La década de 1970 fue un periodo muy duro para el pueblo estadounidense. Divididos por una guerra lejana, los estadounidenses eligieron a un nuevo presidente, Richard M. Nixon, que prometió acabar con la participación de su país en la guerra de Vietnam y lo hizo, pero que también violó la ley y abusó de su poder, comprometiendo la imagen y la confianza del gobierno de los Estados Unidos. Tras miles de muertos y miles de millones de dólares invertidos, los últimos estadounidenses fueron expulsados de Vietnam en 1975. Esta derrota –la primera en la historia de Estados Unidos– sumió al país en un periodo de indecisión y duda. Para complicar las cosas, los gastos de la guerra, unidos al aumento en los costos de la energía, llevaron a la nación a una profunda crisis. Todo ello llevó a muchos a pensar que la decadencia del poderío y riqueza de los Estados Unidos era algo inevitable.
Nixon y Vietnam
Al llegar a la Casa Blanca, Nixon buscó acabar la guerra ampliándola, es decir, aumentando su alcance y su intensidad para presionar a Vietnam del Norte. Pronto el Presidente entendió que eso no era lo que el pueblo estadounidense quería y cambió de estrategia, proponiéndoles a los norvietnamitas una retirada simultánea de tropas de Vietnam del Sur. Para convencer a Hanoi, Nixon ordenó el bombardeo secreto y clandestino de Camboya, un país vecino y neutral por cuyo territorio los norvietnamitas enviaban y suministros y tropas a Vietnam del Sur.
Nixon también inició la llamada vietnamización de la guerra, es decir, el retiro gradual de tropas estadounidenses y el incremento de la participación de soldados survietnamitas en el conflicto. Esta nueva política no acalló las voces de los opositores de la guerra, que en 1969 llevaron a cabo manifestaciones masivas, como una marcha en Washington que reunió a medio millón de personas. Para complementar la ofensiva aérea en Camboya, Nixon ordenó la invasión –también secreta– de ese país. El Presidente quería destruir las rutas y bases de aprovisionamiento de los norvietnamitas, pero en el proceso lo que logró fue desestabilizar a Camboya, lo que permitirá que los Jemeres Rojos (“Khmer Rouge”), una guerrilla maoísta, tomase el control del gobierno camboyano. Bajo el liderado de un dictador despiadado llamado Pol Pot, los Jemeres cometerán un terrible genocidio contra el pueblo camboyano.
En 1970, el periódico The New York Times hizo públicas las acciones encubiertas del gobierno estadounidense en Camboya, desatando una ola de indignación y rabia entre los opositores de la guerra. En varias universidades del país se llevaron a cabo huelgas y protestas. El 4 de mayo, la Guardia Nacional abrió fuego contra una muchedumbre de estudiantes en Kent State University (Cleveland), matando a cuatro personas. El 14 de mayo dos estudiantes negros del Jackson State College en Misisipi murieron en un enfrentamiento con la policía y la Guardia Nacional. Ambos incidentes provocaron una serie de huelgas y cierres de universidades a lo largo de todo el país. Más de 450 universidades cerraron sus puertas y hubo problemas en cerca del 80% de los campus universitarios. Curiosamente, una encuesta realizada para esta fecha reveló que a la mayoría de los estadounidenses les preocupaba más los disturbios en las universidades que la guerra en Indochina. Otra muestra del conservadurismo que imperaba en amplios sectores de la sociedad estadounidense.

Kent State University , mayo 1970
A pesar de la apatía de la mayoría de los estadounidenses, la insatisfacción con la guerra siguió aumentando. La invasión de Camboya cayó muy mal entre algunos miembros de Congreso. En junio de 1970, el Senado votó a favor de repeler la Resolución del Golfo de Tonkín y de cortar los fondos de las operaciones militares en Camboya. Entre los soldados también se manifestó el malestar contra la guerra, pues aumentó el número de deserciones.
Para complicarles las cosas a la administración Nixon, en 1971 salieron a las luz pública las atrocidades cometidas por un grupo de soldados dirigidos por el Teniente William L. Calley. Aparentemente siguiendo órdenes de sus superiores, Calley y los soldados bajo sus órdenes asesinaron, en marzo de 1968, a 350 civiles vietnamitas en la villa de My Lai. Gracias al trabajo investigativo del periodista Seymour Hersh, la historia de la masare de My Lai fue publicada por el New York Times en noviembre de 1969. Calley fue acusado de asesinato y sometido a una corte marcial en 1971, que le encontró culpable y le condenó a cadena perpetua. Considerado por unos como un héroe y por otros como un criminal de guerra, Calley sólo cumplió tres años de arresto domiciliario.

Masacre de My Lai
Tras los incidentes de mayo de 1970, las protestas contra la guerra comenzaron a perder fuerza por varias razones. El movimiento sufrió divisiones internas que le debilitaron. Agencias federales como el FBI y la CIA infiltraron y desactivaron los grupos más radicales de la lucha contra la guerra. El programa de vietnamización redujo de forma dramática el número de soldados estadounidenses en Vietnam. De igual forma, Nixon prometió acabar con el reclutamiento forzoso para el 1973 y convertir así al ejército en una fuerza de voluntarios, lo que le quito un importante argumento a los opositores de la guerra, debilitando aún más al movimiento en las universidades.

Protesta estudiantes de la Universidad de Columbia. Crédito: Patrick A. Burns/The New York Times
Mientras se protestaba en los Estados Unidos, el Secretario de Estado Henry Kissinger llevaba a cabo negociaciones con representantes de Vietnam del Norte. En 1972, estadounidenses y norvietnamitas firmaron un tratado que permitió la retirada de los Estados Unidos del conflicto vietnamita. Nixon había cumplido su promesa de poner fin a la guerra de Vietnam. Sin embargo, la salida estadounidense no acabó con el conflicto entre Vietnam del Norte y del Sur. En 1975, Vietnam del Sur terminó siendo derrotado y con ello finalizaron más de treinta años de guerra en esa parte de la península indochina.
El legado de la guerra de Vietnam
El conflicto vietnamita es, después de Afganistán, la guerra más larga en la historia de los Estados Unidos. Entre 1961 y 1973, millones de estadounidenses pelearon en las selvas indochinas para frenar lo que sus líderes vieron como una agresión comunista. Unos 58,000 estadounidenses murieron y otros 300,000 resultaron heridos. Aún aquellos que regresaron sin heridas físicas sufrieron severos traumas psiquiátricos y psicológicos.
Para los veteranos de Vietnam no hubo paradas ni recibimientos de héroes, sino rechazo por haber participado en la guerra más impopular en la historia estadounidense. Víctimas del estrés postraumático, su reinserción social fue muy dura. Los veteranos enfrentaron problemas con las drogas y el alcohol, problemas familiares (divorcios) y problemas económicos (desempleo). Muchos de ellos recurrieron al suicidio como salida.

Civiles vietnamitas, Dong Xoai, junio de 1965
Para los indochinos, la guerra fue una gran tragedia. Se calcula que 1.5 millones de vietnamitas murieron. La infraestructura física y económica de la región fue devastada por la guerra. Países vecinos como Laos y Camboya también sufrieron las terribles consecuencias del conflicto. El caso camboyano es particularmente trágico porque allí los Jemeres Rojos mataron, entre 1975 y 1979, a 2 millones de sus compatriotas en una campaña genocida. Además, la guerra produjo unos 10 millones de refugiados y una buena parte de ellos emigraron a los Estados Unidos.
La derrota en Vietnam afectó la visión que tenían los Estados Unidos de sí mismos, pues les obligó a reconocer los límites de su poder. El país entró en lo que ha sido denominado como el síndrome de Vietnam, es decir, una menor propensión hacia las intervenciones militares en segundos y terceros países. En 1973, fue aprobada la Ley de Poderes de Guerra, obligando al Presidente a informarle al Congreso cualquier uso de la fuerza en las primeras cuarenta y ocho horas de haber ocurrido. De no haber una declaración de guerra, las hostilidades sólo pueden durar sesenta días.
La guerra afectó duramente a la economía estadounidense. Con un costo total de $150 mil millones; el conflicto consumió importantes recursos económicos que pudieron haber sido usados para enfrentar los problemas domésticos de la nación. La gran víctima de la guerra fueron los programas sociales de la Gran Sociedad del Presidente Johnson, cuyos fondos fueron severamente afectados por los gastos militares asociados al conflicto. Además, la guerra aumentó el déficit del gobierno federal y la inflación.
A nivel político, la guerra acabó con el consenso liberal desarrollado en la posguerra. Millones de estadounidenses cuestionaron la política exterior de su país y los discursos a favor de la guerra fría. Una de las grandes víctimas de la guerra de Vietnam fue la confianza que tenían millones de estadounidenses en su gobierno. Las mentiras, las manipulaciones y los escándalos asociados a la guerra produjeron la desconfianza entre millones de ellos. El cinismo creció y el descrédito de los liberales fortaleció a los conservadores.
Norberto Barreto Velázquez
Lima, 7 de octubre de 2019
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