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Archive for May 2010

La edición de julio de la revista paleo-conservadora norteamericana The American Conservative contiene un corto artículo del historiador norteamericano Andrew J. Bacevich que llamó mi atención. En su escrito titulado “Will Iraq Be  Forgotten Like Vietnam?”, Bacevich utiliza el tema de los más de 2,500 norteamericanos prisioneros de guerra  (Prissioners of War, POW) o perdidos en acción (Missing in Action, MIA) durante el conflicto de Vietnam para reflexionar en torno al tema de la memoria histórica en los Estados Unidos.

El autor comienza describiendo un cuadro que podría resultar familiar para quienes hayan vivido en un suburbio norteamericano: en el centro de Walpole (Massachussets) se encuentra, junto al asta de la bandera estadounidense, un estandarte negro con la siglas POW-MIA y la inscripción “You are not forgotten” (“No los hemos olvidado”). Esta bandera fue designada por el Congreso de los EEUU, en agosto de 1990, como “símbolo de la preocupación y compromiso de la nación norteamericana de resolver tanto como sea posible el destino de los norteamericanos que aún permanecen encancelados, perdidos o desaparecidos en el sudeste asiático” (U. S. Public Law 101-355, 10 de agosto de 1990).

Aunque la inscripción “You are not forgotten” enuncia un compromiso nacional de no olvidar a los perdidos en Vietnam, Bacevich reconoce que la realidad es otra, pues la mayoría de los estadounidenses –él incluído– hace tiempo que olvidó a quienes quedaron atrás en la junglas vietnamitas. Sólo los familiares de los POW-MIA mantienen vivo su recuerdo, pero este grupo está compuesto por un número muy limitado de personas.

A pesar de esta dura realidad, Bacevich plantea, no sin razón, que si la bandera ondeando en el centro de Walpole fuese removida, los habitantes de ese pueblo a 18 millas de Boston, levantarían su protesta e indignación.   ¿Por qué esta aparente contradicción? Para Bacevich la respuesta es sencilla: remover la bandera provocaría un “psychic void” (un vacío síquico) que los habitantes de Walpole no podrían tolerar porque, a pesar de los más de treinta años trascurridos desde su fin,  la guerra de Vietnam es un episodio inacabado de la historia estadounidense. Para el autor, desplegar la bandera de los POW-MIA es un testimonio de que Vietnam es “una parte del pasado que aún no ha sido totalmente relegada al pasado”. Esta acción conlleva, por un lado, el reconocimiento de un pérdida  como también de una gran falla nacional. Por el otro lado, también conlleva, nos dice Bacevich, la falsa pretensión de un ajuste de cuentas con el pasado y con la guerra de Vietnam en particular. En otras palabras, los perdidos en acción merecen volver a casa y el pueblo norteamericano merece saber por qué esos soldados fueron enviados al sudeste asiático.

Según Bacevich, esa reflexión histórica es prácticamente imposible porque  reexaminar lo ocurrido en Vietnam obligaría  a los norteamericanos a enfrentar “una plétora de verdades incómodas” no sólo sobre aquellos que  involucraron a la nación estadounidense en el conflicto indochino, sino también sobre la  forma de vida norteamericana y las premisas sobre las que ésta está basada. Muy pocos norteamericanos están dispuestos a enfrentar las duras realidades que abrir la puerta del tema vietnamita dejaría al descubierto porque ello les obligaría a revisar su forma de vida. Es por ello que, según Bacevich, prefieren calmar su conciencia con banderas, pretendiendo que les importa cuando en la realidad están desesperados por olvidar.

Para Bacevich, en la actualidad los norteamericanos continúan reproduciendo  el proceso de olvidar cuando pretenden recordar, pero no con relación a Vietnam. Hoy día es Irak la guerra que es necesario olvidar, dejar atrás para salvaguardar su forma de vida (yo añadiría, sus mitos nacionales, su comunidad imaginaria, su idea de nación cuyas acciones están siempre motivadas por objetivos nobles, su excepcionalismo y, sobre todo, su inocencia). De acuerdo con el autor, ya la administración Obama lo hizo al hacer causa común con los revisionistas de derecha que pretenden declarar la guerra en Irak un “gran triunfo” basados en el alegado éxito del “surge”, olvidando el costo humano de esa guerra antes y después del aumento de tropas norteamericanas a partir de 2007. La administración Obama está concentrado en su guerra en AfPak (Afganistán-Pakistán) y, convenientemente, ha dejado a Irak en el pasado.

Monumento a los Veteranos de Vietnam, Washington, D.C.

Bacevich cierra su escrito lanzando una interesante pregunta: ¿Se conocerá algún día la verdad sobre la guerra de Irak? Su respuesta es un categórico NO. Es muy probable que llegue el día que el Congreso estadounidense apruebe la construcción de un monumento a la guerra de Irak en la zona del Mall en la capital de los Estados Unidos, pero  según él, nunca investigará a fondo el fracaso norteamericano en tierras iraquíes porque “la verdad seguirá siendo inoportuna”. Desafortunadamente, la preferencia de los estadounidenses por una historia desinfectada y esterilizada continuará.

Norberto Barreto Velázquez.

Lima, Perú, 30 de mayo de 2010

Nota: Todas las traducciones del inglés son mi responsabilidad.

SOBRE EL PALEO CONSERVADURISMO PUEDEN SER CONSULTADOS LOS SIGUIENTES:

http://www.moral-politics.com/xpolitics.aspx?menu=Political_Ideologies&action=Draw&choice=PoliticalIdeologies.PaleoConservatism

http://usconservatives.about.com/od/typesofconservatives/a/PaleoCons.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Paleoconservadurismo

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Según el servicio noticioso AFP, el gobierno de Cuba planea organizar excursiones a los restos sumergidos de seis barcos que fueron hundidos durante la guerra hispano-cubano-norteamericana.  Tres cruceros (Cristóbal Colón, Almirante Oquendo y Vizcaya) y dos destructores españoles (Plutón y Furor) fueron hundidos cuando intentaron romper el bloqueo del que eran objeto por parte de la marina de guerra de los Estados Unidos. El sexto barco –el vapor Merrimac– fue hundido por los españoles cuando sus tripulantes intentaban hundirle en la bahía de Santiago para bloquear la flota española allí atrapada. Esta movida cubana busca, sin lugar a dudas, incrementar los ingresos provenientes del turismo, una de las principales actividades económicas de la isla.

Restos del crucero Vizcaya

La batalla de Santiago fue librada a principios de julio de 1898 y constituye una de las muestras más claras del desigual combate que libraron españoles y norteamericanos. A fines de abril, la flota norteamericana del Atlántico al mando del Almirante William T. Sampson recibió órdenes de interceptar la flota española al mando del Almirante Pascual Cervera y Topete. Cervera había zarpado de España rumbo a Cuba para dar apoyo a las fuerzas españolas en la isla. A pesar de que la localización de los barcos españoles era incierta, los estadounidenses se lanzaron

Inglesia de San José bombardeada

en su búsqueda. El 12 de mayo, la flota norteamericana llegó a las costas de Puerto Rico pensando que Cervera se encontraba en San Juan. Desafortunadamente para los estadounidenses, los barcos españoles no se encontraban en aguas puertorriqueñas. Un intercambio con las defensas españoles provocó serios daños en la capital de la isla, que no había sido atacada desde finales del siglo XVIII.

William T. Sampson

Winfield Scott Schley

A fines de mayo, Cervera logró llegar sin ser detectado a la bahía de Santiago, donde quedó atrapado por las fuerzas navales norteamericanas que bloqueaban la isla.  Protegidos por las defensas de la ciudad, Cervera y sus hombres permanecieron en Santiago hasta la mañana del 3 de julio que intentaron escapar del bloqueo norteamericano. Superados abrumadoramente, los barcos españoles fueron destruidos por los norteamericanos comandados por el Comodoro Winfield Scott Schley, pues esa mañana Sampson había partido a reunirse con oficiales del ejército norteamericano en la zona de Siboney.    Todos los barcos españoles fueron hundidos o embarrancados por su tripulación. Cerca de 500 españoles murieron la mañana de 3 de julio, uno de los días más triste en la historia de la Marina española.

Norberto Barreto Velázquez,

Lima, Perú, 23 de mayo de 2010

Mapa de la campaña de Santiago, 1898

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