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Archive for the ‘Racismo’ Category

La protestas en universidades estadounidenses – especialmente en Columbia– han tomado a muchos por sorpresas porque desconocen el papel que estas han jugado en diversos momentos históricos, como centros de oposición a la política exterior de Estados Unidos. Uno de esos periodos fue finales de la década de 1960 y comienzos de los años 1970, cuando los universitarios se rebelaron contra la guerra de Vietnam. En la siguiente sesión de preguntas y respuestas, el Dr. Stefan Bradley  enfoca los parecidos y las diferencias entre las protestas contra la guerra de Vietnam y las de ahora en contra del genocidio en Gaza. Bradley es profesor de historia en Amherst College y  autor de Upending the Ivory Tower: Civil Rights, Black Power (2018) y  de Harlem vs. Columbia University: Black Student Power in the Late 1960s (2009).


Universidad de Columbia extiende negociaciones con estudiantes que protestan por el campamento después del "diálogo constructivo" durante la noche

Las protestas de la Universidad de Columbia se parecen cada vez más a las de 1968

Stefan Bradley   

The Conversation  2 de mayo de 2024

¿En qué se diferencian las protestas actuales de las de 1968?

Las similitudes radican en la oposición de los estudiantes a la guerra, el racismo y los prejuicios.

Una diferencia clave son las redes sociales, que han contribuido en gran medida a la capacidad de movilización de los estudiantes. Las noticias de diversas acciones y protestas se difunden rápidamente.

La violencia o la amenaza de violencia es otra diferencia. Las manifestaciones iniciales en la Universidad de Columbia en abril de 1968 comenzaron con la amenaza de violencia entre estudiantes radicales que querían poner fin a los vínculos de la universidad con la investigación de la guerra durante la Guerra de Vietnam y terminar un proyecto de construcción de un gimnasio universitario y atletas en su mayoría blancos que querían seguir adelante con él. El gimnasio había sido diseñado para que los residentes de Harlem, en su mayoría negros y latinos, entraran por una puerta y los afiliados de Columbia por otra. Los afiliados de Columbia también tendrían un mayor acceso a varias partes del gimnasio, lo que llevó a los residentes a referirse a la situación como “Gym Crow”.

Teniendo en cuenta la historia de expansión de la institución y los levantamientos que rodearon los asesinatos del reverendo Martin Luther King Jr. que tuvieron lugar apenas unas semanas antes, la tensión estaba en el aire. Al llevar la manifestación al gimnasio, los activistas estudiantiles se enfrentaron con la policía en el parque antes de regresar al campus para tomar el Hamilton Hall, el mismo edificio donde decenas de activistas estudiantiles de Columbia en las protestas de este año por Gaza fueron arrestados la noche del 30 de abril de 2024.

Hasta el 30 de abril, los estudiantes eran menos disruptivos de lo que habían sido en el pasado. Los campamentos en el jardín sur no impidieron las principales funciones de la universidad.

Pero después de que los estudiantes se apoderaron de Hamilton Hall, el cálculo ha cambiado. Al irrumpir en el edificio y atrincherarse, los activistas del campus proporcionaron a los administradores aún más justificación para pedir a la policía que los desalojara.

¿Cómo es eso?

En 1968, los funcionarios llamaron a la policía de la ciudad para que sacara por la fuerza a los estudiantes, que posteriormente se habían apoderado de cuatro edificios más, y para que hiciera arrestos. Rápidamente se tornó violento. La policía irrumpió en los edificios y alrededor del campus para hacer arrestos. En un edificio llamado Math Hall, los activistas, entre ellos Tom Hayden, autor de la Declaración de Port Huron, un manifiesto izquierdista que llamaba a los estudiantes a trabajar contra el racismo, el imperialismo y la pobreza, contraatacaron. La policía golpeó con porras a observadores y activistas por igual.

Con las críticas de larga data a la universidad en sus mentes, y la muerte de King en sus corazones, los residentes de Harlem estaban listos para apoyar a los estudiantes que protestaban.

 

1968 y 2024: ¿En qué se parecen y en qué no las protestas en la Universidad de Columbia?

Líderes del movimiento Black Power como Stokely Carmichael y H. Rap Brown explicaron a la prensa que si Columbia no negociaba con los estudiantes negros de Hamilton, entonces la universidad tendría que lidiar con los “hermanos de las calles” de Harlem. La amenaza de una coalición con los vecinos de Harlem ayudó al éxito de los activistas en poner fin a la construcción de un gimnasio privado en el cercano Morningside Park y al cese de los vínculos de la escuela con el Instituto de Análisis de Defensa, un consorcio de instituciones de educación superior emblemáticas y de élite que realizaban investigaciones de defensa financiadas por el gobierno durante la Guerra Fría.

La amenaza de violencia se cernía con la reciente captura del edificio y los arrestos en Hamilton. La protesta de 2024 está empezando a parecerse a la protesta de 1968 en términos de que los estudiantes se sienten incómodos con la toma de decisiones de su universidad y los administradores se sienten obligados a recuperar el control del campus. Las diferencias son cada vez más delgadas y las similitudes más gruesas.

¿Qué pasa con el uso del simbolismo?

En 1968 y en la actualidad, los estudiantes usaban el simbolismo para enviar un mensaje.

Hace cincuenta y seis años, los manifestantes también tomaron el Hamilton Hall, que lleva el nombre de Alexander Hamilton, rebautizándolo como Universidad Malcolm X y colgando imágenes de Stokely Carmichael.

Hoy, los manifestantes le cambiaron el nombre a Hind’s Hall, en honor a una niña palestino de 6 años que murió por disparos de tanques israelíes en Gaza, y ondearon una bandera palestina desde una ventana de Hamilton.

Sube la tensión en EEUU: los alumnos de Columbia ocupan edificios pese a las amenazas de expulsión

¿Cuál es el legado de la protesta de 1968?

El principal legado es que los estudiantes son la brújula moral de estas instituciones de élite bien dotadas, incluso si se involucran en comportamientos disruptivos. Están dispuestos a actuar en el campus cuando nadie más lo hará. Si se dejara en manos de los fideicomisarios, administradores, profesores y personal, la universidad probablemente estaría callada y civilizada mientras espera que el mercado de ideas y los innumerables comités determinen qué hacer con las crisis humanitarias en tiempo real.

Los jóvenes siempre han sido impacientes en sus peticiones de justicia. En 1968, los problemas fueron la construcción de un gimnasio en West Harlem y la relación de la universidad con la IDA; en la década de 1980, fueron los intereses financieros de la universidad en la Sudáfrica del apartheid; y en la década de 2010, las inversiones de la escuela en corporaciones de prisiones privadas. La rebelión de 1968 enseñó a las generaciones posteriores a no aceptar la matanza indiscriminada y la injusticia.

Otro legado es que el despliegue de la policía para disolver las manifestaciones puede poner fin a los disturbios a corto plazo, pero también puede terminar radicalizando a los estudiantes moderados que ven cómo sus amigos son arrestados o heridos.

¿Qué hace que una protesta tenga éxito?

Por supuesto, los estudiantes quieren que se satisfagan todas las demandas, pero a menudo es poco probable que eso suceda. Una mejor señal de éxito es la disrupción del statu quo y la cantidad de atención que atraen a los problemas. En ese sentido, las protestas han sido un éxito.

El conflicto en un lugar como Columbia llama la atención debido a su ubicación en la capital mundial de los medios de comunicación. Cuando los administradores responden a los problemas que plantean los estudiantes centrándose en las políticas y procedimientos, puede dar la impresión de que los problemas no son importantes.

Hace cincuenta y seis años, los activistas universitarios inspiraron a los estudiantes en el extranjero a corear “¡Dos, tres, muchas Columbias!“ Es posible que los administradores quieran permanecer apolíticos, pero los manifestantes del campus quieren saber a dónde va su matrícula y opinar sobre cómo se gasta. Poner de relieve el conflicto entre las principales fuentes de financiación -los estudiantes que pagan la matrícula y los principales donantes de la escuela- es una victoria notable.

¿Qué tan inéditos son los arrestos de estudiantes?

Hay precedentes para los arrestos de estudiantes dentro y fuera del campus. El Departamento de Policía de Nueva York arrestó violentamente a más de 700 estudiantes en abril de 1968 y a docenas más en mayo.

Cuando los estudiantes del siglo XX se rebelaron contra la idea de que se suponía que la universidad debía actuar en lugar de sus padres, los funcionarios de educación superior recurrieron a las fuerzas del orden con la esperanza de que los estudiantes cumplieran.

Hubo arrestos en el Instituto Fisk en 1925 por protestas contra las estrictas reglas estudiantiles, incluidas aquellas que limitaban la participación en los movimientos por los derechos civiles; hubo el Movement for Freedom of Expression de Berkeley, cuando los estudiantes exigieron el derecho a repartir literatura sobre los derechos civiles en el campus.

Kent State University , mayo 1970

En 1970, también hubo tiroteos de estudiantes en los que participó la policía o la Guardia Nacional en Jackson State y Kent State, una universidad predominantemente blanca.

En 2016, la policía se enfrentó a estudiantes que protestaban por los aumentos de matrícula en California. No hubo tiroteos fatales, pero se desplegaron armas no letales como gas pimienta. Invitar a la policía al campus introduce un elemento que concede poder a aquellos que no están interesados en el bienestar educativo de los estudiantes.


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

 

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Para cerrar febrero, mes en el que los estadounidenses celebran la herencia afroamericana, comparto esta nota de Julia Métraux analizando el papel del rap como medio para enseñar la historia de los negros norteamericanos. Basada en el trabajo del historiador  Pero G. Dagabovie, Métraux señala que existe una brecha entre los afroamericanos nacidos entre 1965 y mediados de la década de 1970 y los nacidos a finales de la década de 1970 y principios de los años 1980. Los primeros estuvieron en contacto con lo que la autora denomina como “raperos analíticos” (Public Enemy, KRS-One, X-Clan, Queen Latifah y otros). Estos raperos transmitieron su conciencia histórica a quienes los escuchaban. El segundo grupo no tuvo esa experiencia lo que explica la existencia de una “brecha en la conciencia histórica” de ambos grupos. La nota de Métraux nos recuerda de forma muy clara la importancia, no sólo de la música, sino también del cine, en la formación de conciencia histórica y racial.

Julia Métraux es ecritora y “fellow”de la revista Mother Jones. Tiene una Maestría de la Graduate School of Journalism de UC Berkeley.

El Dr. Dagabovie es Profesor Distinguido de Historia de la  Michigan State University y Decano Asociado de la Escuela de Posgrado.  Sus intereses de investigación incluyen la historia intelectual negra, la historia de la empresa histórica negra, la historia de las mujeres negras, el movimiento por los derechos civiles y el Black Power, y la cultura hip hop. Es autor de  “Old School” Black Historians and the Hip Hop Generation (Bedford Publishers, Inc., 2006), The Early Black History Movement, Carter G. Woodson, and Lorenzo Johnston Greene (University of Illinois Press, 2007), African American History Reconsidered (University of Illinois Press, 2010), Carter G. Woodson in Washington, D.C.:  The Father of Black History (The History Press, 2014), What is African American History? (Polity Press:  Cambridge, UK,  2015), y Reclaiming the Black Past:  The Use and Misuse of African American History in the Twenty-First Century (Verso Books, 2018).


(Clockwise from bottom left) Flavor Flav, Professor Griff, Terminator X, S1W and Chuck D of the rap group Public Enemy pose for a portrait in a studio, 1988

Cómo el rap enseñó (parte de) la historia negra de la generación del hip hop

Julia Métraux 

JSTOR Daily 26 de febrero de 2023

La historia ha sido durante mucho tiempo una inspiración para el arte, incluida la música rap. Grupos como Public Enemy no solo irrumpieron en la corriente principal y entretuvieron a las multitudes, sino que, como  dijo un artículo reciente  de Rolling Stone  , “enseñaron a una generación la historia negra”. Pero según el historiador Pero G. Dagbovie, algunos han afirmado que la llamada generación del Hip Hop —afroamericanos nacidos aproximadamente entre 1965 y 1984— “parece ser autoconsumida, individualista y no está dispuesta a sacrificarse por el avance de ‘la tradición de la protesta’. La búsqueda de la riqueza parece ser la mayor preocupación de sus miembros.

Escribiendo a mediados de la década de 2000, Dagbovie argumenta que esto es algo así como una generalización excesiva. Explica que existen dos generaciones de Hip Hop, con “una diferencia significativa entre las ideologías de los nacidos entre 1965 y mediados de la década de 1970 y los nacidos a finales de la década de 1970 y la de 1980”.

Los afroamericanos nacidos entre 1965 y mediados de la década de 1970, en el apogeo de la era del Poder Negro (BP), fueron moldeados por fuerzas sociales y culturales más propicias para el nacionalismo cultural negro que los nacidos a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, lo que él denomina la era posterior al Poder Negro (PBP). Los adolescentes del grupo anterior estaban rodeados de raperos analíticos “conscientes de la nación” (Public Enemy, KRS-One, X-Clan, Queen Latifah y otros). Los jóvenes del último grupo no fueron expuestos tan directamente al “rap de realidad”. Existe una notable “brecha en la conciencia histórica” entre los dos grupos.

“Los jóvenes afroamericanos podrían recurrir fácilmente a la música no underground para discusiones perspicaces sobre el estado de los africanos, el pasado, el presente y el futuro”, escribe Dagbovie sobre la generación de BP Hip Hop. El rap analítico era más común a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990 que a mediados de la década de 2000.

30 Facts about Spike Lee - Facts.net

Spike Lee

El cine negro, desde las películas de “blaxploitation” de la década de 1970 hasta el trabajo de Spike Lee, “también desempeñó un papel importante en la socialización de los jóvenes afroamericanos al abordar temas importantes y a menudo controvertidos en sus vidas y en la historia de la pobreza”.

Tales películas fueron paralelas a la popularización de Malcolm X, el activista de derechos humanos y portavoz de la Nación del Islam que fue asesinado en 1965, observa Dagbovie. Al mismo tiempo, la vida y obra de Malcolm X fomentó “una conciencia histórica negra dentro de la generación del Hip Hop de BP”.

Por ejemplo, el nombre del álbum de Boogie Down Production, By All Mean’s Necessary,  era un juego de palabras con la famosa frase de Malcolm X “by any mean’s necessary”. En 1992, la película Malcolm X, protagonizada por Denzel Washington y dirigida por Spike Lee, introdujo a más miembros de la Generación BP Hip Hop al activismo de Malcolm X. A su vez, los jóvenes estudiantes negros se sintieron inspirados a tomar medidas contra el racismo contra los negros en instituciones predominantemente blancas.

Malcolm X - Where to Watch and Stream - TV Guide“Usando a Malcolm X como consejero espiritual y construyendo sobre el movimiento estudiantil negro de la era del Black Power, a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, miles de estudiantes negros en varios colegios y universidades predominantemente blancos participaron en muchas protestas y sentadas significativas y bien organizadas”, escribe Dagbovie.

La confluencia de películas y música significó que los jóvenes negros podían acceder fácilmente a la historia a través de letras y diálogos que les enseñaban sobre los líderes de los derechos civiles y el racismo que los negros enfrentaban, y seguían enfrentando, en Estados Unidos. Dagbovie contrasta esto con la experiencia de la Generación Hip Hop del PBP.

“Ha habido algunas películas negras hacia las que la generación del Hip Hop de PBP podría haber gravitado”, señala, pero eso no sucedió. En lugar de

Four Little Girls (1997) y Bamboozled (2000) de Spike Lee no lograron atraer a una gran audiencia negra joven. Bamboozled… podría haberse convertido en una experiencia cinematográfica de ritos de iniciación para la generación PBP Hip Hop. En cambio, en 2002 la generación del Hip Hop de PBP fue testigo de cómo Halle Berry y Denzel Washington recibieron los Oscar a la Mejor Actriz y al Mejor Actor por sus papeles estereotipados en Monster’s Ball (2003) y Training Day (2003) respectivamente.

Dagbovie argumenta que, aunque la generación más joven no respondió colectivamente a la opresión negra, podría deberse a que tanto los segmentos de BP como los de BPB vivían “en un momento en el que es demasiado fácil infravalorar o no apreciar el valor de la historia afroamericana”. Observa que

Los jóvenes negros se distraen con una multitud de imágenes y mensajes generados por los medios de comunicación con los que ninguna generación anterior de jóvenes ha tenido que lidiar. Mientras que las generaciones anteriores… han extraído un gran conocimiento e inspiración de la historia de los negros y los diálogos intergeneracionales, la generación del Hip Hop ha fallado en gran medida en reconocer el valor potencial de emplear la historia de negra.

Un obstáculo adicional para la adopción de la historia negra como herramienta política ha sido la creciente comercialización del Mes de la Historia Negra, cuyas críticas fueron planteadas en la década de 1990 por historiadores negros, incluidos John Hope Franklin, Earl Ofari Hutchinson y Robert L. Harris.

NOCCCD | News & Announcements | It's Black History Month

“Hoy en día, el Mes de la Historia Negra es una tradición establecida”, señaló Hutchinson en 1999. “Los políticos designan días especiales, emiten proclamas y patrocinan homenajes a notables afroamericanos. […] Luego termina febrero y vuelve a la normalidad”.

El Mes de la Historia Negra no es suficiente, concluye Dagbovie. “Los historiadores negros, especialmente los de la generación del Hip Hop, deben considerar la creación de medios efectivos, innovadores y atractivos con los que popularizar y transmitir la historia negra a través de las comunidades negras, especialmente entre la generación del Hip Hop y los jóvenes”.

Nota del editor: Este artículo fue modificado para atribuir la cita en el primer párrafo a Pero G. Dagbovie e incluir un enlace a su trabajo académico.


Recursos

JSTOR es una biblioteca digital para académicos, investigadores y estudiantes. Los lectores de JSTOR Daily pueden acceder a la investigación original detrás de nuestros artículos de forma gratuita en JSTOR.

The Hip-Hop Generation: Young Blacks and the Crisis in African- American Culture by Bakari Kitwana

Daniella Ann Cook

Journal of Thought, Vol. 39, No. 4 (Winter 2004), pp. 103–105

Caddo Gap Press

“Of All Our Studies, History Is Best Qualified to Reward Our Research”: Black History’s Relevance to the Hip Hop Generation

Pero Gaglo Dagbovie

The Journal of African American History, Vol. 90, No. 3, The History of Hip Hop (Summer, 2005), pp. 299–323

Association for the Study of African American Life and History


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Antes de que acabe el mes de la historia afroamericana no pude dejar de compartir con ustedes este trabajo de Matthew Wills sobre el linchamiento de mujeres negras en Estados Unidos. El linchamiento de afroamericanos fue una de las herramientas usadas por los blancos para mantener el orden racial del régimen Jim Crow. Miles de hombres negros fueron linchados principalmente, pero no exclusivamente en el Sur.

Aunque la inmensa mayoría de  las más de 4,000 personas linchadas en Estados Unidos entre 1870 y 1950 fueron hombres, las mujeres no estuvieron libres de esta forma de violencia racial. Basado en el trabajo de la historiadora Haley Brown, Wills enfoca los linchamientos de once mujeres negras en Texas. Lo primero que señala es que estas mujeres no fueron linchadas solas, sino acompañadas de otras víctimas afroamericanas, como sus hijos, esposos, etc. Algunas fueron linchadas no por algo que hubieran hecho, sino por algo del que se acusaba a algún conocido o familiar. En otras palabras, se les linchó como una forma de desquite. El linchamiento  de mujeres contradecía una de las principales justificaciones de los defensores de los ajusticiamientos extrajudiciales: la defensa de la feminidad. Claro está, la feminidad que merecía ser protegida era la de las mujeres blancas, “víctimas” de la alegada voracidad sexual de los negros.

Para mí, uno de los elementos más interesantes de este trabajo, es que con la ayuda de Brown, Wills rescata la humanidad de estas mujeres. No son una mera estadística que evidencia la barbarie racial de la sociedad estadounidense durante la era del Jim Crow. Por el contrario, son mujeres con nombres y apellidos; son madres, esposas, abuelas, vecinas, etc. Todas unidas por la violencia racial y el racismo.

Wills es escritor, bibliotecario y naturalista aficionado.

Haley Brown es estudiante graduada en la University of North Texas.


News coverage of lynchings in Texas

Las mujeres negras también fueron linchadas

Matthew Wills 

JSTOR Daily.  19 de febrero de 2024

Las víctimas del linchamiento eran en su inmensa mayoría hombres negros. Las mujeres negras también fueron linchadas, pero esta historia ha recibido poca atención hasta hace poco. Como ejemplo, la académica Haley Brown encontró once casos confirmados de mujeres negras linchadas en el estado de Texas, en comparación con cientos de hombres linchados en ese estado.

Estas mujeres fueron, escribe Brown, linchadas por algo de lo que se acusaba a un conocido, cónyuge, pareja o miembro de la familia. Cada uno fue linchado con otros: Lizzie Jackson fue linchada con su esposo y otras tres personas en 1885; Sallie Molena fue asesinada por una turba junto a su marido y su pequeña hija en 1890; Fanny Phillips fue asesinada junto con su esposo, cuatro hijos, una nieta y dos jornaleros en 1895 cuando su casa fue bombardeada y acribillada a balazos.

Brown detalla el caso de Mary Jackson, quien fue linchada en el condado de Harrison, Texas, en febrero de 1912. Jackson tenía alrededor de cuarenta años y fue ahorcada junto a su vecino mayor, George Sanders.

“El linchamiento de Jackson y Sanders demuestra las formas en que una turba de linchamiento apoyó una mentalidad de ojo por ojo sin tener en cuenta el género de la persona que pagó por el crimen, siempre y cuando la persona fuera negra”, escribe Brown. “Aunque seguramente hubieran preferido linchar al propio [Tennie] Sneed, la turba parecía contenta con linchar a cualquier persona negra relacionada con el crimen”.

The 'strange fruit' was often female

Jennie Steers, 25 de julio de 1903, Luisiana.

Tennie Sneed había disparado y matado a un hombre blanco, Paul Strange, en lo que era claramente un caso de defensa propia. Pero el condado de Harrison tenía una “larga historia de violencia racial”: cinco hombres negros fueron linchados juntos en 1901; cuatro hombres negros fueron linchados en dos casos distintos en 1909; y solo tres meses antes del crimen de Sneed, una turba ahorcó a Will Ollie, por lo que “muchos ciudadanos negros abandonaron la ciudad por temor a represalias”. Sneed también huyó. Los vigilantes blancos respondieron inicialmente atacando a los miembros de la familia de Sneed que pudieron encontrar, azotando a su cuñado, a su suegro, a su esposa (embarazada de cuatro meses) y a su suegra.

Después de que Sneed fue arrestado, una turba se presentó en la cárcel de Harrison Co. exigiendo que les fuera entregado. Pero él no estaba allí. Había sido enviado a otro condado para su propia protección. La turba, sin embargo, sintió que tenía que matar a alguien negro: la sustitución de sustitutos negros era “común” cuando las fuerzas del orden protegían a la víctima prevista. Esa noche, la turba persiguió a personas que solo se relacionaban tangencialmente con la acción de Sneed. Jackson, que vivía en la propiedad de Paul Strange, había trabajado como su cocinero y ama de llaves.

Black and white image of a gathering of protesters wearing sandwich boards with messages from the NAACP on them. The signs read: 'Follow the President. Outlaw Lynching'; '83 Women Lynched Since 1889'; 'Crime Conference Should Consider Lynching'.Como subraya Brown, el linchamiento de mujeres socavó una de las principales justificaciones de la ley de linchamiento, la defensa de la “feminidad”. Eso era en gran medida  la feminidad blanca, pero, por lo general, las turbas que linchaban a las mujeres negras lo hacían lejos del ojo público. Jackson y Sanders fueron linchados por la noche por un pequeño grupo de hombres.

Era legítimo que las mujeres  y los  niños blancos observaran los violentos rituales comunales de linchamientos públicos, que podían incluir la castración, la quema y otras torturas. Pero se suponía que las mujeres y los niños blancos no debían ver cómo linchaban a las mujeres negras. Brown sugiere que “las turbas sabían de alguna manera que linchar a las mujeres era más deshonroso que linchar a los hombres, pero no lo suficientemente equivocado” como para impedirlo.

“La opinión pública local se puso del lado de la turba de linchamiento”, y el periódico del condado, sin pruebas, calificó a Jackson y Sanders de cómplices del asesinato de Strange. Ningún miembro de la turba de linchamiento fue castigado por tomarse la justicia por su mano, nunca lo fueron. Pero, en un caso inusual de crítica a uno de los pilares del reino del terror que impuso la supremacía blanca, el Dallas Morning News regañó a los blancos del condado de Harrison, diciendo que las dos víctimas eran “probablemente inocentes” y que linchar a mujeres (y niños) “rebajaba el estándar de ciudadanía”. Brown cree que es poco probable que el News hubiera sido  crítico si Sanders hubiera sido linchado por su cuenta.

Después de dos juicios que terminaron con jurados incapaces de llegar a un veredicto, Tennie Sneed fue condenado por homicidio involuntario en 1914. El jurado declaró abiertamente que pensaba que “el acusado sería asesinado si era absuelto”. Cumplió tres años de prisión y vivió hasta 1972.

Texas no fue, por supuesto, el único estado donde se linchó a mujeres negras. Quizás el incidente más infame fue el de Mary Turner en 1918. Embarazada de ocho meses, Turner fue asesinada en una orgía salvaje de violencia por ciudadanos blancos de Georgia que estaban enfurecidos porque ella se había pronunciado en contra del linchamiento de su esposo un día antes.


Recursos

JSTOR es una biblioteca digital para académicos, investigadores y estudiantes. Los lectores de JSTOR Daily pueden acceder a la investigación original detrás de nuestros artículos de forma gratuita en JSTOR.

The Lynching of Mary Jackson in Harrison County, Texas, 1912

Por: Haley Brown

The Southwestern Historical Quarterly,  Vol. 124, No. 2 (October 2020), pp. 183–201

Texas State Historical Association


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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El racismo contra los emigrantes no es nuevo en Estados Unidos. Por el contrario, es tan viejo como la nación misma. Históricamente, ese racismo se ha intensificado en momentos de crisis. Uno de esos periodos fue la Gran Depresión. El aumento en el desempleo y la miseria llevaron a muchos a estadounidenses a buscar chivos expiatorios a quien acusar de sus problemas.  Fue así como los mexicano americanos se convirtieron en blanco de las autoridades federales y estatales, que comenzaron a perseguirles acusándoles falsamente de robar empleos,  de abrumar a las oficinas de asistencia social y de agotar los recursos de las organizaciones benéficas. La solución fue la deportación de cerca de 1.8 millones de mexicanos, de los cuales el 60% había  nacido en Estados Unidos y, por ende, eran ciudadanos estadounidenses.

En esta nota del Washington Post, la periodista Diane Bernard, analiza este triste periodo de la historia estadounidense. Para ello recurre al trabajo del historiador Francisco Balderrama y de la investigación realizada por el exsenador estatal Joseph Dunn.

En un año electoral en el que la migración se ha convertido en uno de los principales temas de campaña, resulta particularmente útil ver el pasado para entender que el fascismo anti-inmigrante de Trump no es algo nuevo, sino un fenómeno recurrente en la historia estadounidense.


Expulsion of Mexicans and Mexican Americans During the Great Depression - Re-imagining Migration

El presidente que deportó a 1 millón de mexicano americanos hace casi un siglo

Diane Bernard

The Washington Post  21 de febrero de 2024

El 26 de febrero de 1931, un domingo soleado en Los Ángeles, cientos de personas se reunieron para una tarde de relajación en el parque La Placita, en el corazón de la comunidad mexicana de la ciudad.

De repente, un gran grupo de agentes vestidos de civil armados con pistolas y porras entró en el parque. Se apostaron dos agentes en cada entrada de La Placita para que nadie pudiera salir. Decenas de camiones de plataforma rodeaban el perímetro del parque.

Los agentes detuvieron a todas las personas de piel más oscura, dijo Joseph Dunn, un ex senador estatal demócrata de California, que investigó este episodio olvidado de la historia de Estados Unidos.

El pánico se apoderó de la multitud. Alrededor de 400 clientes del parque se alinearon y se les pidió que mostraran prueba de entrada legal y ciudadanía de los Estados Unidos.

Los inmigrantes mexicanos y los mexicano americanos que no pudieron presentar la documentación adecuada fueron detenidos. Luego, algunos fueron colocados en los camiones y enviados a la principal estación de ferrocarril de la ciudad, dijo Dunn. Una vez allí, se les ordenó que subieran a trenes previamente fletados y se adentraran en México, según Dunn.

La redada se produjo en el apogeo de la Gran Depresión y poco después del anuncio del presidente Herbert Hoover de un programa nacional de “empleos estadounidenses para estadounidenses reales”, palabras clave para “deshacerse de los mexicanos”, que no eran considerados estadounidenses ´reales´”, dijo Dunn, cuyo personal pasó tres años indagando en los registros federales, estatales y locales en Estados Unidos y México para documentar esta tragedia poco conocida de la experiencia latina en Estados Unidos.

El programa, implementado por el secretario de Trabajo de Hoover, William Doak, incluyó la aprobación de leyes locales que prohibían el empleo en el gobierno a cualquier persona de ascendencia mexicana, incluso a los  residentes permanentes legales y a los ciudadanos estadounidenses. Grandes compañías, entre ellas Ford, U.S. Steel y Southern Pacific Railroad, se confabularon con el gobierno diciéndoles a los mexicanos que estarían mejor con su propia gente, despidiendo a miles de personas.

La administración Hoover comenzó a reembolsar a las localidades por promulgar su programa.

Las autoridades de Los Ángeles habían planeado la redada en La Placita como una táctica de miedo para motivar a la población a regresar a su patria, a pesar de que muchos de ellos habían nacido en Estados Unidos.

El Concejo Municipal de Los Ángeles envió memorandos a la junta de supervisores del condado aconsejándole que detuviera las deportaciones ilegales, dijo Dunn. “La junta se cansó de los memorandos y le escribió al consejo de la ciudad: “Esto no se trata de validez constitucional. Se trata del color de su piel” dijo Dunn, quien tiene cajas de documentos que detallan tales eventos.

The president who deported 1 million Mexican Americans nearly a century ago - The Washington Post

Familiares y amigos se despiden de un tren que transportaba a 1.500 personas que fueron deportadas de Los Ángeles a México el 20 de agosto de 1931. (Archivo de noticias diarias de Nueva York/Getty Images)

El miedo se extendió por las comunidades mexicanas de todo el país a principios de la década de 1930 cuando las fuerzas del orden locales detuvieron a las personas en parques, hospitales, mercados y clubes sociales, las metieron en trenes fletados y las depositaron al otro lado de la frontera.

“En todo el país, los mexicanos fueron utilizados como chivos expiatorios de la mala economía y se convirtieron en víctimas de crueles dilemas”, dijo Francisco Balderrama, profesor emérito de historia y estudios chicanos en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles y coautor de Decade of Betrayal: Mexican Repatriation in the 1930s, un libro basado en historias orales e investigación de archivos.

Además de afirmar que las deportaciones mexicanas crearían más empleos, los funcionarios también dijeron que los mexicanos estaban abrumando las oficinas de asistencia social y agotando las organizaciones benéficas establecidas para los necesitados durante un momento de calamidad económica. Sin embargo, durante los primeros años de la Depresión, los mexicanos “constituían menos del 10 por ciento de los receptores de ayuda en todo el país”, según Decade of Betrayal.

Casi un siglo después, el expresidente Donald Trump y sus aliados están discutiendo la posibilidad de deportaciones masivas militarizadas si es elegido nuevamente en noviembre.

Dunn dijo que el enfoque de Hoover se repitió en la política de inmigración de tolerancia cero de Trump y en las redadas del Immigration and Customs Enforcement (ICE) durante su presidencia, que tenían “tensiones de lo que les ocurrió a los mexicanos en la década de 1930”.

Una familia de migrantes mexicanos, en la carretera en California, 1936 (Dorothea Lange/Biblioteca del Congreso)

Pero la diferencia entre los enfoques de los dos presidentes sobre las deportaciones radica en el uso que Hoover hace del término “repatriación”, dijo Balderrama. La palabra sugiere un regreso voluntario a su lugar de nacimiento, y la repatriación mexicana fue vista como un gesto humanitario por la administración y el público, dijo Dunn.

“En mi investigación, encontré que lo que se llamó repatriación era en realidad un encubrimiento y un caso de deportación inconstitucional porque la mayoría de los mexicanos que fueron deportados nacieron y crecieron en Estados Unidos”, dijo Dunn.

La investigación de Dunn muestra que alrededor de 1.8 millones de mexicanos fueron deportados durante la década de 1930. De ese número, alrededor del 60 por ciento eran ciudadanos estadounidenses.

Elena Herrada, una activista que ha recopilado historias orales de mexicanos que fueron deportados, dijo que su padre era un niño pequeño cuando él y su familia se vieron obligados a ir a México en 1930.

La tía de Herrada dijo que el viaje a México era peligroso. “Todo el mundo sabía que los mexicanos se estaban yendo, por lo que los robos en las carreteras eran comunes”, dijo Herrada.

Como fue el caso de muchos mexicanos que fueron obligados a irse, el gobierno le dio a la familia Herrada provisiones de alimentos para tres días. Pero el viaje duró 30 días porque no podían conducir de noche. Escondían su coche, que estaba cargado de pertenencias, después de la puesta del sol para evitar que les robaran.

Para los niños, la mayoría de los cuales nacieron en Estados Unidos, el viaje y la reubicación en México fueron especialmente traumáticos. Dejar el único país que conocían para ir a un lugar desconocido, rural y pobre donde nadie hablaba inglés dejó una huella en la madre de Christine Valenciana, Emilia Castañeda.

Emilia Castañeda, de 89 años de edad sostiene el libro “Década de la traición”, que habla de la repatriación de mexicanos en la década de 1930.

Emilia Castañeda

Valenciana, profesora asociada emérita de la Universidad Estatal de California en Fullerton, dijo que su madre no estaba acostumbrada a no tener plomería interior, fue condenada al ostracismo en la escuela en México por no hablar español y sufría de falta de atención médica y dental.

“Mi madre nunca recibió una educación adecuada”, dijo Valenciana. “Vivió en México durante nueve miserables años”.

Finalmente, cuando Emilia cumplió 17 años, su madrina encontró su acta de nacimiento, que era necesaria para volver a entrar a Estados Unidos, y le envió dinero para que regresara. Emilia siempre había considerado a Los Ángeles como su hogar y estaba ansiosa por volver. Pero no pudo reanudar sus estudios porque su inglés se había desvanecido con el paso de los años.

Con tantos mexicanos y mexicoamericanos obligados a abandonar el país, no hubo voces en ese momento que protestaran contra esta remoción masiva, dijo Balderrama. Los sindicatos y otros grupos estaban a favor de salvar los empleos para los blancos en Estados Unidos.

El famoso artista mexicano Diego Rivera, quien estuvo en Estados Unidos pintando sus “Frescos de la industria de Detroit” a principios de la década de 1930, ayudó a recaudar dinero para los deportados y trabajó para obtener un trato humano para sus compatriotas por parte de las autoridades de bienestar, según Decade of Betrayal. Pero, como a muchos, le convenció la idea de que la repatriación era una acción positiva en lugar de una interrupción violenta con efectos de por vida.

“Al menos hoy podemos decir que las cosas han mejorado en términos de oposición a las políticas de inmigración”, dijo Balderrama.

“Pero puedo ver que nos deslizamos por el mismo camino con el enfoque de Trump”, dijo Dunn. “La democracia es frágil”.

Donald Trump Plans Largest Deportation In "History of America" If Reelected | Trump Speech In Reno - YouTubeLas deportaciones continuaron hasta bien entrada la década de 1930, incluso después de que el demócrata Franklin D. Roosevelt asumiera el cargo en enero de 1933. Roosevelt nunca revocó oficialmente la campaña “Empleos estadounidenses para estadounidenses reales”, pero en 1933 estaba siendo llevada a cabo únicamente por gobiernos locales que actuaban por su cuenta y su administración no hizo nada para detenerlos.

“Simplemente se desvaneció a finales de la década de 1930 y luego la Segunda Guerra Mundial trajo de vuelta los empleos”, por lo que la búsqueda de chivos expiatorios de los mexicanos disminuyó, dijo Dunn.

En 2005, Dunn presentó una legislación en el Capitolio de California para disculparse por el trato del gobierno a los mexicanos durante la Depresión. La Ley de Disculpas se hizo oficial el 1 de enero de 2006, expresando su pesar por las deportaciones ilegales. La ley también incluyó la instalación de un monumento conmemorativo en el lugar donde se llevó a cabo el allanamiento a La Placita en Los Ángeles. En 2013, California también aprobó una ley que exige que esta historia perdida se enseñe en las escuelas públicas del estado.

“Todos sabemos sobre el internamiento de 145.000 japoneses durante la Segunda Guerra Mundial”, dijo Dunn. “Pero 1.8 millones de deportados mexicanos empequeñece ese tamaño, y la mayoría de la gente no sabe nada sobre este tema”.

Dunn dijo que la Ley de Disculpas era principalmente simbólica. “Pero sigue siendo algo”, dijo. “Ahora nadie puede decir que nunca sucedió”.

Una versión de esta historia fue publicada el 13 de agosto de 2018.

 


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

 

 

 

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Gracias al amigo José A. Muñoz, accedí a esta nota periodística dedicada a las Pachucas. Publicada en el medio digital latino Luz Media, “Pachucas: un legado atemporal de moda, rebeldía e identidad mexicana”, examina la expresión femenina del movimiento contra cultura desarrollado por mexicano-americanos en la década de 1930. Me refiero a los Pachucos, que se hicieron famosos por sus “zoot suites”,  y que fueron víctima de discrimen y violencia racial.

El equipo de Luz Media autor de esta nota reflexiona sobre las Pachucas como un movimiento que combinó raza, género y clase. Estas mujeres no se limitaron a cuestionar las normas sociales con su vestimenta y comportamiento, sino que también promovieron la liberación femenina y de sus comunidades. De esta forma fomentaron  los movimientos chicano y feminista. Este artículo rescata y enfatiza la importancia de la rebeldía y de resiliencia de las Pachucas, que enfrentaron el racismo de los blancos y el prejuicio de los suyos.

Luz Media se describí a sí mismo como un medio que “encarna el potencial de las latinas”, desafiando las narrativas falsas e inexactas que abundan en los medios de comunicación. Para ello desarrollan “contenido digital de alta calidad, y construimos una comunidad a través de experiencias y oportunidades tangibles en la vida real y digitales”.


Three Latina women representing the Mexican cultural group Pachucas

Pachucas: un legado atemporal de moda, rebeldía e identidad mexicana

Luz Media

6 de Febrero de 2024

Vestidos de punta en blanco, desafiando las normas, bailando al ritmo del jazz y dando forma a una subcultura revolucionaria a mediados del siglo XX, este era el mundo de las pachucas. No solo entusiastas de la moda, sino activas defensoras del cambio, estas mujeres mexicanas se atrevieron a pisar el escenario de la historia cultural. Llevemos una máquina del tiempo a la década de 1940 hasta el nacimiento de este movimiento icónico y exploremos el legado de los Pachucas.

El nacimiento de un icono cultural

El término ‘Pachuca’ es sinónimo de mujeres jóvenes mexicoamericanas que pertenecían a la subcultura pachuca, vista predominantemente en las décadas de 1940 y 1950. Las pachucas se caracterizaban por su estilo distintivo de vestir y su desafío a las normas sociales convencionales.

La historia de Pachuca comienza en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, con los disturbios de “Zoot Suit” en Los Ángeles. El Zoot Suit, con su cintura alta, piernas anchas y abrigo largo, era el uniforme de la subcultura pachuca. El traje fue una rebelión contra el racionamiento de telas en tiempos de guerra, convirtiéndose en un símbolo de inconformidad y resistencia.

Three women, Dora Barrios, Frances Silva, and Lorena Encinas, standing together in a posed group portrait.

Dora Barrios, Frances Silva y Lorena Encinas, de pie juntas en un retrato grupal posado.

Las Pachucas adoptaron este estilo, agregando su propio toque femenino con faldas lápiz, medias de rejilla y tacones de plataforma. Aunque en muchos casos, optaron por usar los mismos atuendos que los hombres y usaron su cabello en copetes altos o peinados en un “Rollo de la Victoria”, desafiando aún más las expectativas sociales de la apariencia de una mujer en ese momento.

Pachucas no solo superó los límites con su estilo, sino que también lo hizo con su baile. Adoptaron bailes como el jitterbug y el swing, que se originaron en la cultura afroamericana. Esta fue una posición significativa contra la segregación racial y la discriminación que prevaleció en la década de 1940.

Las pachucas bailaban con confianza y control, a menudo liderando a sus parejas, un papel tradicionalmente reservado para los hombres. Este desafío directo a las normas de género de la época estableció aún más a la Pachuca como un símbolo de rebeldía.

El movimiento Pachuca fue más que solo moda y baile; era una lucha por la identidad. Como mexicoamericanos, las pachucas se encontraron en un espacio liminal, atrapados entre dos culturas. Se enfrentaban a la discriminación racial y a menudo eran condenadas al ostracismo por no encajar en los roles femeninos tradicionales mexicanos o estadounidenses.

Al adoptar el estilo de vida pachucano, estas mujeres se labraron un espacio cultural único para sí mismas. Se negaron a ser encasillados, y en su lugar crearon una identidad híbrida que celebraba tanto su herencia mexicana como su influencia estadounidense.

El legado de las Pachucas

El movimiento Pachuca dejó una huella duradera en el mundo. Fueron pioneros de su tiempo, haciendo olas en una sociedad que a menudo buscaba mantenerlos en su lugar. Su impacto continúa resonando vívidamente dentro de nuestra sociedad moderna. En algunas ciudades, como Los Ángeles y Ciudad Juárez, esta subcultura no es sólo una página de un libro de historia, sino una entidad viva que respira, que hace alarde de su continua vitalidad y fuerza.

El corazón de esta cultura se puede encontrar en áreas donde las poblaciones mexicoamericanas son sustanciales, especialmente en el suroeste de los Estados Unidos, como California y Texas, y en partes de México como Ciudad Juárez y Chihuahua.

1944 black and white photograph of Ramona Fonseca, a young Mexican-American woman, posing confidently in a stylish zoot suit, representing the fashion and women of that era. The image is part of the historic Shades of L.A. Collection, highlighting the diverse families and communities in Los Angeles.

Fotografía en blanco y negro de 1944 de Ramona Fonseca, una joven mexicoamericana, posando con confianza en un elegante zoot suit, representando la moda y las mujeres de esa época.

Los Ángeles sigue siendo un bastión de la cultura pachuca, evidente en su influencia duradera en la escena musical, de la moda y del arte de la ciudad. Eventos como el desfile de modas El Pachuco Zoot Suits  o el festival anual Zoot Suit celebran este estilo distintivo y su impacto cultural.

El resurgimiento del interés por la moda vintage y los estilos clásicos en los últimos años también ha llevado a un renovado aprecio por la estética pachuca y pachuco. Su estilo, una mezcla de influencias mexicanas y estadounidenses, continúa inspirando a los diseñadores de moda de hoy, haciendo eco en el glamour de las pasarelas de alta costura y el borde del estilo callejero.

Las pachucas también contribuyeron significativamente a los movimientos feministas  y chicanos, demostrando la interseccionalidad de las luchas de raza, género y clase. Al rebelarse contra las normas tradicionales de género y las expectativas raciales, allanaron el camino para futuros activistas. Su historia se ha convertido en un grito de guerra para quienes siguen luchando por la igualdad y la representación; un poderoso recordatorio del poder de la resiliencia y la resistencia.

El legado de Pachuca continúa danzando a través de los anales de la historia, sirviendo como un recordatorio atemporal del poder del desafío, la belleza de la individualidad y la fuerza duradera de la identidad cultural.


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Para conmemorar el mes de la historia afromericana, la página Catalog de los National Archives, publica este análisis de algunos casos judiciales relacionados a la lucha de los negros estadounidenses por la  igualdad y la protección de la ley. Algunos de los casos son famosos como Plessy v. Ferguson (1896) que “legalizó” la segregación racial en Estados Unidos, otros son menos conocidos, pero no por ello menos importantes en la larga lucha de los afroamericanos contra el racismo y la discriminación racial.

El objetivo de esta nota es evidenciar e ilustrar cómo los afroamericanos usaron el sistema judicial de su país como herramienta en la batalla por los derechos civiles.

The National Archives in Washington, DC | National Archives

Inclinándose hacia la justicia: Derechos civiles en los tribunales federales

Catalog    7 de febrero de 2024

En honor al Mes de la Historia Afroamericana, echamos un vistazo a cómo los afroamericanos han utilizado históricamente el sistema judicial en busca de la igualdad de derechos. Estos casos abarcan la historia de los Estados Unidos, comenzando mucho antes de la Era de los Derechos Civiles de mediados del siglo XX. El Catálogo de los Archivos Nacionales incluye casos que llegaron a la Corte Suprema, como  Scott v. Sandford en 1857, Plessy v. Ferguson en 1896 y Brown v. Board of Education en 1954. Estos casos históricos y otros menos conocidos ilustran cómo el poder judicial ha sido durante mucho tiempo un campo de batalla central en la lucha por los derechos civiles.

 

Hay muchos otros casos relacionados con los derechos civiles dentro de los Tribunales de Distrito y de Circuito de los Estados Unidos que están en manos de las National Archives Field Facilities. Puede que no todos tengan la misma fama (o infamia) que algunos de los casos más citados, pero estos ejemplos  de los National Archives Chicago ponen de relieve cómo los activistas negros han utilizado los sistemas judiciales para luchar contra las leyes y políticas racistas en Estados Unidos. A menudo hay una línea intermedia entre estos registros judiciales, lo que ejemplifica cómo el progreso no siempre es lineal. El Dr. Martin Luther King Jr. dijo: “el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia”.  Estos casos también pueden mostrar cómo los casos bien estudiados encajan en una imagen más amplia de ese arco.

 

Henrietta Wood vs. Zeb Ward, Declaration

Henrietta Wood vs. Zeb Ward, Declaración, Identificador de los Archivos Nacionales 148721411

La decisión de la Corte Suprema de 1857 en el caso Dred Scott declaró que las personas de ascendencia africana no eran ciudadanos de los Estados Unidos y, por lo tanto, no podían esperar ninguna protección del gobierno federal o de los tribunales. Menos de 15 años después, en 1871, una mujer anteriormente esclavizada llamada Henrietta Wood presentó una demanda civil para obtener reparaciones y ganó. Wood vivía como una mujer libre en Cincinnati en 1853 cuando Zeb Ward, en connivencia con los antiguos esclavistas de Wood, la secuestró y la llevó a Kentucky.  Como dice el caso, “la demandante ha sido privada de su tiempo y del valor de su trabajo por el espacio de quince años y obligada a trabajar para dicho demandado… que ha sido reducida a la esclavitud y tratada como esclava todo ese tiempo y sometida a grandes dificultades, abusos y opresión, y a causa de dicho traslado injusto al estado de Mississippi y Texas, y su dicha coacción y encarcelamiento allí, se le impidió regresar a su hogar en Cincinnati hasta el mes de abril del año mil ochocientos sesenta y siete”. Fue un caso largo, pero en abril de 1878 el jurado emitió un veredicto a favor de Wood y le otorgó $ 2500 en daños y perjuicios. Ver el caso completo en el Catálogo: Henrietta Wood vs. Stone Ward. Leer más sobre Dred Scott v. Sandford en DocsTeach (en inglés).

 

Eva V. Gazaway by John W. Gazaway, her next friend vs. William J. WhiteEva V. Gazaway por John W. Gazaway, su próximo amigo vs. William J. White, página 46, Identificador de los Archivos Nacionales 312294066

 

En 1881, setenta y siete años antes de que Oliver Brown demandara a la Junta de Educación de Topeka, un padre de familia de Springfield, Ohio, intentó utilizar el tribunal para forzar la integración de las escuelas públicas de Springfield. John W. Gazaway, que era reverendo en Springfield, demandó al superintendente William White en nombre de su hija Eva, de ocho años, para que se le permitiera asistir a la escuela pública de Shaffer Street, que estaba mucho más cerca de donde vivían que cualquiera de las escuelas designadas para niños negros. Al igual que en el caso de Brown v. Junta de Educación, la demanda de Gazaway fue un esfuerzo deliberado de los activistas para poner fin a la segregación. En noviembre de 1882, un jurado falló a favor del superintendente, y las escuelas de Springfield permanecieron segregadas. Vea el caso del Tribunal de Circuito de los Estados Unidos en Cincinnati aquí Eva V. Gazaway por John W. Gazaway, su próximo amigo vs. William J. White.

 

Exhibit, Racial Characteristics of Public Elementary Schools

Exhibit, Racial Characteristics of Public Elementary Schools, National Archives Identifier 12008848

Este y otros casos, como el de James H. Vines et al. v. James Cruse et al, ejemplifican cómo los éxitos del Movimiento por los Derechos Civiles se basaron en décadas de trabajo activista. Y la decisión en el caso Brown v. Board of Ed no marcó el final de este trabajo, como se muestra en casos como James William Webb, Jr. et al. v. The City of Chicago Board of Education and Benjamin Willis, que buscaron poner fin a la segregación en el sistema de escuelas públicas de Chicago en la década de 1960.

Estos son solo algunos de los casos que se han presentado. Existen muchos más casos de derechos civiles en el Catálogo de los Archivos Nacionales de nuestras instalaciones en todo el país, y hay aún más que se pueden encontrar que aún no han sido identificados o digitalizados. Si está interesado en este tema, puede buscar en  el catálogo o comunicarse con nuestro personal de referencia utilizando el  formulario Contáctenos.  Seleccione Investigación y, a continuación, Casos judiciales

 

 

¿Dónde se encuentran los registros?

Los registros de los tribunales de circuito y distrito de los Estados Unidos  son mantenidos por las instalaciones regionales de los National Archives que manejan ese estado.

Más información

  • Los National Archives no tienen una lista maestra nacional de expedientes de casos por nombre, tipo o contenido. Los registros están organizados secuencialmente por número de expediente, no por el tipo de demanda civil.
  • Dependiendo del tipo de tribunal federal y de la fecha del caso, puede haber índices y expedientes disponibles para ayudar a localizar un expediente judicial en particular. Busque los archivos de casos digitalizados en el  Catalog of the National Archives ingresando los nombres de las partes del caso y/o las variaciones de nombres.
  • Si la búsqueda no tiene éxito, determine dónde se habría presentado el caso (por ejemplo, “U.S. District Court for the Central Division of California” o “U.S. Court of Appeals for the Eighth Circuit”). Usando la ubicación de la corte, comuníquese con la instalación indicada en la guía donde se encuentran los registros para obtener más ayuda.
  • Para obtener más informacción se puede visitar el History Hub blog  Indexes of Case Files Created by Federal Courts: Introduction (Part 1 of 3), Indexes of Records Created by Federal Courts: Examples of Indexes (Part 2 of 3), and Indexes of Case Files Created by Federal Courts: Digitized and Digitale Indexess (Parte 3 de 3). Revise esta información antes de intentar solicitar registros en línea.

¿Le gustaría leer sobre más casos de Derechos Civiles?  Echa un vistazo a una versión extendida en History Hub.


Traducción: Norberto Barreto Velázquez

 

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Alice Childress, Paul Robeson and Lorraine HansberryEn esta nota publicada en JSTOR  Daily,  Mohammed Elnaiem enfoca a tres artistas afroamericanos de los años 1940, 1950 y 1960: Paul Robeson,  Alice Childress y Lorraine Hansberry.   Robeson no es ajeno a esta bitácora (Ver: Paul Robenson–El revolucionario),  pero debo reconocer que desconocía  a Childress y Hansberry. Los tres, como bien señala Elnaiem,  confirmaron el talento y la capacidad creadora de los afroamericanos,  y por ello lograron fama y reconocimiento. Robeson fue barítono y atleta. Childress fue actriz, dramaturga y novelista.  Hansberry fue escritora y dramaturga.  Su fama, unida a sus ideas socialistas y su lucha contra el Jim Crow, los transformaron en un peligro para el orden racial estadounidense, lo que les convirtió en blanco del aparato represivo norteamericano, en especial, del FBI.

Elnaiem es candidato a doctor en Sociología por la Universidad de Cambridge. Su línea de investigación gira en torno a la historia del capitalismo y del movimiento global de reparaciones.


En la era McCarthy, ser negro era ser rojo

Mohammed Elnaiem 

JSTOR DAILY   13 de noviembre de 2019

La sociedad los adoraba, pero el gobierno de Estados Unidos pensaba que eran peligrosos: los líderes radicales negros Paul Robeson,  Alice Childress y Lorraine Hansberry transformaron la esfera cultural en Estados Unidos y más allá. Eran dramaturgos, cantantes e intérpretes, pero también agitadores, disidentes e incluso enemigos del Estado.

Alice Childress recibió el premio Tony por el papel que interpretó en el clásico de Broadway de 1944 Anna Lucasia. Con Gold in the Tress (1952), se convertiría en la primera mujer negra en producir profesionalmente una obra de teatro en los Estados Unidos y, años más tarde, en la única mujer afroamericana en haber sido dramaturga durante cuatro décadas. (Sin embargo, no fue la primera mujer negra en producir en Broadway. Ese manto perteneció a Lorraine Hansberry, con A Raisin in the Sun, quien también fue la primera dramaturga negra en ganar el premio del Drama Critics Circle de Nueva York).

En la década de 1950, el público en general se enteró de estas figuras hojeando revistas de arte y el New York Times, leyendo reseñas sobre los avances innovadores que hicieron para las artes afromaericanas. Los más inclinados a la política podrían encontrar artículos escritos en  el periódico Freedom de Robeson,  donde Childress escribiría una columna ficticia sobre las tribulaciones de la trabajadora doméstica negra, y Hansberry informaría desde Kenia, Corea y Brasil, sobre las luchas de las mujeres para emancipar a su pueblo.

Alice Childress

Sin embargo, desde la perspectiva del FBI, sus nombres eran conocidos por otra razón: una infame lista de vigilancia, que ponía su mirada en los percibidos”traidores» a la nación. Debido a su asociación con proyectos de teatro negro como el Comité para el Negro de las Artes, o, en el caso de Robeson y Hansberry, porque eran abiertamente marxistas, el gobierno de los Estados Unidos lideró un esfuerzo concertado para desterrarlos del ojo público. Después de que el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes comenzara a atacar a los artistas, Childress también apareció en la lista de vigilancia del FBI por su activismo y su asociación abierta con los comunistas.

Desde una perspectiva, tal vez este tipo de ataque era inevitable para los artistas negros, especialmente para aquellos que eran políticamente activos. Como dijo en ese momento un columnista del Baltimore African American:

“Puedes besar los pies de Stalin, tener una hoz y un martillo grabados en tus dientes… y sólo serás un “sospechoso de ser comunista». Pero si te atreves a revelar que odias a Jim Crow… inmediatamente te conviertes en un Maldito Rojo”.

Cuando los nombres de Robeson, Hansberry y Childress aparecieron en la lista de sospechosos de ser comunistas del FBI, fueron acompañados por el nombre de Harry Belafonte, el hombre que se convertiría en uno de los confidentes más confiables de Martin Luther King, Jr. Durante la época del macartismo, ser negro era ser rojo.

Pero desde otro ángulo, las simpatías marxistas de estas figuras públicas eran compartidas por una gran proporción de la intelectualidad afroamericana. Claude McKay y Langston Hughes, por poner dos ejemplos, son a menudo atribuidos, junto con Alain Locke, como los arquitectos del Renacimiento de Harlem. Ambos elogiaron abiertamente a la Unión Soviética. De hecho, ambos pasaron mucho tiempo allí.

A Raisin in the Sun: Lorraine Hansberry : Hansberry, Lorraine: Amazon.es: Alimentación y bebidasComo estudiante, Hansberry fue miembro del Partido Comunista de los Estados Unidos, y comenzó a trabajar para el periódico de Robeson inmediatamente después de graduarse. El apartamento de Childress se convirtió en un centro para Herbert Aptheker y otros académicos marxistas clandestinos. No era ningún secreto que, como muchos en las artes de la época, eran socialistas.

A partir de la década de 1920, las artes negras se entrelazaron con las instituciones culturales de la izquierda radical estadounidense. ¿Dónde estarían Childress y Hansberry sin el camino que pavimentaron las mujeres negras antes que ellos? Entre ellas se encontraban mujeres como Louise Thompson, que encontró una oportunidad teatral en una tierra que intentaba posicionarse de forma oportunista como protectora de los afroamericanos y los colonizados: la URSS. Después de regresar de espectáculos con entradas agotadas y de vacaciones a un país de segregación y Jim Crow, se comprometieron a luchar por un nuevo orden social.

Thompson, una escritora clave del renacimiento de Harlem, es más famosa por su tesis de que las mujeres negras fueron “triplemente oprimidas», como negras, mujeres y trabajadoras (un precursor de la noción moderna de interseccionalidad). Fue Thompson quien le hizo saber a Langston Hughes, a través de un  telegrama, que la URSS planeaba filmar una nueva película llamada “Blanco y negro”. Lideró a un grupo de más de veinte afroamericanos en un viaje a la URSS, donde los gastos de viaje fueron reembolsados por los soviéticos y les esperaban hoteles de lujo. (El proyecto cinematográfico se vino abajo, pero los miembros del elenco se convirtieron en las primeras mujeres negras estadounidenses en actuar en el escenario soviético).

Es casi seguro que Robeson, Childress y Hansberry habrían sido igual de talentosos con o sin su visión socialista del mundo. Lo que es menos seguro es si el teatro negro habría florecido o no a principios del siglo XX en ausencia de las instituciones sociales y culturales de la izquierda radical estadounidense. Porque, en efecto, pocos norteamericanos les habrían proporcionado el escenario, salvo los detestados comunistas de la época.

Recursos:

Transition, No. 100 (2008), pp. 56-75
Indiana University Press on behalf of the Hutchins Center for African and African American Research at Harvard University
Race, Gender & Class, Vol. 8, No. 3, Amazigh Voices: The Berber Question (2001), pp. 157-174
Jean Ait Belkhir, Race, Gender & Class Journal
Callaloo, Vol. 25, No. 4 (Autumn, 2002), pp. 1114-1135
The Johns Hopkins University Press

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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El sistema de segregación racial establecido en el Sur de los Estados Unidos en las últimas décadas del Siglo XIX, tuvo terribles consecuencias a corto y a largo plazo. El  Jim Crow –como fue conocido este sistema– buscaba garantizar el predominio político, económico y social de los blancos, manteniendo subordinados y sometidos a los negros a través de un sistema que combinaba restricciones legales y terrorismo racial.

En este escrito, Livia Gershon nos da un excelente ejemplo de la capacidad destructora del Jim Crow. Siguiendo al historiador Andrew Gómez, Gershon examina el efecto que tuvo la segregación racial sobre los cubanos residentes en la Florida.  Según ella, a finales del siglo XIX, en una pequeña parte de la costa de Florida existía una cultura única  creada por inmigrantes cubanos. Este era un microcosmo racialmente integrado, en donde cubanos blancos y negros convivían hasta que el Jim Crow se impuso y  los separó.

Gershon es una escritora independiente cuyos trabajos han aparecido en publicaciones como Salon y Aeon Magazine.


A few of the workers of the San Martin Cigar Company in Tampa, Florida

Cómo Jim Crow dividió a los cubanos de Florida

Livia Gershon 

JStor Daily   21 de enero de 2024

Según el historiador Andrew Gómez, el comienzo de la Guerra de los Diez Años de Cuba en 1868 hizo que los fabricantes de cigarros cubanos y sus empleados huyeran a Florida, específicamente a Ybor City (ahora parte de Tampa) y Key West. Los trabajadores de esta industria multimillonaria tenían varias mezclas de ascendencia africana, europea e indígena. Y, a pesar de la jerarquía racial histórica de Cuba, trajeron consigo el espíritu del movimiento independentista de la nación, que estaba cada vez más comprometido con la igualdad racial.

“En Florida, los cubanos de color organizaron comités revolucionarios, trabajaron en concierto con líderes militares y mantuvieron profundos vínculos con la prensa regional”, escribe Gómez.

El Instituto San Carlos de Cayo Hueso, fundado en 1871 por cubanos de Florida, albergó una de las primeras escuelas racialmente integradas en los Estados Unidos y albergó conferencias muy concurridas donde se discutía la importancia de los cubanos negros para el futuro de ese país. El instituto era una de las más prominentes de las muchas sociedades de ayuda mutua de la zona, que ofrecía seguro médico, ayuda con los entierros, entretenimiento y otros servicios. Mientras tanto, en las fábricas de cigarros, las organizaciones laborales construidas por anarquistas y socialistas, como La Resistencia de Ybor City, reclutaron trabajadores de todos los puestos de trabajo sin discriminar por  raza y género.

Estudiantes del Instituto San Carlos

Para la cultura estadounidense más amplia de la época, los cubanos ocupaban un estatus racial entre negros y blancos, al igual que  los inmigrantes de Europa del Este y del Sur, los mexicanos y  los Creoles. Pero, escribe Gómez, eso comenzó a cambiar a medida que las leyes de Jim Crow y el terrorismo supremacista blanco se intensificaron.

Bajo el gobernador Edward Aynesworth Perry, elegido en 1885, el gobierno de Florida revirtió los cambios de la era de la Reconstrucción, destituyendo a los funcionarios negros de sus cargos y consagrando la segregación racial en la constitución estatal. A finales de la década de 1880, algunos de los muchos matrimonios entre cubanos de diferentes tonos de piel estaban siendo cuestionados como mestizaje (miscegenation).

A principios del siglo XX, las sociedades de ayuda mutua, incluido el Instituto San Carlos, adoptaron reglas que excluían a los cubanos negros. Y las escuelas cubanas, muchas de las cuales inicialmente habían desafiado los requisitos de segregación de la década de 1880 en Florida, se convirtieron gradualmente en instituciones solo para blancos. A algunos cubanos de piel más oscura se les prohibió la entrada a los cines y a las piscinas que disfrutaban sus primos.

Mientras tanto, escribe Gómez, los comités de vigilantes disolvieron las organizaciones sindicales radicales. En su lugar, la Cigar Makers International, afiliada a la Federación Americana del Trabajo, comenzó a organizar las fábricas de cigarros, pero solo a los trabajadores blancos.

The Rise and Fall of the Second Ku Klux Klan - The AtlanticLa década de 1920 trajo la segunda ola del Ku Klux Klan a las comunidades de todo el país. En el sur de la Florida, el Ku Klux Klan atacó a miembros de la comunidad cubana, en particular a aquellos que cruzaban la línea divisoria cada vez más sólida que separaba a mujeres y hombres, blancos y negros.

La segregación legal y el terrorismo racial empujaron a los cubanos negros a las escuelas e instituciones afroamericanas, que se volvieron cada vez más multiculturales. A pesar de las barreras lingüísticas, culturales y religiosas, muchas personas de estas comunidades formaron amistades y matrimonios.

Los cubanos blancos, por su parte, siguieron la misma trayectoria que las comunidades española e italiana de la región, integrándose cada vez más en la sociedad anglosajona blanca.


Recursos

JSTOR es una biblioteca digital para académicos, investigadores y estudiantes. Los lectores de JSTOR Daily pueden acceder a la investigación original detrás de nuestros artículos de forma gratuita en JSTOR.

Jim Crow and the Caribbean South: Cubans and Race in South Florida, 1885–1930s

By: Andrew Gomez

Journal of American Ethnic History, Vol. 36, No. 4 (Summer 2017), pp. 25–48

University of Illinois Press on behalf of the Immigration & Ethnic History Society


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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Cuando hablamos del liderato  de los afromericanos en su lucha por la igualdad suelen surgir los mismos nombres: Martin Luther King, Jr., Malcolm X, Rosa Parks, Stokely Carmichael, entre otros. Así quedan en un segundo plano, o peor, en el anónimato, un extenso grupo de hombres y mujeres que sacrificaron vida y hacienda combatiendo la segregación racial.  Uno de esos líderes fue Bayard Rustin, quien organizó la Marcha sobre Washington de 1963.  Negro, pacifista, socialista y gay, Rustin tuvo que enfrentar varios tipos de discrimen durante su intensa vida.

En este ensayo, Peter Dreier utiliza como excusa el estreno de la película Rustin (2023)  para analizar la vida de este gran líder afroamericano. Dirigida por George C. Wolfe y producida por Barack y Michelle Obama, este largometraje rescata del olvido las aportaciones de Bayard Rustin en los años 1950, 1960 y 1970 como organizador, orador, escritor y estratega político.

El doctor Dreier es profesor de política en el Occidental College y autor de The 100 Greatest Americans of the 20th Century: A Social Justice Hall of Fame (Nation Books, 2012), Es también coeditor de We Own the Future: Democratic Socialism, American Style (The New Press, 2020).


Rustin (2023)

La vida y el legado de Bayard Rustin

PETER DREIER

The Progressive Magazine 15 de diciembre de 2023

A solo tres meses de la Marcha sobre Washington programada para el 28 de agosto de 1963, el organizador Bayard Rustin se ocupó de todos los detalles, desde la organización de los autobuses necesarios para llevar a 250.000 personas a la capital de la nación, la organización del sistema de altavoces, la confirmación del número y la ubicación de los orinales portátiles, la especificación de los lemas en los carteles de los piquetes,  y establecer la lista y el orden de los oradores.

En una reunión, su pequeño equipo de jóvenes activistas le dijo con orgullo a Rustin que planeaban proporcionar sándwiches de queso a los manifestantes. Pero, como se muestra en la nueva película  Rustin, Rustin se opuso. El queso podría echarse a perder con el calor de ochenta grados, dijo. Conviértalo en sándwiches de mantequilla de maní y mermelada en su lugar.

Rustin en una rueda de prensa en el Hotel Statler, Washington, D.C., el 27 de agosto de 1963. Library of Congress

La genialidad  de Rustin, al igual que la de su protagonista, es que muestra cómo los movimientos han hecho historia y han cambiado Estados Unidos para mejor, impulsados por una combinación de visiones utópicas, elevación moral, reformas escalonadas y astucia política práctica, que incluye forjar coaliciones entre personas que no están de acuerdo o incluso se disgustan entre sí. Esto lo convierte en una película convincente.

Desde la década de 1940 hasta la de 1960, Rustin reunió sus considerables talentos como organizador, estratega, orador y escritor para desafiar el status quo económico y racial. Siempre un outsider, ayudó a catalizar el movimiento por los derechos civiles con valientes actos de resistencia. Rustin era un pensador y estratega brillante, pero dadas sus responsabilidades políticas (era gay, negro, pacifista y socialista), también confiaba en su increíble encanto para ganar adeptos a las causas de la paz y los derechos civiles.

La nueva película Rustin está dirigida por George C. Wolfe y producida por Barack y Michelle Obama. Está protagonizada por Colman Domingo (como Rustin), Chris Rock (Roy Wilkins), Aml Ameen (Martin Luther King), Jeffrey Wright (Adam Clayton Powell), CCH Pounder (Anna Hedgeman), Glynn Turman (A. Philip Randolph) y Audra McDonald (Ella Baker). Su objetivo es presentar a Rustin a un público más amplio y restaurar su reputación como activista pionero de los derechos civiles.

La película, estrenada en cines a mediados de noviembre, ya está disponible en streaming en Netflix. Abarca toda la vida de Rustin, desde su nacimiento en 1912 hasta su muerte en 1987, pero se centra en su papel como principal organizador de la Marcha, un trabajo para el que parecía haberse preparado toda su vida. Fue, en ese momento, la marcha de protesta más grande en la historia de Estados Unidos y ayudó a catalizar la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, una de las victorias seminales del movimiento.

Nacido en 1912, el menor de ocho hermanos, Rustin fue criado por sus abuelos en West Chester, Pensilvania. Aunque asistían a la iglesia Metodista Episcopal Africana de su abuelo, Rustin estaba fuertemente influenciado por la fe cuáquera de su abuela, quien fue una de las primeras miembros de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP). Algunos líderes de la  NAACP,  entre ellos W. E. B. DuBois, se quedaron con los Rustin cuando estaban en giras de conferencias.

Rustin era un estudiante talentoso, un atleta sobresaliente, un hábil orador y poeta, y un tenor excepcional. Al principio de su vida reveló una fuerte conciencia social. En la escuela secundaria fue arrestado por negarse a sentarse en el balcón segregado del cine West Chester, apodado “Nigger Heaven”. Asistió a dos universidades negras (Wilberforce University y Cheyney State) antes de mudarse a la ciudad de Nueva York en 1937. Allí, se matriculó brevemente en el City College de Nueva York y se involucró con la rama universitaria de la Liga de Jóvenes Comunistas. Se sintió atraído por sus esfuerzos antirracistas, incluida la lucha contra la segregación en el ejército.

Como muchos otros, Rustin rompió con el Partido Comunista cuando éste dio su apoyo acrítico al dictador soviético José Stalin; pero a diferencia de muchos ex comunistas que más tarde se pasaron a la política de derechas, Rustin siguió siendo un socialista comprometido por el resto de su vida.

Rustin cantó en clubes nocturnos con el  cantante de blues Josh White, grabó álbumes de gospel y canciones isabelinas, y apareció con Paul Robeson en el musical de Broadway “John Henry”. Podría haberse ganado la vida como artista, pero encontró otras formas de canalizar su prodigiosa energía, su indignación por el racismo y su creciente talento como organizador.

Rustin veía la resistencia no violenta como una “forma de vida”, no solo como una política.

Tuvo dos mentores que dieron forma a su filosofía y lo emplearon como organizador. Uno de ellos fue A. Philip Randolph, un socialista que fundó la Hermandad de Porteadores de Coches-Cama, el primer sindicato afroamericano. Randolph fue el líder de derechos civiles más militante de la nación de su tiempo. El otro mentor, A. J. Muste, era un ministro radical y ex organizador sindical, que dirigía la Fraternity of Reconciliation (FOR), un grupo pacifista cristiano. Muste, a quien  la revista Time llamó el “pacifista número uno de Estados Unidos”, introdujo a Rustin en las enseñanzas de Gandhi. El compromiso de Rustin con los principios de Gandhi, junto con sus creencias cuáqueras (se unió oficialmente a  la iglesia en 1936), dieron forma a su activismo por el resto de su vida.

Randolph contrató a Rustin en 1941 para encabezar una Marcha sobre Washington planeada anteriormente, diseñada para presionar al presidente Franklin Roosevelt para que abriera puestos de trabajo de defensa a los trabajadores negros mientras Estados Unidos se preparaba para la Segunda Guerra Mundial. Temeroso de la amenaza de Randolph de llevar a 100.000 manifestantes a Washington, Roosevelt accedió a emitir una orden ejecutiva que prohibiera la discriminación racial en las industrias de defensa. Randolph canceló la protesta, pero el episodio hizo que Rustin se diera cuenta del poder de la protesta, o incluso de la amenaza de la misma.

Bajo la dirección de Muste y Randolph, Rustin comenzó una serie de trabajos de organización con FOR, el Comité de Servicio de los Amigos Americanos (una organización cuáquera) y la Liga de Resistentes a la Guerra. Se trataba de organizaciones pequeñas, en su mayoría blancas, que proporcionaron a Rustin una base de operaciones, un título, un boletín informativo y una red de activistas en todo el país.

Bayard Rustin hablando en Nueva York, 1965.

Orador carismático, Rustin mantuvo una agitada agenda de viajes, predicando el evangelio de la no violencia y la desobediencia civil en los campus, en las iglesias y en las reuniones de sus compañeros pacifistas. Rustin veía la resistencia no violenta como una “forma de vida”, no solo como una política. Muchos estudiantes se comprometieron con la causa después de escucharlo hablar. Reclutó a la siguiente generación de activistas por los derechos civiles y contra la guerra.

Como cuáquero y objetor de conciencia, Rustin tenía derecho legal a hacer un servicio alternativo en lugar del servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial. Pero por principio, oponiéndose a la guerra en general y a la segregación de las fuerzas armadas en particular, se negó a servir incluso en el Servicio Público Civil. “La guerra está mal”, escribió  a su junta de reclutamiento en 1943. “El reclutamiento para la guerra es incompatible con la libertad de conciencia, que no es simplemente el derecho a creer, sino a actuar según el grado de verdad que uno recibe, a seguir una vocación que es inspirada y dirigida por Dios”.

En 1944, Rustin fue condenado por violar la Ley de Servicio Selectivo y cumplió dos años en una prisión federal, primero en Ashland, Kentucky, y más tarde en Lewisburg, Pensilvania. En Kentucky, protestó contra la segregación generalizada dentro de las prisiones, enfrentándose a la violencia tanto de los guardias de la prisión como de los presos blancos. En Pensilvania, los funcionarios de la prisión mantuvieron a Rustin alejado de otros reclusos para que no los influyera con sus ideas radicales. Como escribió Rustin  después de su liberación en junio de 1946:

Estábamos allí en virtud de un compromiso que habíamos asumido con una posición moral; Y eso nos dio una actitud psicológica que el prisionero promedio no tenía. . . . Teníamos la sensación de ser moralmente importantes, y eso nos hizo responder a las condiciones carcelarias sin miedo, con una sensibilidad considerable hacia los derechos humanos. Al ir a la cárcel llamamos la atención de la gente sobre los horrores de la guerra.

Después de salir de prisión, Rustin se reincorporó a la Fraternidad de Reconciliación y reanudó su carrera como organizador itinerante. En abril de 1947, lideró el Viaje de Reconciliación interracial del grupo, viajando en autobuses en cuatro estados del sur para desafiar las leyes de segregación, participando en actos no violentos de desobediencia civil. Él y otros fueron arrestados en Chapel Hill, Carolina del Norte, y Rustin pasó veintidós días en una chain gang. Estas manifestaciones sirvieron como precursoras de los Viajes por la Libertad de principios de la década de 1960.

Foto policial de Bayard Rustin, fecha desconocida. Oficina Federal de Prisiones/Dominio público

El Viaje de la Reconciliación no estuvo exento de controversia, incluso entre los grupos de derechos civiles. Thurgood Marshall, quien dirigió la división legal de la NAACP (y a quien el presidente Lyndon Johnson nombró más tarde como el primer juez negro de la Corte Suprema), advirtió que el “movimiento de desobediencia por parte de los negros y sus aliados blancos, si se emplean en el Sur, resultaría en una matanza al por mayor sin ningún bien logrado”.

En 1948, Rustin volvió a trabajar para  Randolph, presionando al presidente Harry S. Truman para que hiciera cumplir y ampliara la orden antidiscriminatoria de Roosevelt. Organizaron protestas en varias ciudades y en la Convención Nacional Demócrata de 1948. Funcionó: Truman eliminó la segregación en el ejército y prohibió la discriminación racial en la administración pública federal ese mismo año.

A finales de la década de 1940 y principios de la de 1950, mientras aún trabajaba para FOR, Rustin visitó la India, África y Europa, donde entró en contacto con activistas de varios movimientos independentistas y pacifistas. Cada vez más, veía la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos como parte de un movimiento mundial contra la guerra y el colonialismo.

Fue durante este tiempo, cuando los homosexuales eran considerados “desviados” y el sexo gay era un delito en todos los estados, que la homosexualidad de Rustin se convirtió en un problema público para él. En 1953, después de dar una charla en Pasadena, California, Rustin fue arrestado por “indecencia pública” que involucraba a otros dos hombres en un automóvil estacionado. Muste, que mantuvo a Rustin en la nómina mientras mantenía su homosexualidad fuera de los medios de comunicación,  lo despidió por poner en peligro la ya inestable reputación de FOR. Pero Randolph le consiguió un trabajo similar en la Liga de Resistentes a la Guerra, donde Rustin trabajó durante los siguientes doce años.

Una de las pocas meteduras de pata de la película es retratar a Muste, en la única escena en la que aparece, como un homófobo intolerante, lo que priva a los espectadores de una comprensión de su notable vida como un valiente e influyente activista laboral y por la paz.

Durante la siguiente década, Rustin continuó desempeñando un papel fundamental entre bastidores como organizador dentro del movimiento por los derechos civiles. A instancias de Randolph, fue a Montgomery, Alabama, en 1955 para ayudar a los líderes locales a organizar un boicot de autobuses a gran escala. Allí, Rustin comenzó a asesorar al reverendo Martin Luther King Jr., que no tenía experiencia directa en organización, sobre la filosofía y las tácticas de la desobediencia civil.

Rustin (2023) - IMDb

Rustin fue “el mentor perfecto para King en esta etapa de la carrera del joven ministro”, observó John D’Emilio, autor de Lost Prophet: The Life and Times of Bayard Rustin. Durante “los meses y años siguientes”, escribió D’Emilio, “Rustin dejó una profunda huella en la evolución del papel de King como líder nacional”. Gran parte de los consejos de Rustin fueron dados a distancia, en llamadas telefónicas, memorandos y borradores de artículos y capítulos de libros que escribió para King. Tuvo que acortar su primera visita a Montgomery porque, como hombre gay y ex miembro del Partido Comunista, era un lastre político para el floreciente movimiento por los derechos civiles. Justo en el momento en que Rustin podría haber ayudado a liderar el movimiento de masas por el que había estado trabajando toda su vida adulta, tuvo que retirarse a las sombras.

A finales de 1956, la Corte Suprema dictaminó que el sistema de autobuses segregados de Montgomery era ilegal. La victoria podría haber seguido siendo un triunfo local en lugar de un referente nacional, pero Rustin, junto con la organizadora Ella Baker y el abogado Stanley Levinson, (ambos asesores cercanos a King) tuvieron una idea para construir lo que Rustin llamó un “movimiento de masas en todo el Sur”. Esta fue la génesis de la Southern Christian Leadership Conference, concebida por Rustin y fundada con King como su primer presidente. Rustin se convirtió en el estratega de King, escritor fantasma y enlace con los liberales y sindicatos del norte.

Un botón conmemorativo de la Marcha sobre Washington de 1963. NARA.

Los grupos locales de derechos civiles habían estado trabajando en el registro de votantes, la eliminación de la segregación y otras campañas en todo el país, pero en 1963, Randolph, como el estadista más veterano del movimiento, creyó que era el momento adecuado para una gran manifestación que pudiera unir a las facciones liberales y progresistas de la nación en torno a una agenda común. Reunió a los líderes de las principales organizaciones de derechos civiles, laborales y religiosas liberales y expuso su plan para una marcha en Washington, D.C.

El propósito de la  marcha era impulsar una legislación federal, en particular la Ley de Derechos Civiles, que prohibía la discriminación racial en lugares públicos, incluidos restaurantes, parques, autobuses y otras instalaciones. El presidente John F. Kennedy había propuesto la ley, pero se había estancado en el Congreso. Las demandas del evento  incluían un importante programa de obras públicas para proporcionar empleos a los trabajadores desempleados, un aumento en el salario mínimo federal y una nueva ley que prohíba la discriminación racial en la contratación pública y privada. Como señaló en su discurso el presidente del sindicato United Auto Workers, Walter Reuther : “La cuestión del empleo es crucial, porque no resolveremos la educación, la vivienda o los alojamientos públicos mientras millones de negros estadounidenses sean tratados como ciudadanos económicos de segunda clase y se les nieguen empleos”.

Los líderes que Randolph reunió respaldaron el plan. Pero el presidente de la NAACP Roy Wilkins, se opuso a poner a Rustin a cargo de la marcha debido a su radicalismo y su homosexualidad. Randolph superó a Wilkins al anunciar que él sería el director de la marcha y elegiría a su propio adjunto: Rustin, por supuesto. Randolph tampoco se dejaría intimidar por Kennedy, quien trató de disuadir a los líderes de los derechos civiles de realizar la marcha, argumentando que socavaría el apoyo a la Ley de Derechos Civiles.

Tres semanas antes de la marcha del 28 de agosto, el senador Strom Thurmond, un segregacionista de Carolina del Sur, atacó públicamente a Rustin en el Senado de Estados Unidos al leer en voz alta los informes de su arresto en Pasadena por comportamiento homosexual una década antes. Esto, como  señaló el biógrafo John D’Emilio, convirtió a Rustin en “quizás el homosexual más visible de Estados Unidos”. Rustin, sin embargo, mantuvo su atención en la organización de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad.

Una de las principales asesoras de Rustin, Anna Arnold Hedgeman, una veterana líder de los derechos civiles y feminista, se opuso a la ausencia de mujeres en la lista de oradores. El problema pareció tomar a Rustin por sorpresa. Finalmente, Daisy Bates, miembro de la junta nacional de la NAACP,  y la celebridad internacional Josephine Baker fueron invitadas a hablar desde el podio frente al Monumento a Lincoln. Además, la cantante de gospel Mahalia Jackson, Marian Anderson, Camilla Williams y Joan Baez, junto con los SNCC Freedom Singers, entretuvieron a la multitud.

Rustin habló en el evento, junto con Randolph, Reuther, el secretario ejecutivo de la NAACP, Roy Wilkins, el presidente del SNCC, John Lewis, y varios otros. Fue un gran éxito. Asistieron más de 250.000 personas. King pronunció su famoso discurso “I Have a Dream” (Tengo un sueño). Una semana después de la marcha, la revista semanal LIFE, de amplia circulación,  puso a Randolph y Rustin en su portada. Diez meses después, tras el asesinato de Kennedy, el Congreso aprobó la Ley de Derechos Civiles.

¿Cómo consiguió Rustin que tanta gente se presentara en Washington en ese caluroso día de agosto? Esto fue antes del correo electrónico y las redes sociales, antes de las máquinas de fax y los teléfonos celulares. Las llamadas de larga distancia eran bastante caras. El Servicio de Parques Nacionales, que controlaba el National Mall, puso numerosos obstáculos en el camino de Rustin.

Vista del National Mall hacia el Monumento a Washington durante la Marcha de 1963 en Washington por el Trabajo y la Libertad.

La clave del éxito de la marcha fue recurrir a una amplia coalición de grupos ya organizados para llevar a la gente de pueblos pequeños y grandes ciudades a Washington, D.C. Los principales entre ellos fueron las iglesias negras y los sindicatos liberales, varios de los cuales, entre ellos el Sindicato Unido de Trabajadores Automotrices, el Sindicato Internacional de Trabajadoras de la Confección, el Sindicato Amalgamado de Trabajadores de la Confección,  y el Distrito 65 (un sindicato de trabajadores minoristas)— ayudaron a pagar el personal y la logística de la marcha, incluido el alquiler de autobuses, trenes e incluso aviones. Otros grupos, como la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), el Consejo Nacional de Iglesias y el Congreso Judío Estadounidense, también fueron clave para la gran participación.

Dos años más tarde, tras la marcha de Selma a Montgomery y otras campañas de desobediencia civil, el Congreso aprobó la Ley de Derecho al Voto de 1965.

Ese año, Rustin también escribió un controvertido artículo, “De la protesta a la política”, en la entonces revista liberal Commentary. En él, argumentaba que la coalición que se había reunido para la Marcha sobre Washington necesitaba poner menos énfasis en la protesta y centrarse en la elección de demócratas liberales que pudieran promulgar una agenda política progresista centrada en el empleo, la vivienda y los derechos civiles. Rustin también redactó un “Presupuesto de la Libertad“, publicado en enero de 1967, que abogaba por la “redistribución de la riqueza”, un programa ampliado de bienestar social, pleno empleo y salarios dignos. Las ideas de Rustin influyeron en King, quien  comenzó a hablar cada vez más sobre la importancia de los empleos, los sindicatos y la redistribución de la riqueza.

Muchos de los jóvenes radicales del SNCC no confiaban en los sindicatos ni en el Partido Demócrata. Para entonces, el grupo se había convertido en un importante defensor del Poder Negro, una idea a la que Rustin se opuso porque socavaba su compromiso con la política de coalición y la integración racial. Los afroamericanos eran solo alrededor del  10 por ciento de la  población de la nación. Para obtener victorias significativas en las urnas y en el Congreso, dijo Rustin, necesitaban aliados liberales blancos.

Pero el mayor obstáculo para el programa Freedom Budget de Rustin (y King) fue la guerra de Vietnam. Ambos reconocieron no solo que los pobres y los negros se llevaron la peor parte de las bajas en Vietnam, sino también que el dinero que Estados Unidos estaba gastando en la guerra (y en el complejo militar-industrial en general) estaba agotando fondos que podrían usarse para resolver problemas a nivel nacional, particularmente en las ciudades.

Rustin fue una de las primeras figuras públicas en pedir la retirada de todas las fuerzas estadounidenses de Vietnam del Sur, pero cuando el presidente Lyndon Johnson intensificó la guerra, Rustin silenció sus críticas. Quería evitar alienar a LBJ, a los demócratas clave y a los líderes sindicales que apoyaban la guerra. Los discursos antibelicistas de King causarían una ruptura entre él y Rustin. Como resultado, Rustin, que durante décadas había sido uno  de los pacifistas más importantes de la nación  y mentor de King en materia de no violencia, estuvo ausente del movimiento contra la guerra, lo que le costó credibilidad entre los activistas estudiantiles de la Nueva Izquierda.

Durante los últimos veinte años de su vida, Rustin continuó su trabajo de organización dentro de los movimientos por los derechos civiles, la paz y los trabajadores. Viajó al extranjero para apoyar las luchas anticoloniales y sirvió como vigilante electoral. Todavía era solicitado como orador público y todavía era valorado por su brillantez estratégica. Pero nunca volvió a tener la misma influencia que tuvo cuando organizó la Marcha sobre Washington.

Irónicamente, la homosexualidad de Rustin se convirtió en una pieza central de sus últimos años. Había desconfiado del floreciente movimiento por los derechos de los homosexuales, que explotó después de los disturbios de Stonewall en la ciudad de Nueva York en 1969. Pero al final de su vida, cuando estuvo involucrado en una relación estable, comenzó a hablar públicamente sobre la importancia de los derechos civiles para gays y lesbianas.

Durante las últimas dos décadas, la vida y el legado de Rustin han recibido merecidamente más atención. En 2002, la junta escolar dominada por los republicanos en West Chester, un distrito escolar conservador que tenía un 89 por ciento de blancos, votó para nombrar a su nueva escuela secundaria en honor a Rustin. En la escuela secundaria Bayard Rustin, donde una enorme imagen suya adorna una pared, los maestros de hoy incorporan aspectos de su vida en sus clases. Hace una década, la directora Phyllis Simmons me dijo: “Nuestros estudiantes saben quién es Bayard Rustin”.

La historia real de 'Rustin' (Netflix), el Luther King gayRustin ha sido objeto de varias biografías, y sus escritos han sido recopilados en varios volúmenes. Bayard Rustin: A Legacy of Protest and Politics, una nueva colección de ensayos editada por Michael G. Long, se publicó en septiembre. Un documental de PBS de 2002, Brother Outsider, ayudó a convertirlo en un ícono para los activistas por los derechos de los homosexuales. En 2013, el presidente Barack Obama le otorgó a Rustin, a título póstumo, la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor otorgado a civiles estadounidenses. En 2020, el gobernador de California, Gavin Newsom, indultó póstumamente a  Rustin por su arresto y condena en 1953 en Pasadena.

La izquierda de hoy necesita gente como Rustin que vea el panorama general y pueda forjar coaliciones, y que entienda que la lucha por la democracia y la justicia social no requiere velocistas, sino corredores de larga distancia.

En 1986, un año antes de morir de un apéndice reventado, el escritor y activista por los derechos de los homosexuales Joseph Beam le pidió a Rustin que contribuyera con un ensayo a un volumen sobre la experiencia de los hombres negros homosexuales. Rustin se negó. Pero su respuesta a Beam proporciona un resumen elocuente de los fundamentos de la obra de su vida. Escribió:

Mi activismo no surgió de mi homosexualidad o, para el caso, de mi condición de negro. Más bien, está arraigado fundamentalmente en mi educación cuáquera y en los valores que me inculcaron mis abuelos que me criaron. . . . La injusticia racial que estaba presente en este país durante mi juventud fue un desafío a mi creencia en la unidad de la familia humana. Exigía mi participación en la lucha por lograr la democracia interracial.

Hoy en día hay muchos más activistas progresistas sin fines de lucro y grupos de defensa, y muchos más organizadores pagados que en la época de Rustin. Están trabajando en la justicia ambiental, los derechos de las mujeres, los derechos laborales y de los trabajadores, la justicia racial, la igualdad LGBTQ+, el antimilitarismo, la reforma fiscal, la reforma migratoria, los derechos de los inquilinos, la educación, la reforma de la justicia penal y más. Pero el movimiento progresista debe ser mayor que la suma de sus partes. La izquierda de hoy necesita gente como Rustin que vea el panorama general y pueda forjar coaliciones, y que entienda que la lucha por la democracia y la justicia social no requiere velocistas, sino corredores de larga distancia.


Traducido por Norberto Barreto Velázquez

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No logré traducir  este trabajo de la Dra. Candance Cunningham antes de la fecha en que los estadounidenses recuerdan a sus veteranos de guerra, pero igual lo comparto con quienes leen esta bitácora porque hace un análisis breve, pero muy bueno de los problemas que enfrentaron los afroamericanos durante y, especialmente, después de la segunda guerra mundial.

Cunningham es profesora de Historia en la Florida Atlantic University. Se especializa en historia afroamericana, estudios de mujeres y género, e historia pública. Su investigación se centra en la experiencia afroamericana del siglo XX con un énfasis especial en los derechos civiles, la educación, el género y el Sur.


Violencia policial contra veteranos negros de la Segunda Guerra Mundial

Candace Cunningham 

Black Perspectives

9 de noviembre de 2023

Los afroamericanos se alistaron en números récord para servir a su país durante la Segunda Guerra Mundial. Lo hicieron a pesar de una larga historia de trato desigual. Por ejemplo, después  de la Guerra Civil, la combinación de un proceso burocrático difícil, agentes de reclamos sin escrúpulos y personal prejuicioso hizo que fuera increíblemente difícil para los veteranos negros y sus sobrevivientes acceder a sus pensiones, a pesar de que las leyes que crearon esas pensiones militares federales eran neutrales en cuanto a la raza. A raíz de los grandes avances que los afroamericanos hicieron durante la Reconstrucción, y probablemente como reacción a ellos, los soldados negros en la Guerra Hispano-Estadounidense vieron su heroísmo socavado por la prensa blanca y el futuro presidente Theodore Roosevelt, quien “minimizó, ignoró o tergiversó” sus actos de valentía convirtiéndolos en “cuentos de cobardía“. Para los afroamericanos, la Segunda Guerra Mundial no tuvo un comienzo prometedor, ya que las ramas locales de reclutamiento, especialmente en el sur de Jim Crow, rechazaron regularmente  a los voluntarios negros. Sin embargo, a pesar de todo esto, los afroamericanos seguían prestando atención  al llamado del Pittsburgh Courier a  la “Campaña de la Doble V”, el concepto de que mientras los estadounidenses blancos apoyaban el esfuerzo de guerra para derrotar al fascismo en el extranjero, los estadounidenses negros querían derrotar al fascismo en el extranjero y al  racismo en casa. Los afroamericanos creían (o esperaban) que su participación activa en la Segunda Guerra Mundial finalmente se traduciría en derechos políticos tangibles y avances socioeconómicos.

En cambio, los militares negros se encontraron con formas explícitas de racismo durante su tiempo en el ejército. Fueron segregados en diferentes cuarteles e instalaciones recreativas, y se enfrentaron a epítetos raciales y amenazas de violencia dentro y fuera de las bases militares. Cuando regresaron a casa, los veteranos negros no recibieron la bienvenida de héroe que merecían. En cambio, el país al que servían, el país que alegaba que estaba luchando por la libertad y la democracia, esperaba que aceptaran una ciudadanía de segunda clase. Según los informes, los veteranos negros que regresaban y viajaban por el sur de Estados Unidos en tren bajaron las persianas de los vagones segregados para que los blancos racistas no los vieran y se enfurecieran por su mera presencia. Este (mal)trato contrastaba con el trato que recibían los prisioneros de guerra nazis. Por ejemplo, a los prisioneros de guerra nazis se les permitía sentarse en los mismos vagones de tren y cenar en las mismas instalaciones que los soldados blancos.

Sin embargo, a pesar de que el mundo estaba en guerra, muchos militares negros probaron la libertad durante su tiempo en el servicio. Aquellos que viajaban fuera de los Estados Unidos ahora conocían la libertad personal de poder moverse sin ser molestados, sin que sus movimientos fueran vigilados constantemente. Esto creó una dicotomía entre los blancos racistas que tenían una larga historia de mantener el orden racial a través de la violencia y una generación de veteranos negros que ya no podían cumplir con las costumbres raciales de la región.

Photo Asset | John H. McCray (1910-1987) | Road Trip | Knowitall.org

John H. McCray

Una de las personas que entendió esta dicotomía e informó sobre ella fue el activista, político y editor/editor de Lighthouse & Informer, John McCray. El 16 de marzo de 1947, McCray dio un discurso en Claflin College, una universidad históricamente negra ubicada en Orangeburg, Carolina del Sur. Su discurso “Los héroes se hacen, no nacen” describió los actos heroicos de los negros de Carolina del Sur y los desafíos únicos que enfrentaron en un estado al que McCray se refirió como el “líder de todo lo que es malo en los hombres blancos en el Sur”. McCray dedicó gran parte de su discurso específicamente a la Segunda Guerra Mundial y a la violencia rutinaria que enfrentaron los veteranos negros cuando regresaron a su hogar en Carolina del Sur, donde los blancos locales no estaban dispuestos a reconocer sus contribuciones a la guerra o incluso su humanidad. Afirmó que “la campaña contra nosotros está tan viva como antes de Pearl Harbor”.

Una de las personas que se enfrentó a este odio racial fue el cabo Linwood Brown. En febrero de 1946, el cabo Brown y el cabo William Seabrooks acababan de regresar de China después de servir en Saipán, Guam, laPBS to air 'Blinding of Isaac Woodard' documentary isla Russell y Okinawa. Formaban parte de la 20ª Compañía de Depósitos de Marines, que recibió una Mención del Presidente por su valentía más allá del deber. En el tren, viajaban a su casa en Carolina del Sur cuando el conductor le dijo al cabo Brown que se bajara de la plataforma del tren. Brown no accedió. En cambio, respondió: “Si tuvieras un vagón adicional en el tren, podríamos tener asientos y no estar ni en los pasillos ni en el andén”. El conductor se ofendió con la respuesta del cabo Brown y llamó a la policía de Union, Carolina del Sur, para arrestar a Brown. De camino a la comisaría, el agente de policía lo golpeó con un garrote. El cabo Seabrooks fue a Columbia, Carolina del Sur, donde averiguó dónde vivía James Hinton, presidente de la Conferencia de Ramas de la NAACP de Carolina del Sur, y se presentó en la casa de Hinton en medio de la noche en busca de ayuda para el cabo Brown. Hinton se puso en contacto con la comisaría de policía de Union y consiguió que Brown fuera liberado sin multas ni cargos. Pero antes de irse, la policía de la Unión le dijo a Brown que estaba “de vuelta en Carolina del Sur y que debía tener cuidado con la forma en que hablaba”. En otras palabras, ni siquiera el servicio honorable en el ejército le daría a un hombre negro en Carolina del Sur acceso a la igualdad y la hombría.

A pesar de lo vergonzoso que fue el trato del cabo Brown, otros soldados negros que regresaban se enfrentaron a cosas mucho peores. El caso que atrajo la atención de los medios de comunicación nacionales y estimuló al presidente Harry Truman a hacer de los derechos civiles una prioridad nacional mediante la formación del Comité Presidencial de Derechos Civiles, fue la ceguera del sargento Isaac Woodard. Woodard, que acababa de regresar de Japón, se dirigía a Winnsboro, Carolina del Sur, cuando abordó un autobús Greyhound en Augusta, Georgia, el 12 de febrero de 1946. Planeaba encontrarse con su esposa allí y luego dirigirse a Nueva York para ver a sus padres. Aproximadamente una hora después del viaje, el conductor del autobús se detuvo en una farmacia y Woodard le pidió que esperara mientras iba al baño. Woodard dijo que el conductor lo insultó. Él maldijo y dijo que era “un ser humano que podía entender el lenguaje civil”. Al igual que con el cabo Brown, cuando el autobús llegó a Batesburg, Carolina del Sur, el conductor hizo arrestar al veterano con la excusa de que perturbaba la paz. Según John McCray, el conductor, y varios otros blancos, Woodard estaba borracho. McCray también alegó que dos de los compañeros veteranos de Woodard, incluido un joven estudiante blanco de la Universidad de Carolina del Sur, testificaron que no estaba borracho ni era abusivo. Aun así, Woodard fue llevado a la cárcel de Batesburg. En el camino, el oficial, Lynwood Lanier Shull, le hizo varias preguntas a Woodard. Woodard respondió “sí” o “no”. El oficial Shull encontró estas respuestas insatisfactorias porque no había respondido “sí señor” y “no señor” y golpeó a Woodard. Cuando Woodard trató de levantarse, Shull procedió a golpearlo con la cachiporra hasta que quedó tendido en la acera sangrando. Luego metió la cachiporra en los dos ojos de Woodard hasta que se hincharon y se cerraron. Woodard fue encarcelado durante la noche.

Woodard recordó que lo despertaron a la mañana siguiente y le dijeron que saliera de la celda. Cuando no pudo debido a la pérdida de la vista, lo llevaron a un lavabo para lavarse la cara y le dijeron que estaría bien. Pero no estaba bien, y cuando el soldado ciego fue llevado ante el alcalde H. E. Quarles, cuñado de Shull, se le impuso una multa de cincuenta dólares. No tenía los cincuenta dólares, así que se llevaron todo el dinero que tenía encima. Lo que posiblemente fue la parte más conmovedora de la breve audiencia de Woodard fue la respuesta del juez al escuchar su versión de los hechos. El juez le dijo: “No tenemos ese tipo de cosas aquí abajo”, una indicación clara y concisa de que creía que Woodard estaba saliendo de su posición consignada en la sociedad sureña y, por lo tanto, merecía lo que le sucedió. Como McCray le dijo más tarde a un grupo en Charleston, Woodard “luchó bien contra los japoneses durante 4 años, venció a todo tipo de animales salvajes, pero no pudo vencer a la marca de democracia de Batesburg”.

The Tragic, Forgotten History of Black Military Veterans | The New Yorker

Un grupo de soldados afroamericanos en Gran Bretaña durante la segunda guerra mundial. Photograph by David E. Scherman / The LIFE Picture Collection / Getty

Lamentablemente, la violencia a la que se enfrentaron Brown y Woodard no fue inusual. No solo se atacó a los veteranos negros, sino que sus ataques a menudo tuvieron lugar mientras aún vestían sus uniformes militares. El servicio militar, lo mismo que supuestamente ganaba respeto y demostraba el compromiso de alguien con su país, era visto como una amenaza cuando lo hacían hombres negros. Intelectualmente, es probable que esto esté relacionado con un miedo mucho más prolongado a armar a los hombres negros, un temor arraigado en gran medida en la historia de la esclavitud y el miedo constante a las rebeliones de esclavos. Pero el historiador Matthew Delmont también señala que los estadounidenses blancos entendieron que los veteranos negros no iban a aceptar la misma ciudadanía de segunda clase bajo la que vivían antes de su tiempo en el ejército. Los policías que atacaron a Brown y Woodard probablemente entendieron que “estos veteranos iban a regresar y ser líderes en el movimiento por los derechos civiles”. Los oficiales en la interacción del cabo Brown y el juez en el encuentro con el sargento Woodard indicaron inequívocamente que creían que estos hombres negros se pasaron de la raya. Recordar la violencia que enfrentaron los veteranos negros es clave para entender los cambios sociales masivos que estaban por venir. El cambio, fomentado por un movimiento nacional por los derechos civiles de los negros que atraería la atención internacional e inspiraría a activistas de todo el mundo, estaba en el horizonte. Tal vez las personas que podían ver ese horizonte con mayor claridad eran las mismas personas que más temían la agitación social que llegó a definir las décadas siguientes.


Traducido Norberto Barreto Velázquez

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