La revista Diplomacy & Statecraft le dedica su último número del año 2008 a la figura de Teodoro Roosevelt. Uno de los principales artífices de la expansión norteamericana de fines del siglo XIX, Roosevelt es, además, una de las figuras claves de la historia estadounidense. Hijo de una prestigiosa y antigua familia neoyorquina, Roosevelt encarna el compromiso de algunos miembros de la elite estadounidense con los valores de la Era Progresista. Una niñez enfermiza a causa del asma que lo agobiaba le hizo un fanático de la vida intensa (“strenuous life” ) y del ejercicio físico. Educado en Harvard, Roosevelt se destaca desde muy joven en el servicio público al ser electo congresista estatal. Una desagracia familiar –la muerte de su madre y esposa el mismo día– le alejan de la vida pública. Busca entonces refugio en un granja en Dakota del Norte donde se dedicó a criar ganado. Tras su regreso a la política su ascenso fue meteórico: Jefe de la Policía de Nueva York, Subsecretario de Marina de Guerra, Coronel de Caballería durante la guerra hispanoamericana, Gobernador de Nueva York, Vicepresidente y Presidente de los Estados Unidos. Historiador, cazador, soldado, vaquero, boxeador y político, Roosevelt hizo de la “strenuous life” su filosofía de vida.
Roosevelt no sólo vivió de forma intensa, sino que también gobernó intensamente enfrentando a los famosos “trusts” (monopolios), promoviendo la conservación del medio ambiente, defendiendo los intereses de los consumidores y promoviendo los intereses internacionales de su país. Este presidente imperial fortaleció la Marina de guerra, le arrancó Panamá a los colombianos para construir el famoso canal, defendió la retención de las Filipinas, intervino en la guerra ruso-japonesa por lo que ganó un Premio Nobel de la Paz, redefinió la Doctrina Monroe, llegó a un acuerdo de caballeros con Japón para controlar la inmigración japonesa, etc. Hijo de su momento histórico, Roosevelt compartió gran parte de los prejuicios e ideas raciales que predominaban en la sociedad norteamericana.
Complejo por demás, Roosevelt es una figura fascinante.
De los nueve ensayos que Diplomacy & Statecraft dedica a la figura de Roosevelt, hay dos que llamaron mi atención: ““Under the Influence of Mahan”: Theodore and Franklin Roosevelt and their Understanding of American National Interest” de J. Simon Rofe y “Nation-Building in the Philippines: Rooseveltian Statecraft for Imperial Modernization in an Emergent Transatlantic World Order” de Annick Cizel.
El Dr. J. Simon Rofe es profesor del Department of Politics and International Relations de la University of Leicester (Gran Bretaña). Su área de especialidad son las relaciones exteriores de los Estados Unidos en el siglo XX. Es autor de Franklin Roosevelt’s Foreign Policy and the Welles Mission (Palgrave: New York, 2007). En su ensayo, el Dr. Rofe analiza la influencia de la obra del Amirante Alfred T. Mahan en el pensamiento geopolítico de Teodoro y Franklin D. Roosevelt. Mahan fue un historiador naval norteamericano que en 1890 publicó un libro destinado a convertirse en un clásico de los estudios estratégicos: The Influence of Sea Power Upon History. Este libro influyó a toda una generación de políticos, legisladores, militares e intelectuales norteamericanos (entre ellos Henry Cabot Lodge, Henry Brooks Adams y Richard P. Hobson), y constituye una de las principales influencias de la expansión imperialistas de fines del siglo XIX. Es pertinente subrayar que el impacto de la ideas de Mahan no se limitó a los Estados Unidos. Por ejemplo, el Kaiser Gulliermo II alabó The Influence of Sea Power Upon History y reconoció la influencia de su autor.
Uno de los aciertos del ensayo de Rofe es su análisis de los argumentos de Mahan. El autor comienza cuestionando la interpretación tradicional de la obra de Mahan –la fuerza de un Estado se deriva de su poder naval. Siguiendo los argumentos de Jon Tetsuro Sumida (University of Maryland), Rofe plantea que el pensamiento de Mahan era más complicado de lo que generalmente se cree. Según Rofe, Mahan veía el poder naval como “an essential component of military deterrence” (“como un elemento esencial de disuasión militar” ). De ahí que considerara el poderío naval como una herramienta diplomática y que insistiera en que los temas navales fueran vistos como parte de una política exterior integrada. El tamaño de la Marina de Guerra de los Estados Unidos era para Mahan un asunto de interés nacional y así debía ser tratado por el gobierno estadounidense. Según Rofe, Mahan realizó un análisis sistemático de la posición geopolítica de los Estados Unidos a nivel global no en términos moralistas, sino extremadamente realistas. Su visión integra bases navales, colonias, mercados y acorazados en una cosmovisión claramente imperial.
Tras analizar el pensamiento de Mahan, el autor busca determinar cuál fue su influencia sobre los Roosevelts. Para ello analiza la correspondencia que desarrolló Franklin D. Roosevelt en su primer año como Secretario Adjunto de la Marina de Guerra (1913-1914) con su famoso primo y con el propio Almirante Mahan. Rofe concluye que:
“Ambos hombres, conciente o inconcientemente, integraron los conceptos de Mahan en sus visiones de cómo los Estados Unidos debían operar mundialmente”.
Teodoro y Franklin incorporaron como presidentes la filosofía geopolítica de Mahan. Fue Mahan quien les hizo ver con claridad la relación entre imperio y poderío naval, de ahí que ambos fueran grandes benefactores de la Marina de Guerra de los Estados Unidos. En otras palabras, Mahan les hizo entender que imperio (es decir, la defensa y proyección de los intereses económicos y estratégicos estadounidenses) y el tamaño y poderío de la Marina estaban inevitablemente unidos.
Por otro lado, Annick Cizel es Profesor Asociado en la Université de la Sorbonne Nouvelle (Paris 3), donde forma parte del equipo del Center for Research on the English Speaking World. Su especialidad es la historia de los Estados Unidos, principalmente, la política exterior norteamericana en África durante la guerra fría.
En su ensayo, el Dr. Cizel examina el papel que jugaron las Filipinas en la presidencia de Teodoro Roosevelt. Según el autor, Roosevelt veía la presencia norteamericana en las islas en términos muy personales, pues se sentía muy orgulloso del llamado experimento filipino –es decir, del control colonial de las Filipinas justificado como una empresa civilizadora y de creación nacional (“nation-making process”). Cizel plantea que el experimento filipino ejemplificaba las dotes de hombre de Estado (“statecraft”) de Roosevelt –de presidente imperial, añadiría yo– pues le permitía proyectar a los Estados Unidos como un poder asiático (y de paso, mundial), como una potencia naval y como un modelo de imperio benevolente. Las Filipinas eran, por ende, una pieza clave en la visión geopolítica de Roosevelt, no sólo por su importancia estratégica, sino también simbólica. El control de las islas era un instrumento muy útil para proyectar al mundo el poder y la superioridad (material y moral) de los Estados Unidos.
El ensayo de Rofe es novedoso por la fuentes primarias que trabaja y por la aplicación de una interpretación amplia de las ideas de Mahan. Además, el autor recoge de manera sucinta y relativamente clara los rasgos más sobresalientes del pensamiento de uno de los personajes más influyente en la transformación de la política exterior norteamericana en las primeras décadas del siglo XX. Rofe demuestra que Mahan es el hilo que une la visión geopolítica de dos de los presidentes más importantes en la historia estadounidense. De paso deja claro la pertinencia y la fuerza del pensamiento de Mahan más allá de su muerte en 1914.
El trabajo de Cizel deja claro el importante papel que jugaron las Filipinas en la presidencia de Teodoro Roosevelt. Para Roosevelt, las Filipinas cumplían un rol doble. Por un lado, el control de las islas era el pase de membresía al exclusivo grupo de potencias imperiales. Las Filipinas eran posesión estratégica que permitían la proyección y defensa de los intereses estadounidenses en Asia. En otras palabras, el control de las Filipinas permitía a Roosevelt participar en el juego político internacional desde un posición estratégica privilegiada. Por el otro lado, el alegado altruismo (el colonialismo ilustrado) de los estadounidenses en las islas diferenciaba a los Estados Unidos del restos de las potencias coloniales. El alegar que los Estados Unidos poseían una colonia no para su beneficio, sino para beneficio exclusivo de los colonizados permitía mantener la superioridad moral sobre las demás potencias coloniales.
Norberto Barreto Velázquez, Ph. D.
Lima, Perú, 13 de agosto de 2009
Nota: Todas las traducciones del inglés son mías.
Es un blog de interés por cuanto es un ntento por presentar a través de documentos y artículos la historia de Estados Unidos en la perspectivs geopolítica. Sempre me ha gustado estudiar la historia de los Estados Unidos y, sobre todo, el pensamiento filosófico que es la contribución más significativa para modelar y cementar las bases del pragmatismo como parte fundamental del realismo político y del interés de los Estados Unidos de estar presente en los rincones de la tierra. Estoy interesado en obtener el libro de Alfred Mahan ttulado La nfluencia del poder naval en la hstoria que ha sido difícil de encontrar en nuestras bibliotecas de Venezuela. Si ustedes tienen una versión electrónica les agradecería que me nformen la direccón electrónica para obtenerla y tener una mayor nformación sobre este lbro que marcó el espíritu de los estudios geopolítcos en torno al poder naval y su importancia en los procesos hstórcos. sabre agradecerles.
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Ramón, muchas gracias por tu comentario. Puedes encontrar una versión electrónica del libro de Mahan en la siguiente dirección: http://www.gutenberg.org/ebooks/13529.
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