Feeds:
Entradas
Comentarios

Posts Tagged ‘Pablo L. Crespo Vargas’

Hoy tengo el gran honor de compartir un trabajo del compatriota y colega  Pablo L. Crespo Vargas.  Se trata de un análisis de la primera gran crisis doméstica que enfrentó la joven república estadounidense, la rebelión del whisky.  Por causas que el Dr. Crespo explica muy  bien, en 1794 se registró una rebelión de granjeros que fue sofocada por el propio George Washington. La importancia de esta rebelión ha sido reconocida por la historiografía, que la ha interpretado como la primera prueba de la autoridad del gobierno federal estadounidense. Esta rebelión permitió al  nuevo gobierno confirmar y afirmar su poder  de recaudar  impuestos que afectaran a los ciudadanos en todos los estados. También sirvió al gobierno federal para consolidar su derecho de aprobar y hacer cumplir las leyes a nivel nacional.

El Dr. Crespo posee una Maestría y un Doctorado de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Su tesis de Maestría obtuvo el primer premio para ensayo crítico e investigativo otorgado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña.  Se ha desempeñado como maestro del Departamento de Educación de Puerto Rico y como como profesor adjunto en la Universidad Interamericana de Puerto Rico (Recinto de San Germán y  Recinto Metro).  No puedo dejar de destacar el gran trabajo que ha realizado como parte del excelente proyecto del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Coloqueo. Con más de 200 episodios, Coloqueo se ha convertido una  importantísima plataforma de promoción de la cultura y la historia puertorriqueña.

Sus áreas de investigación son diversas, pues abarcan la investigación antropológica, arqueológica, etnográfica, histórica y folclórica.  Es autor de El demonismo en el Caribe hispano: Primera mitad del siglo XVII (2014) y de La Inquisición española y las supersticiones en el Caribe hispano, 1610-1632 (2018). Para terminar,  Crespo es el creador y administrador de la bitacora Akelarre: Historia y ficción, «un espacio literario donde se combinan dos de sus principales géneros: la narrativa y análisis histórico y la narrativa de ficción.» 


La insurrección del whiskey

Pablo L. Crespo Vargas

Akelarre: Historia y ficción    30 de setiembre de 2022

El 27 de julio de 1791, a los dos años y cuatro meses de haber comenzado la presidencia de George Washington, un grupo de ciudadanos se reunió en las facilidades del antiguo fuerte Piedra Roja en el condado de Fayette en Pensilvania para organizar las acciones a tomar en cuanto a la ley federal que le impuso un impuesto a las bebidas alcohólicas. Los protestantes a esta política argumentaban que la guerra de independencia se había luchado, entre varias cosas, por las imposiciones financieras que el gobernante continuamente establecía.

A partir de ese momento se realizaron una serie de protestas pacíficas que no dieron el resultado esperado más allá de la reducción de un centavo en el impuesto. De manera inicial, el arbitrio según la categoría de producción era de 6 a 9 centavos por galón, favoreciendo a las grandes destilerías. Las autoridades federales fueron agresivas, especialmente con los pequeños productores quienes tenía que pagar las cuotas más altas, ya que su volumen tendía a dejar menos ganancia.

Dado a que la resistencia pacífica no dio frutos, los protestantes comenzaron a atacar a los encargados de la recolección de impuestos. El resultado fue que entre 1791 y 1793, en muchos de los condados de Pensilvania no se cobró el gravamen. Alexander Hamilton propuso una intervención militar para acabar con las protestas y restablecer el pago de impuestos, sin embargo, desde la procuraduría general federal se opusieron a esta medida.

George Washington and the Whiskey Rebellion - Owlcation

En Pensilvania al conocerse las intenciones de Hamilton se comenzó a organizar una milicia que estuvo dispuesta a luchar en contra de la imposición federal. Los primeros ataques fueron dirigidos hacia los recolectores de impuestos, quienes eran golpeados y expulsados de distintos condados. Luego, los principales empresarios de la producción de alcohol, quienes apoyaban la medida del gobierno ya que al final acapararían con la competencia de los pequeños productores, también fueron atacados.

Las tensiones continuaron, el gobierno federal ya no tuvo dudas de intervenir militarmente. El 15 y 16 de julio de 1794 se dio un enfrentamiento que fue llamado la batalla de Bower Hill (Pensilvania) entre 600 protestantes que trataron de capturar a un alguacil federal que se refugió en la residencia del general John Neville, líder de los empresarios productores de alcohol, y quien respondió con la ayuda de fuerzas federales (alguaciles y tropas) y su personal de seguridad, incluyendo a sus esclavos. En la batalla murió uno de los líderes insurrectos, dos protestantes y un soldado federal.

Para agosto, a las filas de los protestantes se le habían unido unas 7,000 personas que se encontraban incómodos con la desigualdad social en que estaban viviendo. En su mayoría eran personas que no tenían hogares o tierras propias. El presidente Washington reacción enviando a un equipo de negociadores, a la vez que preparó una respuesta militar a la situación. Se convocaron a las milicias de varios estados. En total, se federalizaron 13,000 tropas. En Maryland hubo una protesta en contra de de movilizar soldados locales y el gobierno terminó arrestando a sobre 150 personas. En otros lugares de Pensilvania hubo enfrentamientos entre tropas y civiles, los cuales terminaron con la muerte de al menos 4 ciudadanos y el arresto de 2 militares que se excedieron en el uso de la fuerza.

El presidente Washington dirigió a las tropas convocadas en una muestra de poder militar dirigido a desalentar a los insurrectos. Esto tuvo su efecto, ya que según las fuerzas militares avanzaron los focos de protesta se fueron apagando. Muchos de los insurrectos fueron arrestados, aunque solo a diez de ellos se les enjuició en las cortes federales. Al menos dos fueron ahorcados por sedición.

Para más detalles, recomendamos las siguientes lecturas:

Carol Berkin, A Sovereign People: The Crises of the 1790s and the Birth of American Nationalism, New York, Basic Books, 2017.

Robert W. Coakley, The Role of Federal Military Forces in Domestic Disorders: 1789-1878, Washington, Centro de Estudios Militares, 1996.

Thomas P. Slaughter, The Whiskey Rebellion: Frontier Epilogue to the American Revolution, New York: Oxford University Press, 1986.

Read Full Post »

El enfoque histórico-cultural de Emely Rosenberg y la política expansionista estadounidense

por Pablo L. Crespo Vargas

Spreading the american dreamUno de los problemas, más significativos, que confrontaron los estudiosos de la historia diplomática estadounidense hasta comenzada la segunda mitad del siglo XX fue la falta de un acercamiento o una explicación cultural donde se analizaran los distintos aspectos del desarrollo de las relaciones internacionales de este país. Los cambios producidos en el pensamiento académico luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, donde se presentaron una serie de factores que incluyen mayores oportunidades de estudio gracias a los beneficios educativos a veteranos, el aumento de instituciones universitarias estatales, y los movimientos de derechos humanos, feministas e indigenistas, que motivaron a muchos a realizar estudios postsecundarios, sin importar la clase social de la que provenían, también se sintieron en la historiografía estadounidense.[1]
Los recién formados historiadores comenzaron a ver la historia desde una perspectiva fuera del punto de vista elitista que se había caracterizado hasta ese momento.[2] Uno de los mejores ejemplos de esta situación lo encontramos en la obra de Emily S. Rosenberg. Esta historiadora busca presentarnos como la cultura estadounidense jugó un papel trascendental en el desenvolvimiento de la política exterior de los Estados Unidos. Es importante señalar, que la autora, establece los límites a su trabajo en “examine the process by which some Americans, guided and justified by the faiths of liberal-developmentalism, sought to extend their technology-based economy and mass culture to nearly every part of the world.” En otras palabras, Rosenberg no trabaja el efecto de la americanización en otros países o culturas, aunque estos son estudiados con mayor detenimiento por otros investigadores, sino que se enfoca en cómo se dio este proceso desde la perspectiva estadounidense.
La tesis de la autora se centra en el desarrollo de una ideología llamada liberalismo-desarrollista [liberal-developmentalism], el cual tenía cinco puntos o ideas de gran importancia. El primero es la creencia de que todos los países debían copiar el desarrollo económico estadounidense. El segundo punto es la fe existente en el desarrollo de la economía a base de una iniciativa privada. Le seguía la creencia de mantener acceso libre al comercio y a las inversiones. La cuarta idea es el fomento del flujo continuo de la información y la cultura. Por último, se promovía la creencia de que el gobierno tenía la función de proteger la empresa privada, a la vez que se estimulaba y regulaba la participación estadounidense en la economía mundial y el intercambio cultural. Estas ideas se fueron desarrollando y utilizando para poder crear un ambiente favorable a los inversionistas estadounidenses que se aventuraran en el extranjero, teniendo el consentimiento del sistema gubernamental para ello.
En la obra se va presentando la evolución de estas ideas, que Rosenberg divide en tres periodos significativos. Primero, el estado promocional [Promotional State], desarrollado entre 1890 y 1912. En este periodo, el gobierno federal buscaba facilitar el desarrollo económico de las empresas privadas que se desarrollaron en el mercado internacional. Segundo, el estado cooperativista [Cooperative State], promovido después de la Primera Guerra Mundial. En él, el gobierno se inmiscuyó en el desarrollo de las inversiones estadounidenses en el extranjero, buscando posiciones ventajosas en el ámbito internacional; y a su vez, manteniendo la posición política que los Estados Unidos obtuvo al terminar este conflicto. Por último, se desarrolló el estado regulador [Regulatory State], que a partir de la década del 30 buscaba integrar las relaciones entre empresarios y gobierno federal para facilitan los objetivos de ambos.
Los dos puntos que la autora recalca son: (1) la estrecha relación entre la expansión económica estadounidense y los aspectos culturales que se desarrollaban en este país y (2) la correlación existente entre el grado de intromisión del gobierno de los Estados Unidos en los intereses económico y la proyección hegemónica desarrollada ante el resto del planeta. No ha de extrañarnos, que a mayor proyección mundial como potencia de primer orden, mayor era el grado de relación entre el gobierno y los intereses económicos. Sobre este último punto podemos observar dos hipótesis. En la primera, que el gobierno estadounidense utilizó la expansión económica desarrollada por los inversionistas para crear una plataforma que sirvió para promover y proyectar a los Estados Unidos como una potencia de primer orden. Segundo, que el gobierno fue empujado por los intereses económicos para desarrollar una hegemonía que los protegiera en el extranjero. Aunque podemos estar tentados a escoger solamente una explicación, la obra nos demuestra que en un principio los inversionistas y empresarios estadounidenses [los grupos misioneros también aprovecharon el momento] lograron atraer el interés gubernamental; pero, que al pasar el tiempo y los Estados Unidos transformarse en una nación de primer orden su interés por mantener un predominio económico era más latente y la proyección de la cultura estadounidense era vital para tales fines.
Dentro de los aspectos culturales se puede apreciar el surgimiento de ideas progresistas que son propagadas y asimiladas por la población en general. Algunas de estas ideas fueron vistas como precondiciones a una sociedad moderna y de avanzada de una nación destinada a ser modelo universal. Estas incluyen la supuesta superioridad de la sociedad cristiana protestante, la prepotencia anglosajona y el desarrollo económico de la sociedad estadounidense. Estas ideas crearon una mentalidad de superioridad que puede ser apreciada en las campañas misioneras, que buscaban expandir sus creencias religiosas en el extranjero, de la misma forma que los inversionistas buscaban prosperidad en los mercados internacionales.
Otro aspecto cultural que no podríamos dejar a un lado es la importancia que tuvo el llamado sueño americano [American Dream], el cual estaba relacionado con el desarrollo de alta tecnología y el consumo en masa. Si la proyección de este ideal anterior al periodo de la Segunda Guerra Mundial fue realizado por misioneros, misiones diplomáticas e intereses económicos; el desarrollo de los medios de comunicación masivos fue toda una innovación que se encargó de llevar a cada rincón del mundo el pensamiento y estilo de vida estadounidense luego de finalizada esta guerra. La intención, según nos indica la autora, era crear cierto grado de empatía hacia el estilo de vida democrático, de sabiduría e integración social estadounidense. Se puede pensar que la expansión cultural era parte importante en la creación de mercados económicos e intelectuales donde el pensamiento estadounidense predominaba.
Los planteamientos de la autora podrían estar presentando una fuerte influencia revisionista. De hecho, la presentación de una serie de problemas o contradicciones entre el ideal liberal desarrollista y lo practicado en realidad nos hace pensar en la obra del historiador William A. Williams: The Tragedy of American Diplomacy. Entre los puntos trágicos que presenta Rosenberg está la política de dos varas que el gobierno estadounidense utilizó para promover los intereses económicos y diplomáticos propios. El mejor ejemplo fue la política dirigida a condenar y demonizar los monopolios extranjeros; mientras que se promovía el que empresas estadounidenses monopolizaran en países de economía débil y con gobiernos de fácil corrupción.
Según la autora, las justificaciones que cada generación de estadounidenses presentó para el desarrollo de una conducta no liberal dentro del liberalismo-desarrollista son otro ejemplo de la importancia del aspecto cultural dentro de la historia diplomática. Estas son tres: “Doctrines of racial superiority and evangelical mission […], a faith in granting prerogatives to new middle-class professionals […] and a fervent anti-Communism”. Dos de ellas son de corte ideológico: la superioridad racial junto a la evangelización y el desarrollo del anti comunismo; pero su contenido está arraigado al desarrollo cultural de una nación que evolucionó en un marco anglosajón, de creencias religiosas protestantes y con una economía esencialmente capitalista donde el individuo era responsable de su prosperidad tanto terrenal como espiritual. A su vez, la responsabilidad del individuo al progreso llevó al desarrollo de una clase media profesional que promoviera cambios en la tecnología y en la calidad de vida que presentaba el llamado American Dream.
Los planteamientos de corte liberal que Rosenberg expone al presentar un punto de vista cultural pudieran molestar a historiadores conservadores que solo ven intereses estratégicos y económicos en sus señalamientos. Sin embargo, no podemos dejar a un lado, el desarrollo de una política exterior que no se basó únicamente en las pretensiones de grandeza que puede tener una élite, o en los deseos de riqueza que los empresarios vieron en los mercados internacionales, sino, que dentro de todo esto existe un intercambio de ideas, una proyección de lo que es el país y sus pobladores y cómo estos pueden interactuar con otras cultura, aunque en este caso se buscaba que otras culturas asimilaran la de ellos para así poder crear un cierto grado de identificación del cual se suponía que ambos lados se beneficiaran.
Obra principal:
Emily S. Rosenberg: Spreading the American Dream: American Economic and Cultural Expansion, 1890-1945 [1982], New York: Hill and Wang, 1999
Obras citadas:
Appleby, Joyce, Lynn Hunt & Margaret Jacob: Telling the Truth About History, New York, Norton, 1994
William, David: A Peoples History of the Civil War: Struggles for the Meaning of Freedom, New York, New Press, 2006
Williams, William A.: The Tragedy of American Diplomacy, New York, Delta Books, 1962
Otras obras de referencia sobre el tema:
Hogan, Michael J. & Thomas Paterson (eds.), Explaining the History of American Foreign Relations, 2nd ed., New York, Cambridge University Press, 2004
Joseph, Gilbert M, Catherine C. Legrand & Ricardo D. Salvatore (eds.): Close Encounters of Empire: Writing the Cultural History of U.S.-Latin American Relations, Duke University Press, 1998.
Kaplan, Amy & Donald E. Pease (eds.): Cultures of United States Imperialism, Duke University Press, 1999.

[1] David William: A Peoples History of the Civil War: Struggles for the Meaning of Freedom, 2006, pág. 11.
[2] Véase a Joyce Appleby, Lynn Hunt & Margaret Jacob: Telling the Truth About History, 1994, págs. 146-151.

Read Full Post »

A %d blogueros les gusta esto: