A pesar de los esfuerzos de Barack Obama para mejorar las relaciones de Estados Unidos con Irán – trabajo que fue saboteado por Donald J. Trump– las posibilidades de un conflicto entre ambos naciones son muy reales. De concretarse, tal conflicto culminaría cuarenta y cuatro años de distanciamiento entre ambas naciones. Como bien señala esta reseña del libro de la Dra. Firoozeh Kashani-Sabet, Heroes to Hostages: America and Iran, 1800-1988 (Cambridge University Press, 2023), las relaciones entre ambas naciones no siempre fueron tan tensas y negativas. Reseñado por la escritora y periodista independiente Fariba Amini, el libro de Kashani-Sabet analiza el desarrollo de las relaciones iraní-estadounidenses previas al golpe de Estado de 1953 contra Mohammad Mossadegh, demostrando el acercamiento cultural y religioso que existió entre ambas naciones.

Reseña de Firoozeh Kashani-Sabet, Heroes to Hostages America and Iran, 1800-1988
Informed Comment. 28 de noviembre de 2023
Cuando el tema de las relaciones entre Irán y Estados Unidos viene a la mente, dos episodios memorables son a menudo invocados por iraníes y estadounidenses. El primero es el golpe de Estado liderado por la CIA en 1953, que derrocó al gobierno democráticamente elegido de Mohammad Mossadegh; y la segunda es la toma de rehenes estadounidenses en la embajada de Estados Unidos en Teherán después de la revolución de 1979.
En más de una ocasión, los presidentes y diplomáticos estadounidenses se han disculpado con Irán por la interferencia de Estados Unidos en el país, pero la República Islámica nunca ha asumido la responsabilidad de mantener a diplomáticos y personal estadounidense en cautiverio durante 444 días.
Ambos acontecimientos han dejado una cicatriz duradera en la historia de las relaciones entre los dos países.
Pero las cosas no son tan simples. Las relaciones no siempre fueron conflictivas.
Hubo un tiempo en que Estados Unidos e Irán tenían una buena relación y no nos referimos al reinado de Mohammad Reza Shah Pahlavi.
La historia de las relaciones entre las dos naciones se remonta a principios del siglo XIX, tal y como se presenta en un nuevo libro titulado Heroes to Hostages: America and Iran, 1800-1988 publicado por Cambridge University Press, 2023, y escrito por la Dra. Firouzeh Kashani Sabet, quien ocupa la cátedra Walter Annenberg de Historia en la Universidad de Pensilvania y recién elegida presidenta de la Sociedad de Estudios Iraníes.
Esta obra informativa, bien escrita y documentada nos lleva de vuelta a la década de 1830, al primer encuentro entre las dos naciones. Era una relación amistosa, que involucraba principalmente el trabajo de los misioneros presbiterianos estadounidenses en Irán. Esta buscaba beneficiar a ambos pueblos.
No hubo petróleo, no hubo golpes de Estado, no hubo Revolución Blanca, no hubo venta de armas, no hubo asesores militares, no hubo doctrinas de Kennedy o Nixon y no hubo toma de rehenes. A diferencia de la historia de sospecha de los iraníes hacia los británicos, no compartieron la misma visión hacia Estados Unidos o el papel de los estadounidenses en Irán hasta 1953.
En cambio, había misioneros, Perkins, Graham Wilson, Howard Baskerville, Morgan Shuster y el Cuerpo de Paz.
En 1833, el primer misionero, el reverendo Justin Perkins, puso un pie en Irán y pasó unos 8 años en el país predicando a unos 140.000 cristianos nestorianos. Señaló: “Ningún estadounidense había residido jamás en ese antiguo y célebre país antes que yo” (página 17). Entre otras cosas, usó una imprenta en Urumiyeh, en el norte de Irán, para poner las Escrituras al alcance de todos. En un acto de compasión, desde Ohio, se enviaron contribuciones a Irán para aliviar el sufrimiento de las víctimas de la hambruna. Los misioneros también participaron en otros trabajos, incluyendo el establecimiento de escuelas y centros médicos en Hamadan, Tabriz y Teherán.
Aunque en la mayoría de los casos, el gobierno local no intervino con los misioneros, ya que muchos de los hijos de los funcionarios también estaban siendo educados por estos, hubo casos en que los gobernadores prohibieron la participación de musulmanes, como fue el caso de las clases impartidas por el reverendo A. R. Blankett.
En un desafortunado incidente, un misionero llamado Benjamin Woods Labaree fue asesinado por bandidos kurdos. Su asesino fue encontrado más tarde y condenado a cadena perpetua.
Por supuesto, el nombre de Howard Conklin Baskerville no es ajeno a los iraníes. Fue un misionero que decidió unirse a los nacionalistas después de la Revolución Constitucional de 1906. De joven, luchó junto a ellos y murió a la edad de veinticuatro años, el 19 de abril de 1909.
Está enterrado en Tabriz, donde su tumba es visitada por muchos iraníes y turistas. Antes de morir, había declarado: “Soy de Persia”. (página 74)
Otro estadounidense muy conocido fue William Morgan Shuster, un banquero de Nueva York, que en 1911 fue contratado por el gobierno iraní para poner en orden la casa fiscal del país. A pesar de que a veces se sintió frustrado con las autoridades, aplaude a los iraníes por sus sacrificios al tratar de “cambiar el despotismo en democracia”.
En su conocido libro, El estrangulamiento de Persia, escribió: “Era obvio que el pueblo de Persia merecía mucho más de lo que está recibiendo, que quería que tuviéramos éxito, pero fueron los británicos y los rusos los que estaban decididos a no dejarnos triunfar”.
En 1925 se formó una Sociedad Americana para promover el comercio y el intercambio de arte y literatura entre las dos naciones. Entre los historiadores que visitaron Irán se encontraba Arthur Upham Pope (está enterrado con su esposa a lo largo del Zayandeh Rud en Isfahán) que dio una charla sobre arte persa con la asistencia de Reza Shah. Al mismo tiempo, en 1926, un estadista, Seyed Hasan Taghizadeh, había sido el representante de Irán en la exposición de Filadelfia y había pasado un tiempo en Estados Unidos.
A principios de 1936, Thomas R. Gibson llegó a Irán para dirigir el programa de exploración iraní. Reza Shah, que se había coronado a sí mismo como el primer rey de la dinastía Pahlavi, teniendo en mente una rápida modernización, se embarcó en acabar con el velo forzado de las mujeres iraníes. Un ministro estadounidense en Irán, William Hornibrook, había deducido que las reformas seculares de arriba hacia abajo de Reza Shah habían alienado a muchos iraníes, especialmente al clero. (página 121)
En su comentario, la Dra. Kashani Sabet dice: “Creo que el trabajo social fue importante, sí. Cuando los misioneros brindaban apoyo médico a los pobres, especialmente a las mujeres pobres, era valioso. El Cuerpo de Paz también intervino durante el terremoto de 1968. Este tipo de intervenciones y apoyo fueron útiles. Desafortunadamente, el contexto más amplio del imperialismo occidental y estadounidense y más tarde la Guerra Fría estaban enmarcando esta participación y relación, lo que la politizó y facilitó la eliminación de cualquier bien que pudiera haber surgido de ella”.
Me viene a la mente el nombre de Samuel Jordan, que se convirtió en el director del famoso colegio Alborz, establecido anteriormente en 1873. (Más tarde, Alborz pasó a llamarse Colegio Americano). Muchos otros estadounidenses se convierten en instrumentos para crear buena voluntad, incluidas las docenas de voluntarios del Cuerpo de Paz, algunos de los cuales se enamoraron del país y su cultura y más tarde, a su regreso, se convirtieron en importantes académicos de Irán. Entre ellos se encontraba el embajador John Limbert, que se convirtió en rehén durante 444 días.
Otros estadounidenses o las acciones estadounidenses en Irán dejan un sabor amargo:
Personalidades como el general Norman Schwarzkopf Sr., el hombre que ayudó con la organización de la gendarmería iraní (padre del famoso hijo y comandante de las fuerzas de la coalición en la Operación Tormenta del Desierto) y luego Kermit Roosevelt, Donald Wilbur (ambos involucrados en el golpe de 1953) y Richard Helms (el ex jefe de la CIA y más tarde embajador de Estados Unidos en Irán).
El libro examina el golpe de la CIA y el MI6 como tantos otros libros han cubierto. Baste decir que la Dra. Kashani Sabet examina este evento, como todos los académicos, como un punto de inflexión en la forma negativa que afectó la relación entre las dos naciones.
El golpe de Estado que derrocó a un querido primer ministro y a su gobierno dejó una huella duradera en la psique iraní.
El 15 de noviembre de 1953, el vicepresidente Nixon, en representación de Eisenhower, cuya administración fue cómplice del golpe de Estado de 1953, llega a Irán para rendir homenaje al Shah. El 9 de diciembre de ese mismo año, se producen protestas masivas en la Universidad de Teherán donde tres estudiantes son asesinados.
Tanto el Dr. Mossadegh como el clero se opusieron a la ley de capitulación, que otorgaba amnistía a los estadounidenses que cometían crímenes en Irán. En 1964, el parlamento iraní ratificó una ley que otorgaba inmunidad a los miembros de las misiones militares y a sus dependientes. Esta ley injusta fue una de las primeras que fue desmantelada por el gobierno revolucionario en 1979.
En las décadas de 1960 y 1970, el Shah, cuyo reinado siempre estuvo ensombrecido por un golpe de Estado, compra un gran número de armas, incluidas las F 16 y AWACKS.
El Shah se convierte en el gendarme pro-estadounidense de la región.
Aumenta la influencia occidental, incluida una revolución sexual.
Las discotecas y las minifaldas echan raíces en una sociedad muy religiosa. El Shah y su séquito son pro-estadounidenses. El cine iraní, salvo en raras ocasiones, mostraba mujeres semidesnudas. La policía secreta iraní – la SAVAK– cuya creación cuenta con la ayuda de la CIA, comienza como un aparato de inteligencia, pero más tarde se convierte en una herramienta de tortura de disidentes, incluidos izquierdistas y elementos religiosos.
Ali Shariati, el famoso sociólogo iraní, escribe: ¿Por qué no deberíamos saber de alguien como Angela Davis, sino que debemos estar al tanto de la señorita Twiggy? (Página 327)
En los años de Shah se realizan muchas inversiones por parte de empresas estadounidenses y otras empresas occidentales. Algunas ayudaron a desarrollar el país, pero principalmente tenían la intención de convertir a Irán en un estado cliente.
Pero, ¿hasta qué punto estos desarrollos y modernizaciones ayudan al Shah y a su régimen a mantener su gobierno? Tal vez lo hicieron superficialmente, pero en un nivel más profundo no lo hicieron.
De hecho, los acontecimientos de 1978-1979 hicieron añicos la ilusión de la “Isla de la paz y la estabilidad”.
A Jimmy Carter se le echo la culpa por la revolución de 1979, ya que la mayoría de los iraníes culpan a los extranjeros por su destino. ¿Estuvo bien? De ninguna manera se trata de un relato fáctico. No siempre.
Gary Sick, asesor de seguridad nacional del presidente Carter, dijo en una entrevista que no había ninguna razón por la que el presidente quisiera deshacerse del Shah. Era nuestro aliado y protegía nuestros intereses. Carter estaba ocupado con el acuerdo de Camp David y, por lo tanto, las noticias que llegaban de Irán no le alertaban, ya que tanto su embajador (Sullivan) como el propio Shah habían asegurado a la administración estadounidense que todo estaba bajo control.
Bueno, no lo estaban. El Shah estaba demasiado enfermo y había ocultado su enfermedad mortal a todo el mundo. La CIA no tenía conocimiento de ello.
El Shah no pudo tomar las decisiones correctas en el período más turbulento. Pidió consejo al general Huyser. Sus asesores iraníes también eran incompetentes. Alam, su bufón de la corte, había muerto.
Y luego se produce la toma de rehenes, que pone completamente en desacuerdo a Irán y Estados Unidos.
El resto es historia, como decimos.
La portada de este libro es una foto de 1943 de la señora Louis Dreyfus, la esposa del ministro de Estados Unidos en Irán, dando comida a los niños iraníes.
Hay otras ilustraciones interesantes, entre ellas, las estudiantes del seminario de Fiske (mujeres) en 1900, Angela Davis en Zaneh Rouz, (día de la mujer), varios dibujos cómicos en la famosa revista satírica mensual Towfigh que ilustran el Plan Roger y una foto de manifestaciones sosteniendo pancartas de “Yankee Go Home”. ( página 203)
Llama la atención la imagen de tres niñas escuchas con el pelo corto en 1936, muy lejos de las imágenes de mujeres obligadas a llevar velo después de 1980.
Este libro, a diferencia de otros libros sobre este mismo tema, no sólo está escrito con elegancia, sino que atrae al lector a una historia más intensa y detallada de las relaciones entre Estados Unidos e Irán, muchos de cuyos aspectos siguen siendo poco conocidos para nosotros.
Traducido por Norberto Barreto Velázquez

Meses después de que una revolución popular derrocó al Sha, Mohammad Reza Pahlavi, y el régimen islámico se apoderó del poder, los leales a Jomeini irrumpieron en la embajada estadounidense en Teherán. En los once meses posteriores al ascenso de Jomeini y la caída del Sha, la Embajada de Estados Unidos se transformó del sitio del mayor aliado de la nación en un símbolo de la transgresión occidental, que marcó a los 52 estadounidenses retenidos como rehenes dentro de ella como recompensa para los devotos extasiados por el creciente culto a la personalidad de Jomeini.
Esta acusación de terrorismo, con Jomeini orientado como su director principal, se arraigó en la psique estadounidense cuando millones sintonizaron el carrete de cobertura en vivo que se desarrolló en sus pantallas de televisión. En la programación de noticias heredada todas las noches, y en el advenedizo canal de cable CNN que se hizo famoso en la Crisis de los Rehenes, los estadounidenses tomaron las caras nacientes y las frases ominosas que formaron la amenaza islámica emergente que fue paralela a la agresión soviética.














