Feeds:
Entradas
Comentarios

Posts Tagged ‘Dust Bowl’

El Nuevo Trato fue mucho más que un programa de recuperación y reforma económica. Este también tuvo un importantísimo componente cultural que se expresó a través de la inversión de recursos del Estado en programas de literatura, música, teatro, arte, etc. Además de dar trabajo a miles de artistas, escritores, dramaturgos, actores y actrices, estos programas conllevaron una gran aportación en la democratización de la cultura en Estados Unidos.

Uno de los programas culturales más exitosos del Nuevo Trato fue el de fotografía. Fotógrafos y fotografas dejaron brillantes registros gráficos del dolor y la frustración que caracterizaron los años de la peor crisis económica en la historia estadounidense.  Comparto esta corta nota de  la escritora Ashawnta Jackson dedicada al programa de fotografía que fue auspiciado por la Farm Security Administration.


Imagen 1

Refugiados del Dust Bowl. Por Dorothea Lange

Los fotógrafos que capturaron la Gran Depresión

Ashawnta Jackson

JSTOR  2 de agosto de 2021

Recientemente, se ha hablado de revivir el Proyecto Federal de Escritores (FWP) un programa del Nuevo Trato  que empleaba a los escritores sin trabajo de la época. El FWP original dio trabajo a miles de escritores que produjeron guías,  historias orales, libros para niños y más.

Los fotógrafos también hicieron un importante trabajo patrocinado por el gobierno. Como explica el fotógrafo e historiador Michael L. Carlebach, el programa de fotografía patrocinado por la Farm Security Administration (FSA) «fue el primer intento del gobierno federal de proporcionar un amplio registro visual de la sociedad estadounidense».

Imagen 2

Recolectores de guisantes cerca de Calipatria, Imperial Valley, California. Por Dorothea Lange.

De 1935 a 1944, la FSA empleó fotógrafos para tomar imágenes de los Estados Unidos. No se trataba tanto de arte como de un proyecto político, según Carlebach. Las imágenes de la FSA «tenían la intención de persuadir a los estadounidenses de que era necesario hacer

El programa fue dirigido por Roy Stryker, quien era jefe de la Sección Histórica de la FSA. En palabras de Carlebach, Stryker contrató a fotógrafos para capturar «imágenes que explicaban a Estados Unidos a los estadounidenses al mismo tiempo que recaudaban el apoyo público y del Congreso a los programas agrícolas más controvertidos de FDR». El programa empleó fotógrafos que ahora son bien conocidos, Dorothea Lange, Walker Evans y Gordon Parks entre ellos, cada uno tomando fotos que incluso Stryker no podría haber imaginado. «Esperaba competencia», dijo en una entrevista. «No esperaba ser soprendido por lo que comenzó a llegar a mi escritorio…. Cada día era para mí una educación y una revelación».

Imagen 3

El recolector de fresas  tocando la guitarra en su tienda cerca de Hammond, Louisiana. LOC

Cruzando el país con cámaras en la mano, los fotógrafos tomaron imágenes ahora icónicas de paisajes, agricultores, trabajadores migrantes y aparceros en la América rural. Más tarde, su ámbito se ampliaría para incluir las áreas urbanas y el período previo a la Segunda Guerra Mundial.

Pero a pesar de estar impresionado por las fotos, Stryker también fue un duro crítico. Él era responsable de dar el sí final o no en las imágenes, y en lugar de simplemente decir no a una fotografía, hizo un agujero a través del negativo. Como escribe el estudioso del arte contemporáneo Andrew Stefan Weiner,«se estima que casi la mitad de los negativos filmados por los fotógrafos de la FSA fueron cancelados» de esta manera. Pero  los muchos que se quedaron hicieron su trabajo. Como escribe Carlebach, las imágenes tenían una gran demanda, y «a través de los servicios de cable, artículos de revistas, exposiciones itinerantes y folletos y folletos y folletos del gobierno, el público comenzó a responder favorablemente a las fotografías y, lo que es más importante, a expresar su apoyo para algunos de los programas novotratistas».

Imagen 4

Obrero de construcción, Washington, D.C. LOC.

Como señala Weiner, las fotos de la FSA son «las imágenes más conocidas de la pobreza estadounidense», y pueden servir como un poderoso modelo de «cómo las políticas públicas están mediadas a través de la representación y la percepción». Pero incluso mientras la FSA estaba ejecutando el programa de fotografía, esa representación fue monitoreada cuidadosamente. Aunque Stryker advirtió a los fotógrafos que no manipularan a los sujetos o las imágenes por el bien del drama, reconoció los objetivos del programa. «Mi sentido de las relaciones públicas… creció rápidamente. Y lo estábamos consiguiendo con nuestras fotos… en un grado sorprendente», escribió en una carta.

En ese momento, el programa enfrentó cargos de que era simplemente propaganda para el Nuevo Trato. Carlebach reconoce esto, pero también explica, «el uso de fotografías para educar y persuadir de ninguna manera altera su valor documental, ni tal uso mancha su veracidad.»

Traducido por Norberto Barreto Velázquez

 

 

Read Full Post »

Comparto otra interesante nota publicada en Diálogo Atlantico, blog del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá de Henares. En esta ocasión el Dr. Manuel Peinado enfoca un programa del Nuevo Trato que buscaba combatir las consecuencias del llamado Dust Bowl a través de un ambicioso proyecto de forestación.


Shelterbelt: El bosque protector de F.D. Roosevelt

Manuel Peinado

Diálogo Atlántico   16 de julio de 2020

Plains farms need trees LCCN98517930.jpgEl último Foro de Davos ha aprobado un proyecto para plantar un billón de árboles. Una iniciativa a la que, en una adhesión que es todo un oxímoron, también se ha sumado Donald Trump.

La preocupación por el estado de los bosques norteamericanos comenzó con James Madison, autor del primer discurso conservacionista de un presidente estadounidense. A Franklin Delano Roosevelt le cabe el honor de haber emprendido la primera plantación masiva de árboles en suelo estadounidense.

Cuando Roosevelt asumió por primera vez la presidencia en 1933, la nación estaba inmersa en una crisis económica, pero también ecológica. Desde 1930, una severa sequía azotaba las altas planicies, la región de las Grandes Llanuras a la que los primeros exploradores del ejército llamaron el Gran Desierto Americano. Durante los primeros treinta años del siglo XX esos inhóspitos páramos habían sido poblados por varias oleadas de colonos.

Millones de hectáreas de praderas naturales fueron transformadas en granjas y la tierra, que había permanecido compactada durante miles de años por las raíces de las hierbas y por el pisoteo de las manadas de bisontes, quedó abierta en canal por la reja del arado. Cuando la sequía golpeó, la tierra se secó rápidamente. Como unas cenizas sin llamas, se formaron ventiscas negras, unas tormentas de polvo y lodo tan potentes que llegaron a más de tres mil kilómetros de distancia, hasta el océano Atlántico, dejando a su paso una lluvia del limo fértil de la pradera. Como recogió Steinbeck en Las uvas de la ira, despojadas de suelo, las que una vez fueron granjas feraces se convirtieron en tierras sin valor, hundiendo a millones de colonos en la pobreza.

The Dust Bowl Black Sunday | Dust bowl

Una posible solución a esta catástrofe, que se conoció como el Dust Bowl, se le ocurrió a Roosevelt durante su campaña presidencial. Fue durante un día de calor abrasador cuando su comitiva se detuvo en las desoladas afueras de Butte, Montana. El candidato salió de su automóvil y observó una región desprovista de árboles por naturaleza. Roosevelt, que acababa de anunciar sus planes para crear el CCC, el Cuerpo Civil de Conservación, un programa federal de empleo masivo que estaría ligado las políticas del New Deal, tuvo una revelación: quizás la respuesta al Dust Bowl estaba en los árboles.

Poco después de su toma de posesión, Roosevelt pidió consejo al Servicio Forestal creado en 1905 por su primo Teddy. A finales de la primavera de 1934, el informe del Servicio Forestal llegó al Despacho Oval de la Casa Blanca en un momento que no podía haber sido más apropiado. La sequía sobrepasaba todo lo visto hasta entonces. Las ventiscas negras arrasaban todo el país desde las Rocosas hasta Chesapeake. Llovió polvo en Nueva York, en Washington e incluso en barcos que navegaban por el Atlántico. Los que vivían en las Grandes Llanuras sufrían desdichas insoportables.

Para enfrentarse a la terrible situación, Roosevelt finalmente anunció la propuesta que había estado madurando durante casi dos años. El 11 de julio, mientras estaba de vacaciones a bordo del USS Houston, emitió una orden ejecutiva que ordenaba «la plantación de franjas de protección forestal en la Región de las Llanuras como medio para mejorar las condiciones de sequía». La proclamación autorizaba el gasto de 15 millones de dólares, la primera partida de los 75 millones necesarios para construir una barrera contra el viento más desolador del mundo. Rápidamente, el proyecto se bautizó como el Shelterbelt, el cinturón protector.

La siembra comenzó en marzo de 1935. Las plantaciones continuaron durante toda la temporada de crecimiento de primavera. En total, el Servicio Forestal y los trabajadores federales contratados como apoyo lograron plantar ese año doscientos kilómetros de franjas forestales, que cubrían más de 15 000 hectáreas.

W. Scott Olsen – Trees – About Place Journal

Una vez que el programa se puso en marcha, muchos agricultores de las Grandes Llanuras lo abrazaron con entusiasmo. Con su colaboración, el Servicio Forestal había plantado en 1938 más de 34 millones de árboles en casi 50 000 hectáreas. Los interminables horizontes de las altiplanicies cerca del meridiano noventa y nueve empezaban a verse interrumpidos por las lejanas siluetas de los bosques.

Aunque muchos de sus últimos días los empleó agobiado por asuntos de Estado y por las emergencias de la guerra, hasta los últimos momentos Roosevelt todavía pensaba en su amado y políticamente atacado Shelterbelt. Tres días antes de su muerte, revisó un nuevo memorándum sobre el programa y envió una carta a su autor pidiéndole «un poco más de material sobre lo que está suponiendo la plantación de árboles para que las familias puedan mejorar el rendimiento de sus cultivos».

Al final, la gran visión de Roosevelt para transformar las Grandes Llanuras en un bosque se quedó corta, pero el proyecto dejó su huella en la región. Una evaluación de 1954 del Shelterbelt concluyó que se habían plantado más de 220 millones de árboles en treinta mil granjas. En total, el Servicio Forestal había plantado más de 18 600 millas lineales de franjas de árboles y la mayoría de ellas, más del 70 %, sobrevivió durante décadas.

Entre los campos y las granjas de las planicies altas por los que conduzco entre Omaha y South Pass, algunos rodales de álamos, fresnos y olmos siguen dando testimonio de la existencia de un programa planeado inicialmente como «el mayor trabajo técnico que el Servicio Forestal haya realizado jamás», pero que se convirtió, a los ojos de muchos, en «el proyecto más ridículo del New Deal».


Manuel Peinado / Sobre el autor

Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid. En la Universidad de Alcalá ha sido secretario general, secretario del Consejo Social, vicerrector de Investigación y director del Departamento de Biología Vegetal. Es también director de la Cátedra de Medio Ambiente de la Fundación General de la Universidad de Alcalá. Es especialista en el estudio de la vegetación del oeste de Norteamérica, donde ha llevado a cabo su investigación desde 1989, cuyos resultados han sido publicados en una cincuentena de artículos científicos.

Read Full Post »

A %d blogueros les gusta esto: