Un día como hoy hace setenta años, los japoneses atacaron por sorpresa la base norteamericana de Pearl Harbor en la isla de Oahu en Hawái. El ataque japonés fue la culminación de años de tensión y competencia entre ambos países por la hegemonía asiática. La invasión japonesa de Manchuria (1931), el militarismo japonés y el acercamiento del gobierno nipón a la Alemania nazi acabaron de envenenar las relaciones entre los Estados Unidos y Japón. Ante las crecientes tensiones diplomáticas con Japón, en mayo de 1940, el Presidente Franklin D. Roosevelt (FDR) envío la flota norteamericana del Pacífico a Hawái. En septiembre de 1940, Japón acordó una alianza con las Potencias del Eje, es decir, Alemania e Italia. Los Estados Unidos respondieron restringiendo el comercio con Japón y embargando la venta de gasolina de alto octanaje para aviones. Cada vez era más claro y peligroso el distanciamiento entre ambas potencias. Aprovechando el avance arrollador de las tropas alemanas en Europa, Japón ocupó la Indochina Francesa en julio de 1941, y en respuesta Roosevelt congeló los bienes económicos japoneses en los Estados Unidos además de cortar el suministro de combustible al Imperio Japonés. El embargo petrolero tenía repercusiones muy serias para los japoneses, pues el 80% de su combustible procedía de los Estados Unidos.
Para finales de 1941, una confrontación nipona-norteamericana parecía cuestión de tiempo. La inteligencia militar estadounidense sospechaba que los japoneses atacarían en algún punto del océano Pacífico, pero no sabían dónde. Para noviembre todas las fuerzas militares norteamericanas estaban en alerta, pero ello no pudo evitar que temprano en la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941 aviones japoneses bombardearan la base naval de Pearl Harbor. Los aviones nipones habían despegado de un grupo de portaviones japoneses que había navegado miles de millas sin ser detectados. El ataque japonés fue muy efectivo, pues fueron hundidos 14 barcos de guerra (entre ellos ocho acorazados) casi doscientos aviones fueron destruidos y resultaron muertos 2,400 militares y 68 civiles estadounidenses. Afortunadamente para los Estados Unidos, ninguno de sus portaviones se encontraba en Pearl Harbor al momento del ataque, lo que será un factor determinante en el curso de la guerra.
El ataque a Pearl Harbor estremeció a la nación norteamericana. El 8 de diciembre el Presidente Roosevelt denunció ante el Congreso el ataque japonés y solicitó una declaración formal de guerra. Con sólo un voto en contra –el de la pacifista Jeannette Rankin– el Congreso aprobó la declaración de guerra contra Japón. En respuesta, Alemania e Italia , aliados de Japón, le declararon la guerra a los Estados Unidos. De esta forma los Estados Unidos entraron oficialmente a la segunda guerra mundial.
A propósito de esta fecha, el blog de los Archivos Nacionales de los Estados Unidos –Prologue: Pieces of History– publica una interesantísima nota sobre el proceso creativo del discurso pronunciado por FDR ante el Congreso el día 8 de diciembre. Según el autor de esta nota, identificado solamente como Jim, FDR recibió la noticia de lo ocurrido en Hawái pasada la 1P.M. (hora de Washington) y dedicó el resto de esa tarde a estudiar, junto con sus asesores, la información disponible sobre el ataque.
El Presidente decidió hablar ante el Congreso al día siguiente para informarle y pedirle una declaración de guerra contra Japón. Esa tarde FDR le dictó a su secretaria, Grace Tully, un corto mensaje que estaba destinado a convertirse en uno de los más famosos en la historia de los Estados Unidos. Al momento de esta crisis, los escritores de discursos del Presidente (Samuel Rosenman y Robert Sherwood) no se encontraban en Washington por lo que Roosevelt tuvo que dedicar tiempo de uno de los días más agitados de su vida a preparar su mensaje. La Señora Tully mecanografió las palabras de Roosevelt y éste luego hizo importantes cambios al texto original, especialmente en la introducción. El texto comenzaba: “Yesterday, December seventh, 1941, a date which will live in world history,” lo que Roosevelt cambió por “a date which will live in infamy,” proveyendo la fase más poderosa y recordada de su mensaje.
El texto fue sujeto de otros cambios tanto por FDR como por su amigo Harry Hopkins. Además, al pronunciar sus palabras ante el Congreso Roosevelt incorporó algunos cambios, actualizando la información disponible sobre el alcance de los ataques japoneses contra instalaciones militares norteamericanas en el Pacífico.
Los Archivos Nacionales poseen copias mecanografiadas de los borradores finales del discurso, pero no el documento que Roosevelt leyó ante el Congreso y cuyo paradero es un misterio sin resolver.
Norberto Barreto Velázquez, PhD
Lima, 7 de diciembre de 2011
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