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Archive for febrero 2012

Este año se conmemora el bicentenario de la guerra de 1812, que podría ser considerada como una segunda guerra de independencia norteamericana. Para entender el origen de este conflicto es necesario comenzar señalando que a principios del siglo XIX Estados Unidos no era la gran potencia militar que es hoy en día. Por el contrario,  Estados Unidos era una nación joven y vulnerable, y que, además, surgió en un contexto internacional tenso, violento y peligroso. La revolución francesa y sus secuelas en el mundo atlántico, trajeron consigo años de violentos enfrentamientos entre las grandes potencias europeas. Uno de los grandes peligros que enfrentó la nueva nación era verse atrapada en las luchas revolucionarias o hegemónicas europeas. Los líderes estadounidenses tuvieron que navegar por aguas tormentosas para garantizar la supervivencia de su novel federación de estados.

Thomas Jefferson

Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos, fue uno de eso líderes. La presidencia de Jefferson se vio seriamente afectada por la situación reinante en Europa. Entre 1802 y 1815, la Francia napoleónica y el Imperio Británico se enfrentaron en un duelo a muerte por la supremacía europea. Los británicos recurrieron a su marina de guerra –su arma más poderosa– para bloquear a Francia. El objetivo británico era acabar económicamente con Napoleón, aislándole del resto del mundo. En respuesta, el Emperador desarrolló un bloqueo continental, es decir, cerró todos los puertos europeos bajo su control a los barcos ingleses. A pesar de que comercialmente los estadounidenses se beneficiaron de esta lucha, también surgieron serios problemas. Como parte de su esfuerzo bélico, los británicos procedieron a interceptar barcos norteamericanos en alta mar y secuestrar su tripulación para llenar las necesidades de personal de la armada británica dado alto nivel de deserciones que sufría. Los británicos registraban los barcos norteamericanos en busca  de desertores –algunos de ellos ciudadanos norteamericanos– a quienes retenían y obligaban a servir en la marina británica. Se calcula que unos 6,000 marinos norteamericanos fueron secuestrados por los ingleses entre los años1803 y 1812.

Jefferson enfrentó un serio dilema, pues quería hacer valer la soberanía norteamericana y a la vez evitar una guerra con Gran Bretaña, temeroso de sus posibles consecuencias. El Presidente trató sin éxito de detener las acciones inglesas por medio de un embargo. En 1807, el Congreso de lo Estados Unidos aprobó una ley prohibiéndole a los barcos norteamericanos salir de sus puertos hasta tanto Gran Bretaña y Francia pusieran fin a las restricciones al comercio estadounidense. Esta medida fue un total fracaso porque Jefferson sobrestimó la dependencia anglo-francesa en el comercio con los Estados Unidos y por que le significó grandes perdidas a los comerciantes norteamericanos. Las exportaciones que en 1806 habían totalizado $108 millones, se redujeron a $22 millones en 1808.

James Madison

En 1808, James Madison se convirtió en el cuarto presidente de los Estados Unidos.  Madison, uno de los principales artífices de la constitución norteamericana, heredó de Jefferson una situación muy difícil. El nuevo presidente reconoció el fracaso del embargo y creó una serie de restricciones económicas que buscaban persuadir a ingleses y franceses a respetar el comercio norteamericano.  Las medidas de Madison fueron un fracaso, quien presionado por un grupo de legisladores belicistas conocidos como los Halcones (“War Hawks”) –liderados por Henry Clay y John C. Calhoun– pidió  al Congreso en junio de 1812 que le declarara la guerra a Gran Bretaña. De esta forma,  los Estados Unidos se embarcaron en su segunda guerra contra la nación más poderosa del mundo.

Tras dos años de combates que incluyeron la invasión de Canadá, la quema de la ciudad de Washington por tropas británicas y valientes combates navales, la guerra llegó a un  punto muerto que obligó a las partes beligerantes a negociar.  En diciembre de 1814, delegados norteamericanos y británicos reunidos en la ciudad belga de Ghent firmaron un  tratado poniendo fin al conflicto. Es necesario señalar que uno de los eventos más importantes de esta guerra –la batalla de Nueva Orleans– ocurrió en enero de 1815, luego de que  el tratado de paz había sido firmado, cosa que los norteamericanos desconocían. En la batalla de Nueva Orleans las tropas norteamericanas bajo el liderato del General Andrew Jackson aplastaron a los británicos, quienes  tuvieron  unos 700 soldados muertos y 2,000 heridos. Por el contrario, las fuerzas de Jackson sólo tuvieron 35 muertos y 58 heridos. Esta enorme victoria pudo haber cambiado el desenlace final de la guerra, pero llegó muy tarde.

La ciudad de Washington en llamas, 1814

A nivel doméstico, la guerra de 1812  despertó entre los norteamericanos un fuerte sentimiento nacionalista y un profundo orgullo nacional. Para éstos, la guerra había sido una gran victoria y una muestra del valor estadounidense, ya que habían enfrentado solos a la nación más poderosa del mundo. La guerra también provocó el crecimiento de la manufactura norteamericana, pues durante el conflicto fue necesario producir artículos que antes se les compraban a los británicos.

A nivel político, la guerra tuvo consecuencias de importancia, pues conllevó el fin del Partido Federalistas, uno de los dos partidos nacionales estadounidenses. Los fracasos sufridos en el primer año de la guerra generaron críticas y oposición popular, especialmente, en los estados de la zona de Nueva Inglaterra. Esta oposición estuvo dirigida por los federalistas porque eran la mayor fuerza política de esa región. En diciembre de 1814, un grupo de delegados de los estados de Nueva Inglaterra se reunieron en  la ciudad de Hartford en el estado de Connecticut, para discutir las quejas contra el gobierno de Madison. Como parte de las  debates de la convención se discutió la posibilidad de que la región se independizara y formara un nuevo país. Es necesario aclarar que aunque los seguidores de esta idea eran una minoría, la gran euforia provocada por la gran victoria de Jackson hizo que los participantes de la Convención de Hartford fueron considerados antipatrióticos y traidores, lo que condenó a muerte al Partido Federalista.

Por último,  el fin de  la guerra de 1812 dio paso a un periodo de paz que permitió a los norteamericanos concentrarse en sus asuntos internos. Este periodo es conocido como la Era de los buenos sentimientos.

            Norberto Barreto Velázquez, PhD

San Juan, Puerto Rico, 7 de febrero de 2012

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