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Posts Tagged ‘Revolución Haitiana’

Comparto la primera de una serie de artículos del Dr. Aaron Gamaliel Ramos, analizando el interés histórico del imperialismo estadounidense en Haití. En esta primera entrega, el Dr. Ramos enfoca el desarrollo pol´ítico haitiano dede su independencia y a lo largo del siglo XIX.

El Dr. Ramos es profesor retirado de la Universidad de Puerto Rico y un experto en temas caribeños. Entre sus mútliples publicaciones podemos mencionar  a Islands at the crossroads: politics in the non-independent Caribbean (2001) e Islas migajas: los países no independientes del Caribe contemporáneo (2016).


Haití. La primera revolución social victoriosa trazó el camino de la  independencia – Colectivo Voces Ecológicas

Haití: El estado oligárquico

Aaron Gamaliel Ramos

Este es el primero de tres artículos sobre Haití dirigidos a conocer las raíces históricas de su actual crisis. Los siguientes textos considerarán el interés de Estados Unidos por ejercer control sobre Haití, y el papel de las misiones internacionales en ese país.

Introducción

La visión sobre Haití que se tiene en muchos países de América, incluyendo el nuestro, se fue erigiendo desde las miradas y los silencios acerca de esa nación que los imperios colonialistas lograron imprimir en buena parte de los pueblos sobre los cuales ejercieron dominio. En el núcleo central de la imagen, Haití aparece como una nación al margen de los países civilizados del mundo e incapaz de ser parte del concierto de Estados que lo configuran. De ahí que buena parte de las sugerencias para resolver sus dificultades como nación descansen en asignaciones de fondos manejadas por entidades foráneas y de planes de intervención por ejércitos extranjeros.

Sin embargo, desde una lectura anticolonial de la historia de este país se pueden descubrir las raíces en el tiempo de los obstáculos que ha enfrentado la nación haitiana levantar una nación desarrollada, administrada por un Estado moderno, durante sus más de dos siglos de existencia.

En este ensayo intereso compartir algunas claves que contribuyan a entender los obstáculos que ha tenido Haití para desarmar el Estado depredador que, durante los pasados dos siglos, ha desempeñado su papel de espaldas a la nación haitiana.

Haití, sus primeros años

El primer lustro del siglo diecinueve conoció la más asombrosa hazaña de la historia del Caribe, cuando la población esclavizada de la antigua colonia francesa de Saint-Domingue destruyó la colonia más rentable de la región, forjando esperanzas de que un pueblo formado por afrodescendientes libres pudiera construir una nación, a la par con las principales naciones de la época, que sirviera de modelo a aquellos que luchaban contra la esclavización humana.

El primero de enero de 1804 se estableció el nuevo país de Haití sobre las ruinas de la colonia de Saint-Domingue, que Francia había regido desde 1659, convirtiéndola en la empresa más rentable de la región del Caribe. En ese año, Jean Jacques Dessalines, quien fue el principal dirigente de la revolución, proclamó una constitución que estableció la cesación de la esclavitud por siempre. Se había cumplido la misión de crear una nación de afrodescendientes en el Caribe, con un gobierno republicano, una constitución liberal, códigos legales adaptados al país, y libertades religiosas de las cuales otros países carecían.[1]

Paradójicamente, el pueblo cuyos combatientes derrotaron al poderoso ejército imperial de Francia en la Batalla de Vertieres de 1803, iniciando su ruta hacia la formación de la primera república habitada y dirigida por afrodescendientes, acabó convirtiéndose en un país empobrecido, con una oligarquía haitiana al mando de un estado ubicado de espaldas a las necesidades del pueblo haitiano.

Haití. Batalla de Vertières: El día que la diáspora africana venció a los  esclavistas – Jubileo Sur / Americas

Batalla de Vertieres

En la trayectoria formativa del estado en Haití identifico dos períodos clave. Una fase inicial, en la cual la autoridad pública estuvo mayormente centrada en la protección del pueblo afrodescendiente de los intentos europeos por devolverlos a la esclavitud, y el período de la construcción del Estado oligárquico que fue tomando forma con la desaparición de la generación fundacional.

Durante sus primeros años como nación independiente se erigió un Estado militar, con la misión de proteger la nación de la apetencia esclavista europea. La primera constitución haitiana, de 1805, establecía un gobierno regido por un emperador y comandante en jefe del ejército, que era un cargo electivo, y organizaba el territorio nacional en seis divisiones militares, comandadas por generales de división. Además, establecía que «ningún hombre blanco, de cualquier nación que fuese, pondrá su pie en este territorio con el título de amo o propietario, ni en el futuro adquirirá ninguna propiedad en el mismo».[2]

Jean Dessalines, Haitian Leader born - African American RegistryDesde de puesto de Gobernador General de Haití, el fundador de la nación Jean Jacques Dessalines dejó como legado su desconfianza en los europeos, firmando un decreto disponiendo que: «Los generales de división, al mando de los departamentos, ordenarán a los generales de brigada que erijan fortificaciones en la cima de las montañas más altas del interior, y los generales de brigada, de vez en cuando, informarán sobre el progreso de su trabajo».[3]

Como resultado de ello, se erigieron fuertes en diversos lugares del país, incluyendo la imponente Ciudadela Laferrière, que Henri Christophe edificó en el norte del país, a unos 836 metros de altura, con el propósito de divisar la entrada de tropas francesas en su aguardado retorno. Siempre desconfiado del interés europeo en devolver a los haitianos a la esclavitud, Dessalines instruyó a su pueblo a que, «a la primera señal de alarma las ciudades se esfuman y la nación se pone de pie».[4] Fue esa prevención la que llevaría a Dessalines a preservar su enorme ejército, preocupado por el hecho de que las aniquiladas tropas francesas habían encontrado refugio en la parte oriental de La Española.

Culminada la fase imperial de la nueva nación, el país se fue configurando por un campesinado de cultura africana en economías de subsistencia a lo largo y ancho de sus fértiles tierras, y una oligarquía en ciernes interesada en integrar a la nueva nación a los flujos económicos de aquellos tiempos.

La oligarquía naciente

Las luchas que definirían el curso torcido de la nación haitiana aparecerían poco después, cuando se planteó el tipo de economía que habría de tener el país.

En su visión agrarista, el propio Dessalines había colocado la propiedad territorial nacionalizada al servicio del campesinado haitiano, lo que lo convirtió en enemigo de la antigua clase de libertos, negros y mulatos, quienes interesaban apropiarse de los bienes de los antiguos colonos franceses para controlar las riendas del poder político.[5]

A la muerte de Dessalines, estos dos sectores reclamaron privilegios que no disfrutaría la mayoría campesina. De una parte, los oficiales combatientes de la revolución, principalmente negros, ansiaban la posesión de tierras como recompensa por su sacrificio. Asimismo, el sector mestizo aprovechó sus vínculos de sangre con la antigua clase dominante francesa para reclamar privilegios que le daba su ascendencia y su color.

Conoce la Citadelle Laferrière, un lugar hipnótico de Haití - Ciudades con  Encanto

Ciudadela Laferrière

Las luchas epidérmicas entre ambos sectores oligárquicos fueron definiendo la historia haitiana durante los pasados dos siglos. La oligarquía mulata naciente intentó abrir los canales comerciales para la exportación de la producción agrícola, estableciendo vínculos con mercaderes del exterior, localizados en diferentes colonias del Caribe, principalmente Curazao y Jamaica.[6]

En su visión sobre el futuro del país el sector mulato de la nación reprodujo los códigos sociales heredados de las prácticas de exclusión prevalecientes durante el dominio francés, entre ellas la demarcación entre el mundo urbano y el rural y entre lo civilizado y lo retrógrado. Se fueron convirtiendo de ese modo en una nueva clase dominante que preservaba la discriminación contra las mayorías campesinas como la principal lógica de Estado.

La construcción del Estado

Desde muy temprano en su historia, el Estado que se fue construyendo orientó su misión a apoyar la economía de exportación hacia el mercado internacional, colocándose de espaldas a la nación haitiana, formada principalmente por campesinos libres.

El sociólogo haitiano Jean Casimir considera que, en la construcción del Haití independiente se fue reproduciendo el modelo típico del estado colonial, donde el poder político se construye de espaldas a la nación sobre la cual ejerce su poder. El naciente estado haitiano se fue convirtiendo en una maquinaria dominada por una oligarquía criolla que percibía su existencia separada del pueblo, añorando controlar el poder para su propio enriquecimiento, mediante sus vínculos a los intereses extranjeros de la época, y relegando los intereses del campesinado libre que iniciaba su trayectoria fuera de la dominación esclava.

Para Casimir, «los grupos privilegiados en el emergente Haití permanecieron dentro de los confines del pensamiento colonial racista y proesclavista. Manifestaban su visión de mundo a través de las herramientas conceptuales que habían heredado del poder imperial,  soñando emular los gustos de la civilización occidental.[7]

La lucha de clase

La nación haitiana se fue forjando en la tensión entre el interés oligárquico por construir un país estructurado en el modelo de la antigua colonia, y el interés de las masas haitianas de disponer de tierras propias para subsistir en la sociedad post esclavista. Es decir, las luchas del campesinado contra la oligarquía revelaban el interés de los primeros en permanecer como un campesinado libre, en oposición al interés de los segundos en convertirlos en trabajadores de una economía de plantaciones bajo su mando, propuesta que había ocupado un lugar en las mentes de los primeros dirigentes revolucionarios.

Cuando la oligarquía naciente intentó abrir los canales comerciales para la exportación de la producción agrícola, aprobó códigos rurales abusivos que pretendían forzar al trabajador a servir forzosamente en la finca de un propietario o hacendado, «colocando en manos de los soldados el disciplinar a los holgazanes, los rebeldes y los vagos».[8]

Para ello, los nuevos oligarcas haitianos reprodujeron la visión europea de que se trataba de gentes incivilizadas, provenientes de África y, por ello, condenadas a ocupar los escalafones más bajos de la estructura de producción.

Alejandro Petión | Sutori

Alejandro Petion

Fue Alejandro Petion, presidente de la República de Haití entre 1806 y 1818, quien alcanzó a poner fin a los esfuerzos de la oligarquía por reproducir la colonia esclavista francesa, subdividiendo las tierras del país para crear un sistema de pequeñas propiedades, y sustituyendo la prioridad del azúcar por el café.[9]  De ese modo se fue forjando una economía orientada hacia el interior, que viabilizaba la alimentación de la población de las masas haitianas, frente al cerco tendido al nuevo país por las metrópolis coloniales de esa época.

El historiador haitiano Leslie Manigat sugiere que Petión abrió las puertas a la distribución masiva de tierras como resultado del cálculo político, pues pareció estar preocupado por la reacción que tendría una decisión adversa hacia el campesinado mayoritariamente negro de parte de un presidente mulato.[10]

De ese modo, Haití acabó teniendo dos grandes porciones poblacionales desconectadas. De una parte, se forjó una nación haitiana, de campesinos libres que resistieron las presiones de la oligarquía para devolverlos a la plantación. De otra parte, la oligarquía haitiana fue forjando un Estado que le servía de instrumento para enlazar sus intereses con el capitalismo agrario de aquellos tiempos.

A lo largo del siglo diecinueve hubo intentos de modernizar el Estado que fracasaron como resultado de las luchas de sectores dominantes negros y mulatos por su control, y de la renuencia de ambos sectores oligárquicos en incorporar al campesinado libre de Haití en su inventario de preocupaciones. Aunque ha tenido en sus manos las riendas del poder a lo largo de la trayectoria histórica de la primera república afrodescendiente del planeta, acabaron desvalijando la riqueza del país de la mano de intereses extranjeros, convirtiendo a Haití en uno de los países más empobrecidos del mundo.

Continuará..

[1] Julia Gaffield, The Racialization of International Law after the Haitian Revolution: The Holy See and National Sovereignty. The American Historical Review, Volume 125, Issue 3 (June 2020), p. 841

[2] Segunda Constitución de Hayti, 20 de mayo de 1805, promulgada por el Emperador Jacques I (Dessalines). Declaración preliminar (12).

[3] Histoire de la Citadelle (Ferrière) Henry et le palais Sans-Souci. Bulletin de L’Ispan, No. 3, 1er août, 2009.

[4] Segunda Constitución de Haití (5 de mayo de 1805), Disposiciones Generales (28).

[5] Gérard Pierre Charles, L’économie haïtienne et sa voie de développement. Maisonneuve et Larose, 1967.

[6] Carolyn Fick 1990.

[7] Jean Casimir, The Haitians: a Decolonial History (North Carolina: University of North Carolina Press, 2020), 127-28

[8] Franklin J. Franco, Haití: De Dessalines a nuestros días. Santo Domingo, Editora Nacional, 1988, p. 19

[9] James G. Leyburn, El pueblo haitiano, Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1986, pp. 68-83

[10] Leslie Manigat, Éventails d’Histoire Vivante d’Haïti, p. 328.

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Comparto este interesante artículo de la profesora Alyssa Goldstein Sepinwall, analizando cómo Hollywood ha ignorado o mal representado la gesta de la revolución haitiana. La Dr. Goldstein Sepinwall es profesora de Historia en la  California State University-San Marcos. Sus especialidades de investigación incluyen las revoluciones francesa y haitiana, la historia haitiana moderna, la esclavitud y el cine, el colonialismo francés, la historia franco-judía, la historia y los videojuegos, y la historia del género. Su libro más reciente, Slave Revolt on Screen: The Haitian Revolution in Film and Video Games  fue publicado en junio de 2021 por la University Press of Mississippi.


La batalla por Palm Tree Hill por enero Suchodolski, 1845 (Wikimedia Commons)

Cómo Hollywood ha ignorado la revolución haitiana

 Alyssa Goldstein Sepinwall 

Black Perspectives  16 de ulio de 2021 

Los afro-estadounidenses han estado interesados durante mucho tiempo en Haití. Décadas antes del llamado “giro haitiano” dado por la academia estadounidense  en el siglo XXI, los académicos afro-estadounidenses habían sido pioneros en el estudio de la historia haitiana en inglés. En el  Journal of Negro History y en otros lugares,  Mercer Cook,  Rayford Logan y otros publicaron  estudios fundacionales sobre el Haití colonial (Saint-Domingue francés), la revolución haitiana y la independencia haitiana. De manera similar, en el arte y la literatura, las figuras del Renacimiento de Harlem vieron a Haití como un faro de la autodeterminación negra. Como el primer sitio en las Américas donde los afrodescendientes derrocaron a sus opresores blancos, Haití inspiró durante mucho tiempo a los pensadores afro-estadounidenses.

Al igual que sus contrapartes académicos, los actores y directores afro-estadounidenses han tratado de hacer que la revolución haitiana (1791-1804) sea más conocida en los Estados Unidos. El intento del actor Danny Glover de hacer una película sobre la revolución en las décadas de 2000 y 2010 es el ejemplo más famoso. Pero como observo en mi libro Slave Revolt on Screen: The Haitian Revolution in Film and Video Games, estrellas como Harry Belafonte, Sidney Poitier, William Marshall y Ellen Holly también buscaron hacer películas sobre héroes revolucionarios haitianos, incluidos Toussaint Louverture, Jean-Jacques Dessalines y Henri Christophe.

El emperador Jones (1933) - FilmaffinitySin embargo, ha resultado mucho más difícil para los artistas negros hacer películas sobre la revolución que para los historiadores escribir sobre ella. Un factor es el costo. Con una película épica que requiere mucho más dinero para producir que una monografía, y las divisiones desiguales del capital cinematográfico resultantes de los legados económicos de la esclavitud y el racismo, incluso las estrellas negras más importantes de Hollywood no han podido dar luz verde a sus propias películas sobre temas como la revolución de Haití. Otra razón tiene que ver con la imaginación históricamente limitada de los productores blancos en este sentido. A Glover se  le preguntó “¿Dónde están los héroes blancos?” antes de que se le negara la financiación para su biopic de Toussaint. Y cuando se le pidió a Belafonte que protagonizara un remake de  El emperador Jones  (que caricaturizó la historia de Christophe), intentó hacer una película más respetuosa sobre la revolución haitiana. Pero los productores le dijeron que si se negaba a interpretar el papel como estaba escrito, “Tendremos una estrella negra que lo hará”.

De hecho, como han demostrado estudiosos como Valerie Smith  y  Donald Bogle,  Hollywood ha recurrido durante mucho tiempo a tropos racistas al representar la vida y la cultura negras. Smith explica que el racista Nacimiento de una nación (1915) de D.W. Griffith tuvo una influencia descomunal: las imágenes establecidas en esa película fueron “reproducidas a lo largo de la historia del cine estadounidense, tipos que van desde hombres y mujeres indolentes, serviles y bufonestas hasta viciosos violadores negros”. El desafío de lograr que los productores financien una película sobre la Revolución de Haití se ha visto exacerbado por el hecho de que este evento no encaja en el tipo de historias de historia negra que los estudios prefieren. A diferencia de la trama ficticia de  Django Desencadenado, la Revolución haitiana fue planeada por pueblos afrodescendientes sin la ayuda de un héroe blanco. A diferencia de la insurrección liderada por Nat Turner (presentada en  El nacimiento de una nación de NateParker), los haitianos derrocaron a sus opresores y forzaron el fin de la esclavitud.

Lydia Bailey (1952) - Rotten Tomatoes

Contrariamente a la creencia popular, Hollywood no ha ignorado por completo la revolución haitiana. Pero dadas estas desigualdades, no es sorprendente que la única película de estudio ambientada durante la Revolución haitiana no fuera escrita por afro-estadounidenses, sino por blancos de izquierda. Lydia Bailey  (1952) de Fox no fue precisamente el tipo de película sobre la revolución haitiana que los escritores afro-estadounidenses han propuesto: sus protagonistas no eran Louverture y Dessalines, sino dos estadounidenses blancos que se enamoraban en medio de la revolución.

La historia de por qué se hizo Lydia Bailey,  y la insistencia del estudio en centrar a los personajes blancos, es demasiado complicada de detallar aquí. Pero vale la pena señalar dos cosas sobre la película. Primero, Fox lo hizo en medio de una ola de imágenes de mensajes sociales de posguerra sobre el racismo. En 1947 Fox había publicado  Gentleman’s Agreement,una película pionera que destacaba el feo problema del antisemitismo estadounidense, incluso entre aquellos que afirmaban haberse opuesto a los nazis. Recién salidos del éxito de esa película, los guionistas de Lydia Bailey Philip Dunne y Michael Blankfort lo pretendían como una salva contra el racismo anti-negro. Hicieron que la revolución haitiana fuera análoga a la de Estados Unidos, en lugar de un ataque salvaje de los negros contra los blancos franceses que los blancos estadounidenses la habían retratado durante mucho tiempo. Esta representación anticipó la erudición de las Revoluciones Atlánticas por varias décadas. En la película, la protagonista blanca Albion Hamlin se encuentra con Toussaint Louverture y decide que la violencia revolucionaria haitiana contra los franceses está justificada. Al enterarse de la esclavitud, Albion le dice a un amigo haitiano (interpretado por William Marshall), “Si yo fuera un nativo hoy en día cuya libertad se viera amenazada por los despiadados de Napoleón, mataría a todos los hombres blancos sobre los que pudiera poner mis manos”. La postura antirracista de la película también fue influenciada por la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP). Trabajando con Fox como parte de las iniciativas de derechos civiles de la posguerra, el líder dela NAACP, Walter White, instó al estudio a retratar a los personajes negros haitianos de la película respetuosamente mientras ayudaba a las audiencias a comprender el significado histórico de Haití.

En muchos sentidos, Lydia Bailey  se apartó notablemente de los estereotipos más antiguos de Hollywood. Por lo tanto, muchos escritores negros elogiaron la película como un hito en la representación de los negros en la pantalla. En enero de 1952, antes del estreno,  Ebony  proclamó: “La historia negra será glorificada en una película importante de Hollywood por primera vez”. Otro artículo de Ebony  exclamó: “Por primera vez se ha construido una película alrededor de un país negro con grandes líderes… Nunca una imagen ha llevado una acusación tan tremenda de esclavitud”. En julio,  Jet  llamó a Lydia Bailey  la “primera imagen que realmente representa la valentía de los negros cuyo amor por la libertad no se derritió frente a las armas”.

LYDIA BAILEY Daybill Movie poster Anne Francis | Moviemem Original Movie  PostersSin embargo, la prensa negra también presentó críticas a  Lydia Bailey. Durante la producción, un editor de California Eagle  escuchó rumores de una escena atroz (lo que implica que los negros y los blancos tenían olores diferentes). Ella escribió: “Lydia Bailey  puede estar dando empleo a 180 actores negros, pero [esto] me da vuelta el estómago”. El escritor preguntó cómo “una industria que no emplea a los negros como escritores” podría hacer “una imagen sincera y sensible relacionada con la vida negra”. Walter White tuvo una visión más positiva una vez que vio la película final (con esa escena alterada). Le dijo a los lectores: “Les ruego que no se pierdan” a  Lydia Bailey. Aun así, White cuestionó la sorprendente imposición de la película de un baltimoreano blanco en el círculo íntimo de Toussaint.

En general, dado el clima de la época, los periódicos negros vieron a Lydia Bailey  como  un hito.  Marion Campfield, del Defensor de Chicago, bromeó sobre su “desdén por la autenticidad histórica”, pero instó a los espectadores a apoyarlo con visitas repetidas. Lo más crucial, argumentó, fue el tratamiento de Fox de “la valiente lucha de Haití para vivir con orgullo con sensibilidad y dignidad”. Elogió el guion por hacer que los haitianos ejemplificara la libertad y la igualdad, en lugar de los franceses. En Los  Angeles Sentinel,Hazel Lamarre declaró: “Hollywood … se ha dejado abierto a la crítica cuando se hacen películas que tratan con personas de color”. Pero agregó: “’Lydia Bailey’ está fuera de esta clase”. Lamarre calificó la película de “inspiradora”. Un crítico en el  California Eagle  predijo que a los blancos del sur no les gustaría la película, pero que era “la mejor para salir de Hollywood”.

Setenta años después, llama la atención que Lydia Bailey  siga siendo la única película de Hollywood centrada en la Revolución. La voluntad de los estudios de hacer películas que justificaran la violencia revolucionaria negra se disipó en medio de la histeria anticomunista, así como la ansiedad de los blancos  sobre el movimiento de derechos civiles. La ola de mejores películas de historia negra que los escritores esperaban en 1952 no se materializó.

A raíz de Black Panther, visto de manera similar como histórica,¿los productores estarán más dispuestos a financiar películas sobre la Revolución Haitiana? Sin duda, hay motivos para el escepticismo. La comedia de Chris Rock de 2014  Top Five  relató un biopic de la Revolución haitiana que fracasa en la taquilla porque los blancos ignoran o son hostiles a las historias de revuelta de esclavos. El punto de Rock aún no está desactualizado: los financiadores y el público blanco todavía no parecen estar listos para una historia centrada en las personas esclavizadas que recurren a la violencia para liberarse. Aún así, como  brenda Stevenson ha predicho,el impulso de las películas recientes y la creciente influencia de los cineastas negros pueden hacer que sea “difícil dar marcha atrás”. De hecho, un reciente informe de McKinsey se hizo eco de lo que los principales escritores y productores negros han enfatizado,que Hollywood pierde miles de millones al año al no ingitar sus proyectos. Si los estudios están dispuestos a escuchar, las audiencias finalmente pueden llegar a ver películas de gran presupuesto con la Revolución haitiana en la pantalla, escritas desde perspectivas negras.

  1. Véase Millery Polyné, From Douglass to Duvalier: U.S. African Americans, Haiti, and Pan Americanism, 1870-1964  (Gainesville: University Press of Florida, 2010); Maurice Jackson y Jacqueline Bacon, eds.,  African Americans and the Haitian Revolution  (Nueva York: Routledge, 2010); Leslie Alexander, “The Black Republic: The Influence of the Haitian Revolution on Northern Black Political Consciousness, 1816–1862, en Alyssa G. Sepinwall, ed.,  Haitian History: New Perspectives  (Nueva York: Routledge, 2012), 197 – 214; y Brandon Byrd,  The Black Republic: African Americans and the Fate of Haiti  (Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 2019).

 

Traducción de Norberto Barreto Velázquez

 

 

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