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Posts Tagged ‘Andrew Johnson’

Andrew Johnson es, sin lugar a dudas,  uno de los residentes más controversiales de entre quienes han llegado a la Casa Blanca. A Johnson, quien llegó a la presidencia gracias al asesinato de Lincoln, le corresponde el récord de ser el primer presidente residenciando en la historia estadounidense. Juicio del que se salvó por los pelos.

En esta nota, la crítica  literaria Jennifer Szalai reseña el más reciente libro de Robert S. Levine titulado The Failed Promise Reconstruction, Frederick Douglass, and the Impeachment of Andrew Johnson (W.W. Norton & Company, 2021). En este libro, el Dr Levine, profesor de literatuta de la Universidad de Maryland, busca rescatar la figura de Johnson, lo que, según Szalai, no logra.


Biografía de Andrew Johnson, decimoséptimo presidente de los Estados Unidos

Cuando Frederick Douglass conoció a Andrew Johnson

Jennifer Szalai

The New York Times    30 de agosto de 2021

Andrew Johnson, que asumió el cargo más alto después del asesinato de Lincoln en 1865, no solo fue un presidente accidental sino también racista; sobre eso, dice Robert S. Levine, no puede haber ninguna duda.

Photo of Robert Levine

Robert S. Levine

Pero como señala Levine en The Failed Promise, su fascinante aunque defectuoso nuevo libro sobre la Reconstrucción y el eventual juicio político de Johnson, varios líderes negros y republicanos radicales tenían la esperanza de que Johnson demostraría ser un defensor más ardiente de los derechos del pueblo negro que el propio Lincoln.

Lincoln había tardado un tiempo en comprometerse con la causa antiesclavista; también lo había hecho Johnson, pero después de la Proclamación de Emancipación de 1863, comenzó a llamar a la esclavitud «un cáncer en nuestra sociedad», y dijo en voz baja que Lincoln se estaba moviendo demasiado lentamente contra la Confederación para «aplastar la rebelión». En 1864, hablando a una entusiasta audiencia negra en Nashville, Johnson, el gobernador militar de Tennessee en ese momento, emitió una promesa audaz: «De hecho, seré tu Moisés, y te guiaré a través del Mar Rojo de guerra y esclavitud, a un futuro más justo de libertad y paz».

Con este esbelto libro, Levine pretende hacer varias cosas a la vez. A diferencia de otros volúmenes sobre el juicio político de Johnson, que se centran principalmente en los republicanos radicales que querían que fuera destituido de su cargo, The Failed Promise analiza de cerca la perspectiva de Frederick Douglass y otros líderes negros. Levine también trata de recrear la incertidumbre de la época, ofreciendo lecturas cuidadosas de documentos contemporáneos en lugar de enfatizar los relatos retrospectivos que han sido moldeados por el beneficio de la retrospectiva.

Con ese fin, el libro comienza con la famosa descripción mordaz de Douglass de Johnson en la segunda toma de posesión de Lincoln en marzo de 1865. Como Douglass escribiría 16 años después en Life and Times of Frederick Douglass, notó que Johnson lo miraba con una mirada de «amargo desprecio y aversión». Douglass se volvió hacia su compañero y le dijo: «Sea lo que sea Andrew Johnson, ciertamente no es amigo de nuestra raza».

A Failed Promise Robert Levine coverLevine, un profesor de inglés que ha escrito extensamente sobre Douglass, aconseja que el relato de Douglass, quien dramatiza su clarividencia, debe leerse con una medida de escepticismo. Como orador y escritor talentoso, Douglass a veces podía contar historias «mucho después del hecho de que eludió ambigüedades o conflictos», escribe Levine. Life and Times describe la «elección triunfal» de Lincoln en 1860 en los términos más brillantes, pasando por alto la rápida desilusión de Douglass. Un año después de esa «elección triunfal», se burlaba de la «interferencia a favor de la esclavitud del presidente LINCOLN» y la «imbecilidad indefensa» de la administración.

Parte del argumento de Levine es que Johnson, quien según todos los informes estaba borracho en la segunda toma de posesión de Lincoln, no estaba necesariamente condenado a ser el desastroso presidente que demostró ser. Como demócrata pro-Unión del Sur (y eventualmente antiesclavista) durante la Guerra Civil, Johnson no solo se había ganado el cariño de los republicanos y había profundizado a sabiendas su propia carrera política, sino que había puesto en riesgo su propia vida a sabiendas.

El senador Charles Sumner fue uno de los republicanos radicales que se mostró optimista sobre Johnson, declarándose «satisfecho de que es el amigo sincero del negro, y listo para actuar por él con decisión». Del mismo modo, las relaciones de Johnson con los afroamericanos fueron, escribe Levine, en gran medida «amables» desde el principio. El activista afroamericano John Mercer Langston dijo que estaba satisfecho con las garantías de Johnson «de que sus conciudadanos de color deberían encontrar en él un amigo siempre consciente de su bienestar».

Pero Douglass se apresuró a ver lo que Johnson estaba haiendo. Antes del final de su primer año en el cargo, Johnson había anunciado una Proclamación de Amnistía para los ex confederados, permitiendo a los terratenientes del sur que le solicitaron personalmente que se aferraran a su propiedad. En lugar de referirse a la Reconstrucción, insistió en el término «restauración». En el sur, turbas blancas envalentonadas descendieron sobre los negros, perpetrando las masacres de 1866 en Memphis y Nueva Orleans. Douglass, como parte de una delegación de estadounidenses negros que visitó la Casa Blanca para argumentar a favor del sufragio negro, le dijo a Johnson: «Usted otorga derechos a sus enemigos y priva de derechos a sus amigos».

Johnson, terco y de piel delgada, respondió a las críticas indignándose y poniéndose a la defensiva, incluso al borde de perder el control, escribe Levine. Si no hubiera sido por la creciente oposición, continúa, «podría haber surgido un Johnson más benigno y pragmático».

La proposición no es convincente, por decirlo suavemente. Levine pone mucho peso en el hecho de que en 1865, Johnson había expresado en privado un plan para el sufragio negro limitado. Sin embargo, al mismo tiempo, Johnson insistía públicamente en que el sufragio demasiado radical desaconsería «una guerra de las razas». Y independientemente de lo que Johnson haya dicho, lo que realmente hizo  no podría ser más claro. Usó su poder para socavar la Reconstrucción a cada paso, presidiendo lo que la historiadora Annette Gordon-Reed ha llamado un «genocidio a cámara lenta».

Levine narra ágilmente el camino hacia el eventual juicio político de Johnson, incluida una extraña oferta de trabajo que Johnson extendió extraoficialmente a Douglass para convertirse en el comisionado de la Oficina de Libertos, una agencia que Johnson parecía estar haciendo todo lo demás en su poder para perjudicar o incluso destruir.

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Pero cuando Johnson fue finalmente residenciado, no fue por su subversión de la Reconstrucción; fue por no obtener la aprobación del Congreso antes de despedir a su Secretario de Guerra. Los artículos de juicio político eran «secamente legalistas», casi todos ellos se centraron en violaciones de la Ley de Tenencia del Cargo, aprobada por el Congreso justo el año anterior. Los republicanos estaban tratando de retratar a Johnson como un infractor de la ley mientras evitaban estudiadamente el asunto de la raza. Esta fijación en los tecnicismos, dice Levine, «permitió al Congreso destituir a Johnson no por hacer daño a cientos de miles de personas negras en el sur, sino por despedir a un hombre blanco».

Teniendo en cuenta lo endémico que era el racismo tanto en el Norte como en el Sur, sin duda había razones prácticas para esto, pero Levine muestra vívidamente cómo Douglass, como lo hizo durante la Guerra Civil, siguió tratando de llamar la atención sobre el panorama moral más amplio. Incluso antes del juicio político, Douglass estaba explicando a las audiencias cómo Johnson explotó los «defectos» en la Constitución que permitían a un «presidente malo y malvado» asumir «poderes reales». Después del juicio, Douglass explicó que Johnson debería haber sido destituido de su cargo por intentar devolver a los estadounidenses negros a una «condición solo menos miserable que la esclavitud de la que la guerra por la Unión los había rescatado». Hacer un juicio político sobre la Ley de Tenencia del Cargo había enterrado la desgracia de Johnson bajo una pila de objeciones legalistas.

Los impugnadores pueden haber estado tratando de ser pragmáticos, pero ir a lo seguro no funcionó; Johnson se impuso por un solo voto. Como dijo una vez uno de sus biógrafos, Hans Trefousse:»Si destituyes por razones que no son las verdaderas, realmente no puedes ganar».

Sigue a Jennifer Szalai en Twitter: @jenszalai.

 

 

 

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Andrew Johnson · 1868 Una batalla política por la reunificación del país

El fin de la guerra civil estadounidense dio paso a un nuevo problema: ¿qué hacer con los derrotados estados sureños? Esta pregunta llevó a una crisis constitucional que abrió la puerta al primer juicio de residenciamiento en la historia estadounidense.

Tras el asesinato de Abraham Lincoln asumió la presidencia el Vicepresidente Andrew Johnson, un sureño que no sólo había sido miembro del Partido Demócrata, sino que también había poseído esclavos. Johnson era hijo de la tradición de Andrew Jackson y, por ende, se consideraba un defensor del hombre común frente a la aristocracia corrupta de noreste. El nuevo presidente simpatizaba con los blancos pobres y no tenía mucha empatía para los esclavos. Cuando estalló la guerra civil, Johnson era Senador por el estado de Tennesse, pero se mantuvo fiel a la Unión. Los Republicanos lo eligieron candidato a la vicepresidencia para promover la unidad y cortejar el apoyo de los sureños unionistas. En su gestión como Presidente, Johnson dejó claro que era un creyente en la supremacía de los blancos y, por ende, se opuso a la concesión de derechos políticos a los negros. Su simpatía para con los estados sureños fue más que evidente y le   llevó a una colisión con el Congreso.

En mayo de 1865, Johnson hizo público su plan para readmitir a los estados sureños en la Unión. El plan presidencial ofrecía amnistía a todo sureño que hiciera un juramento de lealtad a la constitución de los Estados Unidos. Sólo quedaban fuera los altos dirigentes civiles y militares de la Confederación, quienes sólo podían ser perdonados por el Presidente mismo. Para que los estados fuesen reintegrados a la unión, los sureños debían también ratificar la Enmienda 13, aboliendo la esclavitud. Rápidamente, los estados confederados aceptaron el plan de Johnson y pudieron elegir gobiernos propios. Para el otoño de 1865 diez de los once estados confederados habían cumplido con los requisitos del plan de Johnson

White League and Ku Klux Klan alliance, in illustration, by Thomas Nast, in Harper's Weekly, October 24, 1874La primera reacción de los congresistas Republicanos al plan del presidente fue favorable. Tanto moderados como radicales decidieron darle una oportunidad a Johnson y a su plan. Éstos esperaban que los nuevos gobiernos sureños aprovecharan la gran oportunidad que el plan Johnson significaba y actuaran de buena fe. Desafortunadamente, esto no ocurrió porque los nuevos gobiernos sureños buscaron resucitar la esclavitud a través de una serie de leyes, conocidas como los códigos negros. Estas leyes buscaban obligar a los negros libres a regresar a trabajar a las plantaciones.  Además, Johnson le otorgó un perdón a básicamente a todo antiguo líder de la Confederación que se lo solicitó. Envalentonados, los sureños eligieron antiguos funcionarios confederados para representarles en el Congreso de los Estados Unidos. Antiguos generales y coroneles, legisladores y hasta el vicepresidente de la Confederación fueron electos al Congreso federal en representación de los estados sureños.

La actitud y las acciones de los sureños enfurecieron a los congresistas Republicanos, quienes decidieron no reconocer a los nuevos legisladores sureños. Para ello, aplicaron una cláusula de la constitución que le reconoce al Congreso el poder de aceptar o rechazar legisladores. De esta forma, todos los congresistas sureños electos bajo el plan de Johnson fueron rechazados por el Congreso.  En respuesta, los estados sureños eliminaron las alusiones raciales en los códigos negros, pero en la práctica sólo aplicaban las leyes a los negros libres.  Para complicar aún más las cosas, se desató una ola de violencia y terror contra los negros libres en diversos estados del sur.  Todo ello llevó a los congresistas republicanos a concluir que el Sur estaba deliberadamente evadiendo la Enmienda 13, y que era necesaria la intervención del Congreso.

En marzo de 1865 el Congreso creó la Oficina de  Libertos  (Freedmen Bureau) para brindar ayuda de emergencia a los antiguos esclavos.  Esta oficina había tenido un éxito limitado.  La Oficina de Libertos operó escuelas ayudando a crear las bases para un sistema de educación pública en el sur. También ayudó a los negros a denunciar los abusos de que eran víctimas. A principios de 1866, el Congreso aprobó extender la vida de esta oficina asignándoles fondos de forma directa y autorizando a sus agentes a investigar casos de maltrato de libertos. Además, el Congreso aprobó una ley de derechos civiles, confiriéndole la ciudadanía norteamericana a los negros. Esta ley definía como ciudadano a toda persona nacida en los Estados Unidos, aunque dejaba fuera a los amerindios. De acuerdo con esta ley, los negros estarían cubiertos por todas las leyes norteamericanas que garantizaban la seguridad y la propiedad de los ciudadanos estadounidenses.

The Freedman´s BureauEn febrero de 1866, el presidente Johnson vetó la nueva ley de la Oficina de Libertos y la Ley de derechos civiles. Además, lanzó un fuerte ataque contra los radicales, acusándoles de traidores que no querían restaurar la Unión.

Los radicales toman control

¿Quiénes eran estos congresistas radicales que provocaron la ira del presidente Johnson?  La mayoría de los unionadicales eran individuos formados al calor de los debates en torno a la esclavitud. Éstos procedían, principalmente, de la zona de Nueva Inglaterra o del medio oeste. Les unía la creencia en la igualdad de derechos políticos y de oportunidades económicas, por lo que creían necesario un gobierno central fuerte. Según ellos, el establecimiento del trabajo libre, la educación universal pública y la igualdad de derechos llevarían al sur a disfrutar del mismo nivel de riqueza, progreso y movilidad social que poseía el norte. Su opinión del Sur no era la mejor, pues le consideraban una región en donde reinaba la ignorancia, se practicaba una agricultura de despilfarro, se rechazaba la manufactura, se despreciaba el trabajo honesto y estaba controlada por una oligarquía majadera. Los radicales querían transformar al Sur desarrollando la pequeña propiedad agraria, fomentando la manufactura, promoviendo la educación, cultivando el respeto al trabajo honesto y extendiendo la igualdad de derechos políticos entres sus habitantes.  Para los radicales, la prioridad no era reestablecer la Unión, sino rehacer al sur.

Charles Sumner

Para los radicales, el gobierno federal debía jugar un papel protagónico en la reconstrucción del sur, sobre todo, garantizando los derechos civiles y el voto de los libertos. Republicanos radicales como Thaddeus Stevens (Pennsylvania) y Charles Sumner (Massachussets) abogaban por una intervención federal directa que protegiera a  los negros y les brindara oportunidades educativas, sociales y económicas.

 

Los vetos de Johnson unificaron a los legisladores republicanos bajo el liderato de los republicanos radicales, quienes decidieron retar el poder del presidente. En abril de 1866, los radicales obtuvieron el respaldo de las dos terceras parte de los legisladores necesarios para aprobar las leyes vetadas por Johnson. Este fue un momento histórico porque por primera vez en la historia de los Estados Unidos el Congreso fue por encima de un veto presidencial.  En junio de 1866, el Congreso aprobó la enmienda la Enmienda 14 declarando ciudadano norteamericano a toda persona nacida en los Estados Unidos. Según la enmienda ningún estado “aprobará o hará cumplir ninguna ley que restrinja los privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos; ni ningún estado privará a persona alguna de su vida, de su libertad, sin el debido procedimiento de ley, ni negará a nadie, dentro de su jurisdicción, al igual protección de las leyes”. Esta enmienda histórica buscaba proteger los derechos de los libertos frente los abusos y atropellos de los sureños garantizando la constitucionalidad de la Ley de Derechos Civiles vetada por Johnson y aprobada por el Congreso.

En las elecciones de 1866, los Republicanos aumentaron su mayoría tanto en la Cámara como en el Senado, y ganaron control de todos los estados del norte. Los Republicanos entendieron su contundente victoria como un mandato, como una muestra de aprobación popular de sus posiciones, como una especie de referéndum que Johnson perdió. La victoria electoral unificó a los congresistas republicanos en su propósito de tomar control de la reconstrucción. Con ello quedó definido el escenario de un choque histórico y peligroso entre las ramas legislativa y ejecutiva del gobierno de los Estados Unidos.

Los Republicanos tomaron la iniciativa rápido aprobando una serie de leyes a comienzos del año 1867. En marzo, los republicanos aprobaron la Ley de la Reconstrucción que fue vetada por Johnson y vuelta a probara por el Congreso por encima del veto presidencial. Esta ley organizaba al sur como un territorio conquistado y ocupado, pues le dividía en cinco distritos militares, cada uno comandado por un general del ejército de la Unión. Para que se retirasen las tropas federales y los estados se reintegrasen a la Unión, era necesario que éstos le concediera en el derecho al voto a los libertos y privara de ese mismo derecho a los confederados que participaron en la rebelión. Cada comandante militar debía registrar a todos los votantes de su distrito, blancos y negros, y supervisar que se llevaran a cabo elecciones para escoger una convención estatal. Ésta debería redactar nuevas constituciones que garantizaran el derecho al voto de los negros en cada estado. Además, los estados sureños debían ratificar la Enmienda 14. Cuando todo ello ocurriese, los estados sureños serían readmitidos a la Unión.

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Edwin M. Stanton

Los republicanos también aprobaron la Ley de Tenencia de un Cargo Público que hacía obligatorio el consentimiento del Senado para remover de su cargo a todo funcionario cuyo nombramiento tuvo que ser confirmado por el Senado. En otras palabras, obligaba a Johnson a solicitar el consentimiento senatorial para poder destituir funcionarios públicos que aunque pudieron haber sido nombrados por el presidente, debieron ser confirmados por el Senado. Con ello, el Senado quería proteger al Secretario de Guerra Edwin M. Stanton, quien había sido nombrado por Lincoln y favorecía la reconstrucción radical del sur. Como Secretario de Guerra, podía hacer mucho para favorecer a los republicanos radicales y bloquear las acciones del presidente. Esta ley atentaba contra los poderes reconocidos por la constitución al presidente de los Estados Unidos, pues exigía que Johnson trasmitiera sus órdenes al ejército a través de su oficial de mayor rango el General Ulises S. Grant.

Johnson no pudo evitar que se aprobaran ambas leyes y hasta pareció dar señales de aceptar el control congresional de la reconstrucción, pues nombró los generales recomendados por Stanton y Grant para comandar los cincos distritos militares creados por la Ley de Reconstrucción. Sin embargo, esto era una maniobra de Johnson para ganar tiempo, pues tan pronto acabó la sesión del Congreso destituyó a Stanton y le sustituyó por Grant, pues creía que el general sería mucho más fácil de controlar. Además, el presidente sustituyó a cuatro de los comandantes de distritos militares del sur. Grant sorprendió a Johnson al objetar públicamente las movidas del presidente. Cuando el Congreso volvió a reunirse anuló la destitución de Stanton. Resultado de imagen para johnson impeachment"

El 21 de febrero de 1868, Johnson oficialmente despidió a Stanton y el secretario se atrincheró en su oficina y se negó a obedecer al presidente. El 24 de febrero de 1868 por primera vez en la historia de los Estados Unidos, el Congreso inició un proceso de residenciamiento para destituir al presidente. Siguiendo el mandato establecido por la constitución, la Cámara de Representantes inició el proceso de residenciamiento contra Johnson acusándole de once cargos de mala conducta presidencial, siete de ellos por haber violado la Ley de tenencia de un cargo público.  Una vez establecidas las acusaciones en la Cámara, el Senado pasó a enjuiciar al presidente. Tras un juicio de once semanas de duración, Johnson se salvó de ser el primer presidente en ser destituido por un voto, pues se requería que dos terceras partes de los senadores le condenaran (36) y sólo 35 senadores lo encontraron culpable de los cargos de que se le acusaba.  Siete republicanos moderados votaron a favor de Johnson porque no estaban seguros de la constitucionalidad de la Ley  de tenencia de un cargo público, que en efecto fue más tarde declarada inconstitucional por el Tribunal Supremo. Para este grupo de legisladores, destituir a Johnson hubiera sido un acto muy extremo, pues habría establecido un antecedente muy peligroso. En otras palabras, para ellos era más importante salvaguardar el sistema político estadounidense que castigar a Johnson.

Norberto Barreto Velázquez

Lima, 15 de noviembre de 2019

 

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Foner - ReconstructionEn su reunión anual celebrada en San Francisco a mediados de abril de 2013, la Organization of American Historians (OAH) rindió un merecido homenaje al historiador Eric Foner (Columbia University) por los veinticinco años de la publicación de su clásico libro Reconstruction: America’s Unfinished Revolution, 1863-1877. Publicado en 1998 por Harper & Row, la obra de Foner  es uno de los libros imprescindibles para entender el periodo posterior a la guerra civil norteamericana.

El fin del conflicto Norte-Sur dio paso  a un problema: ¿qué hacer con los  estados sureños derrotados ? Abraham Lincoln favorecía una política generosa que permitiera la reintegración rápida de los sureños a la Unión norteamericana. Lamentablemente para éstos, Lincoln fue asesinado en 1865, lo que llevó a un intenso debate entre su sucesor, Andrew Johnson, y el Congreso federal.  Johnson creía necesario que los estados sureños fueron reincorporados a la nación norteamericana rápidamente. En el Congreso había un grupo de senadores y representantes conocidos como los radicales,  liderados por Thaddeus Stevens, que creían necesario aprovechar la derrota del Sur para reconstruir o rehacer esa región. Las diferencias entre el presidente y el Congreso desembocaron en un  conflicto directo que resultó en una victoria de los congresistas radicales. De ahí que se identifique el periodo posterior a la guerra civil como la era de la Reconstrucción.

Para celebrar los 25 años de Reconstruction: America’s Unfinished Revolution, la OAH organizó una mesa  compuesta por Foner, Kate Masur (Northwestern University), Heather Andrea Williams (Univeristy of North Carolina- Chapel Hill), Gregory P. Downs (CUNY), Thavolia Glymph (Duke University) y Steve Hahn (UPenn University). Estos colegas desarrollaron un interesante y valioso intercambio sobre la importancia de la obra de Foner en el desarrollo de la historiografía norteamericana.

Comparto con mis lectores un video de esta mesa que fue preparado por The History News Network (HNN).

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