbone

19 de enero de 2022

El 6 de enero de 2022 se cumplió un año de lo que será conmemorado como el epítome de la crisis de representatividad política devenida en crisis de legitimidad que viene atravesando Estados Unidos: el asalto al Capitolio.

El escritor Marlon Weems describió este episodio llanamente:

El 6 de enero de 2021, una turba de partidarios de [Donald J.] Trump, compuesta por milicias supremacistas blancas, miembros del ejército y fuerzas del orden, atacaron el Capitolio de los Estados Unidos en una insurrección armada. El objetivo de los insurrectos era detener la transferencia pacífica del poder político.

El 1 de julio de 2021 se formó el House Select Committee to Investigate the January 6th Attack on the United States Capitol con el expreso objetivo de investigar tanto lo acontecido el 6 de enero como sus antecedentes y atenuantes. Los nueve miembros del comité (siete representantes demócratas y dos republicanos) comenzaron sus audiencias públicas el 27 de julio y en enero de 2022 aún llamaban a declarar a miembros del gabinete de Trump, entre ellos, el ex vicepresidente Mike Pence.

A medida que avanzaba la investigación, ciertos analistas y especialistas dejaron de hablar de “insurrección”, o inclusive de “ataque terrorista doméstico al Capitolio” (caracterización utilizada por la Cámara Baja del Congreso de los Estados Unidos), para hablar de intento de golpe de estado.

A lo largo de seis meses, la investigación del January 6th Committe expuso que lo que en un principio se describió como una manifestación espontánea, un incidente aislado que – por efectos del hombre-masa – se tornó violento ante el fragor de las circunstancias (a pesar de que esa masa humana iba, de antemano, armada), tuvo altos niveles de organización, coordinación y premeditación. La misma contó con el involucramiento (en diferentes grados) de personalidades ultra-conservadoras, legisladores que asumían su banca esa misma jornada, personajes de la cadena Fox News, prominentes figuras del Partido Republicano y miembros del círculo íntimo de Trump.

Trecientas indagatorias, 50 intimaciones y miles de páginas de documentos confidenciales después, se reveló desde la existencia de un “Plan de Seis Puntos” elaborado por John Eastman (abogado personal de Trump) con instrucciones para anular las elecciones presidenciales, la existencia de una presentación de power point del Coronel retirado de la Armada Phil Waldron sobre cómo desconocer y reemplazar a los electores de Joe Biden, hasta el despido de autoridades electorales en medio del proceso de recuento, el envío de falsos certificados al colegio electoral y del posible secuestro del “responsable de que las cosas se descarrilasen” en la ceremonia de certificación, el vice-presidente Pence, por parte de una muchedumbre enardecida.

Sumado a la gran cantidad de indicios públicos y advertencias sobre la erupción de episodios de violencia (el Washington Post hizo un detallado seguimiento al respecto), parece haber pocas dudas de la existencia de una conspiración política para alterar el resultado de las elecciones o,  al menos, retrasar la confirmación del presidente demócrata electo lo suficiente como para restarle legitimidad tanto a su victoria como a su mandato.

Los antecedentes históricos latinoamericanos – incluido el rol jugado en ellos por la potencia regional – nos sugieren que hablar de “golpe de estado” es no solo impreciso, sino forzado. Por un lado, las Fuerzas Armadas estadounidenses no tuvieron un rol activo en el desarrollo de los acontecimientos. Inclusive hay quienes sugieren que el retraso de más de tres horas en la intervención de la Guardia Nacional (la fuerza doméstica de reserva del Ejército y la Fuerza Aérea) se debió a la reticencia de sus autoridades a intervenir y lo que de ello se podría inferir (ya sea de la represión a los manifestantes en defensa del proceso en curso que habilitaba a la administración entrante o que el por entonces comandante en jefe apelara a la fuerza militar para detener la transferencia de poder). Por otro, si bien grupos supremacistas se encontraban entre la multitud, milicias armadas como los Proud Boys, los Oath Keepers o los Boogaloo Boys expresaron lealtad al ex presidente, y 81 de las 700 personas acusadas por el Departamento de Justicia por su participación en la insurrección son o fueron miembros de las Fuerzas Armadas, no ha podido demostrarse su accionar como grupo armado organizado con planes de sostener a Trump en el poder.

Lo que queda por determinar es en qué grado el ex presidente estuvo – por acción u omisión, en palabras de la vice-presidenta del Comité, la republicana Liz Cheney – involucrado en el desarrollo de los acontecimientos y puede ser responsabilizado de lo que culminó en la avanzada sobre al Capitolio.

1898

Levantamiento, revuelta, motín, disturbios, insurrección, golpe de estado o conspiración. La visión de una turba armada avanzando sobre el símbolo del sistema democrático estadounidense llevó a incrédulos de todas partes del globo a afirmar: “esto no ha pasado nunca en la historia de los Estados Unidos”.

Sin embargo, lo insólito no hace a lo inédito. Lo que sigue es la breve historia de, sí, el primer golpe de estado en la historia de los Estados Unidos.

En 1898, un grupo de blancos demócratas pro-confederados y milicias supremacistas, derrocaron violentamente al gobierno local democraticamente electo de Wilmington, Carolina del Norte, la ciudad de mayoría negra más progresista del sur.

En las tres décadas que siguieron a la emancipación de las personas esclavizadas (1863) y el fin de la guerra de secesión, Wilmington se había convertido en una ciudad donde la población afrodescendiente había logrado cierta movilidad y progreso social, económico y político. Dicho progreso permitió a un segmento de la población negra convertirse en una pujante clase media profesional y comercial, y ocupar cargos políticos (tanto en la alcaldía y la legislatura como en puestos de menor rango). Sin embargo, ello no fue acompañado de un proceso de “reconciliación racial”.

Hacia fines del siglo XIX, la oposición blanca era no solo una minoría política sino demográfica: los blancos apenas superaban el 20% de la población. Durante años, esa oposición luchó (por medios legales y no tanto) contra el “negro rule”, pero hacía fines del siglo XIX y ante el menor resguardo del gobierno federal, se potenció la campaña de propaganda negativa, desinformación, intimidación y violencia política que concluyó con el golpe al gobierno birracial local y expulsó a la mayoría de los habitantes afro-estadounidenses de la ciudad.

Tom Hanchett, Sorting the New South City

La coalición gobernante formada por el Populist Party (partido de los trabajadores rurales blancos pobres) y el Partido Republicano (que, gracias a las medidas avanzadas por su ala radical en relación a los derechos cívico-políticos de los negros desde los años de Abraham Lincoln, era el partido por el que estos se inclinaban), constituyó un fenómeno conocido como fusion politics: una alianza de intereses tanto clasistas como raciales. Pero del otro lado también había intereses de raza-clase: los representados por los demócratas sureños, antiguos plantadores blancos pertenecientes al establishment político-económico que, con el fin de la guerra, se habían visto desplazados del ejercicio hegemónico del poder. La plataforma del Partido Demócrata de 1898 no podía expresarlo mejor: “Este es un país de hombres blancos, y los hombres blancos deben controlarlo y gobernarlo”.

El 10 de noviembre de 1898, un ex Coronel Confederado organizó – con la venia de miembros del partido demócrata – un grupo de unos 2000 hombres blancos y los lideró primero al saqueo de la armería y luego a la toma de la casa de gobierno. Bajo amenazas de violencia, obligaron a los dirigentes negros y blancos de la coalición del Fusion Party a renunciar. Luego de instalar su propio gobierno encabezado por Alfred Moore Waddell, se dedicaron a incendiar propiedades particulares y comerciales de los habitantes negros de la ciudad con el expreso objetivo de “reinstalar la supremacía blanca”.

Según el informe realizado por la 1898 Wilmington Race Riot Commission, el golpe fue planificado y patrocinado por líderes políticos y medios de comunicación locales, y ejecutado por milicianos armados, muchos de ellos ex miembros o simpatizantes del Ku Klux Klan. Si bien datos oficiales registraron la muerte de 60 afro-estadounidenses, se estima que el número exacto de los asesinados está en el rango de los doscientos. Ciudadanos negros debieron abandonar la ciudad ante amenazas de represalias. Si bien ningún blanco murió durante la masacre, los medios locales y nacionales describieron el incidente como un “motín racial” provocado y perpetrado por negros, una narrativa que se reprodujo durante décadas. Fue recién en 1998 que se estableció la referida comisión, encargada de realizar el primer informe oficial a cargo del Departamento de Recursos Culturales de Carolina del Norte.

Ninguna autoridad estadual o federal intervino en respuesta a lo sucedido. El gobernador republicano de Carolina del Norte siquiera atinó a solicitar asistencia al poder ejecutivo nacional, encabezado por el también republicano William McKinley. En 1900, el Fiscal General de los Estados Unidos inició una investigación, pero nunca nadie fue juzgado.  

El golpe y la masacre diezmaron el poder político y económico de los ciudadanos negros de Wilmington. Una de las primeras medidas del gobierno golpista fue la sanción de una enmienda, aún vigente en la Constitución estadual, que requería a los votantes aprobar una prueba de alfabetización para empadronarse. Esta ley se convirtió en precedente para las leyes de restricción electoral propias del sistema de segregación racial vigentes hasta 1965. Como consecuencia, en 1902, el número de votantes negros registrados en la ciudad se redujo de más de 125.000 a 6.100. Para 1908, todos los estados sureños habían sancionado medidas similares con la intención de privar a los afro-estadounidenses de sus derechos políticos. Ningún ciudadano negro logró ocupar un cargo público en Wilmington hasta 1972. Y fue recién en 1992 que un afro-estadounidense fue electo para una banca en el Congreso.

Así, la violencia y el terrorismo blanco resolvió lo que elecciones democráticas y la práctica política no promovían ya a través de canales institucionales: terminar con la participación de los negros en la vida socio-económica y política de la ciudad.

2022

Todo ejercicio de memoria histórica nos invita a establecer comparaciones y paralelismo.

Una de las diferencias más inmediatas que pueden establecerse con Wilmington es que los sucesos del 6 de enero de 2021 se encuentran hoy bajo escrutinio político y del Departamento de Justicia. Hasta el momento, 738 personas fueron arrestadas y acusadas de delitos de diversa índole, y algunas pocas están cumpliendo simbólicas condenas de prisión, entre ellos, el Shaman del Capitolio.

Sin embargo, importantes figuras con conexiones con el ex presidente se han negado a presentarse ante la Comisión o declarar ante la justicia, como el ex jefe de gabinete Mark Meadows, el asesor Stephen Miller, el abogado del Departamento de Justicia Jeffrey Clark, la vocera Kayleigh McEnany, el asesor de seguridad nacional Teniente Coronel Michael Flynn, John Eastman, e integrantes del gabinete de Pence. Stephen Bannon, el oscuro asesor de Trump durante su primer año de mandato, fue uno de los que se negó a prestar declaración, hoy detenido por desacato y obstrucción de la justicia.

Otro paralelismo, pero que en este caso precede al 6 de enero, es el movimiento en pos de la restricción de derechos electorales. Desde 2013 – año en que la Corte Suprema declaró inconstitucional una de las cláusulas de la ley de derechos al voto de 1965 que obligaba a la supervisión y pre-autorización federal de cambios en los requisitos y procedimientos electorales de estados con una larga historia de segregación y discriminación racial -, leyes que restringen o imposibilitan el ejercicio del derecho al voto fueron sancionadas en los 50 estados. Según el Brennan Center, 2021 ha sido “un año sin precedentes” para la legislación electoral. Luego de la elección presidencial que registró uno de los mayores índices de participación popular, 19 estados promulgaron 33 leyes que dificultan el ejercicio del derecho al voto y la minoría republicana del senado se niega a debatir un proyecto de ley federal de protección de derechos electorales.

Por último, si bien 2021 no fue un golpe, sí podríamos decir que se trata de una conspiración… en curso. Y no solo eso. Está adoptando ciertas características propias de la resistencia guerrillera. En enero de 2021, el Department of Homeland Security (DHS) publicó un boletín sobre amenazas a la seguridad interna que postuló:

“[Algunos] extremistas violentos ideológicamente motivados, con objeciones al ejercicio de la autoridad gubernamental y la transición presidencial, así como otros percibidos agravios alimentados por falsos discursos, podrían continuar movilizándose para incitar o cometer violencia”.

La supremacía y el extremismo blanco fueron declarados como las mayores amenazas a la seguridad interna tanto por el Federal Bureau of Investigations (FBI) como por el DHS mucho antes de las elecciones del 2020. Según este último, las “fuerzas del 6 de enero” siguen vivas y vigentes, se están organizando en nuevos grupos extremistas, fortaleciendo milicias armadas, propagando teorías conspirativas, incitando el accionar de grupos de odio y promoviendo la amenaza de posibles atentados terroristas “contra sistemas de infraestructura crítica, incluidos el eléctrico, de telecomunicaciones y sanitario”.

Por su parte, el director del FBI, Christopher Wray, afirmó en su testimonio de septiembre de 2020 ante el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes que:

·         “[L]os promotores del violento extremismo doméstico – como ser la concepción sobre la extralimitación del gobierno o de las fuerzas del orden, las condiciones sociopolíticas, el racismo, el antisemitismo, la islamofobia, la misoginia y las reacciones a las medidas legislativas – permanecen constantes”.

·         “En la categoría de terrorismo doméstico, el extremismo violento por motivos raciales es, creo, el mayor dentro del grupo. Y dentro del grupo de extremistas violentos por motivos raciales, las personas que suscriben a algún tipo de ideología de supremacismo blanco, son el grupo más importante y numeroso.”

A un año del cambio de gobierno, Trump y el ala de extrema derecha del Partido Republicano a la que el personaje dio su “ismo”, perdieron la batalla, pero vienen ganando la guerra. En el plano político, los republicanos son “técnicamente” la minoría en ambas cámaras del Congreso, pero han logrado impedir el avance de la agenda legislativa de la Administración Biden. Asimismo, cooptaron el discurso y la retórica política, logrando que – a pesar de la recuperación de la economía y de la tasa de empleo, y la popularidad de su plan de gobierno – el índice de aprobación de gestión haya bajado sistemáticamente hasta ubicarse en el 43%. Finalmente, si bien la legalidad de la presidencia de Biden ha sido respaldada a nivel institucional en todos los niveles de gobierno (local, estadual, federal) y judicial (desde tribunales inferiores hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos), un segmento significativo de los ciudadanos políticamente activos desconoce la legitimidad de la presente Administración y creen que hay que inclinarse por opciones abiertamente anti-democráticas para recuperar el poder.

Una encuesta sobre realizada por el Public Religion Research Institute arroja datos, al menos, preocupantes:

  • 31% (y 68% republicanos) creen que las elecciones presidenciales de 2020 fueron fraudulentas.
  • el 82% de la audiencia de Fox News y el 97 % de canales de extrema derecha (One America News NetworkNewsmax) cree que Biden no ganó legítimamente las elecciones.
  • 18 % (30% republicanos, 17% independientes, 11% demócratas) cree que la violencia podría estar justificada para “salvar a Estados Unidos”.
  • Al menos uno de cada cinco estadounidenses cree que alguna de las teorías  conspirativas de Q’Anon tienen algún fundamento.

Lo que indica todo esto es que 2020 marcó el cenit de un proceso de deslegitimación del sistema representativo estadounidense que se ha gestado desde arriba y que está teniendo sus frutos: el descreimiento de amplios sectores de la población sobre los sistemas electorales de representación, el rol de las instituciones democráticas y el aval a opciones anti-populares que aseguren legalmente el poder de las minorías políticas. En otras palabras, “democracias sin respaldo popular”.

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Captura de Pantalla 2021-08-06 a la(s) 12.33.55American Experience es una serie de la televisión pública estadounidense (PBS) dedicada al análisis de la historia de Estados Unidos. Su contenido es tan bueno que lo he usado en varios de los cursos que dicto. A propósito de la celebración de los controversiales Olimpiadas de Tokio, American Experience reunió en un webinar a la historiadora Amira Rose Davis, al columnista deportivo William C. Rhoden y al  creador y presentador de The Humanity Archive Jermaine Fowler para hablar sobre la intersección de los deportes y la política en los Juegos Olímpicos.

Quienes estén interesados en estos temas pueden acceder al video aquí.

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Comparto este interesante artículo del historiador Chad Pearson analizando al Ku Klux Klan como una asociación de patrones  (empresarios) que usaba la violencia y el terror para garantizar el control de la mano de obra negra en el Sur. El Dr. Pearson es  profesor de historia en el Collin College. Es autor de Reform or Repression: Organizing America’s Anti-Union Movement (University of Pennsylvania Press, 2016) y coeditor con Rosemary Feurer de Against Labor: How U.S. Employers Organized to Defeat Union Activism (University of Illinois Press, 2017). Su actual proyecto, titulado Capital’s Terrorists: Klansmen, Lawmen, and Employers in the Long Nineteenth Century será publicado por la University of North Carolina Press.


Ku Klux Klan | Definition & History | Britannica

El Ku Klux Klan también fue una asociación de jefes

CHAD PEARSON

Jacobin  27 de julio de 2021

La Guerra Civil revolucionó las relaciones laborales sureñas. Las personas esclavizadas huyeron de las plantaciones, tomaron las armas contra sus brutales explotadores y forjaron nuevos horizontes políticos. El futuro parecía prometedor.

Para los propietarios de plantaciones, sin embargo, esta transformación fue una pesadillla:  los trabajadores que tenían en servidumbre habían librado una “huelga general”, como W.E.B. Du Bois la llamó más tarde, dejándolos financieramente vulnerables e intensamente sacudidos. Este grupo racista y revanchista no se limitó a llorar sus derrotas, sino que se organizaron.

A través de los años de la Reconstrucción, la clase dominante sureña se resistió ferozmente a la eflorescencia de la libertad negra. Los restrictivos códigos negros, las políticas pro-plantadores del presidente Andrew Johnson, los disturbios racistas en Memphis y Nueva Orleans y, sobre todo, el terrorismo generalizado del Ku Klux Klan demostraron brutalmente los límites de la emancipación. Liderado por antiguos dueños de esclavos, el Klan reunía varias formas de violencia para impedir que los afroamericanos votaran o asistieran a las escuelas, intimidar a los carpetbaggers del norte y garantizar, según un documento sin fecha del Klan, que las personas liberadas continúen con su trabajo correspondiente”.

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Membership card of A.F. Handcock in the Invisible Empire Knights of the Ku Klux Klan (1928)

Los capítulos del Klan, repartidos de manera desigual en muchas partes del Sur, prometieron abordar los problemas laborales más apremiantes de los plantadores. Después de enterarse de la existencia de esta organización, Nathan Bedford Forrest — el ex comerciante de esclavos, principal carnicero en la batalla de 1864 en Fort Pillow, y el primer Gran Mago de la organización — expresó su aprobación de su secretividad, actividades y objetivos: “Eso es algo bueno; eso es muy bueno. Podemos usarla para mantener a los negros en su lugar”.

Mantenerlos  en su lugar no fue una tarea fácil: los afroamericanos abandonaron ansiosamente las granjas y plantaciones, lo que causó una escasez generalizada de mano de obra. Alfred Richardson, un afroamericano de Georgia, observó que los plantadores seguían profundamente frustrados porque no podían cultivar sus productos. Pero el KKK demostró ser una de las mejores herramientas de los empleadores del Sur para imponer violentamente su voluntad.

Los problemas laborales de los plantadores

Durante décadas, los historiadores han debatido la mejor manera de caracterizar al KKK, una organización terrorista supremacista blanca lanzada por veteranos confederados que surgió por primera vez en Pulaski, Tennessee, en 1866 antes de extenderse por todo el sur. Cientos de miles se unieron a ésta, aunque obtener un recuento detallado de los miembros reales es prácticamente imposible debido al secretismo de la organización.

Sin embargo, muchas cosas no están en discusión: los miembros del Klan estaban estrechamente vinculados al Partido Demócrata y usaban la violencia —azotes, ahorcamientos, ahogamientos, violencia sexual, expulsiones— contra afroamericanos y republicanos “insubordinados” de todas las razas. Los miembros del Klan también utilizaron formas “más suaves” de represión, incluyendo la quema de escuelas y libros y la creación en listas negras de maestros procedentes del Norte. También buscaron evitar que los afroamericanos se educaran. Según Z. B. Hargrove de Georgia, los miembros del Klan ocasionalmente azotaban a personas liberadas “por ser demasiado inteligentes”.

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Nathan Bedford Forrest. (Wikimedia Commons)

El racismo unió a los miembros blancos del Klan independientemente de las diferencias de clase, pero no todos jugaron un papel igual en la organización. El liderazgo del Klan consistía principalmente en propietarios de plantaciones, abogados, editores de periódicos y propietarios de tiendas con movilidad descendente, los más perjudicados por la transformación radical de la economía y las relaciones laborales del Sur.

Estos hombres estaban enfurecidos por su posición económica en declive y la ascensión de los hombres negros a posiciones de poder político. El líder del Klan con sede en Carolina del Norte, Randolph Abbott Shotwell, se quejó de que los hombres negros recién empoderados habían ayudado al gobierno federal a derribar “los derechos del amo” y privar de derechos a “una gran proporción de los hombres más capaces y mejores en la raza naturalmente dominante”.

Las miembros resentidos de la élite como Shotwell y Forres estaban decididos a restablecer su poder. Abundante evidencia sugiere que el Klan de la era de la Reconstrucción funcionó como una asociación de patronos con objetivos que, de alguna manera, se asemejaban a los objetivos de otras organizaciones empresariales anti-laborales.

Los líderes del Klan exigieron que las masas negras realizaran una función: participar en formas de trabajo agotadoras y brutalmente intensas que se asemejaban a la vida de las plantaciones anteriores a la Guerra Civil. Los miembros del Klan trataron de evitar que los afroamericanos abandonaran los lugares de trabajo, participaran en reuniones políticas, buscaran educación, accedieran a armas de fuego o se unieran a organizaciones destinadas a desafiar a sus explotadores. Como un observador de Georgia le dijo a un comité de investigación del Congreso en 1871, “Creo que su propósito es controlar el gobierno del estado y controlar el trabajo negro, lo mismo que lo hicieron bajo la esclavitud”.

Cotton Field - Landscape

Campo algodonero

Mientras que los miembros del Klan insistieron en que las masas negras pasaran sus horas de vigilia plantando y recogiendo cultivos, muchos se negaron a creer que estos mismos trabajadores merecían paga por sus esfuerzos. Según un informe de 1871 de Tennessee, con frecuencia “el empleador enmarca alguna excusa y reñía con el trabajador, quien se veía obligado a dejar su cosecha y su salario por el terror al Klan, que, en todos los casos, simpatizaba con los empleadores blancos”. Estos casos eran más parecidos a la esclavitud que al sistema de trabajo libre prometido por la emancipación.

El Klan como asociación de patronos

Pocos estudiosos han etiquetado al Klan como una asociación de empleadores, y la mayoría de los historiadores de la gestión han ignorado la Reconstrucción del Sur. El importante libro de Clarence Bonnett de 1922, Employers’ Associations in the United States: A Study of Typical Associations, es mudo sobre el Klan, centrándose exclusivamente en las organizaciones dirigidas por empresas que se formaron a finales del siglo XIX en el norte para contrarrestar el movimiento laboral cada vez más agitado.

Sin embargo, la definición de Bonnett es flexible, permitiéndonos aplicarla a las acciones de las organizaciones de vigilantes de la Reconstrucción: “Una asociación de patronos es un grupo que está compuesto o fomentado por los empleadores y que busca promover el interés de estos en los asuntos laborales. El grupo, en consecuencia, es (1) una organización formal o informal de empleadores, o (2) una colección de individuos cuya agrupación es fomentada por los empleadores”.

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Libertos votando, New Orleans, 1867.    (Wikimedia Commons)

Por supuesto, las asociaciones de empleadores del Klan de la era de la Reconstrucción y de la Era Progresista enmarcaron sus respectivos problemas laborales de manera muy diferente. Mientras que los miembros de las alianzas de empleadores y ciudadanos del norte promocionaban la libertad de la que supuestamente disfrutaban los trabajadores industriales (a saber, no afiliarse a sindicatos), los miembros del Klan no tenían ningún interés en tratar de ganar legitimidad de las masas afroamericanas.

Esto no quiere decir que las asociaciones de empleadores con sede en el Norte aceptaran estallidos de disturbios laborales. Ellos también utilizaron técnicas coercitivas, como guardias privados y secuestros, palizas y ahorcamientos, y se beneficiaron de las rápidas intervenciones de la policía y los guardias nacionales. Pero retóricamente, las asociaciones de empleadores de la Era Progresista a menudo empleaban el lenguaje Lincolnesque  de “trabajo libre”, señalando a las masas de trabajadores “libres” que lo mejor para ellos era trabajar diligentemente y cooperar con sus jefes. Aquellos que optaron por caminos más belicosos a menudo eran despedidos y colocados en una lista negra -reprimidos, sí, pero muy diferente de lo que experimentaron los libertos.

Los miembros del Klan hablaban el lenguaje sin adornos del dominio racial y de clase, y lo siguieron adelante con extrema brutalidad. Si medimos el número de asesinatos y palizas, el Klan fue mucho más violento que la mayoría de las asociaciones de empleadores con sede en el Norte. El historiador Stephen Budiansky ha calculado  que los vigilantes blancos asesinaron a más de tres mil personas durante el período de Reconstrucción.

Ku Klux Klan: Origin, Members & Facts - HISTORY

Sin embargo, los miembros del Klan eran estratégicos, empleando amenazas, secuestros y azotes para lograr los objetivos principales de las clases dominantes del Sur. Esto significaba mantener a la gente liberada alejada de las urnas electorales, romper reuniones políticas y asesinar a los hombres y mujeres más irremediablemente rebeldes. “Los asaltantes blancos”, ha señalado el historiador Douglas Egerton, “no simplemente atacaron a los negros por ser negros”. En cambio, usaron la intimidación y la violencia contra lo que consideraban hombres y mujeres vagos, poco confiables, irrespetuosos y desafiantes.

Las acciones espantosas como azotes y ahorcamientos sirvieron a las necesidades de la gerencia, ayudando a disciplinar a un número incontable de trabajadores. El cultivador de algodón de Mississippi Robert Philip Howell, por ejemplo, expresó su agradecimiento al Klan porque, en 1868, sus miembros ayudaron a resolver sus problemas con los “negros libres”: “si no hubiera sido por su miedo mortal al Ku-Klux, no creo que pudiéramos haberlos manejado tan bien como lo hicimos”.

Sharecroppers in Georgia · Textbook

Aparceros negros en Georgia

Tampoco el hecho de que los blancos pobres y de clase trabajadora participaran en los capítulos del Klan significa que no deberíamos considerar al KKK como una organización de jefes: lograr el control laboral casi siempre ha implicado coordinar grupos de participantes entre clases. Después de todo, las asociaciones de empleadores, en su mayoría con sede en el norte, no podrían haber logrado romper las huelgas y acabar con los sindicatos sin las movilizaciones de rompe huelgas durante los conflictos laborales.

El Klan, entonces, era una asociación de empleadores particularmente despiadada, particularmente racista,  pero era igual era una asociación de empleadores. Y fue brutalmente efectiva.

El miedo cubrió a la clase obrera negra, en su mayoría agrícola. Aunque los negros en todo el Sur ya no eran “propiedad”, la amenaza de la violencia organizada por el Klan se cernía sobre ellos. Demasiados pasos en falso, incluidas formas sutiles y frecuentes de insubordinación, podrían conducir a encuentros no deseados con hombres encapuchados seguidos de amenazas, palizas e incluso la muerte. Los miembros del Klan eran los despiadados ejecutores de la administración, asegurando que las masas mantuvieran la cabeza baja y trabajaran eficientemente.

Algunas personas liberadas se unieron a organizaciones de resistencia como las Ligas de la Unión. Estas organizaciones aliadas de los republicanos estaban activas en estados como Alabama, donde los miembros celebraban reuniones, movilizaban a los votantes y, a menudo, actividades muy alejadas de sus deberes “apropiados” en el lugar de trabajo.

Pero en respuesta, los miembros del Klan conspiraron entre sí antes de allanar las casas de los miembros de la Liga, azotar a los residentes, arrebatar sus armas y exigir que se mantuvieran alejados de las urnas electorales. Perdonaban vidas sólo cuando sus víctimas prometían abandonar las ligas. Sólo en Alabama, los miembros del Klan asesinaron a  unos quince miembros de la Liga entre 1868 y 1871.

Contrarrevolución de la propiedad”

Asegurar que los afroamericanos permanecieran atados (a veces literalmente) a granjas, plantaciones y otros lugares de trabajo mientras recibían poca compensación era uno de los objetivos centrales de las élites del Sur, las mismas personas que se beneficiaron de la esclavitud antes de la Guerra Civil. Mientras que los blancos de todas las clases se unieron a las ramas del Klan — y participaron con entusiasmo en ataques contra maestros del Norte, administradores del Freedmen Bureau y miembros de la Liga sindical — las élites llevaban la voz cantante.

Esta fue una “Contrarrevolución de la Propiedad”, como dijo  W. E.B. Du Bois. Los reformadores de la era de la Reconstrucción no proporcionaron una libertad genuina a los antiguos esclavos, escribió, en parte “porque la dictadura militar detrás del trabajo no funcionó con éxito frente al Ku Klux Klan”. Al igual que las asociaciones de empleadores con sede en el Norte, el KKK luchó por los intereses de los miembros más poderosos de la sociedad, repartiendo violencia y terror en nombre de los empleadores agrícolas.

Sharecropping and the Great Migration North - ​​Uncle Jessie White

Deberíamos apreciar los enormes avances emancipadores de la Guerra Civil sin perder de vista las formas en que la clase dominante sureña luchó para aferrarse al poder. Lo hicieron en parte desempeñando roles de liderazgo en el Klan y apoyando activamente a las numerosas organizaciones de vigilantes racistas que exigían la subordinación laboral.

Al destacar sus intereses de clase fundamentales, podemos entender mejor las razones de sus actos estratégicos de terror. Estos hombres perdieron quizás el conflicto más significativo para la democracia en la historia de Estados Unidos, pero no dejaron de luchar contra las fuerzas de liberación.

Traducción de Norberto Barreto Velázquez

 

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Timothy Snyder es uno de los  analistas más destacados  de la historia de Europa del Este y del Holocausto.  Profesor de historia en la Universidad de Yale, el Dr. Snyder es autor de varios libros sobre atrocidades políticas, entre los que destacan  Bloodlands Europe Between Hitler and Stalin (Peguin Ramdon House, 2010) Black Earth The Holocaust as History and Warning (Peguin Ramdon House, 2015).

El pasado 29 de junio del presente año, Snyder publicó una excelente columna de opinión en el diario New York Times,  enfocando un tema de crucial importancia: la guerra contra la Historia (sí, en mayúscula) que se viene dando en varios países europeos, entre ellos la Rusia de Putin. Lo que le prepocupa a este historiador estadounidense es lo que él denomina como “leyes de memoria”, es decir, «acciones gubernamentales diseñadas para guiar la interpretación pública del pasado». Leyes como la aprobada en Polonia para encubrir la participación de sus ciudadanos en el Holocausto o las medidas tomadas en Rusia para esconder los crímenes de Stalin.

Lo interesante de esta columna de Snyder es cómo víncula lo que ha estado ocurriendo en la Europa oriental con lo que se viene desarrollando en Estados Unidos. Como es sabido, la elección de Trump en 2016 empoderó a la derecha recalcintrante y a los supremacistas raciales. Uno sus blancos de ataque ha sido la enseñanza de la historia en Estados Unidos. Para estos grupos de la sociedad estadounidense, la enseñanza de la historia debe tener como objetivo crear ciudadanos patriotas, no críticos de su país y sus instituciones. Es así como cuestionaron, con la venia de la administración Trump, programas de estudios de minorías y  proyectos como 1619, conmemorando 500 años de la llegada de esclavos a lo que hoy es Estados Unidos. Desafortundamente, la salida del empresario neoyorquino de la Casa Blanca no acabó con esta ofensiva en contra de la historia. Actualmente, la sociedad estadounidense está inmersa en una guerra cultural sobre la ensañanza de la historia entre quienes quieren una historia edulcorada que deje fuera o preste poca atención a temas controversiales y sensitivos como la esclavitud, y quienes defiende la necesidad de una historia crítica y, por ende,  incomoda para quienes buscan esconder los pecados de la nación estadounidense. En fin, como diría el gran historiador cubano Manuel Moreno Fraginals, la historia sigue siendo un arma.

En su columna, Snyder analiza cómo  manipular la historia a través de la aprobación de leyes  o reglamentos que limitan su enseñanza e investigación, constituye una amenaza para la democracia estadounidense.


Discurso Visual

Diego Rivera, La Plaza Roja, 1928, óleo.

La guerra contra la historia es una guerra contra la democracia

Timothy Snyder

The New York Times   29 de junio de 2021

En marzo de 1932, la portada de la revista Fortune presentaba una pintura de la Plaza Roja de Diego Rivera. Una multitud incontable de hombres sin rostro marcharon con pancartas rojas, rodeando una locomotora estampada con hoz y martillo. Esta era la imagen de modernización comunista que los soviéticos deseaban transmitir durante el primer plan quinquenal de Stalin: el logro fue impersonal, técnico, incuestionable. La Unión Soviética se estaba transformando de un remanso agrario en una potencia industrial a través de una comprensión disciplinada de las realidades objetivas de la historia. Sus ciudadanos celebraron la revolución, como sugería la pintura de Rivera, incluso cuando los moldeó en un nuevo tipo de pueblo.

Pero en marzo de 1932, cientos de miles de personas ya estaban muriendo de hambre en la Ucrania soviética, el granero del país. La rápida industrialización se financió destruyendo la vida agraria tradicional. El plan quinquenal había traído la “deskulakización”, la deportación de campesinos considerados más prósperos que otros, y la “colectivización”, la apropiación de tierras agrarias por parte del Estado. Un resultado fue la hambruna masiva: primero en Kazajistán, luego en el sur de Rusia y especialmente en la Ucrania soviética. Los líderes soviéticos eran conscientes en 1932 de lo que estaba sucediendo, pero insistieron en las requisas en Ucrania de todos modos. El grano que la gente necesitaba para sobrevivir fue confiscado y exportado por la fuerza. El escritor Arthur Koestler, que vivía en la Ucrania soviética en ese momento, recordó la propaganda que presentaba a los hambrientos como provocadores que preferían ver sus propios vientres hinchados en lugar de aceptar el logro soviético.

Ucrania era la república soviética más importante más allá de Rusia, y Stalin la entendía como díscola y desleal. Cuando la colectivización de la agricultura en Ucrania no produjo los rendimientos que Stalin esperaba, su respuesta fue culpar a las autoridades locales del partido, al pueblo ucraniano y a los espías extranjeros. A medida que se extraían alimentos en medio de la hambruna, fueron principalmente los ucranianos los que sufrieron y murieron —unos 3,9 millones de personas en la república, según el mejorcálculo, más del 10 por ciento de la población total. En las comunicaciones con camaradas de confianza, Stalin no ocultó que estaba dirigiendo políticas específicas contra Ucrania. A los habitantes de la república se les prohibió salir de ella; a los campesinos se les impedía ir a las ciudades a mendigar; las comunidades que no lograron establecer objetivos de cereales quedaron aisladas del resto de la economía; las familias fueron privadas de su ganado. Por encima de todo, el grano de Ucrania fue incautado sin piedad, mucho más allá de cualquier cosa que la razón pudiera ordenar. Incluso la semilla de maíz fue confiscada.

Journalist Gareth Jones' 1935 murder examined by BBC Four - BBC News

Gareth Jones

La Unión Soviética tomó medidas drásticas para garantizar que estos acontecimientos pasaran desapercibidos. Se prohibió la presencia de periodistas extranjeros a Ucrania. La única persona que sí reportó sobre la hambruna en inglés bajo su propio nombre, el periodista galés Gareth Jones, fue asesinado más tarde. El corresponsal en Moscú de The New York Times, Walter Duranty, explicó la hambruna como el precio del progreso. Decenas de miles de refugiados hambrientos cruzaron la frontera con Polonia, pero las autoridades polacas optaron por no dar a conocer su difícil situación: se estaba negociando un tratado con la U.S.S.R. En Moscú, el desastre fue presentado, en el congreso del partido de 1934, como una segunda revolución triunfante. Las muertes fueron recategorizadas de “hambre” a “agotamiento”. Cuando el siguiente censo contó millones de personas menos de las esperadas, los estadísticos fueron ejecutados. Mientras tanto, los habitantes de otras repúblicas, en su mayoría rusos, se mudaron a las casas abandonadas de los ucranianos. Como beneficiarios de la calamidad, no estaban interesados en sus fuentes.

Después de que la Unión Soviética llegara a su fin en 1991, los ciudadanos de una Ucrania recién independiza comenzaron a conmemorar a los muertos de la hambruna de 1932-33, a la que llaman el Holodomor. En 2006, el Parlamento ucraniano reconoció los hechos en cuestión como un genocidio. En 2008, la Duma rusa respondió con una resolución que proporcionaba un relato muy diferente de la hambruna. Incluso cuando los legisladores rusos parecían reconocer la catástrofe, la volvieron en contra de las principales víctimas. La resolución declaró que “no hay pruebas históricas de que la hambruna se organizara según líneas étnicas”, y mencionó deliberadamente seis regiones en Rusia antes de mencionar a Ucrania.

Este orden se volvió habitual en la prensa estatal rusa: las menciones de la hambruna incluían una lista torpemente larga de regiones, minimizando la especificidad de la tragedia ucraniana. La hambruna se presentó como resultado de errores administrativos por parte de un aparato estatal neutral. Todos fueron víctimas, y nadie lo fue. En una carta de 2008 a su homólogo ucraniano, el presidente ruso Dmitri Medvedev aplastó el evento en un acto de represión “contra todo el pueblo soviético”.

Al año siguiente, Medvedev estableció la Comisión Presidencial de la Federación Rusa para Contrarrestar los Intentos de Falsificar la Historia en detrimento de los intereses de Rusia, un panel de políticos, oficiales militares e historiadores aprobados por el Estado que aparentemente se encargaron de defender la historia oficial del papel de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. Hizo poco en la práctica, pero estableció un principio importante: que la historia era lo que servía a los intereses nacionales de Rusia y que todo lo demás era revisionismo. Este principio se aplicó inevitablemente a la historia de la hambruna. En los medios estatales rusos, los historiadores rusos señalaron repetidamente que las personas que ejecutaban las órdenes de Stalin en Ucrania eran a su vez ucranianos. (Esto era, por supuesto, cierto, pero algo similar se puede decir de casi todas las políticas coloniales y genocidas. El ministerio de relaciones exteriores ruso tomó la posición en 2017 de que los ucranianos que recuerdan la hambruna tenían “un objetivo: ampliar la brecha entre Rusia y Ucrania”.

 

40,000 Russian troops on Ukraine border - CNN Video

Soldados rusos en Ucrania, 2014.

Esta incapacidad para reconocer una tragedia condujo a una incapacidad para reconocer a un pueblo. Cuando Rusia invadió Ucrania en 2014, una de las razones era que Ucrania no era un Estado real. Vladimir Putin, por entonces (otra vez) presidente, comparó la situación en Ucrania con la Revolución Bolchevique: una época de caos y guerra civil, cuando un ejército enviado desde Rusia podía decidir las cosas. Los abogados internacionales rusos argumentaron que la invasión y la anexión estaban justificadas por la desaparición del Estado ucraniano.

En el momento de la invasión, había un museo propio del gulag en Rusia, un sitio para recordar millones de muertes y decenas de millones de encarcelamientos: la reconstrucción de Perm-36, un campo de “régimen especial” particularmente notorio para prisioneros políticos. Durante la invasión de Ucrania, el sitio fue tomado por el estado ruso, sus exhibiciones revisadas para centrarse en la experiencia de los guardias de la prisión en lugar de los prisioneros, que habían sido desproporcionadamente ucranianos. Raphael Lemkin, el abogado polaco-judío que acuñó la palabra “genocidio”, opinaba que la política soviética en Ucrania equivalía a una. Durante la guerra, su panfleto que lo decía fue colocado en el índice de “materiales extremistas” de Rusia, junto con una serie de publicaciones sobre la historia de la Ucrania soviética. La posesión de estos documentos podría llevar a una sentencia de prisión.

Estas políticas rusas pertenecen a un creciente cuerpo internacional de lo que se llaman “leyes de memoria”: acciones gubernamentales diseñadas para guiar la interpretación pública del pasado. Tales medidas funcionan afirmando una visión obligatoria de los acontecimientos históricos, prohibiendo la discusión de hechos o interpretaciones históricas o proporcionando directrices vagas que conducen a la autocensura. Las primeras leyes de memoria generalmente fueron diseñadas para proteger la verdad sobre los grupos de víctimas. El ejemplo más importante, aprobado en Alemania Occidental en 1985, criminalizó la negación del Holocausto. Tal vez como era de esperar, otros países siguieron ese precedente y prohibieron la negación de otras atrocidades históricas. La ley de Alemania Occidental fue controvertida para algunos defensores de la libertad de expresión; las medidas sucesivas fueron impugnadas sobre la base de que el Holocausto se encontraba en una categoría especial. Sin embargo, estas primeras leyes podrían defenderse como intentos de proteger a los más débiles contra los más fuertes, y una historia en peligro de extinción contra la propaganda.

Claims Conference Statement Re: Facebook Policy Change: Holocaust Denial  and Distortion - Claims Conference

Rusia ha puesto patas arriba la lógica original de las leyes de memoria. No son los hechos sobre los vulnerables, sino los sentimientos de los poderosos los que deben protegerse. El lenguaje utilizado para alcanzar este objetivo es elegido con mucho cuidado. Durante la invasión rusa de Ucrania, Putin promulgó la engañosamente llamada “Ley contra la rehabilitación del nazismo”. Su premisa era que los tribunales de Nuremberg, donde algunos nazis fueron juzgados, habían dictado un juicio exhaustivo sobre las atrocidades de las décadas de 1930 y 40. La ley prohibió específicamente, con sanciones penales, “la información falsa sobre las actividades de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial”. En otras palabras, cualquier mención de crímenes no juzgados en Nuremberg podría equipararse a una negación de las atrocidades nazis. No se juzgó ninguna acción soviética allí, por supuesto, porque los soviéticos estaban entre los vencedores y los jueces.

Un gesto hacia la protección de la santidad del Holocausto se convirtió en un control sobre todo el universo de atrocidades no nazis. Señalar que la Unión Soviética había comenzado la guerra como un aliado nazi, según esta lógica, era cometer un crimen; un ciudadano ruso que mencionó en una publicación en las redes sociales que la Alemania nazi y la Unión Soviética invadieron Polonia fue procesado. Este año, el Parlamento ruso está considerando una ley más amplia que criminalizaría la equiparación de los objetivos y métodos de los altos mandos y militares soviéticos y nazis. Quizás lo más llamativo de esta propuesta es que sus defensores definen sus propósitos terapéuticamente. Es “un error insultar la memoria de la nación victoriosa”. La victoria fue soviética, no rusa; Judíos, bielorrusos y ucranianos sufrieron más que los rusos. No se trata de proteger los hechos históricos, sino de cultivar el sentimiento nacional.

The 1776 Report: Collector's Edition: The President's Advisory 1776  Commission: 9798716362826: Amazon.com: BooksEn noviembre pasado, cinco días después de que la última ley de memoria rusa saliera de un comité presidencial, el presidente estadounidense, Donald Trump, creó la Comisión Asesora del Presidente 1776. Su “Informe de 1776”,  publicado justo cuando el mandato de Trump llegó a su fin en enero, definió su tarea como la “restauración de la educación estadounidense”. El informe respondió al  Proyecto 1619, un intento de acercar la historia de la esclavitud al centro de las narrativas nacionales, que esta revista publicó en 2019. El informe de la comisión reprodujo la estructura de la política de memoria rusa, reconociendo un mal histórico y luego relativizándolo de una manera impactante. Se discutió la esclavitud, pero sólo como uno de los numerosos “desafíos a los principios de Estados Unidos”, una lista que también incluía el “progresismo” y la “política de identidad”. La práctica de la esclavitud en Estados Unidos se definió como una “negación de los principios estadounidenses básicos” y “el intento de sustitución de una teoría de los derechos de grupo en su lugar”, que, según los autores, “son los antepasados directos de algunas de las teorías destructivas que hoy dividen a nuestro pueblo y desgarran el tejido de nuestro país”.

La “teoría crítica de la raza” es el nuevo espantapájaros de la derecha. la  izquierda no debe caer en la trampa

La alusión a los “derechos de grupo” parece ser una referencia a la Teoría Crítica de la Raza: un conjunto de argumentos de décadas de antigüedad sobre cómo funciona el racismo en la ley y la sociedad que recientemente se ha convertido en una fijación de los políticos republicanos. Asociado con la U.C.L.A. y la profesora de la Facultad de Derecho de Columbia Kimberlé Crenshaw y otros académicos afroamericanos, la Teoría Crítica de la Raza pregunta por qué la discriminación no terminó con la Ley de Derechos Civiles de 1964 y recomienda un escrutinio crítico de las leyes centrándose en sus consecuencias en lugar de en las intenciones declaradas de sus autores. El Informe de 1776 se fija en el flagelo relacionado de la “política de identidad”, un “credo” por el cual los “supuestos opresores” deben “expiar e incluso ser castigados a perpetuidad por sus pecados y los de sus antepasados”. Estas ideas recibieron más atención en el Informe de 1776 que la esclavitud.

Esta primavera, las leyes de la memoria llegaron a Estados Unidos. Los legisladores estatales republicanos propusieron docenas de proyectos de ley diseñados para guiar y controlar la comprensión estadounidense del pasado. Al momento de escribir este artículo, cinco estados (Idaho, Iowa, Tennessee, Texas y Oklahoma) han aprobado leyes que dirigen y restringen las discusiones de la historia en las aulas. El Departamento de Educación de un sexto (Florida) ha aprobado directrices con el mismo efecto. Otras 12 legislaturas estatales todavía están considerando leyes de memoria.

Los detalles de estas leyes varían. La ley de Idaho es la más kafkiana en su censura: afirma la libertad de expresión y luego prohíbe el discurso divisivo. La ley de Iowa ejecuta la misma pirueta totalitaria. Las leyes de Tennessee y Texas van más lejos en la especificación de lo que los maestros pueden y no pueden decir. En  Tennessee, los maestros no deben enseñar que el estado de derecho es “una serie de relaciones de poder y luchas entre grupos raciales o de otro tipo”. Tampoco pueden negar el preámbulo de la Declaración de Independencia, palabras que Thomas Jefferson presumiblemente nunca tuvo la intención de ser parte de una ley de censura estadounidense. La ley de Idaho menciona la Teoría Crítica de la Raza; la directiva de la junta escolar de Florida lo prohíbe en las aulas. La  ley de Texas prohíbe a los maestros exigir a los estudiantes que entiendan el Proyecto 1619. Es un objetivo perverso: los maestros tienen éxito si los estudiantes no entienden algo.

The Significance of the 1619 Project – The Panther

Pero la característica más común entre las leyes, y la más familiar para un estudiante de leyes represivas de la memoria en otras partes del mundo, es su atención a los sentimientos. Cuatro de cada cinco de ellos, en un lenguaje casi idéntico, proscriben cualquier actividad curricular que dé lugar a “incomodidad, culpa, angustia o cualquier otra forma de angustia psicológica a causa de la raza o el sexo del individuo”.

La historia no es terapia, y la incomodidad es parte de crecer. Como maestro, no puedo excluir la posibilidad, por ejemplo, de que mis estudiantes no judíos sientan angustia psicológica al aprender lo poco que Estados Unidos hizo por los refugiados judíos en la década de 1930. Sé por mi experiencia enseñando el Holocausto que a menudo causa incomodidad psicológica para los estudiantes aprender que Hitler admiraba a Jim Crow y el mito del Salvaje Oeste. Los maestros de las escuelas secundarias no pueden excluir la posibilidad de que la historia de la esclavitud, los linchamientos y la supresión de votantes incomode a algunos estudiantes no negros. Las nuevas leyes de memoria invitan a los maestros a autocensurarse, sobre la base de lo que los estudiantes podrían sentir, o decir que sienten. Las leyes de memoria ponen el poder de censura en manos de los estudiantes y sus padres. No es exactamente inusual que las personas blancas en Estados Unidos expresen la opinión de que están siendo tratadas injustamente; ahora tal opinión podría paralizar las clases de historia.

La suposición es que la angustia psicológica sobre la raza surge principalmente cuando se plantea el tema. Eso podría tener sentido desde la perspectiva de una persona blanca cuya preocupación es no ser considerada como racista, y que puede concluir que la mejor manera de evitar el riesgo de tal incomodidad es mantener al sujeto fuera de la mesa. Pero, ¿qué se necesitaría realmente para eliminar “la incomodidad, la culpa, la angustia o cualquier otra forma de angustia psicológica” a causa de la raza de las vidas de los negros, o de los días escolares de los estudiantes negros? ¿Qué pasaría si los estudiantes afroamericanos en un estado con una ley de memoria hablaran en clase para decir que enseñar la historia de los padres fundadores sin referencia a su esclavitud les causaba incomodidad y angustia específicamente como personas negras?

Las leyes de memoria surgen en un momento de pánico cultural cuando los políticos nacionales de repente están despotricando contra las enseñanzas “revisionistas”. En Rusia, los supuestos revisionistas son personas que escriben críticamente sobre Stalin, o honestamente sobre la Segunda Guerra Mundial. En los Estados Unidos, los “revisionistas” son personas que escriben sobre la raza. En ambos casos, “revisionismo” tiende a significar las partes de la historia que desafían el sentido de rectitud de los líderes o hacen que sus partidarios se sientan incómodos.

El genocidio ucraniano provocado por la URSS del que nadie habla - Historia  - Historia

Niños ucranianos.

En Rusia, es tentador imaginar que el estalinismo tenía que ver fundamentalmente con la gestión. La hambruna en Ucrania fue un error de cálculo administrativo. El terror de finales del decenio de 1930 fue un error lamentable. La alianza con Hitler era una necesidad geopolítica. Para los estadounidenses, estas justificaciones rusas parecen ridículas, porque no tenemos sentimientos de culpa o vergüenza por los eventos en cuestión, ni una apuesta emocional en ser inocentes, ni conexión con la narrativa. No tenemos problemas para ver que el hambre, el gulag y el terror eran algo más que excesos administrativos, y no podemos pasar por alto fácilmente una alianza con Hitler. Por la misma razón, cualquiera que mire a los Estados Unidos desde el exterior inmediatamente ve que nuestras nuevas leyes de memoria protegen el legado del racismo. Sólo nos estamos engañando a nosotros mismos.

Las leyes de memoria estadounidenses ni siquiera suelen referirse a eventos históricos específicos sobre los que hacen cumplir las ortodoxias; en este sentido son un paso más avanzados que las leyes de memoria rusas. Pero los momentos en que las nuevas leyes se aventuran en la especificidad son esclarecedores. “Ejemplos de teorías que distorsionan los eventos históricos y son inconsistentes con los estándares aprobados por la Junta Estatal”, dice la nueva política del Departamento de Educación de Florida,  “incluyen la negación o minimización del Holocausto y la enseñanza de la Teoría Crítica de la Raza, es decir, la teoría de que el racismo no es simplemente el producto del prejuicio, sino que el racismo está incrustado en la sociedad estadounidense y sus sistemas legales para defender la supremacía de las personas blancas”.

Esta es una sorprendente repetición de la táctica retórica de la ley de memoria rusa de 2014: en ambos, los crímenes de los nazis se despliegan para silenciar una historia de sufrimiento: en Rusia para disuadir las críticas de la era de Stalin, en Florida para prohibir la educación sobre el racismo. Y en ambos casos, las medidas en cuestión en realidad hacen que el Holocausto sea imposible de entender. Si es ilegal en Rusia discutir el pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 de no agresión entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, entonces es imposible discutir cómo, dónde y cuándo comenzó la Segunda Guerra Mundial. Si es ilegal en Florida enseñar sobre el racismo sistémico, entonces los aspectos del Holocausto relevantes para los jóvenes estadounidenses no se torce. Las leyes raciales alemanas se basaron en el precedente establecido por Jim Crow en los Estados Unidos. Pero dado que Jim Crow es racismo sistémico, que tiene que ver con la sociedad y la ley estadounidenses, el tema parece estar prohibido en las escuelas de Florida.

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La ley de memoria rusa que se apoya en el Holocausto lo degrada; la medida de Florida que compara la negación del Holocausto con la Teoría Crítica de la Raza la trivializa. Hay una manera más generosa y constructiva de abordar la historia afroamericana y judía. Aunque ha sido extravagantemente caricaturizado por sus detractores, un argumento central de la Teoría Crítica de la Raza es una observación directa y, para un historiador, intuitiva: la discriminación no es simplemente una cuestión de actitudes o instituciones, sino de su interacción en la sociedad a lo largo del tiempo. Este análisis es ampliamente aplicable. Es tentador ver el Holocausto como una cuestión de prejuicio racial alemán; entonces podemos distanciarnos fácilmente asegurándonos de que no somos alemanes ni antisemitas. Pero es imposible explicar cómo casi seis millones de personas fueron asesinadas en un momento y lugar determinados simplemente refiriéndose a actitudes.

Las atrocidades comienzan en la vida cotidiana, por lo que necesitamos herramientas y conceptos para despegar lo familiar y lo exculpatorio. Empecé a escribir este ensayo después de hacer lo que hago la mayoría de los días, dejar a mis hijos en la escuela. Después de llegar a Viena el verano pasado, tuve que apresurarme para encontrar una escuela para mis hijos. Hubo una pandemia; Yo era extranjero; y hubo algunos momentos de incertidumbre. Fue un gran alivio para mí cuando mis hijos fueron admitidos en una buena escuela. ¿Qué habría hecho si luego me hubiera enterado de que las ranuras se abrieron porque algunos otros niños habían sido expulsados de la escuela? Lo más probable es que no hubiera mirado demasiado de cerca; una reacción humana sería suponer que esos otros niños deben haber merecido la expulsión, al igual que mis hijos merecen la admisión.

Ahora imaginemos que estoy en Viena, buscando una escuela, pero estamos en 1938. Hitler ha llegado y el Estado austriaco se ha derrumbado. Los niños judíos están abandonando las escuelas mientras sus familias huyen del país. Mis hijos, que han estado en una lista de espera para una escuela muy deseable, de repente tienen plazas. ¿Qué haría? Las autoridades escolares me ahorran sentimientos al no mencionar cómo se abrieron los lugares. Tal vez yo no soy un antisemita, y tal vez el director de la escuela tampoco lo sea. Pero sin embargo, algo antisemita está sucediendo, e independientemente de cómo evaluo mis propios motivos, me siento atraído. Para mí y para los otros padres en mi situación, a quienes sin duda llegaría a reconocer y conocer, llegaría a parecer normal que ya no hubiera niños judíos en la escuela.

Cuando afirmamos que la discriminación es sólo el resultado de prejuicios personales, nos liberamos de responsabilidad. Sólo nuestra historia importa, y lo que importa en nuestra historia es nuestra inocencia. La única manera de preservar la descripción neutral de una situación como esa es expulsar de la historia a las otras personas involucradas. Los padres que quieren pensar que lo que hicieron fue normal podrían ser atraídos a pensar en los judíos como más allá de la comunidad nacional. Los judíos se vuelven menos que humanos para que podamos decirnos a nosotros mismos que somos humanos. El antisemitismo que surge de esta coyuntura no radica sólo en la mente y no sólo en las instituciones: reside en algún punto intermedio, en un sistema que ahora está funcionando de una manera nueva. Sabemos a dónde nos llevó. Los judíos fueron excluidos del voto y de las profesiones. Fueron separados de sus bienes, de sus hogares y de sus vidas.

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En Austria, en 1938, lo que antes era imposible se hizo posible de repente. El estado austríaco dejó de existir, y algunos austriacos se aprovecharon abusando de los judíos. Los nazis austriacos tenían listas de apartamentos y automóviles judíos, y los tomaron para sí mismos tan pronto como pudieron. Los judíos eran objeto de humillación, violencia, violación y, en algunos casos, asesinato. Un estudiante de historia de Europa central y oriental puede ver en los acontecimientos del 31 de mayo y el 1 de junio de 1921, en Tulsa, Okla., un cierto parecido con lo que sucedió en Austria, aunque la violencia en Estados Unidos estaba más concentrada.

En ese momento, Oklahoma era un estado de Jim Crow. Greenwood era un próspero barrio negro en Tulsa. En ese día de primavera, los tulsanos blancos entraron y destruyeron Greenwood, quemando edificios y asesinando a ciudadanos negros a gran escala. Contaron con el apoyo de algunos policías. Después, como en Viena, las relaciones de propiedad se alteraron para siempre, lo que tuvo un efecto impalpable pero inconfundible en las actitudes.

Sin embargo, al igual que en Austria, la violencia racial no dio lugar a un debate sobre el racismo. Al contrario: como detalla el historiador Scott Ellsworth en su nuevo libro sobre la masacre, The Ground Breaking, el poder sistémico del racismo se revela en los largos silencios. En Tulsa, la prensa local dejó de mencionar los hechos. Los documentos relativos a la masacre desapasaron de los archivos estatales. Los libros de texto de historia de Oklahoma no tenían nada que decir. A los jóvenes de Tulsa y Oklahoma se les negó la oportunidad de pensar en su propia historia por sí mismos. El silencio prevaleció durante décadas.

Cien años después de la masacre de Tulsa, casi al día de hoy, la Legislatura de Oklahoma aprobó su ley de memoria. Las instituciones educativas de Oklahoma ahora tienen prohibido seguir prácticas en las que “cualquier individuo debe sentir incomodidad, culpa, angustia o cualquier otra forma de angustia psicológica” en cualquier tema relacionado con la raza. (Esto ya ha llevado a que al menos una universidad comunitaria cancele una clase sobre raza y etnia). El gobernador de Oklahoma ha afirmado que la masacre de Tulsa todavía se puede enseñar en las escuelas. Los profesores han expresado sus dudas. Dado que el objetivo de la ley es proteger los sentimientos sobre los hechos, los maestros sentirán presión para discutir el evento de una manera que no dé lugar a controversia.

Tulsa Race Massacre - HISTORY

Tulsa, Oklahoma, 1 de junio de 1921.

Los hechos tienden a ser controvertidos. Sería polémico señalar, por ejemplo, que la masacre de Tulsa fue uno de los muchos casos de limpieza racial en los Estados Unidos, o que sus consecuencias se manifiestan en Oklahoma hasta el día de hoy. Sería polémico señalar que los pogromos raciales, junto con los azotes, los tiroteos y los linchamientos, son herramientas tradicionales para intimidar a los afroamericanos y mantenerlos alejados de las urnas.

En la mayoría de los casos, las nuevas leyes de memoria estadounidenses han sido aprobadas por legislaturas estatales que, en la misma sesión, han aprobado leyes diseñadas para dificultar la votación. La administración de la memoria permite la supresión de votantes. La historia de negar el voto a los negros es vergonzosa. Esto significa que es menos probable que se enseñe cuando los maestros tienen el mandato de proteger a los jóvenes de sentir vergüenza. La historia de negar a los negros el voto involucra a la ley y a la sociedad. Esto significa que es menos probable que se enseñe cuando los maestros tienen el mandato de decirles a los estudiantes que el racismo es sólo un prejuicio personal.

Mi experiencia como historiador de la matanza en masa me dice que todo lo que vale la pena conocer es desconcertante; mi experiencia como profesor me dice que el proceso vale la pena. Tratar de proteger a los jóvenes de la culpa les impide ver la historia como lo que fue y convertirse en los ciudadanos que podrían ser. Parte de convertirse en un adulto es ver su vida en sus entornos más amplios. Sólo ese proceso permite un sentido de responsabilidad que, a su vez, activa el pensamiento sobre el futuro.

La democracia requiere responsabilidad individual, que es imposible sin una historia crítica. Prospera en un espíritu de autoconciencia y autocorrección. El autoritarismo, por otro lado, es infantilizante: no deberíamos tener que sentir ninguna emoción negativa; los temas difíciles deben ser retenidos de nosotros. Nuestras leyes de la memoria equivalen a terapia, una cura parlante. En la representación del mundo por parte de las leyes, las palabras de los blancos tienen el poder mágico de disolver las consecuencias históricas de la esclavitud, los linchamientos y la supresión de votantes. El racismo se acabó cuando los blancos lo dicen.

Empezamos diciendo que no somos racistas. Sí, eso se sintió bien. Y ahora debemos asegurarnos de que nadie diga nada que pueda molestarnos. La lucha contra el racismo se convierte en la búsqueda de un lenguaje que haga que las personas blancas se sientan bien. Las propias leyes modelan la retórica deseada. Sólo estamos tratando de ser justos. Nos comportamos de manera neutral. Somos inocentes.

Traducción: Norberto Barreto Velázquez

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