La Editorial de la Universidad de Wisconsin acaba de publicar un libro que está destinado a convertirse en lectura obligatoria de todos aquellos interesados en el estudio del imperialismo norteamericano, su título: Colonial Crucible: Empire in the Making of the Modern American State (University of Wisconsin Press, 2009, ISBN: 978-029923104-0). Editado por el estudioso del sudeste asiático Alfred W. McCoy y el historiador puertorriqueño Francisco Scarano, Colonial Crucible es una obra de más de seiscientas páginas que recoge unos cuarenta ensayos escritos por académicos filipinos, puertorriqueños, españoles, norteamericanos y australianos. Los escritos de este grupo amplio de investigadores siguen un línea común: examinar cómo el imperio insular obtenido por los Estados Unidos en 1898 influyó el desarrollo del Estado norteamericano. En ese sentido buscan superar el estudio unidimensional del imperialismo estadounidense, analizando cómo las colonias o posesiones insulares han influido en el desarrollo político de los Estados Unidos.
Dada la magnitud de esta obra, me es imposible reseñarle toda. Lo que sí me propongo es reseñar algunos de los ensayos que me parezcan más interesantes y pertinentes, comenzando con uno de los dos trabajos que sirven de introducción a esta obra. Se trata del ensayo “On the Tropic of Cancer: Transition and Transformation in the U. S. Imperialism” escrito por McCoy, Scarano y Courtney Johnson, profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Wisconsin.
Este ensayo comienza con tres planteamientos muy importantes. Primero, que el imperialismo norteamericano no fue excepcional, pero sí diferente del resto de los imperialismos que le fueron contemporáneos. Según los autores, los Estados Unidos fueron un poder colonial paradójico que sólo poseyó una cadena de islas localizadas a lo largo del Trópico de Cáncer. Contrario a sus contrapartes europeos, los norteamericanos controlaron sus principales posesiones por sólo unas décadas y gobernaron a un grupo reducido de personas (“few million people”). Segundo, que a pesar de su corta duración y del número reducido de seres humanos bajo su custodia, ese imperio tuvo un severo impacto sobre los Estados Unidos. Tercero, a pesar de su enorme importancia, el imperialismo estadounidense es el menos entendido de los imperialismos modernos. Según los autores, llenar ese vacío es el objetivo de este libro.
Estos tres planteamientos me parecen fundamentales. Primero que nada, reconozco la necesidad de negar la excepcionalidad del imperialismo norteamericano, pero reconociendo que éste fue muy diferente a su homólogo inglés, francés u holandés. Diferenciar al imperialismo norteamericano es un factor fundamental para integrarle al estudio del imperialismo con mayúscula. Además, concuerdo totalmente con los autores en el impacto del imperialismo sobre la sociedad y el gobierno norteamericanos. Por último, me llena de enorme alegría y satisfacción que Scarano, McCoy y Johnson subrayen lo poco estudiado que es el imperialismo estadounidense, a pesar de su inmensa importancia no sólo para los Estados Unidos, sino también para el resto de mundo y América Latina, en particular. Ayudar a llenar ese vacío es la razón de ser de esta bitácora.
Uno de los puntos más importantes de este ensayo es la representación que hacen sus autores del imperialismo como una vía en dos sentidos que afecta tanto a las colonias como a sus metrópolis. Citando trabajos del gran historiador Charles S. Maier, los autores reconocen al imperialismo como un sistema que transforma tanto al centro como a la periferia. El caso norteamericano no fue la excepción, pues el imperio insular adquirido en 1898 representó serios retos que terminaron transformando al Estado norteamericano. Siguiendo esa línea, los ensayos que componen Colonial Crucible buscan explorar los efectos del imperialismo norteamericano de principios del siglo XX no sólo sobre las colonias, sino también sobre la geopolítica de los Estados Unidos y, especialmente, sobre el arte norteamericana de gobernar (“statecraft”). Para los autores, los cambios causados por el control de las posesiones insulares en el mar Caribe y el océano Pacífico “radiaron gradualmente” hasta filtrarse en lo que ellos denominan como “los capilares de imperio norteamericano”, transformando a la sociedad y al estado metropolitano norteamericanos.
El tema de la invisibilidad es un asunto inevitable al hablar del imperialismo norteamericano. Según Scarano, McCoy y Johnson, el imperialismo fue uno de los factores que dio forma al estado norteamericano moderno, pero su papel ha permanecido oculto (“obscured”) por el énfasis dado por la historiografía estadounidense a factores endógenos. De ahí que el objetivo principal de este libro sea rescatar el impacto del imperialismo analizando el estado que se desarrolla en Washington a partir de la adquisición de las islas arrebatadas a España. En otras palabras, el libro busca superar “la insularidad de la historiografía norteamericana colocando la cuestión imperial en el centro de la historiografía metropolitana”. De esta forma se une el estudio de los colonos y de los colonizados, presentándoles como entes interdependientes.
Los ensayos recogidos en Colonial Crucible argumentan que la expansión de 1898 dio vida a un estado imperial único (“unique”) que gobernó las colonias por medio de una burocracia reducida, pero muy poderosa. Los oficiales coloniales estadounidense estaban libres de la supervisión de Washington por lo que pudieron desarrollar experimentos sociales que hubiesen sido difíciles de llevar a cabo en los Estados Unidos, pero que una vez realizados en las colonias encontraron su camino hacia la metrópoli. En el proceso se fortaleció a un gobierno federal que históricamente se había mostrado débil.
En áreas como la educación pública y la reforma carcelaria, los Estados Unidos habían desarrollado importantes cambios que luego aplicaron en sus colonias. Sin embargo, en áreas como la policía, la prohibición del consumo de drogas, la inteligencia policíaca y militar, la salud pública y el manejo ambiental, los norteamericanos innovaron en sus colonias y luego aplicaron sus innovaciones en la metrópoli. Los autores subrayan que de todos los
programas aplicadas por el gobierno colonial el más efectivo fue el policíaco, pues permitió el desarrollo de un sistema de vigilancia que sirvió de modelo para crear un aparato de seguridad nacional durante la primera guerra mundial (McCoy acaba de publicar un libro sobre este tema titulado Policing America’s Empire: The United States, the Philippines, and the Rise of the Surveillance State [The University of Wisconsin Press, 2009, ISBN 978-0-299-23414-0]). Otro buen ejemplo es el de las drogas, pues los autores subrayan que los norteamericanos prohibieron el consumo de opio en las Filipinas primero que en los Estados Unidos (Anne L. Foster aborda este tema en un brillante ensayo titulado “Prohibiting Opium in the Philippines and the United States: The Creation of an Interventionist State” que forma parte de este libro y que espero poder reseñar pronto).
Este ensayo es una excelente introducción a un libro que, sin lugar a dudas, hará por el estudio del imperialismo norteamericano lo que a finales de la década de 1990 hizo el libro Close Encounter of Empire (Duke University Press, 1998) por el estudio de la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
Colonial Crucible es como una regalo de Navidad largamente esperado.
Norberto Barreto Velázquez, Ph. D.
Lima, Perú, 16 de noviembre de 2009
Nota: Todas las traducciones del inglés son mías. Alfred W. McCoy acaba de publicar un ensayo en TomDispatch.com («Welcome Home, War! How America´s Wars Are Sistematically Destroying Our Liberties«) abordando el tema de la construcción de una aparato represivo colonial en las Filipinas y sus implicancias en la historia reciente de los EEUU..
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